Proyecto Patrimonio - 2007 | index | Rodolfo Ybarra | David Abanto  | Autores | 
             
             
            
            
             
            
              
            
            Carne 
              humana o el tratado de vida incesante
              Una lectura de "Carne 
              humana" de Rodolfo Ybarra
            Por 
              David Antonio Abanto Aragón
              
              
              
              
            
          "¿soy o no soy maldito? 
            That is the question? Cómo decirles que soy un "bendito" 
            
            ser humano que no tuvo intensión ni siquiera de escribir 
            un verso"
            Rodolfo Ybarra en entrevista hecha por Miguel Ildefonso
          
            Este año, el Premio Cervantes le ha tocado al poeta español 
            Antonio Gamoneda (Oviedo 1931), que es una muy buena noticia en estos 
            tiempos en los que se dice que nadie, o casi nadie, lee poesía 
            y que los jurados prefieren premiar a los narradores antes que a los 
            poetas porque son desconocidos por la mayoría de lectores.
            
            En algunos casos resulta necesario hacer generalizaciones cuando su 
            finalidad es didáctica, dicho esto señalemos que podemos 
            hablar de dos tipos de poetas. Aquellos que se debaten entre Eros 
            (como impulso de vida y no sólo energía sexual) y Thánatos 
            (como cese de la escritura). Estos poetas dependen de la inspiración 
            y liberan una permanente batalla entre ambas fuerzas: vida y muerte. 
            En cambio, hay otro tipo de poetas que lo llamaría "civiles", 
            y Latinoamérica y el Perú nos presenta buenos ejemplos 
            de este tipo de poética, que tratan a la poesía como 
            un medio de expresión del descontento político con un 
            fuerte sentido de la injusticia social. No creemos que estos poetas 
            dependan de la inspiración. Estas dos corrientes desembocan, 
            por un lado, en una poética de expresión lírica, 
            en algún punto, más universal, y por el otro, una poesía 
            social o civil ligada a un momento particular de una sociedad particular.
            
            La poesía es y será cosa de unos cuantos, de eso estamos 
            convencidos. Esta condición minoritaria de la poesía, 
            percibida por muchos como algo lamentable, es casi una bendición, 
            porque la pone a salvo de las exigencias del mercado y asegura su 
            libertad. Es un género que está un poco por fuera del 
            sistema -decir "por afuera" es diferente de "contra" 
            el sistema-, puesto que nadie espera generar capital con ella, ni 
            producir nada en términos de mercado, es decir una situación 
            similar a la goliardesca medieval. Reflexionando sobre la tan difundida 
            convicción: 'corren malos tiempos para la poesía', podemos 
            señalar que la poesía, ajena al mercado y escasa de 
            funciones externas, es, por ello precisamente, la única actividad 
            que, dentro de las circunstancias, puede escapar al gregarismo. En 
            el fervor minoritario, en la subjetivación radical, en la amplificación 
            'anormal' del lenguaje, ahí se ha producido la mutación 
            cualitativa que legitima su supervivencia, la que se logra en el carácter 
            de la propia máquina poética y en la intensificación 
            de la vida del emisor y de unos pocos receptores. Pero a pesar de 
            ello, o por ello mismo, la poesía puede ser popular. Y podemos 
            concluir, salvo la normal cuota de insolvencias, no corren malos tiempos 
            para la poesía.
          Una manifiesta demostración de lo que venimos afirmando lo 
            constituye la aparición de Carne humana del poeta 
            Rodolfo Ybarra. Carne humana es el nombre del libro 
            que unifica toda una poética compuesta en tres partes. La primera 
            alude a la parte material o corporal del hombre, considerada en oposición 
            al espíritu. Recordemos que una acepción del vocablo 
            carne hace referencia a uno de los tres enemigos del alma, que, según 
            el catecismo de la doctrina cristiana, inclina a la sensualidad y 
            lascivia: en sus primeros versos, se padece la experiencia vital como 
            una perturbación opresiva y reveladora:
          
           
             
               "con la carne humana pasa algo extraño que mientras, 
                más cruda y 
                sangrienta se presenta mejor se encuentra uno consigo mismo".
                .. .. .. .. .. .("ANTROPOFAGIA 
                O LA CARNE OFRECIDA", Primera Carne)
              
            
          
           Anotemos algo que juzgamos principal: el lenguaje "en nervazón 
            de angustia" que da manotazos de ahogado para salvarse conquistando 
            "la línea mortal del equilibrio", se alimenta de 
            la experiencia vivida por la voz poética de estas composiciones.
            
            De modo intermitente, continúa valiéndose de la palabra 
            poética como medio de afirmación a través de 
            los agónicos y gozosos avatares de la existencia, mostrándonos 
            que la vida de un poeta es una síntesis en marcha con la palabra 
            como una gota de agua:
          
           
             
              "Si te pusieras a 'mirar' el universo en una gota de agua,
                la distancia entre el nacimiento y el ocaso inexpugnable
                el sonido de los pájaros muertos y la bruma que todo lo 
                envuelve y todo lo borra,
                habría un solo hombre, una sola cabeza de hombre pensando 
                el único destino,
                la flecha acápite, el punto fijo donde convergen otras 
                miradas."
                .. .. .. .. .. .("CAÍDA 
                DE UNA GOTA". Primera Carne) 
              
            
          
          La segunda ha encontrado en la palabra escrita una bienhechora catarsis, 
            "necesaria de poesía", nos dice la voz poética 
            (RESPONSORIO); esos poemas son el alimento (carne) liberador para 
            el inicio de una obra que se prolongará por los años.
            
            La poesía es un trabajo continuo, una vocación a la 
            que no se renuncia; más que un quehacer o actividad, la vida 
            misma, la carne misma. Por eso Carne humana no es un título 
            azaroso o casual: si la carne es vida y vida incesante, continua, 
            más allá de los cambios, el paso del tiempo, las rupturas 
            y las dislocaciones, y si la poesía es la carne, la vida, la 
            vida humana todos los poemas que escribe Rodolfo Ybarra, toda la vida 
            que vive, tienen un lugar en este libro no como resultado de la mera 
            acumulación sino, por el contrario, desde una notable concepción 
            arquitectónica que se expresa en una poética sostenida, 
            en la vinculación entre la poesía y las experiencias 
            vitales, las vivencias y en el permanente afán de que la forma 
            no pierda fuerza expresiva. Autenticidad y hondura le exige siempre 
            a su poesía. Autenticidad y hondura es lo que le ofrece al 
            lector Carne humana.
          
           
             
              "No es hora de la venganza, es hora de los silencios, de 
                los abrazos de las
                Sonrisas. No te vayas, no des un paso más, yo seré 
                tu demiurgo si quieres, tu esclavo si eso te hace feliz, pero 
                quédate, no empaques y ayúdame a ayudarte.
               Mírame de frente. No insistas en el destierro, la huída 
                sólo trae tristeza y 
                Soledad, y de este lado la antorcha de mi llanto quema toda bacteria 
                de silencio
                ¿Vida, me escuchas? Vida, no abandones al cuerpo."
                .. .. .. .. .. .("EXVOTO" 
                Segunda Carne)
              
            
          
          La tercera alude a esta esperanza regenerativa a la que se asocia 
            la emoción de la madre ahora tras los límites, en el 
            gran Misterio: "la carne que a veces nos conduce al espíritu" 
            ("CARNE DE DIOS", Tercera Carne)
           Está ahí, cuando "tras las luchas y afanes y 
            tantos bordes de fracaso", como dice Pedro Salinas, "en 
            el papel amanece una palabra". Rodolfo no es el poeta que nos 
            habla en los versos de Carne humana, pero está ahí, 
            como nosotros lo estamos, en su poesía para:
          
           
             
              "preservarnos de los malos lugares y de la gente que nos 
                puede 
                hacer daño
                Y de nosotros mismos cuando andamos ciegos y furiosos"
                .. .. .. .. .. .("CARNE 
                DE ÁNGEL", Tercera Carne)
              
            
          
          Así como de duple se pasa a triple, de dúo a trío, 
            de duplicidad a triplicidad (Vallejo sintió oportuno pasar 
            verbalmente del dulce al trilce), pues Ybarra en Carne humana, 
            nos muestra el pasar trinitariamente de la carne del cuerpo y alma 
            a la esperanza. Anotemos que el tema de la Esperanza es capital en 
            Carne humana.
          Hasta pareciera que Ybarra busca el juego con el florentino dolce 
            stil nuovo (en su tesis de 1915 nos recuerda González Vigil 
            conceptuó que el "alegorismo florentino" llevó 
            la idea del Amor hasta la exaltación religiosa, mística) 
            forjando un trilce stil nuovo.
           Carne humana anhela conquistar lo inédito: la "costa 
            aún sin mar" (Tr.LXXVII) a la que aludía Vallejo. 
            Una tercera potencia en lo espacial (eso enfatiza el poema "Trilce"), 
            temporal (Cf. "Me estoy riendo") antropológico, ético 
            y estético.
          Ybarra pertenece a esa clase de poetas que escriben tocados primordialmente 
            por la realidad, por su paisaje torrencial y sobrecogedor y por los 
            sueños del hombre en su lucha incesante por modelar su destino 
            y que sabe como lo dice en entrevista hecha por Miguel Ildefonso que 
            son: "la vida y la poesía los que nos tiene vivos de este 
            lado".
          Ybarra se apropia de una tradición humanista moderna, que 
            era un catálogo de farmacia, y escribe, reescribe, 'plagia' 
            la "palabra científica arcaica" para transformarla 
            en expresión poética propia y personal. Carne humana 
            es un texto bellísimo, de rara y original poesía que 
            nos demuestra en carne propia que corren, pues, buenos tiempos para 
            la poesía. 
          
           
            
               Independencia, enero de 2007