LA
SIERRA ELÉCTRICA DE CARLOS CARRILLO:
"PARA TENERLOS BAJO LLAVE"
(Bizarro Ediciones,
Lima 2007, 126 pgs)
Por
Rodolfo Ybarra
Desde lugares de ultratumba retorna con cabezas decapitadas y mandíbulas
salientes nuestro recordado escritor gótico Carlos Carrillo
(Lima, 1967), seguidor del escritural H. P. Lovecraft, del escultural
Gunter Von Hagens ("Los mundos del cuerpo"), del pictórico,
asesino y descuartizador peruano Lu.Cu.Ma., que ahora expone con éxito
en Europa y del cinemero Gordon Lewis, quien con su iniciático
"Bloodfeast" ("Fiesta de Sangre") dio rienda
suelta a sus bajos instintos y manchó con litros de sangre
el ecran pusilánime de los años sesenta.
Carrillo nos regurgita (idem) su libro de cuentos "Para
Tenerlo bajo Llave", el cual nos llega por aire, mar y tierra,
es decir con un corto, espectáculo teatro o vernisagge y
el texto mismo, al cual ha agregado un par de cuentos nuevos y quitado
lo que era el adelanto de novela sobre "El Pitufo Sodomita"
que aparece consignado en la novela de Manuel Rilo "Contraeltráfico"
(pgs 164 y 199) quien celebra el trato contranatura y la relajación
de los esfínteres, aparte de las noches con alcohol y drogas
necesarias.
Hay en Carrillo una tradición y una influencia clara del romanticismo,
in estricto de la temática escabrosa de Nerval, Baudeliere
o del deicida Vigni y de modernistas como Leopoldo Lugones con sus
"fuerzas extrañas" y Quiroga con su cuento corto
"El Vampiro".
Esta onda del "mal" es lo que seduce a Carrillo para guiarnos
con su pluma como la cámara de "Las Brujas de Blair"
(I y II), por esos vericuetos de sus textos embrujados, su pacto en
misa negra, sus códigos a lo Zodiac -que azotó Norteamérica,
en los años setenta- y donde asesinato y teoría se juntan
para puro divertimento o la satisfacción de deseos oscuros.
Así se suceden los cuentos como "El Coleccionista"
que no sé por qué lleva el subtítulo de "Danza
de la Decadencia" cuando más bien es el triunfo de la
erotomanía, la posesión material del sexo opuesto que
pasa, por supuesto, por la castración y/o ablación;
aquí dos "cazadores" se juntan y las apariencias
físicas juegan a favor de la niña-mujer quien atrapará
al lobo feroz, la imagen nos remite por volución no pretérita
a la película "Hostel" II, donde la mujer
-atrapada y vendida para una tortura lúdica- logra evadirse
y cortarle de cuajo el pene a su ejecutor, el cual lanza luego a unos
perros. Esa imagen que definitivamente es difícil que tenga
como propiciador a Carrillo nos remite a la fobia natural del hombre
de perder el miembro viril, que si mal no recuerdo es llamado corafobia
-aunque a veces se confunde con medomalacufobia que es el miedo a
perder la erección del pene-, he ahí el triunfo del
cuento, la perversión de lo natural, la destrucción
de la sexualidad tradicional donde el placer no solo también
es la búsqueda del dolor sino de la perversión y la
religión del mal, recuérdese el ensayo de Bataille "La
Literatura y el Mal" donde el ensañamiento o el baile
sobre el cadáver fresco o sobre las añejas osamentas
es realmente la manifestación sincera de la maldad, no en el
sentido religioso sino epistemológico, no en el sentido axiomático
sino biológico: la maldad carnal del ser humano.
Esta última idea nos remite a su segundo cuento "Cristales
Rojos", donde César y Domenika, una pareja de depravados
y asesinos, terminan sus andanzas (en el cuento) matando o construyendo
el asesinato con la botella de vodka que la fémina lanza sobre
su madre, para luego fornicar encima "mientras unos cristales
se incrustaban en su cuerpo", es decir la radicalización
del complejo de Electra que aquí en Perú tuvo en la
Llamoja un claro ejemplo de las disputas entre una joven adolescente
y una madre conservadora que acabó con el fatal asesinato y
la sentencia popular y el claustro a quien eso acomete.
En "Mujer de las 4:00 Am". la licantropía, o sea
la transformación lunática de una mujer en lobo convierte
a una bella pelirroja no solo en una literal devoradora de hombres,
sino en una insaciable nínfula a expectativas de su doberman,
el cual ejerce el papel de amante y titular de la bestialización,
como colofón nos revela a una descendiente de Lucille Leonhardt
Bator.
En "La Gorgona en el Lienzo" hay una reminiscencia directa
con "El Retrato de Dorian Gray", nada más que aquí
Carolina, La Guardiana de la Noche, es el nombre de un retrato que
asesina a integrantes de una genealogía: Los Saldívar.
Cabe anotar que en la adaptación para video hecha por Christian
Cancho, el lienzo se transforma en una estatua, lo que le da más
plasticidad e impacto al personaje, en realidad me parece que el video
equipara al cuento, hay una correspondencia y una calidad notoria
en el trabajo de los personajes hecha por Cancho, finalista también
en el concurso "1 minuto" hecho por Fundación Telefónica
el presente año, ya se había visto antes su película
porno-comedia en animación artesanal de más de una hora
de duración en la que nos introduce en el mundo de "La
Farándula" con muñecas Barbie y el plástico
Ken (de Mattel) con muchas fiestas, licor, drogas y por supuesto penetraciones
de todo tipo, he ahí la identificación con la sierra
eléctrica de Carrillo.
En "Euforia Permanente" la pederastia y el asesinato de
los niños con el consumo de ácidos nos entrega un cuento
bastante motivador que acaba con una epístola donde el tiempo
no puede detener la naturaleza del ser humano: "Sí, noquearse
en una morgue. Ya lo haremos René, ya lo haremos. Y también
cogeremos a ese chico, el asistente, y lo abriremos y desparramaremos
sus entrañas y bailaremos sobre esa masa roja y viscosa y nos
reiremos y nos noquearemos entre sus tripas. Lo haremos muy pronto,
René. Tengo que mudarme de prisa. Esta ciudad sospecha que
el nuevo profesor de la escuela primaria está relacionado con
la violación y mutilación de las alumnas. Así
que muy pronto me reuniré contigo, René."
"Invoca la Desgracia" es un cuento de la oscuridad donde
la hechicería convierte a una "sopa de lorbiones"
en el combustible perfecto para la fornicación, sobre todo
si la partner es una copromantia de vulva azul, la zoofilia aparece
bien representada con un chivo de ojos negros y lujuriosos y donde
un cerdo con lengua cilíndrica en forma de miembro viril "copula"
con la clamante mujer, lo que sigue no es apto para menores: "El
cerdo metió entero ese grasoso pene en la primera acometida
logrando que Úrsula gritase con todo el aire de sus pulmones.
Roncos rugidos indicaban el goce obtenido por el cerdo con el ano
rosado y terso de la dulce Úrsula. Ella lloraba y gritaba de
placer. Lloraba por el increíble placer que la envolvía.
Sus gritos acompañaban cada salvaje arremetida de ese cerdo
infernal". La relación contranatura no es pues ejercida
por el hombre sodomizando a una mujer, sino lo contranatural es digamos
la relación sexual del cerdo -animal inmundo detallado en el
Antiguo Testamento y receptáculo de espíritus nefastos
en el Nuevo Testamento- con una bella mujer, deseosa a su vez de las
delicias animales.
En "Si a trece le quitas cuatro tienes nueve" la pederastia
toma otra connotación en la maduración casi espontánea
de una niña aparentemente "ultrajada" por el novio
de la hermana y quien la convierte en "Wendi, mi sensual puta
rubia de nueve años". La corrupción de una menor
se convierte en la seducción facinerosa que despierta a su
vez una lujuria escondida en el interior de la niña, aleatoriamente
nos hace recordar a la "Lolita" de Nabocov y las locura
a las que arrastra a Humbert-Humbert.
"Soplo en el Cerebro" narra las peripecias de un junkie,
del sexo fácil y el consumo de ácidos, la trastocación
del cerebro y la personalización del pene que habla y se queja:
"¡Yo no entro! Esa tipa está podrida por dentro
-pareció reflexionar, y continuó- ¡No señor,
yo no entro! Puede tener gusanos, moluscos, herpes, ladillas, chancro.
Recuerda la última vez. La penicilina, los antibióticos,
el dolor. ¿Te acuerdas?"
"Legado de los Cárpatos" se mezcla una suerte de
clasicismo gótico, o sea maldiciones y muertes escabrosas con
una modernidad urbana y deletérea y desapariciones de niños
que es más que nada una imagen bíblica acometida por
Herodes en el siglo primero de nuestra era y de la cual se vale nuestro
autor para dar fuerza y vitalidad a su cuento. Recuérdese también
el II y III capítulo de "La Profecía" y su
tierno Damián.
Esta edición de "Para Tenerlos Bajo Llave" trae dos
cuentos nuevos en la sección "Bonus Track": "Hija
de Hefesto" que narra una obsesión o como dice el narrador:
"Esa fuerza recibió, en otras épocas lejanas, el
nombre de súcubo o íncubo" y donde aparece inmiscuido
el "correcto" carnicero Joseph Méngüele y una
creación a lo Frankenstein de una bella mujer como las que
adornan todo el libro, o sea pelirroja, ojiverde, de cuerpo exuberante
y deseosa de un falo ardiente. Y por último "La Invitación"
donde un conjuro mal hecho devuelve el mal a su ejecutante, he aquí
el conjuro para hechizar y facilitar el desvirgamiento a una joven
mujer: "Consigue una foto nítida de la cara de Susana.
Captura un gato negro. Viaja al abandonado cementerio de Cieneguilla.
Escribe lo que quieres de Susana en la parte de atrás de la
foto mientras recitas en voz alta este hechizo, sólo las primeras
tres estrofas. Luego, abre el pecho del gato y coloca la foto en la
cavidad. Moja tu cara con la sangre y recita las siguientes tres estrofas
del hechizo mientras te masturbas sobre la herida. Termina quemando
el gato y recitando las tres últimas estrofas. ¡Así
tendrás a la virtuosa Susana como perra en celo!". Curiosamente
este hechizo es parecido al anotado en el "Libro de San Cipriano"
y al que ejecutan los chamanes y brujos de las Huaringas, lo que nos
hace pensar que el autor ha indagado directamente en este tipo conocimiento
marginal y a veces folklórico.
Quiero anotar que conocí a Carrillo en una Reunión
en casa de Rilo, posiblemente el año 95 ó 96 en la que
Oswaldo Reinoso había cocinado unos frijoles con carne y tocino
ahumado y nuestro amigo Carrillo había llevado a su compañera
dominatrix, vestida totalmente de negro en la que resaltaba
un cabello esponjoso con hermosos bucles y una figura bastante esbelta
que se lució en toda su dimensión cuando se encaramó
en la mesa para mostrarnos el tatuaje que llevaba en la nalgamenta
y en la parte baja del derriere, pero eso no fue lo más
interesante, ahora pasado el tiempo -que de hecho lo fue en su momento-
sino que Carrillo y la dominatrix hablaban del pentagrama (símbolo
satánico impuesto por Antón Lavey, el "Papa Negro")
y de cómo se podría crear a un hijo cuya procedencia
sería del lado oscuro. Carrillo era ya desde esos años
un escritor-élite conocido sólo por un reducido grupo
de lectores y amigos amantes de la sangre con rastros de esperma y
del látigo de cilicio, los candados y el baúl de torturas.
Cabe recordar que en esta reunión también estaba la
poeta Victoria Guerrero apuntando con su cañón fotográfico,
el narrador y segundo puesto del Copé de cuento 2006 Sergio
Galarza con su timidez tartamudeante, radicado actualmente en España
y la ahora reportera sensacionalista de ATV, Lorena Ormeño.
Carlos Carrillo, a sus cuarenta años, licenciado en Economía
y Magíster en Finanzas es, salvo mejor parecer, una rara especie
de escritor y casi único y solitario en este subgénero
literario del horror; se deja ver a veces en conciertos metal y en
algunos lugares sórdidos rodeado por personajes salidos de
algún lugar de tortura. Saludo este libro y lo recomiendo,
pues no solo son los textos lo importante, sino que hay una bella
edición multimedia cuyo tiraje de 666 ejemplares nos puede
dar un indicio de las infectas y luciferinas búsquedas de nuestro
autor.