Proyecto Patrimonio - 2015
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Poemas que confirman la tendencia
La casa de Trotsky, de Cristián Gómez Olivares y Cuerpo perforado es una casa, de Gustavo Barrera Calderón
Por Roberto Onell H.
Revista de Libros de El Mercurio, Domingo 16 de Noviembre de 2015
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El poeta, académico y crítico literario Cristián Gómez Olivares (Santiago, 1971) entrega La casa de Trotsky. De escritura desenvuelta, habitante de cierto lirismo, quizá el recobrado parcialmente por quienes comenzaron a publicar en la década chilena de 1990, aquel que pugna repensar casi todo, Gómez ha publicado Pie quebrado (2004), Como un ciego en una habitación oscura (2006), Alfabeto para nadie (2007), entre otros trabajos.
La casa de Trotsky es una serie nada breve de poemas que versan sobre diversos asuntos de interés público. Lo vemos a menudo hoy por hoy: textos que convocan opiniones y reflexiones en el contexto de lo político amplio, desde la pequeña escala del barrio hasta la dirigencia del país y las potencias mundiales. Pero todo ello, en algunos selectos momentos de este libro, se potencia -se poetiza- con una sintaxis tensionada y una meditación sobre las palabras. Como en el poema "El enigma de Guillermo Tell": "Donde debería decir imagen debería pedir perdón./ Donde debe decir hablante debe decir también./ Donde se perdieron algunos adolescentes/ haciendo la cimarra en el parque O'Higgins/ [...] El largo y razonado desarreglo de/ los sentidos comienza por un error./ Donde debiera decir molinos de viento// dice la historia también me absolverá./ [...] De los sueños// que pueblan las mentes/ de los poetas malditos/ poco se sabe y mucho/ menos se habla aquí// en Chile". O en "Los poemas prometidos": "Estos son los poemas que Huidobro y Francisco del/ Valle me corrigieron. Estos son los poemas que/ el Carlitos de Rokha y Gustavo Osorio me// corrigieron juntos [...] estos son los poemas que el/ Javier siempre ha rechazado, estos son los poemas,/ estos son los poemas, estos -y no otros:// son los poemas". Valgan estos ejemplos, también, para ilustrar la composición quebradiza, interferida, de enunciados a veces extensos.
Cuerpo perforado es una casa es todavía el último poemario de Gustavo Barrera Calderón (Santiago, 1975). Recordemos que, tras Exquisite (2001), su libro Adornos en el espacio vacío ganó el Premio Revista de Libros de El Mercurio 2002. Como autor, Barrera se aplicó luego a diversos proyectos artísticos. Según él, el presente poemario es una reescritura de Electra, de Carolina Celis.
El volumen se arma a modo de relato según ciertos años en la vida del hablante: "1980", "Antes de 1980", "1981" y "1984", vienen a ser sus capítulos. La historia del hijo que vive con su mamá, "la falsa", y con un papá algo distante, y que se divierte con juguetes de época -señaladas sus marcas comerciales y modelos, reconocibles desde el color local- procede a configurarse en textos retraídos, menos que episódicos, escenas o cuadros mínimos: "Mi madre la falsa entró en la habitación/ frío de agujas enterradas en mi espalda/ sentí electricidad en el aire" (sic); "Mi padre entró en la habitación con un regalo/ era una lámpara con la forma de un hongo// Dijo que así era como se vería una explosión nuclear"; "Mi padre y mi falsa madre/ me llevaron a vivir con ellos// [...] Sentí ruidos [...] mi madre sostenía una plancha hirviendo/ sobre el brazo de mi padre que intentaba librarse de ella". Poemas sin títulos, los textos se suceden en las páginas como escritura que delega su organicidad en la armazón dada, relativamente, por los años que se mencionan; escritura que renuncia, por otro lado, a la organicidad de cada texto por sí solo. De ahí la conveniencia, a la hora de leer y aquilatar el conjunto, de acometer sin pausas todo el libro, para esperar el final del experimento.
En suma, dos libros hermanados en la crítica inquisidora de lo público y lo privado, la consabida sospecha del lenguaje y la composición vacilante -vacilación poética y, también, de mera mano insegura-. Poemarios que confirman la tendencia de estos días.