Rilke inédito en prosa y verso
"Es difícil el descenso hasta Dios. Pero mira..."
El Cultural, 18 de septiembre 2009
El solitario y etéreo Rainer Maria Rilke, el enorme poeta Rilke, mantuvo durante toda su vida una intensa relación epistolar con familiares y amigos. Era su forma natural de comunicarse y volcaba en ellas la misma dedicación y obsesión por lo sublime que en cualquiera de sus mejores poemas. A Rilke, que no entendía las relaciones superficiales, le gustaba, además, dedicar los ejemplares de sus libros, y esas dedicatorias, improvisadas muchas veces y por lo general manuscritas, alcanzan por eso la misma altura y densidad literarias que sus poemas. No hablamos de las dedicatorias impresas que todos los libros tienen, ni tampoco de dedicatorias circunstanciales: son dedicatorias manuscritas, intensas y de gran valor autobiográfico que el poeta escribía fundamentalmente a las mujeres, pues no en vano fueron éstas las que mayor influencia ejercieron sobre él. La noticia está en que estos días la editorial Linteo publica por primera vez en español Poemas en prosa. Dedicatorias, una extensa y cuidada muestra de estas dedicatorias, además de unos textos en prosa, en versión de Antonio Pau, gran conocedor del poeta y autor de su mejor biografía. Son, nada menos, que 400 páginas con obra inédita del mejor Rilke. “El poeta escribía auténticos poemas como dedicatorias de sus libros. Era lo más alejado a un escritor de circunstancias. Todo en él tiene contenido, belleza”, señala Antonio Pau. El Cultural publica en estas páginas algunos de estos textos y dedicatorias inéditas.
[A CLARA RILKE-WESTHOFF]
Hemos alzado una casa a este libro
y tú has sido en ello mi fiel consejera.
Construyamos también con gestos tranquilos
la casa a que los dos nos hemos confiado.
Queremos que algo grande nos pase:
que la suerte no sea una limosna,
que no nos den consuelo en el dolor;
nuestra casa ha de alzarse en granito
y hemos de divisar metas lejanas
y estar con nuestra hija en torno a su silencio.
Navidad de 1901
Estoy entre tinieblas, como ciego.
Mi mirada no encuentra tu camino.
El vaivén alocado de los días
es como una cortina que te oculta de mí.
La miro: se alzará
esa cortina que esconde mi existencia,
el peso de mi vida y su sentido.
Y que es en realidad mi muerte.
A Lou Andreas-Salomé
29 de diciembre de 1898
PARA LOTTE BIELITZ
Es difícil el descenso hasta Dios. Pero mira:
te agotas de llevar los cántaros vacíos,
y de pronto, resulta que ser niño, joven, mujer,
basta para que él quede satisfecho sin fin.
él es el agua: limítate a hacer sólo
una taza con tus manos juntas,
y arrodíllate luego. Pródigamente
hará rebosar tu límite más alto.
23 de enero de 1919.
PARA LIA ROSEN
¿Quién sabe qué seremos? Que existimos
es un rumor en que creemos cada vez
que nos acordamos de haber sido niños.
Pero al punto sopla un viento grande y pasa
por nosotros como en otoño el viento por toneles vacíos
17 de noviembre de 1907
[PARA ALFRED WALTHER HEYMEL]
Los días, cuando parece que huyen de las manos,
resbalan hacia dentro de nosotros mismos,
pero nosotros transformamos el tiempo;
porque nosotros tenemos nostalgia de existir...
Diciembre de 1907
¿No están hechas las noches del espacio cruel
de todos los abrazos que perdió el amante?
Tú que amas sin límite, y quieres resistir:
fluye como fuente y reclúyete en el laurel
A Ellen Key
Verano de 1909
ESTROFAS PARA UNA MúSICA FESTIVA
(para Sidie Nádherný)
¿Dónde puede llegar, dónde, la voz del hombre
cuando eleva su canto? ¿Vibran,
vibran los cielos ante ella? ¿O acaso
un viento fugitivo la disipa siempre
Hoy estoy en pie, en pie, sobre torres de gozo,
nada me ataca hoy para que muera.
Hoy lanzo un grito. Hoy soy
el candelabro dorado de la voz.
Es alta la voz, y bien formada. No hay palmera
que la gane en pureza. Y segura de sí, sube,
como siempre lo hizo. Sólo abajo
cambian las bocas.
Se alzan algunas voces, cánticos de la humanidad,
siempre en equilibrio. Reposan,
sin temblar en otras
que no cesan. Oh
alta columna de las bodas, tan alta. Hoy encima
de mi corazón que la lleva. Cómo, cómo
rompes el silencio
de mis muertos y el mío.
¿Cuáles saltan a ti, de otras columnas, por arcos,
cuáles? No lo sé. Pero sí siento
que tú arriba recibes las cúpulas.
10 de marzo de 1915
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