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IDEAS DE ORDEN
"Cuaderno esclavo". Rodrigo Olavarría. Hueders, Santiago, 2017. 140 págs.
Por José Ignacio Silva A.
Publicado en El Periodista, 18 de Enero de 2018
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"Si cada persona es un libro y todo libro es un género en sí mismo, la experiencia literaria más intensa sería la reflexión sobre la vida propia y de los demás. Salir, exponerse y vincularse con otros, esa sería la experiencia de escritura más radical, intransferible como el recuerdo de una lectura", de esta manera, poco antes de culminar su libro Cuaderno esclavo el poeta y traductor Rodrigo Olavarría nos entrega una indicación bastante clara de lo que se trata esta nueva obra. La última noticia de una narración de Olavarría fue en 2010, cuando se publicó Alameda tras las rejas, un volumen dificil de clasificar, aunque ello no importe tanto; y estaba por salir un poemario, La noche migratoria. Ahora, tras algunos años no sólo existen estos dos libros, sino que Olavarría se ha consagrado como uno de los traductores más importantes a nivel de lengua castellana. A su versión castellana de Howl, el poema central del beatnik Allen Ginsberg, se deben sumar una serie de traducciones que siguieron como una avalancha: Syvlia Plath, Sam Shepard y una intachable versión de la Antología de Spoon River, de Edgar Lee Masters, uno de los pilares de la poesía estadounidense del siglo XX.
Así las cosas, no poco se podía esperar de Cuaderno esclavo. Lo primero es que esta nueva entrega retome los caminos de Alameda... y así sucede. El autor continúa una senda triunfante, una senda poderosa, una senda de la literatura en un desacostumbrado brillo. Qué quiere decir esto, sencillamente efectividad, calidad, en especial en empresas que algunos pueden llamar experimentales, posmodernas, ultra contemporáneas, en
fin. Olavarría usa como plataforma la libreta de apuntes. Algo que no es novedoso, pero si se considera que ya emprendió el expediente con éxito, el hecho de que se repita en esta ocasión importa tres cuescos.
El relato considera un quiebre amoroso, un viaje a Brasil que surge de esta rotura sentimental, lecturas, músicas, proyectos. Las líneas gruesas de la obra parecen no decir mucho, pero Olavarría provee profundidad y riqueza a las entradas del diario. Lo que cabe en este cuaderno de notas ("esclavo" de uno perdido por el autor) puede clastificarse hasta el infinito, pero Rodrigo Olavarría lo hace contener varios libros en uno solo. Se abrazan así y bailan en perfecta sincronía la relajada crónica de viajes, el dietario amoroso, algunos protolibros, y un sagaz y lúcido recuento de lecturas y crítica literaria ("Virginia Woolf es otra vieja de mierda despectiva ante los productos de la juventud"). Así, este cuaderno esclavo puede ser infinito, limitado sólo por las numeradas páginas de este libro, que dejan ver que hay un más allá que se desarrolla fuera de ese marco: el flujo vital del autor.
La suelta y nítida pluma que Olavarría desplegó en su primera narración testimonial, se mantiene en Cuaderno esclavo, superando lo cursi o lastimero que puede ser el diario íntimo en manos inexpertas, pero manteniendo una cercanía que puede llagar a la identificación con el sentir del protagonista, y si bien en Alameda tras las rejas el autor insistió en que no le interesaba la literatura, sino sólo escribir un libro, acá ese "desinterés" perdura en la honestidad de un relato, pero esa regla proba se rompe ante un autor que no puede soslayar su inteligencia, lecturas y talento, transferidos, felizmente, a quien lee este libro.