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Valpoesía o la Piedra Feliz de nuestros queridos fantasmas
Por Rony Núñez Mesquida
Publicado en https://www.lemondediplomatique.cl/
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1.- Introducción sobre el fantasma de Althusser.
El 22 de octubre de 1990 fallece Louis Althusser, día en el que su amigo Jacques Derrida leerá un texto en su honor titulado “Los Espectros de Marx” y que más tarde sería publicado en el número de diciembre de ese año de Les Lettres Francaises. En este texto el gran intelectual francés nos dice: “Lo que llega a su fin, lo que Louis se lleva consigo, no es solamente esto o aquello, que habríamos compartido en uno u otro momento, aquí o allá, es el mundo mismo, un determinado origen del mundo, el suyo sin duda pero también el mundo en el que he vivido, en el que hemos vivido una historia única, en todos los sentidos irremplazable y que tenía tal o cual significado para uno u otro de nosotros, incluso si éste no pudo ser el mismo, ni el mismo que para él; un que es para nosotros el mundo, el único mundo, que se hunde en un abismo del que ninguna memoria -aunque guardemos el recuerdo, y guardaremos el recuerdo- podrá salvarlo” .
Escuchando en una conferencia al escritor argentino Alan Pauls, con motivo de la presentación del notable artefacto visual “Noticias de la Antigüedad Ideológica” del director Alemán Alexander Kluge, vuelve en su reflexión sobre el texto de Derrida, advirtiendo lo acertado del vaticinio del autor, en términos de advertir que la fiesta de los liberales y defensores acérrimos del pensamiento único, se equivocan en bailar sobre los restos de Marx (millennials ver #Marx200), pues el cadáver sobre el que se encuentran danzando, más temprano que tarde, iba a volver en forma de fantasma, de espectro, de una fuerza fuera del tiempo; criaturas por cierto muy insistentes, que retornan sobre nuestras cabezas y sentidos y que nos hablan a través de su obra.
Lo que Derrida claramente a esas alturas a sólo tres años de la caída del Muro de Berlín y un poco más de la Unión Soviética, es que las obras, sus obras así como lo es también la poesía, la buena poesía, tal como dice Roberto Bolaño sencillamente no envejece y se mantiene plenamente vigente gozando de excelente salud, a pesar de los deseos de cualquier insulso agorero.
2.- La Piedra Feliz: El lugar de nuestros queridos fantasmas.
La Piedra Feliz en Valparaíso es quizás el último bastión donde Parra, Juan Luis Martínez o Enrique Lihn, se encuentran a departir más allá de sus huesos convalecientes, al alero de Tertulias Poéticas que se desarrollan en dicho lugar en su honor todos los jueves, con la persistencia del sonido de las olas que penetran la antigua casona porteña.
En ella nuestros queridos fantasmas son leídos, y el contexto ideal donde nuevas generaciones de poetas y escritores se dan cita, con el pretexto de rendir un clavel teñido de versos dedicado a los bates que, con su muerte, también se llevaron parte de nuestro mundo, más su recuerdo, sus figuras omniscientes, acompañan los brindis sucesivos y lecturas de sus versos, que se combinan con lecturas de poemas propios donde Theodoro Elssaca, Lila Díaz Calderón, María Elena Blanco, Miroslav Scheuba, César Soto, Juan Cameron, Miguel Lahsen o Margarita Bustos, entonan la cadencia de su trabajo, a fin de agradar a los fantasmas convidados a la mesa de elegías y reencuentros.
3.- Homenaje a Nicanor Parra: Un brindis por la Antipoesía.
Con motivo del Homenaje a Nicanor Parra, uno de las lecturas más concurridas, me animé a entrevistar a alguno de los poetas que se congregaron esa noche, rendidos ante el centenario fantasma de Parra, que recientemente había sido convidado al eterno sueño de la poesía. El primero de ellos Juan Cameron, me confidencia en la barra del local: “Conocí a Parra en 1982 en un encuentro en Temuco. En esa época me negaba a saludar a poetas sagrados. Fue Nicanor quien se acercó a mí y me saludó por mi nombre”. Luego cuenta una anécdota parriana donde Tellier fue testigo, encontrándose los tres compartiendo en la Sociedad de Escritores de Chile Sech, Cameron me cuenta “Llega una polola mía y al vernos se escondió detrás de una pared de ladrillos y Parra me acusa con su voz de profesor de primaria, con su falsete de inspector literario: “mijo hay que ser responsables de sus actos”. Cameron, quizás uno de los más parrianos dentro de los concurrentes, de su obra el poeta Aristóteles España expresa: “Cameron maneja un tipo de ironía difícil de encontrar en los poetas chilenos actuales. Desacraliza la realidad, juega con los mitos urbanos, con el tiempo que está detenido en sus lugares personales y que al mirarlo a través de sus ventanas cobra vida independientemente del texto. Es decir, el tiempo recorre la fisonomía del lenguaje de sus versos, ya sean telúricos, de amor, urbanos, marítimos, con un hondo pesimismo por los días que corren. La mirada del autor es escéptica, no confía en los mitos instalados en la sociedad actual y hace crecer una vertiente llena de paradojas a lo largo y ancho de sus poemas”.
Para el poeta ganador de reconocimientos tales como el Premio Gabriela Mistral de la Municipalidad de Santiago, el Premio Calos Pezoa Véliz, Premio Municipal de Valparaíso, entre otros la poesía de Parra: “influye a través de la antipoesía, incorporando el lenguaje cotidiano lo que produce en su resultado un efecto de rebeldía. Como Zurita desde otra perspectiva, son patrimonio cultural de la nación, pues capten en su obra la imagen y esencia de Chile.”
Sin duda la obra de Nicanor Parra y su conocimiento han tenido una influencia decisiva en la poesía chilena a partir de la segunda mitad del siglo XX, donde el uso coloquial del lenguaje es poetizado logrando una construcción poética única y un sello propio. Donde el resultado es una visión donde las cosas a la vez son y no son, hay un doblez en todo, des nerudizando el desarrollo de la poesía bajo su sombra antes de la irrupción de Parra en el escenario poético nacional.
En este mismo sentido, la poeta cubana María Elena Blanco, a propósito de lo que representa la obra de Nicanor Parra nos dice: “A través de su lectura poética, nos abre a sendas inéditas en la poesía. Resume los significantes interpretados de un modo original, pues su obra incorpora un lenguaje coloquial, incorporando la actualidad que está viviendo el autor. Me encanta en este sentido su sentido de la ironía y el sarcasmo, abriendo caminos nuevos en la poesía. Bajo el lenguaje coloquial, su obra poética muy intelectual a momentos, produce un nuevo acercamiento al lenguaje y fenómeno poético al lector que se acerca a su obra”.
Al referirse a su propia obra, en su libro “Mitologías” (Editorial Betania 2001 que me dedica), que constituye un homenaje poético a la obra del pintor chileno Roberto Matta, son sus cuadros quienes actúan como trampolín, como medio conductor a su poesía. En este texto, dirá la poeta: “El tono de algunos de sus poemas, en específico “Animales de la Post Historia”, que es el título de uno de los cuadros de Matta, se advierte un tono parriano en mi escritura”. En ese sentido, es interesante, a fin de ver el diálogo con uno de nuestros queridos fantasmas, en este caso Parra, cómo dialoga con el poema de María Elena Blanco:
“¿Seremos esos antes una vez
procesados por la Técnica y redondeados
por la Globalización? Más fieros y más feos
que los de la prehistoria
igual de primitivos: sofisticadamente naifs.
Bajo un sol verde de bilis y una vegetación gris
la joven sangre que devoran
les tiñe la lengua
de escarlata y se ladran
en alto glíglico
la nueva lingua franca indoeuropea”.
Para concluir sobre el legado parriano, María Elena realiza un interesante símil de la obra de Nicanor con la poesía moderna anglosajona: “Parra se asemeja mucho a la obra de William Carlos Williams, pues ambos experimentan con el lenguaje, con las ideas también, una relación con el significado y el significante, una reconstrucción del lenguaje poético a partir de lo cotidiano, desarrollado en su visión de las ideas y las formas de plasmar el lenguaje; es una revolución tenue sin aspaviento, subrepticiamente camuflada en el lenguaje”.
Luego me acerco a la mesa de una poeta cuya obra habita en las barricadas de la poesía actual chilena, una autora que es el directo símil con Carmen Berenguer en la actualidad. Donde el lenguaje poético se toma las calles intersticias y el verso se impone sobre la lacrimógena obsecuente del sistema. Me refiero a Margarita Bustos Castillo quien en un apasionado coloquio sobre parra, la poesía y sus vínculos, desde la trinchera nos expresa: “Como profesora les inculco a mis alumnos poemas como “Solo”, “Los Artefactos”, “El Hombre Imaginario”. La poesía de Parra es un rayado intertextual que puede ser pintado en un grafiti. Mis estudiantes de enseñanza media, descubren al autor, al proyectar los “Artefactos de Parra” como un instrumento de estimulación, de construcción de poesía desde la ironía social, con un lenguaje que ya no es sacro, adornado”.
Bien decía Bolaño refiriéndose a Parra: “Yo no escribo sobre crepúsculos ni damas entrecortadas sobre el horizonte. Yo escribo sobre comidas y ataúdes… y ataúdes y ataúdes”. Luego Margarita retoma el diálogo tras leer alguno de sus poemas en el escenario: “Poemas para combatir la calvicie” trasmite a través de la ironía, a través del lenguaje y se acerca a los intereses de los lectores jóvenes, derribando instituciones, ajena a sus realidades. La forma de construir los interpela de una manera inmediata y los invita a dialogar con estos artefactos”.
Mi relación con Nicanor se encuentra en la deconstrucción del lenguaje, esa invitación a dialogar con otros elementos, es una búsqueda que ha legado a las nuevas generaciones”, concluye.
En este sentido, en el libro “Existencial(es)” (Marciano Ediciones, 2017, que me dedica), Damaris Calderón en su prólogo a propósito de la temáticas de la obra de Margarita sentencia: “Es por eso que el libro se adentra en la historia “menor”, cotidiana, sabiendo que los grandes relatos los ha escrito la hegemonía, el patriarcado; dejando a un lado y entre paréntesis, numerosas voces, disímiles discursos”.
Para muestra un botón de este texto que no sólo dialoga con Parra, sino con De Rokha, Eltit, la ya aludida Berenguer, Redolés entre otros autores.
En “Anoche soñé un poema” se vislumbra a Alejandra Pizarnik ensoñando entre verso y verso:
“Precipitado de rencores y cansancios
sumergí la noche
dejé las ilusiones bajo el agua
las culpas flotando a la deriva
superficie incomprensible para la embriaguez
escapista a horizontales ilusiones
mejor en vertical
azul
hacia los abisales.”
O en el poema “Patria nuestra que estás por los suelos”, el imbunche que la autora vierte sobre su trabajo, horrorizado frente a la decadencia del sistema de opresión y mediocridad neoliberal:
“Santificada sea la corrupción de los demócratas democratizadores
El mar que tranquilo te baña
rojo de vergüenza y tanto cuerpo escondido
abraza a tus hijos y los hijos de sus hijos
en memoria de la memoria.
Pueblo amordazado,
venga a nosotros tu reino
endeudando la vida
crónica olvidada cada mañana,
ciegos tras los escaparates y las luces
prometiendo felicidad a 990”.
Cierra la velada, una más junto a nuestros queridos fantasmas, el organizador de las tertulias y maestro de ceremonia, el poeta y profesor Juan Antonio Huesbe Santelices. Para Juan, a propósito de Parra el festejado de esta noche, señala que: “Es un rupturista, más Huidobriano, lo acerca a Benedetti, acercando la poesía a las personas, su originalidad radica en rescatar ciertos elementos que otros hacen fuera del del lirismo clásico. Es un antinerudiano en ese sentido, en el modo como crea su poética.
Es una influencia para muchos poetas contemporáneos como Oscar Hahn, Pedro Lastra, entre otros. Es un poeta prosaico, capaz de hacer una lectura irónica, que recuerda a los poetas medievales, generando una crítica, ironizando como lo hace Tomás Moro o en el “Elogio a la Locura” de Erasmo, viéndose hacer una crítica social sin comprometerse, una batalla colateral más que frontal.
En definitiva es un poeta de la calle, la actitud rebelde de Parra se abre al mundo, construyendo su propio mundo, donde hay un gran sentido de la muerte, del amor o la política”.
4.- Epílogo
Junto a Juan Luis Martínez La Piedra Feliz cierra ya sus puertas casi al despuntar el alba, deambulo hacia Cerro Alegre pensando en otro de nuestros fantasmas favoritos, el enorme poeta de estas tierras Juan Luis Martínez, a quien se le hace su propio homenaje, tal como reza el credo, nuestro credo de redentores sin causa aparente. Me siento contemplando el horizonte cuya brisa saluda mis sentidos y escribo, como soñando mi encuentro con el poeta escribo:
“Vi a Juan Luis Martínez
caminando su sombra por entre
los coloridos muros,
en calle Gálvez,
en la exaltación de tus pupilas
en la decontrucción simbiótica _de tus caderas amada mía.
A una treintena de primaveras
de tu último suspiro
vagando delante de mis pasos
entre eternas escalinatas que
preservan tus versos.
Entonces frente a las
fulgurantes luciérnagas,
de las concubinas luces
de la ciudad vertical
vi a Juan Luis Martínez
pronunciando tu ausencia,
embelesamiento de amapolas gimientes,
que acompañan las sirenas
de los buques del puerto.
acariciando tus largos cabellos de olas,
recitando de memoria sus versos,
en un carro del metro que se mece
y conduce sus estrofas hasta
las entrañas del imbunche.
Sin perder su elocuente génesis
me senté en el último bar abierto,
a descansar la fatiga de tu memoria
y entonces a mi izquierda
se sentó el aliento corpóreo
de Juan Luis Martínez,
a brindar su muerte con
un vaso de vino
como el color que regó
la sangre de sus venas
y que perenne cultivan su poesía.
En cada poeta hijo de este
Valparaíso de desconsuelos,
donde yacen tus cenizas de crepúsculos
en tu infinito semblante que alimenta
este soliloquio en honor
de tu presente ausencia.”
Rony Núñez Mesquida Escritor, Analista y Observador Internacional.