Tras el pie de imprenta, el presente libro se abre con un dibujo de la poeta por Camilo Mori. Es un bosquejo que anticipa la descripción mayor que encontramos inmediatamente después. A cargo de María Inés Zaldívar, el prólogo se propone presentar ante el lector a una mujer con grandes méritos. "Winétt de Rokha, bastante más que la esposa y musa de un famoso" (9-29) se intitula elocuentemente este pórtico, que se nos ofrece como reescritura de "Winétt de Rokha y la vanguardia en Chile", publicado en Anales de literatura chilena n° 6 (año 2005, pp. 199-218). Es esta la introducción que Zaldívar nos hace de la vida y la obra de una persona que ha sido conocida, incluso hasta hoy, más como la esposa del poeta Pablo de Rokha que como una autora cuya importancia debiera seguir reconociéndose. Entre los datos biográficos, recordamos o nos enteramos de que el verdadero nombre de esta mujer de muchos seudónimos iniciales, chilena y descendiente de irlandeses por línea materna, fue Luisa Anabalón Sanderson; que vivió entre 1894 y 1951, y tuvo tempranas inquietudes artísticas estimuladas por su familia; de cómo conoció a su futuro y único marido, con quien vivió 36 años, hasta morir ella, y con quien tuvo nueve hijos, y en fin, nos enteramos de sus quehaceres literarios, políticos y familiares. Entre los datos de su obra, se nos reseñan sumariamente sus poemarios y las lecturas suscitadas entre los diversos críticos del momento, sin que sorprenda el conflicto de comprensión motivado por el hecho de ser mujer, así como se nos resumen los intercambios epistolares, amicales y más estrictamente literarios entre la autora y otros personajes de la escena letrada tanto nacional como internacional. Una vida y una obra, dice Zaldívar, indistinguibles en la lectura y en la escucha de su poesía.
La selección contiene 28 poemas (31-65). En general, se trata de composiciones que no sobrepasan la extensión de una sola carilla y que presentan, como rasgos característicos de las vanguardias, aunque no exclusivos suyos, una irregularidad métrica y estrófica, rimas muy ocasionales, y la preferencia por un decir velado, cercano al onirismo de imágenes insólitas, y la preferencia, aunque en menor proporción, por la simplicidad de la canción infantil. Entre esos cauces, Winétt de Rokha hace discurrir el paisaje del espacio interior que suele identificarse con elementos de un paisaje exterior: "Resuena en las amapolas del cielo/ mi historia de piedra dormida" ("Fotografía en oscuro", 31), "mis brazos [...] caen otoñándose" ("Escenario de Melopea en antiguo", 43); también, sucesos y personajes de la contingencia política: "Frío, plano, de exactas dimensiones,/ el siglo XX cabe en una cancha de tennis" ("Carcoma y presencia del capitalismo", 41), "¿Desde qué regiones hablarte al oído?/ Rosa Luxemburgo,/ mujer pasión, enamorada de la especie humana,/ madre de madres, mártir" ("Rosa de fuego", 61); así como los ámbitos particulares de un país: "La mujer de mármol
[...]/ se ruboriza al contacto del aire/ [...] Mis ojos la penetran de castidad/ y la tarde vuelve la cabeza" ("Valse en la plaza de Yungay", 34), "porque Chile es así: liviano como el ala del mundo,/ inmenso, enriquecido por la paloma internacional de lo sencillo" ("Miel y laureles de Chile", 65); la referencia al trabajo de un artista admirado: "Como la gaviota del barco muerto,/ salgo de lo azul y prolongo/ la palabra blanca en la arena" ("Cartón de Matisse", 47); o la reescritura de una oración tradicional en clave personalísima: "A menudo la soledad,/ con su gran rumor de silencio,/ merodea en mi alma" ("Padre-Nuestro", 38)... Los ejemplos pueden multiplicarse. Confiemos entonces las fascinaciones, las extrañezas, las preguntas, las cercanías con otros autores y en fin, la suma de los crecientes hallazgos, a la lectura de cada cual.
Para quien conoce la totalidad de la obra en verso de Winétt de Rokha, puede que este conjunto sea una genuina antología. Solo que este libro no se presenta así, sino como una "selección poética". Es decir, de entrada se nos enfatiza no solo la arbitrariedad que define a cualquier elección, sino sobre todo el hecho de que aquí no se postula haber reunido lo necesariamente mejor de la poesía de esta autora. Esto es depositar confianza en el interés y en el juicio de cada lector. Para quien ignora el resto de su obra poética, como es el caso de este reseñador, el presente conjunto resulta un estímulo para ir por más de esta producción que se enseña valiosa al menos en dos sentidos. Por una parte, estamos ante el fragmento de una poesía que resuena extrañamente a contemporaneidad, dado que las marcas de una determinada época artística, si bien audibles al oído historiográfico, no consiguen obstaculizar el despliegue de una voz que sobrepasa su pequeña circunstancia: como en toda buena poesía a secas, Winétt de Rokha consigue en sus mejores momentos modular una voz que emerge ahora mismo y aquí mismo. Y por otra parte, en este presente inmediato, se nos mueve a escuchar la modulación de experiencias ampliamente
humanas, hayan sido vividas ayer o anteayer, se hayan plasmado en enigma o en diafanidad, y que están aconteciendo y pidiendo lectura. No otra cosa es lo advertido por María Inés Zaldívar, quien sabe hacerse anfitriona de este conjunto. Por último, destaco el cuidado que Ediciones Torremozas ha puesto en el objeto que llega a nuestras manos: materialmente impecable, con la belleza de la sencillez, este libro es una lección y una invitación por sí solo. De esta manera, con su legítimo afán justiciero en el origen, esta publicación conspira a favor de una palabra que nos sigue hablando, hoy mismo, porque supo hacerse poesía.
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Fotografía en oscuro
Fotografía en oscuro. Selección poética Winétt de Rokha. Madrid: Torremozas, 2008, 69 p.
Por Roberto Onell H.
Publicado en Taller de Letras, N°43, 2008
de una persona que ha sido conocida, incluso hasta hoy, más como la esposa del poeta Pablo de Rokha que como una autora cuya importancia debiera seguir reconociéndose. Entre los datos biográficos, recordamos o nos enteramos de que el verdadero nombre de esta mujer de muchos seudónimos iniciales, chilena y descendiente de irlandeses por línea materna, fue Luisa Anabalón Sanderson; que vivió entre 1894 y 1951, y tuvo tempranas inquietudes artísticas estimuladas por su familia; de cómo conoció a su futuro y único marido, con quien vivió 36 años, hasta morir ella, y con quien tuvo nueve hijos, y en fin, nos enteramos de sus quehaceres literarios, políticos y familiares. Entre los datos de su obra, se nos reseñan sumariamente sus poemarios y las lecturas suscitadas entre los diversos críticos del momento, sin que sorprenda el conflicto de comprensión motivado por el hecho de ser mujer, así como se nos resumen los intercambios epistolares, amicales y más estrictamente literarios entre la autora y otros personajes de la escena letrada tanto nacional como internacional. Una vida y una obra, dice Zaldívar, indistinguibles en la lectura y en la escucha de su poesía. 