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Exhumaciones, de Yeny Díaz Wentén y Misal develado, de Sebastián del Pino Rubio

Poesía: dos valiosos primeros libros

Roberto Onell
Revista de Libros de El Mercurio, Domingo 12 de Febrero de 2012

 

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Exhumaciones, de Yeny Díaz Wentén (Los Ángeles, 1983), está ordenado en tres partes. "Animitas" reúne textos breves, sin títulos, donde cada fallecido evalúa su vida y expectativas para este mundo y el otro, separados por una señal (equis y cruz al mismo tiempo). "A la orilla de la carretera hago de'o pa' que me lleven al cielo", dice la primera animita para seguir: "La palomita palomita se posa en cada ojo/ y mi Dios tan cojo no sabe qué hacer/ mi palomita mi palomita mi Dios no me quiere ver.// Yo no conozco más palabras de las que siento" [sic], con purgantes voces de ultratumba. "Los callados", conjunto de poemas con eufónicos nombres de personas, reseña vidas malogradas. "Mamá// el secreto de la luz/ es que puede parirse a sí misma// ahora todos ellos son luz", dice una niña, enmarcando un relato con triste inocencia. "Un Dios reventado se olvidó de nosotros/ la promesa que me hizo el árbol/ el viento la llevó lejos por el río/ [...] Mis pies Inés, mis pies de indio/ andan fríos en este calabozo" ("Manuel Cruces"), constata y lamenta uno de los indígenas que hablan en mestizaje de creencias. "Ilesos" son los vivos dolientes que recuerdan a sus muertos. "¿Qué bestia ha roto la constelación justa de las montañas/ y tiró tu carne a las ciudades?/ [...] ¿Qué Cristo, qué virgen te arrancó el espíritu?" ("Restos"). "Arrullo del canelo" es el cierre: "Cae canelo cae/ Duerme la tierra oscura/ Cae canelo cae/ [...] Calma mi pena aguada/ Duerme mi niño afuera/ [...] Mi alma se que'o sola/ Cae canelo cae [...]", cuya letanía nos lleva fatalmente al sueño final. Elegías por la violencia estatal, pública y doméstica, de modo cantor y versos episódicos, Yeny Díaz exhuma ritualmente voces conmovedoras, compañeras vivas.

 

 

 

 


Misal develado, de Sebastián del Pino Rubio (Santiago, 1987), consta de tres partes. "Introitos del carnero", cuyas liras comienzan: "Abres brioso Carnero/ siete sellos del libro de la vida/ y manso en el potrero/ fontana por manida/ del torrente dotorgas al que pida" [sic], nos presentan al hablante animal de sacrificio. "Cantos profanos" reúne siete poemas que revelan a un apóstata. Nuevas liras alternan con octavas, tercetos de pie quebrado, estribillos, versículos. "Soy el sol que sangra por la boca ante el asco del alba/ Soy la luna que se alegra por la viudez venidera/ [...] el tropel luminoso de la yegua sonora/ [...] el Caín tentado y el alivio de Abel/ [...] la tiara de las rameras veneradas" ("Letanías del ser"). "Mi cuerpo tan formado/ en fiero combate -músculo tenso-/ será bien traspasado/ y he de tornarme trenso/ en tanto la sangre bastarda prenso" [sic] ("San Sebastián"), espeta el renegado en conflicto consigo mismo, tan amargo como irónico. Tras la mostración del hablante, los cinco poemas de "Máscaras evangélicas" intentan probarle identidades provisorias. "Ahora, Señor, que el buitre me corona/ has mostrado la fragilidad de tu alianza/ [...] Para qué nos elegiste, Señor, para qué/ [...] Alumbraremos la vergüenza y la insidia/ por un útero que jamás visitaste" ("Nunc dimittis"); "Añoro ocupar el lugar de algún discípulo/ compartir el lecho con el Mesías/ [...] ser el cáliz que contenga el semen bruñido/ la perpetua vasija que le guarde a Dios su piel de hombre/ [...] No temo arder en el infierno a causa de las flamas que hay en mi pecho" ("La confesión de María Magdalena"), dice, extremándose en blasfemia y travestismo. Alternando estoicismo y desparpajo, métrica y versículo (el cultismo según Rafael Rubio, cuyo prólogo encarezco), Sebastián del Pino devela dolorosamente un orden ceremonial que lo hiere.

Otras escrituras se oyen acá: Zurita, Díaz-Casanueva, Neruda, Mistral, Rulfo, Vallejo, Violeta Parra (Díaz); Evangelios, San Juan de la Cruz, misal romano (Del Pino). Antecesores en literal proceso de incorporación gracias al severo oficio (¡felicitaciones!) de Díaz y Del Pino. Oficio que da solidez a sus visiones, y cuyos frutos nos sacuden con temprana madurez, para hacernos desear lo venidero.

Otras escrituras se oyen acá. Antecesores en literal proceso de incorporación gracias al severo oficio de Díaz y Del Pino.



 

 

 

 

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Poesía: dos valiosos primeros libros
"Exhumaciones", de Yeny Díaz Wentén y "Misal develado", de Sebastián del Pino Rubio.
Por Roberto Onell Revista de Libros de El Mercurio, Domingo 12 de Febrero de 2012.