Proyecto
Patrimonio - 2006 | index | Rodrigo
Lira | Autores |
Fragmentos
de un diario
Rodrigo
Lira. Declaración jurada.
Santiago
de Chile, Ediciones Universidad Diego Portales, 2006. 97 pp.
Por
Francisca Lange Valdés
Revista
Grifo, n°8, Diciembre 2006
Un
libro póstumo suele ser un libro de recortes encontrados por algún(a)
alma voluntariosa que ha decidido rescatar textos olvidados, retazos de cierta
conciencia de autor diseminada entre la casualidad y el tiempo. Ejemplos de esto
hay en todos los géneros y disciplinas. Esa voluntad sobre el registro
es notoria en Declaración jurada, recopilación de seis textos
inéditos de Rodrigo Lira (1949
- 1981); libro de factura impecable y precedido de un prólogo acucioso
y pertinente escrito por Grínor Rojo.
Si bien estos textos no difieren en demasía de aquellos que conocemos a
través de Proyecto de obras completas (1984), esa pequeña
diferencia es notoria: hay algo en ellos que hace evidente su calidad de retazos
marcados principalmente por su carácter biográfico e intencionalmente
no lírico -salvo el poema Grecia 907, 1975-.
Una suerte
de radiografía poética, eso surge a primera vista: una personal
y literaria radiografía guiada por ese ventrilocuismo paródico que
en Lira resulta de un carácter único. "Curriculum vitae"
es un escrito plagado de marcas intertextuales de las que Lira da cuenta tanto
por el uso irónico-acotador de la nota al pie, como también por
ese gesto de transformar un documento formal en uno de ribetes irónicos
y literarios.
La inmediatez de cinco de estos seis inéditos se
sostiene sobre su carácter eminentemente documental: Lira despliega en
estos una tremenda obsesión filológica y acotacional, dejando en
claro que su 'lugar en el mundo' es el de un extraño, ese extraño
que, a veinticinco años de su suicidio, ha sido elevado a carácter
de mito. En ese sentido este libro puede incluso ser un peligro; parece importante
que más allá de la figura polémica de Lira sean rescatados
sus textos y sus propios contextos, porque si bien este es un poeta disconforme,
profundamente crítico y paródico, también es cierto que sus
escritos son elaborados sobre la delgada línea que separa el ruido de la
ruptura. Desde esta perspectiva, estos textos -así como aquellos que componen
Proyecto de obras completas-son un ejemplo de una conciencia y un rigor
escritural que desafían a los otros poetas; al canon imperante y al que
se está construyendo, lugar del cual salen todos trasquilados: Parra, Zurita,
Alcalde, Maquieira, etc. Y Lihn, sobre todo Lihn.
Es interesante ver cómo
Lira juega en estos textos con la articulación de su propio personaje;
medio en serio, medio en broma, en su curriculum nos advierte sobre diversas
aristas de su carácter y talentos, contra el lugar común, dichas
advertencias no sólo nos cuentan quién es Lira, sino que también
cómo trabaja la conciencia paródica sobre sí mismo y sobre
el contexto socio político y cultural chileno entre las décadas
del setenta y ochenta. En plena dictadura, éste es también el espacio
en que la escritura construye una experiencia paradójica. "Declaración
jurada" es el texto que abre el volumen y que da cuenta de una escena para
muchos cotidiana y que en la voz de Lira se sucede como si fuese ayer:
una noche cualquiera varios jóvenes se fuman un pito en medio de la oscuridad,
uno de ellos, Lira, llega por casualidad y en ese momento son detenidos por los
pacos. Una noche entre jóvenes durante y después de la dictadura;
dos mundos opuestos que en esta declaración, que no ha sido jurada a la
justicia sino que sólo en la parodia situacional, donde cobra bríos
humorísticos y absurdos.
Así lo es también es ese
poema escrito a seis manos, "San Diego ante nosotros": parodia a Alcalde
pero también un esbozo de la ciudad sitiada y de la precariedad juvenil
y de lo que significa juntarse a escribir.
Por último, se ha destacado
de este libro el poema "Grecia 907, 1975". No estoy segura de poder
afirmar que este poema sea el mejor de Rodrigo Lira, pero si me parece que en
su mayor parte, este poema es, como bien señala Rojo en el prólogo,
un aullido cuyo tono lírico y confesional se suma al efecto sumatorio
y verborréico de una ciudad que estalla y de un hablante que expira y rompe
el tono épico del poema para dar paso al sarcasmo y la claridad de un sujeto
que ya sabe que en ese tiempo, en ese año, en ese barrio y en ese departamento
ni el nosotros ni la utopía existe: "(…) pues me olvidaba advertir
que el alarido ese / será en primavera, ya que el Invierno que estamos
viviendo está bastante / helado y tengo la garganta / pa-la-cagá"(1)
(1)
La negrita es mía