Poesía: Refracciones y jirones
La ley de Snell de Leonardo Sanhueza y Transtierros de Maurizio Medo
Por Roberto Onell H.
Revista de Libros de El Mercurio. Domingo 24 de Julio de 2011
Leonardo Sanhueza (Santiago, 1974) es autor de los poemarios Hienas (principios de los 90), Cortejo a la llovizna (1999) y Tres bóvedas (2003; galardonado en España con el XVII Premio Rafael Alberti); compilador del anti-homenaje a Neruda El Bacalao (2004), y traductor de Leseras, de Catulo (2010). Ha dictado talleres literarios y publicado artículos de opinión en Las Últimas Noticias. Sanhueza reaparece ahora con La ley de Snell (Tácitas, Santiago, 2010, 84 páginas), 69 poemas que esperamos, según esa ley, como las imágenes refractadas y consecutivas de la portada.
Dos textos ejemplifican la contención emotiva del libro, generalmente en cadencia prosística. El poema "Narciso de nuevo", económico, enigmático: "Un tigre abraza la luna/-oh- como Li-Po./ El río amarillo,/ el oro de su pelaje/ y otras citas para recordar/ cuando la bestia salga del agua/ con el hocico ensangrentado". Y "Puesta de sol", una oda al atardecer: "El que se va a ahogar/ mira las casas de veraneo/ y a la gente que saluda desde la playa./ No sabe cómo despedirse/ de ese mundo doble, simétrico,/ que tiembla sobre el agua amarga". O el inicio de "Tintín en el polo": "-¿Le molesta que comencemos por la mitad?/ -En absoluto, pero me molestaría quedarme ahí./ -Eso es imposible./ -¿Está seguro de ello?/ -Esta conversación lo demuestra (...)", poema dialogal, vecino del sinsentido kafkiano (como "El guardagujas" de Arreola).
Poética del sentir entreverado, equidistante del relato y la descripción, como verificamos perfectamente en "Impronta": "Le gusta recogerlas en la tierra húmeda,/ lentamente, entre índice y pulgar,/ para ver cómo se despegan/ del molde en el lugar abandonado:/ qué dejan allí las nervaduras y qué/ hará la lluvia con el mapa descubierto./ Cuánto durarán esos días de otoño/ junto a su pequeña huella en el barro./ Cada domingo es lo mismo,/ aprendizaje, charcos, nubes,/ para qué decir impotencia,/ y luego prosigue el paseo por la Quinta/ con él y sus preguntas difíciles de contestar/ hasta que el fin de semana se acaba/ y una puerta se ennegrece y las responde". Algo amargo, tierno, parco, Sanhueza confirma su trabajo poético no sólo con voluntad, sino especialmente con capacidad para revelar ese todo que late en cada parte.
Maurizio Medo (Lima, 1965) viene publicando regularmente desde 1988, y ganando diversos premios, siendo traducido, editado y antologado en diversos países. Abrimos esta vez Transtierros (Fuga!, Santiago, 2010, 90 páginas), que comienza con las acepciones de "transtierro" al modo del diccionario, y que presenta referencias a Alberto Blanco, Michel Foucault, Emilio Adolfo Westphalen, Paul Celan, Etta James y otros.
Dicción cruzada por desilusiones, ironías, silencios, extrañeza: "Ya no habrá un solo pájaro en el poema// No habrá candor// Qué tiempo yerma apacible para empinar al niño/ hacia el cerezo o manzano// (...) Si el niño se situara -en la escritura- creería/ la poesía un burdo juego Dados: uno sobre otro/ Y si empinara sobre su engañosa simetría// ¿Qué fruto?" [sic]. La sección "I'd rather go blind" muestra, por ejemplo, casilleros del calendario "Septiembre 2008", cada uno con versos cuya brevedad reproduce la fugacidad temporaria. Asimismo asociaciones fónicas y sintaxis quebradas, prístino homenaje a Vallejo, agitan más el conjunto: "Jódeme y tanto el corazón arritmia/ fibrilante su coreografía vascular/ (...) ¿occidente u oxidante? ¿accidente?,/ ¿hembra o hambre?/ Y mientras los niños preguntan cómo produjo aquel sauce/ manzanas" [sic] ("Arritmia"). Especialmente aquí: "vallejo no creía en la lluvia/ de ese jueves y ahora/ llueve ¿ves?/ no es jueves todavía/ y tus ojos refulgen huraños/ como la noche el poema/ no se puede terminar tus ojos/ siguen (a) saltando en la página" [sic] ("El gato negro").
Diversidad de lenguajes, de ánimos, cierta saturación discursiva, concretan una poética de la tentativa crispada, la paciencia al límite. Aunque no siempre intención y resultado convergen, porque el entusiasmo puede superar la conducción de la empresa, Medo intenta fijar migraciones y, en sus jirones significativos, la nunca perdida humanidad.