"Yo pus Rodrigo, bájate del escenario, ¿no ves
que no queda nadie arriba?
(David Turkeltaub)
Si la cultura es el reflejo y prefiguración del empleo de los medios con que una sociedad dispone, nuestra época se vio rezagada respecto al desarrollo de sus medios. Es así, como el poeta Rodrigo Lira usando una especie de optimismo de la invención (una radiocassette) ocupaba el lugar de la negación.
Bajo el titulo de Poesia para el apagón cultural desde hace algún tiempo circula en Valparaíso un disco de Lira con la siguiente leyenda: "el jueves 16 de julio de 1981, con la lectura de estos poemas, Rodrigo Lira se haria presente en un recital poético al cual no asistiría... escuchemos estos poemas en su ausencia".
Dice Pessoa a propósito de los mitos: "no es lo mismo ver por primera vez que haber oído contar" y con Lira, todos en su gran mayoría sólo habiamos oído contar, y de cuento en cuento se fue instalando el mito. Para un especialista de la declamación o artista de la voz, como Lira se hacía llamar, esta grabación devuelve la palabra al escenario en todas las formas que adoptó para llevarlo a cabo.
El primero en entrar a escena no es Rodrigo Lira, sino don Gerardo de
Pompier (el otro Lihn en la celebración de sus 50 años) declamando un discurso-conferencia semiautomático; luego vendría el Lira vagabundo-crítico con el poema El paseo de las flores. El metatexto y su compositor artificioso se desarrollan con Paradigma, poema en el que puede decirlo casi todo sin eludir casi nada.
La burla y la irreverencia en su representación más grotesca y malévola, de antemano malintencionada aparece con la lectura del poema Las utopias de Raúl Zurita (poema leído no por Raúl Zurita, ni por Rodrigo Lira sino "por el Padre Zurita", oremos).
Es Lira tal vez el lector e intérprete más siniestro, que desarticuló todas las arquitecturaciones poéticas de su tiempo (Huidobro, Neruda, de Rokha, Parra, Lihn), ninguno se salvó de su burla y de la reescritura de sus poemas, algo así como un maestro del desvío (détournement) o sitúgrafo de las creaciones ajenas, ocupando todas las fronteras del humor negro: la ironía escéptica, la tontería y el antisentimentalismo.
El estado de apagón (blackout) que se instaló en lo cotidiano de aquellos años generó un malestar totalizado de desgarramiento e invisibilidad (este disco fue grabado a medianoche en plena época de toque de queda). Paradójicamente hoy, a 24 años, la ciudad se encuentra separada de su noche, un nuevo apagón o toque de queda fracturó nuestro deambular instalando el miedo y el aburrimiento como norma o modelo a habitar, o sea, nos separó aún más.
Con el poema titulado El mercado de las libres ocurrencias o acerca del derecho a escribir humano por excelencia, Lira expone su "escrituración exasperada". Siendo este un poema-espectáculo que no canta a los hombres y sus armas sino a la mercancía y sus pasiones, es un perpetuo presente donde toda posibilidad se va superponiendo a otra, una trenza de adjetivosy metáforas, insatisfecho y ansioso.
Ignoro la duración de la desesperación, de 22 minutos aproximadamente, es el poema con el que mejor externaliza la locura exasperada del lenguaje, y a pesar de ello da la impresión que es el tedio el que lo tipografió. Si los personajes de Juan Luis Martínez se extravían en su casa, los de Lira se extravían en sus versos, generando, de paso, el culto de la belleza y la delineación de la fealdad, degenerando en el inasible equilibrio entre vómito y estilo. Dice Teillier, "es mejor morir de vino que de tedio". Si bien Teillier eligió el vino, el tedio recogió a Lira.
Lira se envolvió con la "escrituración exasperada" como con una manta para el frío. Generalmente se piensa que ningún poeta escribe cuando
tiembla o sufre por "otro dolor"; sin embargo el efecto de la poesía como una forma de terapia del yo puede ser el polo subjetivo de una superación y es lo que opera en la lectura del poema Manera de liquidar dos pájaros: 1) iluminar el apagón cultural y II) disminuir la taza de cesantía con una sola ráfaga. Queriendo diferenciar poesía de cesantía se topa con las limitaciones propias de quien es crítico de sí mismo (Lira era poeta y cesante).
Con el poema Ciclotrón, de su amigo Roberto Merino (Lira era el poeta de los amigos), concluye su participación en aquella lectura del 16 de julio de 1981. Momentáneamente, Rodrigo Lira se baja del escenario.
Nota: Hay un Intermedio de aproximadamente 10 minutos donde Lira improvisa con pastos y semillas. Esto también es parte de la performance.
Dimitri Farías estudió Filosofia en la Universidad de Playa Ancha. Es editor independiente de la Biblioteca de voces poesia del mundo entero y de la colección Poesía paro el apagón cultural, a la que corresponde el registro sonoro al que se hace referencia aqui.
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Rodrigo Lira
La palabra en el escenario
Por Dimitri Farías
Publicado en revista Pausa N°6, Valparaíso, 2006