“La literatura no es otra cosa que tradición y cambio: cada nueva novela supone tanto la continuidad de la tradición que la precede como su modificación”, según palabras del académico Román Soto.
Conceptos que ejemplifican esta antología de biografías de 26 escritores chilenos nacidos a principio del siglo XX, y que en sus obras acopian todos los cambios formales, estilísticos y lingüísticos de la época. Creadores que cultivaron el costumbrismo, el imaginismo, el naturalismo y el realismo con mayor o menor eficacia. De estos 26 escritores, nueve obtuvieron el Premio Nacional de Literatura, y uno, Luis Enrique Délano, el Premio Nacional de Periodismo. Existen otros escritures ilustres seleccionados en este tomo que, en forma inexplicable, no obtuvieron este galardón. Me refiero a Vicente Huidobro y Alberto Romero. En cambio, en 1978, en plena dictadura militar, se le concedió el premio a Rodolfo Oroz, un filólogo de carrera, pero sin obra creativa. Esta distinción produjo un verdadero escándalo y repudio generalizado de los escritores chilenos. Alzaron la voz Hernán Poblete Varas, Juan Guzmán Cruchaga, Miguel Arteche, el crítico Alone, Luis Sánchez Latorre, entonces Presidente de la Sociedad de Escritores de Chile, y un sinnúmero de narradores y poetas.
El título del libro no deja de ser curioso al referirse a escritoras y escritores masones, en circunstancia que de los 26 escogidos sólo figura una mujer. Pensamos como causal el combativo movimiento feminista imperante que exige el lenguaje inclusivo, a espaldas de lo que contempla la RAE, que postula por designar sólo escritores.
De los 26 elegidos, no todos merecen ser seleccionados en esta antología, siguiendo un riguroso criterio literario. Figuran narradores irrelevantes en las letras chilenas, como Guillermo Blest Gana (1829-1904), cuyo mayor mérito fue ser hermano del gran novelista Alberto Blest Gana. O nombres como Tussel Caballero Iglesias (1928-2019), Ángel Custodio Gallo (1828-1889), Vicente Grez Yávar (1847-1909) o Guillermo Matta (1829-1899). Todos con una obra que ha pasado al olvido.
La presencia de la única mujer, Delia Ducoing de Arrate (1883-1947), conocida en los ambientes intelectuales de la época con el seudónimo de Isabel Morel, fue admirada por ser la primera directora de la revista Nosotras (1931- 1935), así como su activa participación en la Logia Masónica. “Fue una de las mujeres propulsoras del feminismo, perteneciente a la elite chilena”, se afirma en su biografía. Su labor creativa como escritora se vio opacada por grandes escritoras de la época, como Marta Brunet y María Luisa Bombal, por mencionar sólo a dos extraordinarias narradoras.
También hay que considerar que debido a que los textos del libro han sido elaborados por diferentes reseñistas, los resultados no exhiben un nivel más o menos homogéneo. Algunas de las biografías dan la impresión de haber sido escritas bajo el alero Wikipedia. Pero la mayoría muestran un buen trabajo de análisis y estudio de las obras tratadas, especialmente la del poeta Humberto Díaz Casanueva (1906-1992), por Amelia Donoso y Miguel Covarrubias; Carlos Droguett (1912-1996), por Guillermo Bown; Alfonso Calderón (1922-2009), por Martín Faunes; Manuel Rojas (1896-1973), por Eduardo Soto; Luis Enrique Délano (1907-1985), por Federico Gana; Alberto Romero (1896-1981), por Roberto Rivera, entre otros trabajos interesantes.
La biografía de Vicente Huidobro (1893-1948) , merece un comentario aparte. El autor de esta reseña, Toño Freire Díaz, pensando seguramente que ya se ha escrito en demasía sobre el poeta Vicente Huidobro, por la infinidad de antologías poéticas publicadas en diferentes idiomas de su vasta obra, o igualmente por la profusión de ensayos académicos analizando su escritura, opta por articular un texto imaginativo, con personajes y situaciones ficticias, incorporando individuos reales que los hace parlamentar novelescamente, todo un extenso entramado que resulta anacrónico en un ejemplar que se distingue por la rigurosidad de los seleccionados.
Es importante señalar que este libro contribuye a resaltar y recordar importantes escritores chilenos que, no obstante sus enormes méritos, hoy han pasado a una suerte de desmemoria editorial y de presencia lectora. Nombres como David Valjalo, Salvador Reyes, Luis Merino Reyes, Juan Marín, Oreste Plath, Jorge Jovet, Antonio Campaña, y tantos otros, merecen el reconocimiento del público.
En general, un libro que cumple con su objetivo: destacar grandes intelectuales masones. Seguramente no cumplirá la función de un libro imprescindible en la historia de la literatura chilena, pero es un aporte al conocimiento de la intelectualidad que conforma esta entidad filosófica.
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Por Ramiro Rivas