Se podría afirmar que casi toda la obra del poeta chileno Luis Cañio es una escritura en emergencia, que cuestiona, el artificio propio de las redes ideológicas implícitas en la psiquiatría y la economía. Me refiero a “Psicofármaco”, y a “Palabras Salvajes: fragmentos de una ficha clínica”. Este cuestionamiento sobrepasa lo autorreferencial para transformarse en una metáfora del chile actual, que tiene los rangos, por cierto, de una distopía. “Palabras Salvajes: fragmentos de una ficha clínica”, vuelve a abordar desde una mirada quebrada, dos tópicos ya habituales de esta escritura: el padecimiento farmacológico, y los resultados a nivel colectivo y personal de la reconversión de Chile a un país-mercado. La escritura de Cañio, siempre sujeta en su enunciación a un horizonte contextual, nos alarma en cuanto a los efectos de sometimiento y represión que las tramas de la economia y la psiquiatria han generado en el cuerpo social. No obstante, el registro poetico de Cañio, ajeno a asombros metafísicos, deja asomar con bastante frecuencia un lirismo corrosivo, frente al cual el hablante no necesita desdoblarse, ni enmascararse líricamente para asumir los designios de su propia marginalidad, y de su condición psiquiátrica. “Palabras Salvajes: fragmentos de una ficha clínica”, está escrito en el lugar y desde el lugar del usuario, como muy bien se autodefine. Este usuario, ha seguido tan de cerca los diagnósticos de su estado, que reemplaza los títulos de cada texto por los fragmentos de la ficha clinica. Mas que aludir a la lexicografía psiquiátrica para mostrar esa fragmentación de la ficha clínica en si, aquí hay un intento de exponer más bien un documento mas que psiquiatrico, existencial, un documento que emerge desde las espesuras del propio sentir del poeta. Los textos que abren la primera parte de este libro, “Principio de una etiqueta” y “Seguimiento”, son puntuales muestras de los matices accesibles e inaccesibles de dicho padecimiento. Si bien la locura en tiempos ya muy lejanos, fue considerada sagrada en mas de alguna cultura, es desde la poesía y el arte que se busca redefinirla, librandola de las categorías peyorativas que le ha impuesto la psiquiatria. A a este respecto es muy iluminador el epígrafe de Edgar Allan Poe que se incluye. Cito: “La ciencia no nos ha enseñado aún si la locura es o no la forma más sublime de inteligencia”. Cañio en cierta medida se suma a esta especie de revuelta contra la razón que fomentaron las vanguardias, (a este respecto, salvo el creacionismo, donde Vicente Huidobro se inclina a un racionalismo imaginativo), sin embargo, no contra la razón en si, más bien contra una política interna de la razón, por cuanto la razón se empodera a tal punto a sí misma que se conduce a dirigir el sentir, el recordar, el imaginar, y porque no, muchas veces el amar. Por tanto, la razòn reclama una justificación de lo que sentimos, de lo que queremos, y hasta de lo que somos. Los desencuentros entre arte y psiquiatria no han sido menores. André Breton quien luego de una entusiasta y temprana adhesión al psicoanálisis, termina por distanciarse, al considerarlo un método de represión. Pero más allá de esto, la poesía y el arte podrían ser entendidos como contra respuestas a esta razón instrumentalizada por el poder. Cañio quien además de poeta es dibujante y performance, activa esta contra respuesta, que es además una forma, quizás la más poderosa de todas, de resistencia y antítesis frente a la lógica también del mercado. Al repasar las páginas de “Palabras Salvajes: fragmentos de una ficha clínica”, este texto nos va mostrando las confrontaciones del poeta con un sistema que no hace más que lesionar su autoafirmación como poeta, como ciudadano y por supuesto como ser humano. Para Cañio nada queda fuera de esta corrosión que es provocada ya no por la economía a secas, más bien por una suerte de necro economía que opera en todas las dimensiones de las relaciones humanas, incluyendo por cierto el amor, que a pesar de estar siempre asediado por el binomio mercado/mercancía, para Cañio es aún una utopía, quizás la última de todas. Pero también es una más de esas angustias, que podrían incluirse dentro de las angustias subjetivas e históricas que esta escritura entraña. Nada de esto conduce, ni tienta al poeta, a una posible evasión romántica de la realidad. Cañio es un poeta que está reafirmando siempre la permeabilidad del contexto socio histórico en su escritura, creando (a pesar de un desencanto limite), una conciencia combativa a partir de la propia conciencia de su marginalidad y dolor psíquico, y creando una configuración psíquica, no lingüística, de su marginalidad. En este sentido “Palabras Salvajes: fragmentos de una ficha clínica”, podría ser o no, tributario de algunos textos como: “Suburbias Babilonia” de Felipe Moya, (sin el modo desarticulado e interpolado de este) y “El Paseo Ahumada” de Enrique Linh, (sin todos los usos retóricos de este). De todas formas, en esta tercera obra de Luis Cañio, se apela al sujeto histórico, y aun más, se cree todavía en las transformaciones que puede producir el arte en la conciencia de este, a pesar de aquella omnipresencia del libre mercado, inscrita en el cuerpo social. “Palabras Salvajes: fragmentos de una ficha clínica”, más que exponer los fragmentos de una ficha clínica, es una escritura afectada por su época, una escritura que se adentra en la compleja espesura del sentir, y a la vez un ajuste de cuentas con ese “Chile”, que devino de estado benefactor a país- mercado, (tal como lo define muy en el prólogo de esta obra, el artista visual y poeta Aldo Alcota, “Un Chile patológico”), y por ende un diagnóstico del estado de conciencia del propio chileno.
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dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Reseña de “Palabras salvajes, fragmentos de una ficha clinica”.
Luis Cañio, Marciano Ediciones, 64 Paginas. 2023.
Por Rodrigo Verdugo