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"Shumpall", de Roxana Miranda Rupailaf. Del Aire Editores, 2011

Qué hay más allá de la tercera ola

Por Bernardo Colipán



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Hubo  un tiempo en que los hombres convivían con seres distintos a él. Entonces no era una situación anormal encontrar habitando en tu mismo Lof o territorio a unuf, anchimallen y escuchar los cantos de guerreros encantados a al interior del cerro Centinela. Pero son los shumpall lo que conviven de manera más cercana con nosotros, con nuestro mundo con nuestros afectos.

Se cuenta en el  epeu de Tren- tren y kay-kay , que mientras ésta última serpiente subía el nivel de las aguas, los mapuche que se ahogaban se convertían en lobos marinos, peces y shumpales. Estos son seres que pueden ser hombres y mujeres y que al ahogarse en las aguas mágicas de Kay-kay, siguen viviendo en su estado humano en el fondo del mar, ríos y lagos.

Los Shumpall,  salen cada cierto tiempo de sus humedades para enamorarnos, encantarnos y llevarnos a vivir con ellos o ellas según sea el caso.  Y por eso sabemos que nunca  va a ser  largo el camino a sus ojos y nunca será tarde para hallar en su aliento nuestro último naufragio. Ellos están siempre ahí, esperando el momento indicado para encantarnos. Hace tiempo  salí de mi domicilio buscando a una shumpall, y me dijeron que “no sacaba nada con seguirla , pues ellas no existían y  que mejor me dedicara a cosas más reales”. Pero  el salir del “sí mismo domiciliario” ,  caminar 15 kms en la cordillera para llegar a caleta Manzano, donde vive una shumpall, aunque no la pude ver , ese hecho ya reencantó mi mundo cotidiano. De la misma manera como se encantó Roxana Miranda con su shumpal. Aunque éste en particular vive en las costas lafkenche y  despliega su voz marina  en el siguiente relato.

En las costa al sur del territorio mapuche, vivía una comunidad lafkenche que diariamente recolectaba productos del mar: algas, mariscos, peces, todo tipo de productos marinos.Todos los días acudía al mar una joven mujer que acompañaba a sus padres a la recolección. A la hora de siempre también acudía un shumpall macho a observarla. Enamorado como estaba se ocultaba detrás una roca que se encontraba en el mar y la observaba desde un buen tiempo.

Una tarde este shumpall no esperó más y al ver la niña en la orilla, esperó que pase la primera ola que es la más baja de la marea, seguida por la segunda hasta dejarse llevar a la orilla por la tercera ola, la más elevada y la que siempre arrastra a la orilla arena, moluscos y shumpall. La mujer no se dio cuenta cuando debajo de la ola, su cintura se vio rodeada por un brazo de hombre que la arrastró a las  profundidades del mar. En la costa los parientes y conocidos buscaron a la joven por todos los lugares , hasta la línea fronteriza que existe entre la alta y la baja marea.

No la hallaron nunca  y la lloraron por varios días. Al pasar los meses, vieron a la mujer salir del mar, ella se dirigió a la ruka de sus padres y les dijo:   no me  lloren más, pues me  encuentro  viva, y  no me ocurrió nada malo, al contrario, me he  casado y amo ahora  a un hombre que vive en las  profundidades del mar . Mi esposo les manda a decir que se  acerquen en el pu liwen antu al mar. 

A la amanecida toda la comunidad se encontraba en la orilla y luego de la tercera ola, el shumpall arrojó sobre la costa grandes cantidades de mariscos, peces y  distintas variedades de algas. Era el ngapitun, es decir el pago que acontece después del rapto. Rapto y pago son las normas sociales que estaban presente en cada relato en torno a los shumpall.

Pero, ¿ que hay más allá de esta tercera ola?

Está la posibilidad que nos da la autora de reencantarnos cotidianamente con nuestro mundo.

Llegar a la zona fronteriza donde se encuentra el tiempo de la memoria y el tiempo cotidiano.

Solo los cuerpos de los amantes se trenzan como lenguas de erizos,  después de la  tercera ola y no hay ocultamiento en el amor que deja su figura recortada en la orilla de la playa.

Más allá de la tercera ola se encuentra el shumpal, junto a  los  seres que habitan  en el mundo mapuche, ellos reclaman  la legitimidad de seguir existiendo junto a labradores mapuche, poetas, tejedoras, ancianos y niños de la comunidad. La urgente necesidad de entrar en la realidad como ingresa el ojo en la cuenca izquierda de su cráneo.

Es la narrativa mapuche reproduciéndose a sí misma, volviendo a sus antiguos códigos de construcción simbólica. Nunca  más la ausencia de estos seres dejaran en nuestro  pechos una mano sin dueño.

Estamos cierto que debemos andar caminos que también conducen a ningún lado y que la palabra soledad será sentir a esta silbando al interior de nuestro huesos. Es la palabra fundando al ser, imposible que no lo supiéramos pues siempre la memoria estuvo ahí, adentro de  su propio órgano , oculta en su propia sombra, enviándonos recados de las regiones celestes. Trayendo mensajes de los antiguos. Algún día nuevamente poblaremos el mundo de shumpall, anchimallenes, Unuf, kanillos y serpientes encantadas, algún día nos daremos cuenta de la prepotencia del lenguaje racional y del sentimiento judeo cristiano que exilió a nuestro seres encantados y a cambio  nos entregó el sentimiento de culpa. Allá ellos que brinquen y se desmayen y se abstengan de nuestros vinos y del  húmedo amor de los shumpal.

Es el relato  que sostiene al poema y es en este horizonte desde donde se construye la poesía.

Relato – poema- poesía.

El shumpall puede desde hoy habitar en nuestros  ojos si quiere.


 

 

 

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"Shumpall", de Roxana Miranda Rupailaf. Del Aire Editores, 2011
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