Hay autores que al extremar la indagación subjetiva, producen un quiebre, un corte en las afinidades clásicas entre el narrador y la realidad más concreta. Se ha hablado, también, al referirse a la narrativa latinoamericana, de cierta subjetividad contemporánea, de la angustia del hombre moderno. Una suerte de desencanto reflexivo, de mirada escéptica y sin fe. Conceptos que quisiéramos revertir, después de leer esta nueva novela de Fernando Jerez, uno de los escritores chilenos más consecuentes con su quehacer literario y, a la vez más fiel a un ideario estético y social incontrovertible a lo largo de sus cinco libros de cuentos y cuatro novelas publicadas.
En efecto, la visión de esta realidad fracturada, el autor la expone, primero, desde un realismo objetivo y palpable para, luego, pausadamente, introducirnos en ese universo subjetivo y cerrado de sus personajes. Angustias acrecentadas en el ser urbano americano, golpeado una y otra vez por cuartelazos y revoluciones, y que Jerez ha sabido mantener presentes en su novelística, iniciada con El miedo es un negocio, editada a pocos días del golpe militar. En esta obra ya advertía y desenmascaraba el oscuro mundo económico de los empresarios, el pánico financiero desatado durante el gobierno socialista de Salvador Allende y la consiguiente huida de los capitales al extranjero. Lo seguirían Un día con su Excelencia, verdadero “tour de force” que circunscribe la existencia de un dictador en veinticuatro horas, y Temprano despunta el día, desarrollada durante el periodo histórico de la Unidad Popular.
La literatura de Jerez encierra propósitos bien definidos, sin traicionar jamás sus presupuestos. Tampoco emplea esa especie de paternalismo literario, que finaliza por prever los hechos, vaticinando su sentido, o abrumando al lector con antecedentes y explicaciones que terminan por anular la iniciativa imaginativa del receptor. Por el contrario, el autor ahonda en las estructuras narrativas, con el fin de aproximarnos con mayor soltura a la realidad que desea exponer.
En esta novela, Jerez se ocupa de una temática casi inédita en la novela chilena contemporánea: el mundo psicológico de los torturadores durante el régimen militar. Mediante una narración fragmentaria, de capítulos breves, va trazando y develando la galería de personajes que constituyen el grupo de agentes secretos, sin recurrir a la abierta descalificación a priori, sino a un meticuloso estudio de sus caracteres, costumbres, desolación y oscuros traumas. No es una narración en blanco y negro; por el contrario, es una mirada caleidoscópica de un grupo de seres comunes, atrapados en una labor abyecta que no son capaces de comprender en su verdadera dimensión.
La historia se sitúa en los días previos al homicidio del personaje protagónico, el pintor Vinicio, el año 1985. A pesar de que el autor, por respeto a la víctima y al carácter ficcional de muchas escenas, no asegura corresponder a la biografía del pintor Santiago Nattino, degollado ese mismo año junto a Parada y Guerrero, las coincidencias materiales e históricas resultan indesmentibles.
El relato se efectiviza durante el transcurso de unos pocos días. Los capítulos concisos, dinámicos, dedicados a cada personaje, atañen a la historia individual, particular y excluyente de cada sujeto tratado, pero que funciona hábilmente en contrapunto con los sucesos del país, a doce años de iniciada la dictadura militar. No obstante lo tortuoso de la trama, el autor no excluye un moderado humor, un tono irónico en la caracterización de los personajes.
El himno nacional constituye un nuevo acierto en la creación de Jerez, demostrando con esta obra pertenecer a la exclusiva galería de los buenos narradores chilenos contemporáneos.
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dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com El mundo psicologico de los torturadores
«El Himno Nacional», de Fernando Jerez.
LOM, 2001, 246 páginas
Por Ramiro Rivas
Publicado en ROCINANTE, N°43, mayo de 2002