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Acerca de “El tema es complicado” de Juan José Podestá
Por Rodrigo Hidalgo
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Son 9 relatos los que componen este volumen, con el cual debuta en narrativa el tocopillano Juan José Podestá, periodista que se dio a conocer en el mundo de la literatura trabajando en el desaparecido diario La Nación. Desde entonces se le reconoció como uno de los escasos profesionales de la prensa que además de ostentar buena pluma, asumía su labor con rigor y seriedad, a contrapelo del medio. Luego, en el 2010, tras abandonar Santiago y ya radicado en Iquique, Podestá publicó un poemario con la editorial Cinosargo, sello que desde hace unos 5 años viene dando una inusitada vitalidad a la literatura del Norte Grande.
Ahora, en “El tema es complicado”, título que funciona como una advertencia al lector, Podestá recorre distintos tonos y escenarios, y nos presenta una galería de desencantos amorosos, amistades que se desbarrancan, desilusiones familiares, fracasos y confesiones de condenados o perseguidos, historias de incómodas caídas expuestas con dosificados dosis de humor negro.
Algunos ejemplos: en el cuento llamado “Década”, un joven regresa a Iquique tras 10 años fuera del país, y se reencuentra con su padre y con su tío, para descubrir pero no desentrañar el misterio de estos dos hermanos, hombres mayores que viven juntos atados por la muerte de una fémina. “De hambre”, es la historia de una mujer que mata de inanición a su marido tras vivir con él una infeliz y tortuosa relación sicológica, en donde la infidelidad de ella con un policía de investigaciones parece ser algo más que casual. En otro relato, “Tocopilla”, un médico atiende a un agonizante anciano y descubre que se trata de un ex militar involucrado en violaciones a los derechos humanos, un torturador, un criminal.
Hablamos entonces de un libro que, como mucha de la literatura que se produce actualmente, está influenciada globalización mediante por el cine y la literatura norteamericana, y que apunta a la incomodidad como un signo de los tiempos. Nos referimos al halo de atracción que ejerce el fracaso. La sensación, cínica si se quiere, de que no es tan malo ser un condenado más entre tanto sobreviviente. Nadie tiene certeza de nada, y es poco más que la vida lo que en una situación extrema podemos perder. Para qué tanta alharaca.
No adelantaremos más porque algo hay que dejar a la curiosidad del posible lector. Diremos sí, que el estilo de Podestá es seco y duro, como el desierto en que se escenifican varios relatos, y que el resultado es un libro que se lee rápido, que logra conmover, que puede a ratos provocarnos la efímera emoción de los finales grises y abiertos, o de las películas de tono menor, o la contemplación pasajera de las animitas a la vera del camino. Salud por ello.
