Al rastrear en lo que se ha llamado la "Nueva Narrativa",
dos nombres aparecen de inmediato como sus antecesores más
cercanos, Antonio Skármeta y Carlos Olivárez. Ambos
desde el Instituto Pedagógico siembran los primeros brotes,
generosos, corrigiendo textos a la hora del café, incitando
a la lectura de los latinoamericanos, desde las cartas de relación
hasta el "boom" incluido Roberto
Arlt, Marechal y Onetti y Felisberto Hernández; llamando a
la
lectura de Salinger, de Saúl Bellow, Kerouac, Styron, Capote,
Badwin, Mailer, Updike, los jóvenes norteamericanos; Faulkner,
Fitzgerald y Hemingway, M. Duras, W. Golding, Sartre y Camus; los
clásicos, poesía, Baudelaire, Mallarmé, Ungaretti,
Elliot, mucha poesía, Ezra Pound, "Rayuela" de Cortázar
aparte, casi recitado, a abrevar en todos los manantiales, incluso
en los espejismos...a los teóricos desde La Poética
de Aristóteles, el Kayser de Interpretación y Análisis,
hasta los estructuralistas, Lucien Goldmann, la estética de
Lukacs, Galvano de la Volpe, y en eso estábamos cuando aparece
"Concentración de Bicicletas" de Olivárez
buscando nuevos caminos y abriendo la senda que luego quedará
trunca. Olivárez era el joven prodigio de la época,
invitado a toda presentación y cóctel, a todas las fiestas,
las políticas y las otras para bailar a Santana y a Los Beatles.
Al lado de Carlos se aprendía a
estructurar un cuento, a pasar la palabra a los personajes, a limpiar
los textos, a tener los sentidos atentos, un taller de creación
permanente de los que surgen Leandro Urbina y el mismo que escribe
por ejemplo.
Desde Medicina apuntaba otro nombre, Marco Antonio de la Parra con
la revista "Filodendro", lector también en ese tiempo
de Skármeta y que se hace conocido con un texto breve cuya
acción transcurría en un viaje en micro.
La consagración venía hasta con una mención
honrosa en el premio de la revista "Paula" el mas cotizado
de esos tiempos. Luego, lo sabido por todos, los años de oscuridad
y exilio, los manuscritos clandestinos y el silencio. La incipiente
generación se queda "En el camino" junto con Kerouac.
Deben pasar casi diez años para que aparezcanlos nuevos textos,
"Lo crudo, lo cocido y lo podrido" de Marco Antonio de la
Parra, pero ahora no narrando, sino en la apelación directa,
en el teatro. "Las Malas Juntas" de Urbina, libro nacido
en el exilio, después Antonio Ostornol que viene ya de la Universidad
Católica con "El obsesivo mundo de Benjamín"
y "Los recodos del silencio". Se trata de intentos desperdigados,
donde cada cual ha sabido responder a su manera a las exigencias de
los tiempos, mientras la corriente narrativa que iniciara Olivárez,
sus influencias de Jose Agustín, nuestra literatura rock-hippie
se pierde en el desconocimiento, en el olvido voluntario, y su nombre
sólo se menciona para decir que a veces bebía más
de la cuenta; sin embargo, como no hay deuda que no se pague, justo
es recordar a Carlos, en estos momentos en que la "Nueva Narrativa"
parece que comienza a ocupar los lugares tantos años negados,
su generosidad de maestro.
En el '82 vuelve José Donoso de España a hacer escuela
a contrapelo, porque, su taller, por el que han pasado casi todos
los nombres que hoy se conocen, era un desafío a la dictadura.
Pasan por su primer taller en Chile Marco Antonio de la Parra, Jaime
Collyer, Gonzalo Contreras, Carlos Franz, Carlos Iturra, Maturana,
Sonia Montesinos, el que escribe, el poeta Eduardo Llanos de "Contradiccionario",
Darío Osses al final del segundo año, y luego por el
'84 Sergio Marras y Arturo Fontaine ya casi en el '87, cuando a falta
de narradores de fuste, Donoso ya recibía muchísimas
señoras interesadas en el asunto literario y hasta toscos aprendices.
Donoso viene de cabeza contra el "Sebastianismo" nombre
de personaje muy común por losaños '80. Sebastián,
por lo común vivía en pensiones por el lado de Avda.
Brasil y era tremendamente poco interesante. Franz, Maturana y Llanos,
reciben coscachos del maestro por sus "Sebastianes". Luego
Donoso las tomaría contra las pensiones de universitario, el
provincianismo heredado de la tradición narrativa chilena,
la prosa poética como caldo sin presas contundentes e incita
a la novela, a las lecturas de Proust, Henry James, a la búsqueda
de Santiago en la literatura mientras publica "Cuatro para Delfina"
con una de esas pensiones que le cargaban. De la Larra lo secunda
en la tarea.
Por entonces, desde la SECH y con las revistas "La Gota Pura",
"El Organillo" y "Obsidiana", surgen Ramón
Díaz Eterovic, Diego Muñoz Valenzuela, Jorge Calvo,
Alvaro Cuadra y José Paredes (grupo que se formó dentro
de Chile), con influencias de Martín Cerda, Filebo, Poli Delano
luego, lectores también del "Boom", de la novela
negra norteamericana, Chandler, Bukowski y todos los norteamericanos.
Y desde otros ámbitos, Pía Barros, Sonia González
( "Tejiendo Historias") y Ana María del Río
del grupo de las mujeres, Diamela Eltit al lado del poeta Zurita o
vice-versa, Jorge Marchant con su "Beatriz Ovalle", Couve,
Edmundo Marchant, Gregory Cohén de literatura de la U. deChile,
Juan Mihovilovic de Punta Arenas.
Todos y cada cual formado al amparo de los toques de queda o el exilio,
en la soledad de sus lecturas, de las correcciones interminables,
aparecen con una forma muy particular de ver el mundo, divorciados
ya de la tradición literaria chilena al menos aparentemente,
de Skármeta y Olivarez, y más atrás de Fernando
Alegría, Manuel Rojas, Nicomedes Guzmán, Alberto Romero,
Edwards Bello, Coloane, Baldomero Lillo... cada cual con el aporte
de los lugares por los que pasó, Otawa, Barcelona, París,
Roma, Buenos Aires... marcados por el miedo, el desafío, o
la indiferencia. Pese a ello, esta generación, remolona en
publicar los primeros textos, en principio eligió el cuento
como medio de expresión, género con el que prometen
superar a Skármeta y Olivarez, que aparentemente ya nada tendrían
que ver en esta nueva historia, pero como nada se puede borrar con
el codo o la ceguera, es precisamente en el cuento, el género
donde brillan los primeros de esta nueva generación. Mal que
mal, pocas son las novelas chilenas valiosas al lado de los cuentos.
Aparentemente la tradición seguiría teniendo su peso.
"ENCUENTO" y "TODAVÍA
ESCRIBIMOS"
En 1983, cuando Jorge Calvo era un adicto difusor de la nueva narrativa,
se logra montar un espectáculo-lectura que se llamó
"Encuento" en el Instituto Chileno Francés. Comandan
la iniciativa Fernando Jerez, Carlos Olivárez nuevamente, Jorge
Calvo y quien escribe. Allí Gonzalo Contreras de invitado,
leería un cuento patriótico con Arturo Prat y todo;
Franz, otro invitado, haría revolotear unas aves siniestras
sobre una disección en la morgue; se haría popular "La
poza de los lagartos" de Calvo, "Auschwitz" de Diego
Muñoz, mientras Olivárez se las ingeniaba para que la
Editorial Bruguera publicara un libro con todo lo leído en
esas jornadas y comenzaba a hablarse de una nueva narrativa. La idea
llega también a Valparaíso donde la Universidad Católica
organiza varios encuentros similares.
Posteriormente, en el '85, el mismo equipo organiza una lectura multitudinaria,
el "Todavía Escribimos" en una Peña de calle
Alameda. Se invita también a los poetas y se fortalece la idea
de que una nueva generación de narradores comienza a tomarse
el escenario. El poeta Juan Cámeron es uno de los que apoya
la idea.
Desde las Ultimas Noticias, Antonio Rojas Gómez ayuda a difundir
el evento.
LAS ANTOLOGIAS
Entre tanto, Díaz Eterovic y Diego Muñoz logran convencer
a José Paredes (editor) y lanzan la primera antología
de la nueva narrativa ("Contando el Cuento"). De ella se
excluye Gonzalo Contreras y la brecha se abre para siempre. Unos de
otros opinan que "no son escritores". La antología
en todo caso se vende como pan caliente. Aun la Feria del Libro se
hace en el Parque Forestal y ya por lo menos hay varios libros de
cuentos de la generación circulando: "No queda tiempo"
de Jorge Calvo, "Atrás sin Golpes" de Ramón
Díaz E., "La danza ejecutada" de Contreras,
"La Pradera Ortopédica", "Las Malas Juntas"
de Urbina.
Una nueva antología se publica en el '92 por editorial Mosquito,
ampliada a todos los autores nacidos desde el año 1950 en adelante
("Andar con Cuentos"). Por amplia y poco selectiva, esta
se pierde. En el exterior, casi todos los autores antes mencionados
son publicados en revistas y suplementos.
Entre una y otra antología, los ánimos han cambiado,
la política desplaza el interés hacia su campo y cuando
nuevamente la nueva narrativa aparezca, muchos nombres habrán
quedado nuevamente en el camino.
En el '88 Marco Antonio de la Parra en "La Época"
ha puesto fin definitivo a los tiempos de convivencia pacífica
con un artículo bastante gratuito en el cual organiza a los
autores de la generación en una pirámide de la cual
se excluye de acuerdo a criterios al parecer de simpatía. Díaz
Eterovic le sale al camino. La polémica no prende.
De la Parra al igual que Donoso, piden obras gruesas, novelas contundentes.
Basta ya de libros flacos y se pone con "La secreta guerra santa
de Santiago de Chile". El desafío queda lanzado. Donoso
sale con "Taratuta y Naturaleza muerta con cachimba", dos
textos breves. El ambiente literario para la generación se
vuelve confuso y espeso. A partir de este artículo la nueva
narrativa debía ser post-pinochetista. Jorge Calvo deserta
y decide irse a Suecia.
LAS ESCRITORAS
Pía Barros podría considerarse como quien logra reunir
a su alrededor a toda la literatura femenina y de la mujer. Desde
los años '70 Pía Barros organiza talleres, lecturas,
etc. y forma un grupo del cual surgen importantes voces femeninas
como es Ana María del Río ("Siete días de
la Sra. K", publicada con éxito de ventas por Editorial
Planeta recientemente), Sonia González, Liliana Elphick
Carolina Rivas y Andrea Maturana entre otras. Las mujeres desarrollan
una labor independiente y logran poner en primer plano la voz de la
mujer. De manera independiente, Diamela Eltit y Sonia Montesinos trabajan
en el mismo sentido y aportan el experimento, las voces marginales,
la población, la noche.
LOS TIEMPOS DE SU MAJESTAD
EL LIBRO MERCADO
Viene el plebiscito y se provoca
un antes y un después en que la generación pierde todo
su peso, más bien la literatura pierde peso, los escritores
mismos se vuelcan a una reinserción en el nuevo escenario político
de fuerzas y varios de ellos son nombrados agregados culturales en
el exterior: De la Parra en España, Diamela Eltit en México,
Zurita en Italia. Al interior la lucha por las influencias y los cargos
públicos continúa.Pareciera por un momento que nuevamente
llega la calma, pero la pirámide en las sombras sigue estática.
La nueva generación se ha dividido definitivamente y elnuevo
marco político más que dinamizar el proceso creativo,
lo detiene y lo estanca. En la sombras pueden distinguirse tres o
cuatro grupo de influencias.
Es en este periódo que
se publica "Santiago Cero" de Franz, novela que posteriormente
será considerada la primera novela publicada por la generación
desconociendo las novelas de Ostornol, Marchat (Jorge y Edmundo),
Couve, Diamela Eltit...
Luego desde editorial Planeta
y la Cámara Chilena del Libro, la pirámide desarrollará
su estrategia de marketing y posicionamiento.
Entretanto Gonzalo Contreras ha
ganado el premio de novela de "El Mercurio" con "La
ciudad anterior", y por primera vez en muchos años una
novela chilena agota una primera edición y luego supera los
doce mil ejemplares de ventas. Posteriormente vendrá Fuguet,
bastante más joven y totalmente ajeno a esta historia con "Mala
Onda", Jaime Collyer con "Gente al acecho" un libro
de cuentos, Marcela Serrano desde Editorial Los Andes, Arturo Fontaine
con "Oír su voz", y con ellos se consolida un fenómeno
desconocido para la generación: escribir libros que se venden.
El fenómeno ha sido fuertemente apoyado por "El Mercurio".
El crítico Ignacio Valente reprueba a Fuguet y a Fontaine;
Fuguet sigue vendiendo; Fontaine sigue figurando en el ranking de
ventas que informa la Cámara Chiena del Libro. Fuera de los
circuitos de posicionamiento y mercadeo quedan los de la SECH y todos
aquellos que mantienen una posición independiente de partidos
políticos o grupos de influencia.
LOS DE LA SECH, EL TAVELLI
Y EL RESTO
Entre tanto, dos grupos logran consolidarse, en la SECH
Ramón Díaz Eterovic como Presidente y Diego Muñoz
en la Vicepresidencia. Bajo el mismo alero Antonio Ostornol, Sonia
González, Liliana Elphick luego, Carolina Rivas, cuando el
grupo original de mujeres formado por Pía Barros comienza a
desmembrarse.
En el café Tavelli de Providencia, a media mañana
toman café Fontaine, Contreras, Franz, a veces Collyer, Fuguet
a regañadientes, de Concepción se les allega Sergio
Gómez. Al mismo grupo, De la Parra ha logrado ingresar a Darío
Osses, el que también es publicado por Planeta.
El grupo de las mujeres desde fines de los '80 viene
perdiendo posiciones e influencia. Diamela Eltit poco se escucha en
Chile y Pía Barros se ve obligada a cerrar el taller de Vicuña
Mackenna cuando muchas de sus discípulas ya vuelan solas. De
Sonia Montesinos se escucha algo de ensayos e investigaciones sobre
el tema indígena y el huacho.
Desde el exterior Urbina logra posicionarse a contrapelo
de Planeta Chile con "Cobro Revertido", novela finalista
en el premio Planeta Buenos Aires. Jorge Calvo pasa por Chile y publica
una novela que no deja recuerdos.
En el silencio, y tal vez definitivo, quedan muchos
de los antes mencionados, aunque se sabe de amenazas de novelas, textos
que ya vienen, Lo cierto es que ninguna editorial se ha interesado
por ellas.
La nueva narrativa comienza a volverse vieja, algunos
de sus exponentes toman el camino de los funcionarios y por el momento
y como siempre el poder decide quién pasa y quién se
queda.
A LAS ARENAS
A la fecha, la generación aún no tiene
estudios ajenos a sí mismos de su producción, tampoco
podríamos decir que hay una obra marcatoria.
Es común que diga de sí misma que sus influencias vienen
del rock, de la historieta y el comics, que se llamen, que nos llamemos
a nosotros mismos hijos de la liberación y los sesenta, setenta,
etc. etc. Sin embargo, los textos dicen otra cosa, casi siempre transcurren
en espacios cerrados, asfixiantes, dorde la música de fondo
suena más a tango y bolero que a Peter Gabriel, y la pretendida
utopía hippie tiene más de política que flores
como mar de fondo. En un buen sentido de la palabra, esto es lo que
se llama ideología, creer lo que no se es.
Y llega la hora de preguntarse por los aportes y después
de revisar se llega a la conclusión que aún no se hace
ninguno, que hay excelentes cuentos sí, buenas novelas también,
pero aportes de verdad, ninguno. Así como los novísimos,
la nueva narrativa aún no puede mostrar un libro que la caracterice
y diferencie.
Entre los cuentos que debieran quedar de la generación,
sin duda tendría que estar "Auschwitz" de Diego Muñoz,
"Plaza Italia" de Jorge Calvo, "Ese viejo cuento de
amar" de Ramón Díaz E., "La danza ejecutada"
de Gonzalo Contreras, "Nosotros tuvimos la culpa, Ruperto"
de Mihovilovic, "Tres músicos callejeros tocaron una serenata
en el Cerro Alegre" de Carlos Franz, "ultima cena"
de Jaime Collyer, "Subterráneo" de Ana M. del Río,
"Tejer Historias" de Sonia González, "Malas
Juntas" de Urbina, "La pepa del alma"de Jorge Marchant,
"Mordaza" de Pía Barros, etc...
Entre las novelas se pueden encontrar algunas páginas
brillantes en Diamela Eltit aunque muchos no la entiendan, la imaginación
y frescura de Marco Antonio de la Parra, esencialmente en "La
secreta guerra santa de Santiago de Chile", una buena idea frustrada,
y lo mejor sería "La ciudad anterior" de Gonzalo
Contreras, pese a su evidente escamoteo, cuando de verdad debe comenzar
el autor la termina, "Cobro Revertido" de Leandro Urbina,
otra novela impecable. Entre las mujeres,
Pía Barros pierde una novela insistiendo en lo que a estas
alturas podríamos llamar "realismo feminista". Ana
María del Río, se detiene con "De pronto Amalia
en el Umbral" y "Los siete días de la Sra. K".
Pendiente queda el desafío de la ciudad, Santiago
aún no ocupa un lugar en la nueva narrativa. Las formas y estructuras
narrativas sólo refrescan viejos esquemas y el experimento
no plasma en verdaderamente nueva narrativa. Sin duda pesa una falta
de relación con la tradición narrativa chilena, puesto
que quien no sabe de donde viene mal podrá saber con lo que
está rompiendo y los intentos flotan sin arraigar como las
novelas de Contreras y De la Parra. En este sentido quien llega más
cerca es sin duda Leandro Urbina. El vicio heredado de los poetas,
el adanismo, el primero, el único, también juega en
contra de la propia obra que se está escribiendo y en el mismo
sentido. Por otra parte no hay ningún Huidobro a la altura
de las circunstancias.
Por el momento, la generación aún no está
a la altura de la tradición de Donoso, Droguett, Bombal, Alegría,
Nicomedes Guzmán, Alberto Romero, Edwards Bello, Coloane, Manuel
Rojas... y sólo la renuncia de algunos, el escamoteo, los ha
llevado a Planeta y a las súper modestas ventas, aunque no
debieran ser excluyentes.
Tal vez la clave sea que la tradición literaria
latinoamericana y chilena siempre ha sido social, social digo, ojo,
comprometida lo es toda literatura. El provincianismo que alertaba
Donoso es sólo un problema de ángulo y de mirada.
La tarea como generación sigue pendiente cuando
los que vienen, digo Alberto Fuguet, Carolina Rivas, Liliana Elphick,
Andrea Maturana, ya nos pisan los talones.
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