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“LA FORMA DE LOS HECHOS”, DE FERNANDO JEREZ.
Por Ramiro Rivas
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Fernando Jerez (1937) es un escritor de reconocido talento en nuestro mundo narrativo actual. Autor de sólidas novelas, como El miedo es un negocio, Un día con Su Excelencia, Temprano despunta el día, El Himno Nacional, Nostalgias y desdenes y El afilador de cuchillos, ha creado un panorama escritural profundamente comprometido en lo social, político y moral. Sus obras son un llamado de atención a determinadas lacras de nuestro tiempo: la corrupción, la potestad del dinero, el abuso de poder. Cada una de sus novelas encierra una denuncia incontrovertible ante el exceso político.
La forma de los hechos (Simplemente Editores, 2016, 192 páginas) se inicia con un llamado telefónico a Lucio Contreras, un funcionario de 
investigaciones, comunicándole el hallazgo de restos óseos en una choza abandonada en una quebrada. Al concurrir al sitio del suceso, junto a su colega Balbino Crespi, comprueban que efectivamente existe un cráneo humano, algunos huesos menores y restos de utensilios caseros. Al cavar en el lugar, se sorprenden al descubrir una caja metálica con 21 lingotes de oro. Este descubrimiento, trastocará la relación de ambos hombres. La ambición desmedida de Lucio, que se niega a devolverlo al Estado, y la pasividad y un resto de culpabilidad de Balbino, los conducirá a un enfrentamiento entre la codicia y el deber ciudadano.
Este capítulo, que parecía el inicio de una novela policial, queda marginado a este suceso. La ambigüedad y esclarecimiento de este hecho inusual, se mantendrá hasta el final de la historia. De ahí en adelante la trama versará más en la tipicidad de estos personajes, incursionando en su interioridad y recuerdos del pasado. Jamás se develará el extraño hallazgo y la procedencia del tesoro. Sólo seremos partícipes de los entretelones de esa disputa.
Jerez trabaja con notable habilidad el enigma narrativo, el ocultamiento de la verdad, provocando en el lector el consabido interés por desentrañar el misterio. Por intermedio de este recurso nos enteramos del trabajo encubierto de los protagonistas, sus conflictos familiares y morales, del trasfondo de dos épocas históricas del siglo pasado. Conjunto de acontecimientos que se suceden como pantallazos cinematográficos, sin alterar su trama.
Como se afirma en la contraportada, el eje principal de la novela lo constituye “el dinero, la distorsión de los valores”, agregando acertadamente que “también es una historia de amor”. Y, en efecto, todos esos valores y desvalores están presentes en esta novela, elaborados minuciosamente por el autor. Jerez es un escritor sin premuras, que pule sus libros hasta la obsesión. Jamás en sus textos nos toparemos con un lugar común, con una obviedad, con un quiebre en la construcción formal o temática, con un desliz en su lenguaje, cada vez más austero y límpido.
En esta novela resalta el tratamiento de los personajes. Los dos protagonistas, así como varios individuos secundarios, configuran tipos precisos, según su carácter, desarrollo o finalidad de sus proyectos y ambiciones. Las intenciones dispares acentúan la contrariedad de sus existencias, la falta de comunicación que los conduce al fracaso y el deterioro de sus vidas. Son seres solitarios que arrastran enormes vacíos existenciales desde su infancia, producto de hogares disfuncionales.
El extrañamiento de padres e hijos, la pobreza de una niñez desvalida y una madre maltratada sicológicamente, configura la personalidad de Balbino Crespi. Esto lo transforma en un ser pusilánime e indeciso, que vive con el recuerdo de un amor imposible de su juventud y que lo inhabilita para rearmar su vida de adulto, carente de todo intento de amor al prójimo, desamparado ante un futuro incierto.
Si observamos con atención sus últimas tres novelas, Jerez ha ido evolucionando en la concreción de sus proyectos. Sus temáticas y lenguaje se han simplificado, recurriendo a la frase corta, a la trama familiar, a la relación de pareja. Al contrario de sus primeros textos, en donde la carga política y social, la denuncia y el compromiso eran evidentes. Hoy transita por una senda más intimista, más cercano con el individuo y sus conflictos. Sus personajes revelan una gran humanidad, un peso metafísico que les impide desarrollarse con libertad. Son seres abrumados por las incertezas, las dudas y la culpa. Pero profundamente representativos de nuestra identidad y nuestra época.
(23-06-2016)
