HAY OVEJAS Y OVEJAS
las que comen de cualquier pastizal
y duermen con una sonrisa de satisfacción
en los potreros.
Las que caminan ciegamente
por los caminos acostumbrados.
Las que beben despreocupadamente
en los arroyos.
Las que no trepan por pendientes
peligrosas.
Esas van a dar lana abundante
en las esquilas
y serán sabrosas invitadas
en las fiestas de fin de año.
Hay también
las que tuercen las patas
buscando campos de margaritas
y se quedan horas y horas
contemplando los barrancos.
Esas balan toda la gran noche de su vida
encogidas de miedo.
Y hay, por fin,
las malas ovejas descarriadas.
Para ellas y por ellas
son las escondidas raíces
y los mejores y más deliciosos pastos.
. . . . . De Canto de una oveja del rebaño
Lo que amamos se deshace
en noches vacías como domingos.
Nada hay que pueda llenarnos el corazón.
Nada.
¿Qué podemos hacer
si lo más bello es lo que no ha pasado?
Apenas temerle al minuto sin sombra
volvernos caracoles
y rodear el universos de dos metros
con un hilo de plata
o esperar que la gracia caiga sobre nosotros
derramada como una copa de vino.
. . . . . De En lugar de morir
Éramos los elegidos
la gran familia del pan inagotable
que cantaban a voz en cuello los profetas.
Tú y yo los escuchamos todavía
desde esta ciudad más pequeña que el mundo.
Los escuchamos,
no para creemos el viejo paraíso
(tenemos demasiados siglos de intemperie encima)
pero sus palabras tienen la solemnidad
que queremos para nuestras pobres esperanzas
sus palabras eran divinas como la noche
y el pueblo las seguía.
Hoy, que no tenernos profetas
y apenas podemos con la desgracia
de estar abandonados,
los escuchamos
con la terrible convicción
de que el dolor es el único lenguaje
que traspasará la historia.
. . . . . De En lugar de morir
CHACAO
Se acerca una ciudad navegando
con las ventanas abiertas.
Estoy lavando pañales en bordemar.
Me sacudo las algas para mirar sus afanes,
son cientos,
hijos buscando una madre que cuelgue el sol
del que sera su puerto para siempre.
DOÑA SEBASTIANA II
Todos los hijos debieran ser míos
morenos azules, de atrevidos ojos
inquietos.
Explotando en mí a cada movimiento:
si salto, un hijo saliera despedido cielo arriba;
levantando los brazos
el viento se llevara un par de soplidos
crecientes y festivos.
Hijos lúcidos.
Hijos para llenar este pueblo abandonado.
Hijos confundidos de luz
cálidos, invencibles.
Mirando caer la lluvia
mi vientre se abultara en cada gota.
Hijos transparentes.
Veo a uno que me atará a su flanco
para vadear tempestades.
TRANQUI
Conocerás a tu padre.
El es un callejón de casas altas
y ventanas oscuras.
De éstas que hay en las islas.
En la última ventana, una luz.
Y uno recorre toda la calle
y todas las piezas
buscando esa luz.
. . . . . De Hijos
PAISAJE
En horas de la noche
el vientre y la tetera
son el único paisaje disponible.
Cruzo las manos y cabeceo sobre el rescoldo.
Apreciado instante en que los otros
. . . . . aflojan el cerco en tomo a mí.
Los amores que me rondan
pierden substancia.
Con hebras de colores
voy bordando el lienzo de la espera.
Aparecen imágenes, caballos pintos
esquinas lluviosas, niños voladores
y tu hermosa cabeza siempre inconclusa.
. . . . . De Baile de señoritas
DESPOJADA DE PIEL
Cómo he podido despojarme
de la piel y los huesos
y quedar, médula ahí
regada a todos los pies
. . . . . enmaderada
turbia de tanto desear.
ME MOSTRÓ SU GRANDEZA
Me mostró su grandeza
y mi nada
y me dijo que me había escogido
como Víctima.
. . . . . De La Santa