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Una lectura de Carne humana de Rodolfo Ybarra

Carne humana o el tratado de vida incesante

Por David Antonio Abanto Aragón

"¿soy o no soy maldito? That is the question? Cómo decirles que soy un "bendito"
ser humano que no tuvo intensión ni siquiera de escribir un verso"

Rodolfo Ybarra en entrevista hecha por Miguel Ildefonso


Este año, el Premio Cervantes le ha tocado al poeta español Antonio Gamoneda (Oviedo 1931), que es una muy buena noticia en estos tiempos en los que se dice que nadie, o casi nadie, lee poesía y que los jurados prefieren premiar a los narradores antes que a los poetas porque son desconocidos por la mayoría de lectores.

En algunos casos resulta necesario hacer generalizaciones cuando su finalidad es didáctica, dicho esto señalemos que podemos hablar de dos tipos de poetas. Aquellos que se debaten entre Eros (como impulso de vida y no sólo energía sexual) y Thánatos (como cese de la escritura). Estos poetas dependen de la inspiración y liberan una permanente batalla entre ambas fuerzas: vida y muerte. En cambio, hay otro tipo de poetas que lo llamaría "civiles", y Latinoamérica y el Perú nos presenta buenos ejemplos de este tipo de poética, que tratan a la poesía como un medio de expresión del descontento político con un fuerte sentido de la injusticia social. No creemos que estos poetas dependan de la inspiración. Estas dos corrientes desembocan, por un lado, en una poética de expresión lírica, en algún punto, más universal, y por el otro, una poesía social o civil ligada a un momento particular de una sociedad particular.

La poesía es y será cosa de unos cuantos, de eso estamos convencidos. Esta condición minoritaria de la poesía, percibida por muchos como algo lamentable, es casi una bendición, porque la pone a salvo de las exigencias del mercado y asegura su libertad. Es un género que está un poco por fuera del sistema -decir "por afuera" es diferente de "contra" el sistema-, puesto que nadie espera generar capital con ella, ni producir nada en términos de mercado, es decir una situación similar a la goliardesca medieval. Reflexionando sobre la tan difundida convicción: 'corren malos tiempos para la poesía', podemos señalar que la poesía, ajena al mercado y escasa de funciones externas, es, por ello precisamente, la única actividad que, dentro de las circunstancias, puede escapar al gregarismo. En el fervor minoritario, en la subjetivación radical, en la amplificación 'anormal' del lenguaje, ahí se ha producido la mutación cualitativa que legitima su supervivencia, la que se logra en el carácter de la propia máquina poética y en la intensificación de la vida del emisor y de unos pocos receptores. Pero a pesar de ello, o por ello mismo, la poesía puede ser popular. Y podemos concluir, salvo la normal cuota de insolvencias, no corren malos tiempos para la poesía.

Una manifiesta demostración de lo que venimos afirmando lo constituye la aparición de Carne humana del poeta Rodolfo Ybarra. Carne humana es el nombre del libro que unifica toda una poética compuesta en tres partes. La primera alude a la parte material o corporal del hombre, considerada en oposición al espíritu. Recordemos que una acepción del vocablo carne hace referencia a uno de los tres enemigos del alma, que, según el catecismo de la doctrina cristiana, inclina a la sensualidad y lascivia: en sus primeros versos, se padece la experiencia vital como una perturbación opresiva y reveladora:

"con la carne humana pasa algo extraño que mientras, más cruda y
sangrienta se presenta mejor se encuentra uno consigo mismo".
.. .. .. .. .. .("ANTROPOFAGIA O LA CARNE OFRECIDA", Primera Carne)

Anotemos algo que juzgamos principal: el lenguaje "en nervazón de angustia" que da manotazos de ahogado para salvarse conquistando "la línea mortal del equilibrio", se alimenta de la experiencia vivida por la voz poética de estas composiciones.

De modo intermitente, continúa valiéndose de la palabra poética como medio de afirmación a través de los agónicos y gozosos avatares de la existencia, mostrándonos que la vida de un poeta es una síntesis en marcha con la palabra como una gota de agua:

"Si te pusieras a 'mirar' el universo en una gota de agua,
la distancia entre el nacimiento y el ocaso inexpugnable
el sonido de los pájaros muertos y la bruma que todo lo envuelve y todo lo borra,
habría un solo hombre, una sola cabeza de hombre pensando el único destino,
la flecha acápite, el punto fijo donde convergen otras miradas."
.. .. .. .. .. .("CAÍDA DE UNA GOTA". Primera Carne)

La segunda ha encontrado en la palabra escrita una bienhechora catarsis, "necesaria de poesía", nos dice la voz poética (RESPONSORIO); esos poemas son el alimento (carne) liberador para el inicio de una obra que se prolongará por los años.

La poesía es un trabajo continuo, una vocación a la que no se renuncia; más que un quehacer o actividad, la vida misma, la carne misma. Por eso Carne humana no es un título azaroso o casual: si la carne es vida y vida incesante, continua, más allá de los cambios, el paso del tiempo, las rupturas y las dislocaciones, y si la poesía es la carne, la vida, la vida humana todos los poemas que escribe Rodolfo Ybarra, toda la vida que vive, tienen un lugar en este libro no como resultado de la mera acumulación sino, por el contrario, desde una notable concepción arquitectónica que se expresa en una poética sostenida, en la vinculación entre la poesía y las experiencias vitales, las vivencias y en el permanente afán de que la forma no pierda fuerza expresiva. Autenticidad y hondura le exige siempre a su poesía. Autenticidad y hondura es lo que le ofrece al lector Carne humana.

"No es hora de la venganza, es hora de los silencios, de los abrazos de las
Sonrisas. No te vayas, no des un paso más, yo seré tu demiurgo si quieres, tu esclavo si eso te hace feliz, pero quédate, no empaques y ayúdame a ayudarte.

Mírame de frente. No insistas en el destierro, la huída sólo trae tristeza y
Soledad, y de este lado la antorcha de mi llanto quema toda bacteria de silencio
¿Vida, me escuchas? Vida, no abandones al cuerpo."
.. .. .. .. .. .("EXVOTO" Segunda Carne)

La tercera alude a esta esperanza regenerativa a la que se asocia la emoción de la madre ahora tras los límites, en el gran Misterio: "la carne que a veces nos conduce al espíritu" ("CARNE DE DIOS", Tercera Carne)

Está ahí, cuando "tras las luchas y afanes y tantos bordes de fracaso", como dice Pedro Salinas, "en el papel amanece una palabra". Rodolfo no es el poeta que nos habla en los versos de Carne humana, pero está ahí, como nosotros lo estamos, en su poesía para:

"preservarnos de los malos lugares y de la gente que nos puede
hacer daño
Y de nosotros mismos cuando andamos ciegos y furiosos"
.. .. .. .. .. .("CARNE DE ÁNGEL", Tercera Carne)

Así como de duple se pasa a triple, de dúo a trío, de duplicidad a triplicidad (Vallejo sintió oportuno pasar verbalmente del dulce al trilce), pues Ybarra en Carne humana, nos muestra el pasar trinitariamente de la carne del cuerpo y alma a la esperanza. Anotemos que el tema de la Esperanza es capital en Carne humana.

Hasta pareciera que Ybarra busca el juego con el florentino dolce stil nuovo (en su tesis de 1915 nos recuerda González Vigil conceptuó que el "alegorismo florentino" llevó la idea del Amor hasta la exaltación religiosa, mística) forjando un trilce stil nuovo.

Carne humana anhela conquistar lo inédito: la "costa aún sin mar" (Tr.LXXVII) a la que aludía Vallejo. Una tercera potencia en lo espacial (eso enfatiza el poema "Trilce"), temporal (Cf. "Me estoy riendo") antropológico, ético y estético.

Ybarra pertenece a esa clase de poetas que escriben tocados primordialmente por la realidad, por su paisaje torrencial y sobrecogedor y por los sueños del hombre en su lucha incesante por modelar su destino y que sabe como lo dice en entrevista hecha por Miguel Ildefonso que son: "la vida y la poesía los que nos tiene vivos de este lado".

Ybarra se apropia de una tradición humanista moderna, que era un catálogo de farmacia, y escribe, reescribe, 'plagia' la "palabra científica arcaica" para transformarla en expresión poética propia y personal. Carne humana es un texto bellísimo, de rara y original poesía que nos demuestra en carne propia que corren, pues, buenos tiempos para la poesía.

Independencia, enero de 2007

 

 

 

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Carne humana o el tratado de vida incesante.
Una lectura de "Carne humana" de Rodolfo Ybarra.
Por David Abanto Aragón.