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LA BÚSQUEDA DE RESPUESTAS ANTE LA INCERTIDUMBRE
«Cuentos de Luna, de Rossana Salas Lobos  (Venezuela - Chile)
Editorial Letra, Colección Emar, (128 páginas) septiembre de 2020

Por Lilia Hernández Vergara



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Cuentos de Luna de Rossana Salas Lobos, es un libro de relatos hiperbreves y cuentos cortos, de amplia originalidad, en el que la autora despliega su destreza para narrar de forma condensada, con precisión en las palabras y donde el título juega un papel esencial para direccionar al lector; resulta fundamental mencionar este aspecto, porque es como Rossana juega con nosotros durante toda la lectura, transformándonos en intuitivos para deducir los acontecimientos, pues la compleción de las historias están contadas de manera implícita.

Para comenzar, diremos que Salas posee una vasta imaginación, lo que puede apreciarse en la diversidad de temas, como la vida en ambivalencia con la muerte, la bestialidad desdibujada por la esperanza, y más aún, la desesperanza iluminada por la luna. Ante todo, la desfiguración y decadencia humana, soslayada por la creencia en la misericordia. En cada uno de los cuentos, muestra sus propios pensamientos, para que el lector tome conciencia de sí mismo y de la humanidad. Podríamos considerar esta temática el hilo conductor de la obra, ya que desde el inicio, la autora nos interna en la soledad absoluta, lo que nos conduce a vernos introspectivamente, el breve relato “A solas”, nos invita, tal como lo hiciera Hesse, a “estar en sí mismos”, adentrándonos a la lectura en un estado introspectivo para vislumbrar el mensaje que nos quiere entregar, siempre desde la perspectiva del cuento. Y si desglosamos este enfoque, en que la narradora nos cuenta las historias, vemos que se repiten tópicos, como: el vaivén entre vida-muerte o bestia-humano. Por ejemplo, “El patio de la demencia” expone una imagen de animales destrozando gallinas, “los habitantes del patio enloquecen”, aludiendo a un escenario eviscerado; en analogía podríamos mencionar al autor Eugenio Cambaceres, quien en sus obras devela situaciones que la sociedad pretende ocultar, he aquí que, Rossana Salas examina aquellas situaciones sociales, y las abre con un bisturí, para mostrar el lado enfermo de la sociedad; pongamos por caso: “Ascensión” o “¿A quién le importa?”, relatos cuyos protagonistas se mueven en la precariedad sin que a nadie le importe. La ficción se transforma en un espacio, donde cada instrumento es elegido con pinzas, destinadas a un fin particular, de modo que las palabras: hedor, basura, ratas, bestia o insecto, se repiten para darle mayor énfasis a la miseria, ante una sociedad que observa en la desidia.

Asimismo, es reiterado el uso de tópicos, como: desaparecidos, desarraigo, destino fatalista, tragedia humana, y nos detendremos en el dolor, pues resulta perturbador, la forma en que Rossana nos refiere esta sensación –tanto la experiencia sensorial: dolor físico, como lo emocional: dolor anímico–, cual si fuera observadora testigo hasta el tránsito de la muerte, alineando de fondo la luna para direccionarnos hacia la nocturnidad del desenlace. Sin embargo, expone otras temáticas que, inversas a la agonía y en medio de la ensoñación, nos develan el camino hacia la apertura de lo certero: la nostalgia de la infancia, los recuerdos de hijas o la cosmovisión de la tierra. Verbigracia a esto: “Machitún” nos transporta a la conexión con un alma nueva y en “Regreso a Mocayes” un ser luminoso aparece como una revelación divina. Ante todo, en cada uno de los temas, la autora realiza asociaciones sugerentes para direccionar los acontecimientos y que desencadenen de un modo determinado.

¿Existen otros componentes, con una simbología insistida o con dualidad de significado?, entre lo certero y lo incierto, Rossana incluye elementos que nos trasfieren hacia el inconsciente, como: cajas, espejo, ventana o lugar vacío. Ese lado oscuro podemos entreverlo, sin ir más lejos, en el relato “El Espejo”; aquí nos perdemos en cómo se detuvo el tiempo. Sin embargo, en los relatos de Salas, el manejo del tiempo nos conduce hacia la angustia de que la vida puede cambiar de un momento a otro, nada es constante, excepto el cambio; las circunstancias son impermanentes en su prosa. En el cuento “El tren”, en fracción de segundos, lo que parecía una realidad se transforma en otra paralela, y el personaje cual espectador puede presenciar el escenario. Este aspecto es constante en la narrativa de Cuentos de luna; notoria estrategia para mantenernos en vilo hasta el desenlace.

En consonancia con lo anterior, la autora inserta, de manera inteligente, piezas claves que engranan la trama –hacha, tren, estatuas, entre otros–, objetos a los que debiéramos prestar atención, porque conducirán a los lectores a un devenir inesperado. Recurso que nos refiere a Horacio Quiroga, quien tenía la maestría en esta práctica narrativa y que, además, manejaba la modalidad imaginativa como la presencia de animales, protagonizando las historias en sus obras, pericia que se suma a la temática de Salas y que vemos en el cuento: “Kalajari”, quien personifica a un narrador testigo de los acontecimientos, guiando a un lector deductivo. Análogamente, presenciamos a una narradora impresionada ante el paisaje en el que habita y coexiste con otros seres, a veces diminutos, que también tienen algo que decir. En los relatos nada carece de importancia, ni lo cotidiano ni lo asombroso; todo puede llegar a ser sorprendente, pongamos por caso: “La mariquita”, que refleja la visión de un mundo de posibilidades. Incluso un elemento inanimado, como “La casa” puede cobrar vida. Y luego, los acontecimientos se trasladan a otro escenario, su país de nacimiento, colmados de nostalgia aunque igualmente suele situarse conmovida en aquellos episodios, así lo advertimos en “Reencuentro” o “La partida”. Y en el “Caleuche” nos transmite la búsqueda de respuestas ante la incertidumbre.

En suma, la autora logra que nos impresionemos con los aspectos de su narrativa; dicho lo anterior, es importante mencionar que es el lector, quien debe encontrar la continuidad de estos relatos, lo planteado hasta ahora es una pincelada a la recursividad de temas por descubrir; solo nos queda mencionar que, la obra de Rossana Salas, henchida de poesía, logra precisión de los sentimientos, capturando detalles; inclusive en aquellos cuentos, donde todos podemos identificarnos, como: diferentes, inmigrantes, humildes, héroes, padres, mujeres, niñas, madres. Aquí, cabe mencionar a Clarice Lispector, quien también refería los acontecimientos cotidianos, desde una perspectiva nocturna y lunar, algunos de manera incalificable, donde no sabemos si el relato es narrativo, poético o “Sonata de luna”. Salas, despliega un mundo colmado de imágenes, como ilustración: “Aquelarre” o “De sangre y barro” que parecieran esbozar un lienzo misterioso y que, como lectores, quedamos perplejos, ante la posibilidad de estar detenidos frente a una pintura de diversidad cromática.



Junio de 2020, Valdivia, Chile



 

 

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Cuentos de Luna, de Rossana Salas Lobos (Venezuela - Chile)
Editorial Letra, Colección Emar, (128 páginas) septiembre de 2020
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