Don Miguel Lawner y el autor Reinaldo Marchant durante la presentación del libro
Por estos días se ha esparcido una copiosa desinformación y manipulación comunicacional en relación al gobierno del Presidente Salvador Allende. Hemos oído frases que rayan en el desquiciamiento. La derecha exige que los sectores de izquierda reconozcan su culpabilidad en el Golpe de Estado, distorsionando brutalmente la historia, ignorando ex profeso que dos generales pagados por EE.UU, Roberto Viux y Camilo Valenzuela asesinaron a René Schneider, y que luego acabaron con la vida del Edecán del Presidente, Arturo Araya, actos criminales que buscaban desestabilizar el sistema político y tomar el poder de manera espuria, para celebrar el ataque de fuego y muerte destapando botellas de champaña, tal como lo harían cuando las tropas armadas incendiaron el Palacio de Gobierno.
Quisiera recordar que el cobarde Golpe de Estado de 1973, se explica fundamentalmente por la conspiración de la derecha y del gran empresariado chileno, apoyado por el gobierno de los Estados Unidos, donde su secretario de estado Henry Kissinger tuvo un papel determinante y con toda seguridad, a los 100 años que tiene, debe guardar en su armario los nombres de cadáveres de muchísimas nacionalidades.
Millonarios recursos de la CIA y del Departamento de Estado Norteamericano alimentaron la acción golpista de algunos gremios chilenos, como los del Transporte y el diario El Mercurio, que crearon en el país una situación de caos para justificar el bombardeo a la Moneda y los miles de crímenes en contra de chilenos de todas las edades, dejando en evidencia que la extrema derecha y las ramas castrenses mantienen una férrea correspondencia cuando se trata de aplicar la sedición en contra del pueblo trabajador.
El Golpe Militar tuvo por objeto poner fin a un democrático régimen de izquierda, que se proponía profundos cambios económicos y políticos, entre ellos profundizar la Reforma Agraria, recuperar la gran minería del cobre de manos extranjeras, realizar históricos programas sociales detallados en las inéditas y maravillosas 40 Medidas, así como perseguir una reforma constitucional en la cual los derechos del pueblo quedaran garantizados.
En días donde se ha instalado esta confusión, donde aparecen designados personajes con acceso desmedido a los medios de comunicación, hay que afirmar claramente que el Presidente Salvador Allende nunca persiguió, encarceló, asesinó y ni detuvo a sus vociferantes adversarios; su prestancia y compostura republicana la mantuvo hasta el final de sus días, donde incluso mientras era atacado con todo tipo de armas el Palacio de Gobierno, llamó al pueblo a no inmolarse ni a dejarse provocar para evitar un derramamiento innecesario de sangre inocente.
Son tan dramáticas las consecuencias del mandato por 17 años del dictador Augusto Pinochet, respecto de las severas violaciones de los Derechos Humanos, la pobreza y miseria creada por el modelo económico y social que implementó, que hurgar en sus causas, más que atender a lo que se derivó del golpe militar, se presenta como un verdadero despropósito. La verdad es que en todas las tiranías mundiales del último siglo, como las de Hitler y Mussolini, se puede constatar un rechazo unánime a sus crueldades cometidas, y resulta inexplicable que en Chile un militar acusado mundialmente sea enaltecido y situado en calidad Salvador de la Patria.
Al cumplirse los 50 años de esta tragedia nacional, se aprecia con impotencia que todavía nuestro país se rige por la Constitución de Pinochet, la que apenas tuvo algunas enmiendas en los gobiernos que le precedieron. Del mismo modo que hasta hoy, la concentración económica sigue siendo escandalosa, tanto que ubica a Chile entre los países de mayor desigualdad social en el mundo. Y aunque algunos de los crímenes cometidos durante la Dictadura se han esclarecidos, la verdad es que aún el país respira un lacerante clima de impunidad.
Vivimos en un país rico en recursos naturales, donde habitan más de 19 millones de habitantes, con este tesoro a la vista ningún niño ni persona debiera pasar hambre, donde se podría vivir con la certidumbre y alegría de quien respira y pisa un territorio marcado por la equidad; sin embargo, aquello no existe, estamos embriagado por la pequeñez humana, por la esplendorosa vida del Chile Oriente y las necesidades del Chile Poniente, con la sórdida ambigüedad política, la farándula, la basura llamada cultura de la televisión, donde palabras tan bellas como solidaridad, fraternidad, trabajadores, artistas, nos resultan un difuso espejismo de antaño.
Allende tuvo la posibilidad de renunciar o dejarse acoger por los regímenes extranjeros que quisieron brindarle asilo. Pudo también abandonar su ideario y contemporizar con sus opositores. Pero optó por mantenerse fiel a las promesas comprometidas con la ciudadanía que lo eligió. Su ocaso fue el de un mandatario democrático, dejando en evidencia la traición de los militares que él mismo designó, así como la hipocresía de quienes desde el 11 de septiembre de 1973 salieron a defender ante el mundo la asonada golpista como a justificar las violaciones cometidas contra los Derechos Humanos que hoy dicen defender.
Testigo viviente, al igual quizás como varios de los presente, escribí este texto “Allende, 50 años de amor”, resaltando la figura del único Presidente de Chile verdaderamente de izquierda que reconozco, el doctor Salvador Allende, un hombre honrado, valiente, consecuente, que no se aferró ni encandiló con el poder, que jamás fue acusado de malversaciones ni crímenes, y que llevó adelante proyectos visionarios y sociales cuya finalidad era el bien común de todos los chilenos, como él mismo lo señalaba.
Tan paradojal resultan algunas cuestiones en este tiempo, que Chile debe ser la única nación en el planeta donde se presentan a las víctimas como victimarios y a los victimarios como víctimas, y a causantes de la extrema desigualdad como genios economistas creadores de las nefastas AFP y de un sistema neoliberal cuyo propósito es “sálvese quien pueda”.
Como se indicaba, a pesar de todos los inconvenientes y chantajes políticos de la conservadora derecha, Allende puso en marcha hermosos proyectos sociales, muchos de los cuales jamás han se replicado, como la nacionalización de las gigantes compañías norteamericanas, dueñas en esa época de los yacimientos en Calama y El Salvador. Con el gran prohombre de testigo, Miguel Lawner, ser estableció construir más de 100.000 viviendas durante el primer año de gobierno, destinadas preferentemente a los sectores de menores ingresos; se comenzó a entregar medio litro de leche diaria gratis a cada niño, a la vez, en un año, se crearon 16 Balnearios Populares situados en las mejores playas de Chile, y ya que estamos en el corazón de la Sociedad de Escritores, hay que recordar que se puso en marcha un plan de lectura para todos los chilenos, creando la inolvidable Editorial Quimantú, que comenzó a publicar obras de escritores chilenos y extranjeros, en tirajes de 60.000 ejemplares, cuyo precio por volumen para explicarlo en castellano castizo, era menor que un poético mosto “cartonei” Gato Negro, brebaje que goza por los demás de gran admiración por estos alucinantes paisajes …
Valiéndonos de la presencia de nuestra querida e ilustre visita Miguel Lawner, quien lideró este proyecto, se construyó en menos de 300 días, el majestuoso edificio llamado UNCTAD III (hoy conocido como GAM), que encandiló por su composición artística, siendo un hito latinoamericano de modernidad arquitectónica y de utopía constructivista, asombrando a miles de delegados extranjeros que concurrieron por esos días a la Tercera Conferencia Mundial de Comercio y Desarrollo de las Naciones Unidas.
Por estos días hemos leído y escuchado con pesar incluso, que torpemente nos invitan a revisar y terminar con la perspectiva mítica del Presidente Allende y su gobierno, pasando por alto la evidencia del bombardeo, los brutales crímenes, las apropiaciones indebidas, y una interminable numeración de atropellos a los derechos humanos, con un millar de detenidos desaparecidos hasta hoy. Hay un intento incluso de idolatrar como héroe al dictador Augusto Pinochet, uno de los más crueles asesinos de la historia. Hace poco, las luchadoras incansables Madres de la Plaza Mayo de Argentina, celebraron públicamente la recuperación del nieto 133, que fueron niños robados durante esa dictadura. El hecho fue noticia nacional y recibida con alegría, respeto y admiración hacia a estas mujeres que llevan 45 años de lucha y búsqueda.
Más aún, en un masivo partido de fútbol de Ferrocarril Oeste de Caballito, el equipo salió al campo de juego con un lienzo que contenía el siguiente texto: Si dudas de tu identidad, comunícate con las Abuelas. Junto a ello, se informó la noticia por el alto parlante del estadio, recibiendo un multitudinario aplauso porque luego de 47 años de pesquisa, el hijo de Cristina Navajas y Julio Santucho fue encontrado. Esto se llama memoria y sentido de pertenencia. Y el sentido de pertenencia lleva a no olvidar. Menos, a distorsionar dramáticos sucesos y episodios trascendentes que han erosionado la identidad de la patria.
La elaboración de este libro no fue buscar la estridencia, sino propende rendir el merecido honor y lugar al hijo más ilustre que ha tenido Chile, el doctor Salvador Allende, y recordar a través de crónicas a jóvenes combatientes que durante los más oscuros años mantuvieron en alto su noble espíritu republicano; igualmente, contiene la historia de adolescentes asesinados, micro reseñas de algunos programas impulsados en el gobierno popular, en resumen, fue escrito como un aporte literario para que el próximo 11 de septiembre se tenga el legítimo derecho de conmemorar valiente y sinceramente los 50 años de amor hacia el Presidente Salvador Allende, y de este modo terminar con ese patético negacionismo que huele a un borrón y cuenta nueva de un sanguinario golpe de estado que han padecido generaciones y dejó consecuencias imborrables en miles de madres y familias.
"Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la patria. Éstas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que por lo menos será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición". Salvador Allende.
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dirigida por Luis Martinez
Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com "ALLENDE, 50 AÑOS DE AMOR".
Presentación.
Reinaldo Edmundo Marchant