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PRESENTACION DE AJENJO DE MARCELO SEPULVEDA RIOS

Editorial Letra Clara, Colección Anguita, mayo de 2022

Por Rodrigo Verdugo Pizarro


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En las antípodas de una poesía objetivista, cuyo ejemplo más radical encontramos en: “La ciudad”, de Gonzalo Millán, “Ajenjo”, de Marcelo Sepúlveda, en cambio es un texto que apuesta por la subjetividad, en una época como la nuestra, donde la subjetividad va encaminándose a desaparecer, o donde más bien se critican los excesos de subjetividad. Este texto carece de una división en partes, son 23 textos que dan cuenta de una interioridad tematizada y de las minucias del mundo subjetivo del autor. Esta escritura apuesta o intenta hacerlo también por los hechos de estilo tanto al transgredir normas lingüísticas, al provocar fracturas sintácticas o por medio de alteraciones del orden acostumbrado de las palabras, junto a un uso muy bien hecho del asíndeton, junto a una deliberada falta de puntuación, que nos remite a la propia pauta de lectura que el autor concede a sus textos. “Ajenjo”, ejerce un control de la decodificación, puesto que el autor va más allá de la significación del mensaje, poniendo en relieve su propia actitud respecto a esta significación. Ya no como característica, sino como indicación “Ajenjo”, es un texto que debe leerse con precaución, dado que, en determinados momentos de la secuencia verbal, hay distinciones entre lo que se expresa y lo que se realza: se expresa la instancia vivencial y se realza la instancia amorosa. A su vez este texto plantea una crítica implícita al hecho de ser fieles a nosotros mismos como hechos ya dados, en el entendido que la identidad se puede des construir en base a la realidad cambiante o a la alteridad amorosa. Es común que las relaciones de pareja des construyan la identidad, no somos los mismo al amar que al dejar de hacerlo. “Ajenjo”, es también un texto cargado de una intencionalidad estética y literaria que, no obstante, no es acrítica respecto a los ismos que la preceden, hay una mirada un tanto paródica por ejemplo al neo romanticismo. Estamos ante una escritura que se cimenta en proposiciones, pero sobre todo en hechos (otras escrituras se cimentan en sucesos como es el caso de Cecilia Casanova, o de situaciones como el caso de Enrique Lihn, cuya poesía fue caracterizada como “Poesía situada”), hechos que como todo hecho tienen su origen en un hecho mental. En “Ajenjo”, la materialidad de las cosas ha entrado en relaciones espaciales, es decir implican no solo realidad de sí mismas como cosas materiales sino implican la realidad del espacio. El “Ajenjo”, es metonimia de la intensificación del sentido amatorio, que busca abarcar simultáneamente cambios y permanencias, es decir lo que permanece y lo que cambia en una ruptura amorosa, también es metonimia de la intensificación del abandono. 

Para el hablante de estos textos la experiencia es propiedad intrínseca en medio de una incertidumbre ontológica. Hay además una conciencia intemporal que busca acomodo, lugar, refugio etc entre las pugnas micro y macro contextuales que este texto también instala. Hay también en este libro una preocupación por la impropiedad autentica, Se asoma también en “Ajenjo” esa premisa de Berkley de que: “Mi cuerpo es una idea o está constituido por ideas”. Quiero agregar que el poeta trabaja en sus textos una percepción representativa, es decir el hablante no percibe su cuerpo, ni los objetos directamente, busca el otro lado de los signos, el revés de las imágenes, para dar cuenta de sus autocontradicciones, sus conflictos con la divinidad, etc en este sentido llama la atención el procedimiento en que los significantes dejan de serlo, “Sinfonía tumba”, “Mujer espiga”, “Furia fauna”, “Rosa espina”, “Viento nube”, que recuerdan procedimientos de modificaciones de valor semántico de las categorías del enunciado ya en décadas anteriores realizadas por poetas como: Alberto Rubio y Rosa Cruchaga. “Ajenjo” mantiene una adhesión estética con las generaciones del 80 y 90, no voy a señalar si en estricto rigor Marcelo Sepúlveda Ríos pertenece o no a alguna de ellas, pero solo decir que con aquellas generaciones quizás podría mantener una afinidad electiva pertenece. Finalmente resta decir que “Ajenjo”, es uno de los grandes y más logrados textos de la actual poesía chilena.

 

 

 



 

 

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