“Sólo es posible ser feliz
cuando se nada contra
la corriente de la mediocridad” Roberto Piva
El poeta Roberto Piva murió en la ciudad de São Paulo, Brasil, la misma que lo vio nacer, el sábado 3 de julio de 2010 a los 72 años. En este mundo de borregos se extraña su presencia, el espíritu de la contracultura descolorido por el imperio del consumo, por la globalización de lo mismo, por el proceso de imbecilidad generalizada que asola y anestesia los corazones y mentes de las personas sobrevive en la poesía de Roberto Piva. No solamente en su temática, el éxtasis de las drogas, el chamanismo o el homosexualismo que pueblan y son materia prima de sus versos, un radical desmantelamiento de todas las convenciones. Un poeta rebelde y transgresor, contrario a la erudición higiénicamente esteticista y a la confortable sumisión al entretenimiento, características de una parte significativa de la literatura contemporánea. Nacido el año 1937, descendiente de un condenado a la hoguera, su infancia y juventud transcurrieron a caballo entre las esquinas malhabladas de su ciudad y las antiguas haciendas de su padre. Su libro Paranoia publicado el año 1963 con referencias geográficas precisas, lo convierte en abanderado de la más vanguardista poesía brasileña de su tiempo. El cineasta Ugo Giorgetti, afirma: “Para mí, a veces era difícil reconocer, en los poemas de Paranoia, a São Paulo. La razón es clara. Piva hablaba de otra ciudad. Que no existía en 1960. Pero que él, cumpliendo su obligación de gran poeta, ya veía. Y año tras año, casi sin que yo me diera cuenta, lentamente, esa nueva ciudad se fue materializando, como si los hechos obedecieran al poema. La verdadera ciudad que está en Paranoia es São Paulo de 2000, no la ciudad de 1960. Tan exacta es la imitación del poema que me pregunto si esta ciudad existe o si no estamos viviendo en la pesadilla de Piva”. Así, la existencia de la ciudad se manifiesta en el delirio paranoico del poeta, que de un detalle, parte para una alucinación lingüística, sin que consigamos trazar cualquier límite entre lo “real” y lo “imaginario”.
Su vida fue una permanente insurrección contra todos los poderes y en su momento llegó a afirmar: “Sólo creo en el poeta experimental que tiene una vida experimental”. Tal proyecto significa la tentativa de imponer a la sociedad la necesidad de reconocer las diferencias de pensamiento, de lenguaje, de vida o al menos la de acatar la vida, el pensamiento, y el lenguaje, en sus diferencias. “Yo vi a los ángeles de Sodoma desgreñados y / violentos aniquilando a los mercaderes, / robando el sueño de las vírgenes, / creando palabras turbulentas. / Yo he visto a los ángeles de Sodoma inventando / la locura y el arrepentimiento de Dios”. Roberto Piva rechaza las convenciones literarias y acusa a buena parte de la poesía brasileña de estar orientada hacia la pulsión de muerte en contraposición de la pulsión erótica. El autor hizo parte de la generación de escritores, como Hilda Hilst (1930-2004) y Claudio Willer (1940-2023), descubiertos por el editor Massao Ohno (1936-2010). La obra poética de Roberto Piva es, tanto una respuesta franca, marginal y urbana al convulsivo Brasil como un intento personalísimo de comunión con las raíces afrobrasileñas. El despliegue erótico, la búsqueda premeditada del delirio y otros arrebatos, el ser iniciado en cultos chamánicos, son algunos elementos presentes en su poesía. Roberto Piva entendió que la sacralidad es la única manera posible de salvación del mundo moderno, así como el culto a la erótica un componente de transgresión del deseo. La relación chamánica del poeta con la naturaleza: “El arco-iris / es el collar del hechicero / que apaga el día / con la mano izquierda”. Uno de los motores de la poesía de Piva es el rescate de lo mágico y de lo sagrado de las fuerzas míticas de la naturaleza, una manera de actualizar la tradición dionisiaca y la transgresión sagrada del paganismo, él hace de las palabras un instrumento del culto orixás (Xangó, Yemanjá y Oxum) y al mismo tiempo, para invocar al halcón, su animal chamánico, embebido por la ingestión de drogas alucinógenas. Piva emprendió una tentativa original de superar dicotomías entre lo simbólico y lo real, sueño y vida, lo imaginario y el mundo de las cosas, la unión de todos los contrarios, carne y espíritu, vida y obra, arcaico y contemporáneo y rescata los estados primitivos del sueño y la locura. En un tiempo de versos inofensivos, su lectura a un tiempo agrede y agrada. Difícil olvidar a gente inconformista, en un mundo de mansos.
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Por Leo Lobos.
Publicado en Off the Record, N°57, diciembre 2023