En una atmósfera enrarecida, como de resaca, se va dibujando el paisaje psicológico y social de La mano, la última y cautivante entrega del escritor Roberto Rivera Vicencio. Obra breve, de gran intensidad narrativa, la novela crea su propio lenguaje, soterrado, oscuro, indispensable, para ir presentando un retrato certero de las últimas décadas de la sociedad chilena y su misterioso metabolismo.
Esa cualidad, la invención de un habla, es característica sólo de las plumas mayores, y quizás el rasgo más relevante de este relato publicado por Fondo de Cultura Económica en su colección Popular. Es gracias a esa entonación que vamos descubriendo a Tomás, el protagonista, quien navega por un clima espeso, real y extraordinariamente logrado. Allí se cruza con Alfredo y Paula, en un triángulo que llamaríamos pasional si no fuese porque sólo el hastío, la ansiedad y los últimos arrestos de testosterona son los que comandan los apetitos del protagonista.
Nos pone Rivera Vicencio en el centro del actual Chile neoliberal, donde, ya
muerta toda esperanza de descabalgar el capitalismo, el protagonista va olvidando y recordando su pasado como militante de un partido de la izquierda popular, para concentrarse en el manejo eficiente de vastas redes y contactos que le permitirán desarrollar su negocio de lobby en beneficio de grandes corporaciones y consorcios internacionales. Todos sabemos de qué está hablando la novela, a qué especie chilensis se refiere, y hasta podemos imaginar los nombres de agencias de comunicaciones similares a la que capitanea Tornas. El partido político al que perteneció en el pasado se parece bastante a algunas agrupaciones políticas chilenas, así como las apetencias del protagonista no son muy diferentes de las que animan a muchos ex revolucionarios, hoy reciclados, que van atravesando un tránsito vital donde se entremezclan el gozo y la angustia, el orgullo y la más profunda desolación.
El sexo juega allí un rol raro, en cuanto sirve principalmente para confirmar el triunfo sobre el otro y la certeza del poder conquistado por el macho alfa en su nuevo
territorio. Un buen ejemplo lo da el texto al contarnos de un partido que en el pasado se había fraccionado por diferencias politicas y estratégicas y que en la actualidad «se fracciona por el poto de la mujer de Vilanova", como nos cuenta La mano, recordando así la naturaleza incestuosa de esa izquierda, hoy muchas veces recompuesta en cabildeos y operaciones millonarias, presa de una ansiedad que se desata sobre los viajes, la comida gourmet, los licores de precios descabellados, la ropa de marcas exclusivísimas y el sexo crepuscular e inercial, al borde de la nada.
Así viene pues esta novela de Rivera Vicencio, escrita desde la mismísima creación de un hablante, desde la médula misma de la literatura, y dando con ella rango y estatuto a estos nuevos seres de nuestro bestiario. La mano es una atrapante novela que, sin ánimo moralista alguno, logra perfilar a cabalidad a los ya encanecidos jerarcas de ayer, reconvertidos en portaestandartes de un nuevo tiempo, el mismo que con sus dulzores y tibiezas, bien concretas, les hace olvidar las vagas ingenuidades del pasado.
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[A propósito de "La mano" de Roberto Rivera Vicencio"]
Por Antonio Gil
Publicado en Las Últimas Noticias, 7 de septiembre de 2023
