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Una especie de novela

Por Roberto Merino

Publicada en Las Últimas Noticias. 9 de noviembre de 2020

 


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Un doctor me dijo un dia: las columnas periódicas te van a comer el mate y la energía, y ya no vas a poder escribir nada más. Remató la admonición con un ruido que no sé si era risa o tos. Le dije que yo tenía diagnosticado el problema y que sabía cómo proceder. Posteriormente, a través de los años, cada vez que he terminado quedándome dormido tras los preparativos para escribir ensayos o poemas o relatos, han vuelto a mi memoria esas palabras dichas con ácido escepticismo chileno. ¿Habrá el doctor visto en mí signos de una disposición débil, insuficiente, poca cosa?

De vez en cuando nos cruzamos en la calle y, por supuesto, ambos hemos envejecido. Cuando en 1987 publiqué el libro de crónicas Santiago de memoria, supe que Claudio Giaconi había comentado que, a pesar de parecerle bien los textos, estimaba que una obra realizada por entregas semanales no se comparaba a otra diseñada por la mente de un autor, generada en una frecuencia de escritura distinta a la semanal. Menciono a Giaconi porque él llevaba precisamente en la gestualidad el problema del ser y del hacer. A mediados de los 90 contaba que estaba escribiendo una novela larga, compleja. Lafourcade no le creía nada, lo consideraba liquidado. Había un abismo entre esos días inespecificos y los de La dificil juventud, la obra brillante de su debut literario.

"Facta non verba", decía un cartón que daba vueltas por mi casa cuando yo era niño, o sea, "hechos, no palabras". Para mi abuela, que había escrito la frase con pluma y no sé qué tipo de letra, el mensaje tenía sentido porque lo suyo era la pintura. Siempre estuve dispuesto a asumir la divisa, pero había un problema: autodenominado escritor desde muy chico, en mi caso los hechos estaban constituidos de palabras. Y, por cierto, sigue siendo así, el producto de todas las especulaciones, ensoñaciones, observaciones y reflexiones —por mencionar algunas variables de inversión del tiempo— son esas palabras que alguien se tomará la molestia de imprimir y que otros leerán y eventualmente recordarán.

Todos estos escarceos son para hablar de una novela que estoy terminando hace tantos años, que al tratar de precisar las fechas se me aparece una bruma radiante como la de los espejismos en las carreteras. Solo sé, porque me topé hace poco con un registro, que la primera página la escribí en 1996 y se refería a alguien que escuchaba la exclamación "¡ah!" a través de una pared pringosa de retamos la tarde previa a un año nuevo.

La novela viene existiendo desde entonces pero de un modo totalmente irregular. La he comprometido varias veces con la editorial. He renovado los plazos, he multiplicado las explicaciones, he sacado a relucir atenuantes abogaciles. Una vez me robaron el computador donde tenía medio año de trabajo.

Hace poco la revista Odradek publicó un breve fragmento de la novela, titulado "Presente". Claro, yo lo había entregado en alguna oportunidad, pero cuando apareció no recordaba haberlo escrito. Es decir, reconocía algunos detalles, algunos modos, pero el texto estaba borrado de mi memoria. Fue una buena experiencia, el olvido profundo de lo propio.



 

 

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Una especie de novela
Por Roberto Merino
Publicada en Las Últimas Noticias. 9 de noviembre de 2020