AMASTRIS
              Roger Santiváñez. 
                      Ediciones Altazor / 
                      Viña del Mar,  
                      Chile, 2007.
              52 pp. 
        EL EXILIO, ESE APAGADO FERVOR 
                        Del subte al minimalismo en   la poesía de Santiváñez
                  Por Enrique   Sánchez Hernani
        El Comercio, 17 de Noviembre de 2007 
        
          Tributario   de una escritura neopunk, de impronta decididamente callejera y que a su autor   le gustaba hacer coincidir con la onda subte del rock nacional de los ochentas y   principio de los noventas, Róger Santiváñez, exiliado por voluntad propia en la   Temple University de Filadelfia, acaba de entregar a la imprenta un  pulcro   manojo de poemas donde se hace patente la ausencia del entorno que le era   familiar hasta hace unos años.
pulcro   manojo de poemas donde se hace patente la ausencia del entorno que le era   familiar hasta hace unos años. 
          
          Su código textual ha desembocado en un   ejercicio casi minimalista de versos y frases casi inconexos entre sí, con una   ausencia controlada de conectivos, donde el principal propósito es brindar   núbiles viñetas de esa otra realidad que ahora le circunda en los Estados   Unidos. La razón de su ejercicio poético ahora es la descripción casi   desangelada (y crítica) del paisaje material y espiritual que lo rodea. "Las   aguas del río avanzan sin prisa pero sin pausa y el travieso / rey solar otra   vez nos hiere con sus rayos súbitamente se esconde / entre los cúmulos pero mi   visión permanece deslumbrada. Hay / alegría al otro lado del río, pero no es la   mía. No me pertenece / como esta canción inmóvil". 
          
          La lejanía conduce a   la soledad, ese animal que le muerde la espalda y el recuerdo al poeta. Sus   versos, despojados de cualquier tremendismo (presente en libros anteriores con   humorístico desenfado), se hacen descarnados, secos, casi trágicos: "Entro en   pánico en estas soledades donde nadie agita una sonrisa, / sino el murmullo del   suave fluir del río y sus ondas destinadas a / sabe Dios qué mar, que playa que   no manyo.". 
          
          Y por supuesto, el desencuentro no sólo ha sido físico y   moral, también ha habido un ríspido encontronazo con el lenguaje, de lo cual   Santiváñez se aprovecha para escribir algunos versos en elaborado spanglish:   "Silueta de conchita on the beach / Cueva de algún crac haciendo / Crack en la   sopa del crepúsculo // And she said chicken tacos / This is the best time   comadritas / Redoble de oleaje junto al muelle". En todo esto apela a su   conocido manejo del humor para hacerse fuerte frente a las circunstancias. 
          
          Por supuesto, no habiendo aún una experiencia integradora de su nueva   cultura, el poeta no podía eximirse de tocar ciertos tópicos comunes en su obra   previa, como un callado homenaje a lo que ya no tiene hoy, su ciudad perdida:   "Adónde vas cielo feroz / Pulguiento como en Lima recóndita / En sus ánforas de   Malambito / Dehesa artificial prendida / Hasta la madrugada". Lo propio se ve en   otro poema, donde una estrofa evoca tenuemente esa carga erótica que alimentaba   su producción poética, llamémosle piurana-limeña: "Es que allí fue el amor el   acto más / Lindo de la noche en un Volkswagen / Nosotros tres yo ella & ella   nada / Existe sólo las olas los vidrios rotos". 
          
¿Qué versos le sucederán   a Amastris tras algunos meses u años de consolidada su partida? La colonia   poética peruana en los Estados Unidos es numerosa y fértil. Santiváñez quizá   incida en cierto tipo de manejo verbal, por lo menos entre la comunidad   hispanoparlante. Ese sería un reto que esperamos leer con ansias.