"Mirando hacia la libertad", Ministerio de Educación y Chilecalifica, 104 páginas, 2008
LITERATURA EN LA CÁRCEL
Por Reinaldo Edmundo Marchant
Se equivocan quienes creen que la creación humana precisa de un sitio idóneo para que salgan las musas a fantasear.
A veces basta un desolado banco de un parque, la precariedad de una pieza o el simple tropiezo de un lápiz deslizándose en una hoja blanca, para descubrir un espacio soñado que antes no existía en la tierra.
Los aprietos que precedieron a grandes libros universales, no fueron frutos de un camino fértil en dones. Escribir es una infinita lucha solitaria, donde las entrañas y la piel quedan dibujadas en las páginas en blanco.
Se sabe que Miguel de Cervantes Saavedra cinceló parte de su portentosa obra, El Quijote de la Mancha, privado de libertad, el neurólogo y psiquiatra austriaco, Víctor Frankl, tramó en varios campos de concentración nazi, su excelente libro “El hombre en busca de sentido”, y el famoso texto, “El diario de Ana Frank”, surgió en guaridas de un lúgubre universo.
La precariedad elemental con que se escribe también tiene forma de cárcel. Y lo es el enrejado de una ciudad hostil, salvaje e indolente. Un creador perseverante, muchas veces percibió la vigilancia policial y se imaginó en el ahogo de un holocausto.
Por ello la buena literatura y las grandes piezas de pensamientos emanan desde la profundidad de la inquietud humana. La banalidad de unos textos, que atan con mechones de cebolla, podrán infestar Ferias del Libro, Congresos de Escritores y páginas culturales, pero irremediablemente el peso de la figuración esfumará con la caída de los crepúsculos.
¿Qué será de aquellos efímeros escribas que llenaron semanarios y noticieros de amor con ejemplares sin esencia?
La educación, en su máxima acepción, no es un abstracto puro, sino se manifiesta en un proyecto único del ser humano y el entorno comunitario. Curiosamente, cuando más activamente se participa de ella, es cuando por alguna circunstancia de la vida aparece la quietud, la silente noche envuelta de grillos que no modulan, como en este caso en que, mujeres y hombres, alumnos de establecimientos educacionales en recintos penitenciarios, detenidos comunes, comunican por intermedio de la palabra las vivencias y los recuerdos personales, que plasman en poemas y relatos que denotan un alto grado de sensibilidad y agudeza creativa.
La selección de los textos que forman parte del libro “Mirando hacia la libertad”*, responden a programas desarrollados en las cárceles del país. Son el resultado de un Concurso Literario que tuvo una amplia participación y una asombrosa calidad de los trabajos presentados.
Claro, no faltó el ladino que “engañó” al jurado pasando por suyo el poema “Princesa”, del canta autor español Joan Manuel Serrat… Hasta se lo publicaron. Bien por el condenado, mal por quienes no avistaron la triquiñuela.
Es una lástima que esta clase de publicaciones no tengan la debida llegada a un público más amplio, incluso a críticos literarios y académicos: se pierde una valiosa oportunidad de tomar contacto con piezas literarias incubadas en sitios sombríos, donde se encuentran poemarios, testimonios y narraciones que aflorar desde el alma humana, que remecen.
Es bien sabido por quienes se dedican responsablemente y de forma constante al ejercicio de la creación literaria, y al estudio disciplinado de las letras, que los mejores textos no están en el mercado, ni impresos, sino subyacen en el abominable anonimato.
Verdaderas tonteras convertidas en libros, que obligan a la gente a adquirir como alimentación chatarra, han empalidecido la existencia de escritores en ciernes que peregrinan con sus volúmenes bajo el brazo, absolutamente degradados por figurillas de paso.
En este sencillo libro uno puede husmear a literatos anónimos que ventilan más ideas y recursos estilísticos que esos personajes grandilocuentes, que arman novelas y relatos a modo de teleseries y de pueriles detectives, que tienen un formato que podrían soportan mil historias de títulos distintos, con una misma trama, acción y peripecia.
“Mirando hacia la libertad”, no sólo es esfuerzo lleno de dignidad, también revela que el talento se encuentra en otra parte, y que desgraciadamente nos cae a migajas y apenas de vez en cuando.