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CAFÉ TEST PARASOMNIA
Entrevista a Rodolfo Ybarra

Por Efraín Altamirano




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- Defínete poéticamente.
- Preferiría definirme dentro de alguna ciencia exacta o dentro de “la razón de oportunidades” o razón de momios. Poéticamente, solo puedo decir que mi materia subyugada en forma de pensamiento ha generado la posibilidad y/o habilidad de la escritura o construcción (homo faber), pues soy en tanto leo y escribo o produzco información, discursos teoréticos, argumentos, ideas, etc.; y, en última instancia, el logos griego sostiene mi creatura. Y digo todo esto entendiendo que la poesía está incapacitada de “definir” nada, pues la belleza solo se (de)muestra, solo se enseña a quien pueda apreciarla. De ahí que puedo dejar un verso, el mismo que será antagónico a una definición: “Yo es otro” (Rimbaud) que además soy lo que voy dejando de ser o lo que siendo no deja de ser otro: o sea,“soy el que soy” (Hermes Trimegisto). La belleza no reside en la explicación o en la tautología, la belleza es más un caso de ataraxia, de obnubilación, un impacto de los sentidos. Ya Aristóteles había dicho que la poesía cuenta lo que va a suceder, mientras que la historia cuenta lo que sucedió. La poesía trata con emociones, sentimientos, estados de la mente, el alma, el espíritu; pedirle que nos entregue un concepto es casi un despropósito.

Me puedo definir en función de los metafísicos o del materialismo dialéctico, o en función de la lógica o de las matemáticas, del trivio o del cuadrivio. Una definición poética tendría que ser necesariamente un verso, un poema, una expresión con lenguaje purificado; la licuefacción de un pensamiento que no siempre dirá lo que tiene que decir, porque hay un largo trayecto entre la idea y la vocalización o expresión última que acaba o empieza en el papel (Wittgenstein). Una “definición” poética solo será un artilugio, un movimiento de prestidigitador o saltimbanqui cuando no una performance o un movimiento de minué, pues la tendencia a lo metafórico lo aleja del uso estricto y funcional de la palabra (Jakobson).

- ¿Tus influencias poéticas?
-
El espectro poético, en mi caso, puede llegar a ser muy amplio, en tonalidades que van desde el ultravioleta hasta el infrarrojo. Desde los poetas rusos zaristas hasta los revolucionarios estalinistas. Desde los expresionistas alemanes hasta los infrarrealistas mexicanos. Desde los nadaístas colombianos hasta los herméticos italianos. Desde los prebarrocos hasta los neobarrocos (o “neorrabiosos”) o los poetas posmodernos; cuando no de los poetas-árbol, globales, generales, fluorescentes y ramificados a los poetas-semilla, particulares, periféricos y minimalistas. [Algo así como una poesía al estilo Georgi Plejánov y su rechazo al “arte por el arte”, un arte que dice para qué o por qué sirve, contrariamente al arte planteado por Walter Benjamin o Theodor Adorno en los conceptos de arte (poesía), de vanguardia como especificación productiva de una sociedad altamente tecnificada y que no tiene porqué expresar su condición material, pues, en el fondo, se convierte en la negación de la negación o la negación de las cosas].

Y, cómo no, huelga decir, las influencias se irradian desde mis contemporáneos o generacionales hasta los griegos y romanos. Ahora, si me piden nombres, puedo dejarme llevar por el exceso blakeano, así, a vuelo de pájaro: Sófocles, Homero, Horacio, Petrarca, Dante Alighieri, Virgilio, Safo, Píndaro, John Milton, Góngora y Argote, Francisco de Quevedo Villegas, Ramón de Campoamor, Esquilo, William Wordsworth, Edgar Allan Poe, Walt Whitman, Bertolt Brecht, Verlaine, Conde de Lautréamont, Roque de Vergallo, Robert Browning, Allen Ginsberg, Ferllinghetti, Kenneth Patchen, Gregory Corso, Norman O. Brown, William Butler Yeats, Emely Dickinson, Jacques Roubaud, Roberto Juarroz, Martín Adán, Sylvia Plath, Robert Duncan, Robert Creeley, Wallace Stevens, Charles Simic, Robert Lowell, James Tate, Marianne Moor, Borís Pasternak, Joyce Mansour, Alberto Hidalgo, Nicanor A. de la Fuente, Enrique Bustamente y Ballivián, Jotamario Arbeláez, André Breton, Philippe Soupault, Jacques Prévert, Mario Santiago Papasquiaro, José Martí, Rubén Darío, Jorge Luis Borges, Néstor Perlongher, Gamaliel Churata, Tomas Tranströmer, etc., etc.

- ¿La poesía es catarsis?
- El psicoanálisis reemplazó al exorcismo cristiano. La catharsis burguesa no puede reemplazar el espíritu creador, el trabajo y esfuerzo del poeta que empuña la pluma como si fuera un apero o un arma steampunk de combate. La poesía como catarsis fue un “exabrupto” y parte del esplín de las sociedades de los siglos XVIII y XIX, que se arrastró con las Revoluciones industriales hasta el siglo XX. En este escenario, donde el poeta se droga y se alcoholiza, para olvidar sus problemas y para expectorar a sus demonios traduciéndolos en escritos o viviendo en ebriedad permanente como reto a uno sociedad en la cual no podría integrarse y que carecía (carece) de belleza −algo que explica mejor Marshall Berman en su Todo lo sólido se desvanece en el aire−, por lo tanto, mejor fingir una realidad, endosar permanentemente un mundo y crear otro. Total, ¿no se dice que el Apocalipsis de Juan fue escrito en la isla de Patmos, donde crece un conocido hongo alucinógeno? −mejor explicado en los viajes en Yagé, pesticidas, LSD y cocaína de William Burroughs y su Naked lunch, o por los poetas que visitaban el Barrio Chino de Lima para fumar opio; incluso Vallejo pasó por esa experiencia−. Ergo, ante una realidad cruel y dura, la belleza se eriza y produce poemas que sintonizan con el descensus ad inferos o con la fealdad, como oposición a la perfección, en su definición más heterodoxa, planteada por Voltaire en su Diccionario filosófico y citada en la Historia de la fealdad, de Umberto Eco: “Preguntad a un sapo qué es la belleza, el ideal de lo bello, lo to kalòn. Os responderá que la belleza la encarna la hembra de su especie, con sus hermosos ojos redondos que resaltan de su pequeña cabeza, boca ancha y aplastada, vientre amarillo y dorso oscuro. Preguntad a un negro de Guinea: para él la belleza consiste en la piel negra y aceitosa, los ojos hundidos, la nariz chata. Preguntádselo al diablo: os dirá que la belleza consiste en un par de cuernos, cuatro garras, y una cola”.

Pregúntenle a un poeta de a pie qué es la belleza y responderá: trabajo, constancia, esfuerzo.

- ¿Recomienda un poemario?
- Espero que lean mi mamotreto El estereoscopio 500, con más de seiscientas páginas de (im)pura poesía, el mismo que no es una recopilación o una antología y que sigue la tesis de Macedonio Fernández en torno a la fragmentariedad del texto (¡¿novela?!) y la idea del museo en movimiento. Reconozco que recomendar este “poemario-novela-galería” me convierte en “ególatra”, “autopromocionador” y “autobombero” –“Lo sublime egoístico” diría Keats–, pero, quizás, es por la escasa publicidad que tuvo por parte de los seudocríticos, guachimanes y cuidadores de vacas de la literatura, hecho que quisiera compensar de alguna manera. De paso, ajustar los pernos en torno a la pésima crítica literaria que, como el sulfato volátil, hiede en los hocicos de nuestros periódicos y revistillas para recoger los desechos de las mascotas, lugar en donde a veces muchos poetas y escritorzuelos cantan victoria. No es mi caso y espero estar al margen de esta lacra que ensombrece la poesía y la literatura en nuestro país, acostumbrado a generar ídolos de barro y supuestos “creadores” que se revuelcan en el lodazal de los aplausos fingidos, los voceríos pregrabados o las reseñas y el golpeteo de hombro hecho por los “amigos” o los convenidos y afranelados de la literatura. Hay que decirlo en voz alta: salvo honrosas excepciones, los críticos literarios en el Perú están muertos.

- ¿Qué es primero: el poema o el título?
- Todo es válido, como en el Kamasutra o The golden book of sex o los principios herméticos: como es arriba es abajo. A veces sucede el título y se desarrolla el cuerpo poético, crece el estro creador dentro de esa placenta que es la escritura (Sloterdijk dixit). En otras situaciones, suele ser al revés y se escribe sin norte hasta que el mismo camino te muestra la luz. Esta segunda forma es, como se percibe, más platónica, idealismo puro, tanteando en la oscuridad, de donde a veces no salimos. En todo caso, lo primero es la idea, el pulso, la respiración, ciertos criterios ya planteados por Charles Olson en su otrora “verso proyectivo”. Pero el poeta no se detiene ni por el primer verso ni por el título, porque uno crea primero en la mente, dentro del sistema parasimpático, el mismo que controla nuestro sistema vegetativo, y, por tanto, también en sueños, en situaciones “alfa”, uno está garabateando, imaginando, dando batalla en el campo de Agramante, ese lugar de confusión, donde se lucha por el estatus perfecto de la palabra. Por ello, podemos decir que lo primero es el poeta, él crea el universo y, como el “Antonio”, de César Moro, él es el Sol, él es Dios.

- ¿Proyecto poético?
- Trabajo en paralelo varios proyectos. A veces desestimo alguno o, por cuestiones tangenciales o de simetría, cercanía ofamiliaridad, fusiono uno que otro trabajo. Esto, por cierto, se da en un margen de tiempo bastante largo: pueden ser meses o años. Los textos son seres vivos, también maduran, envejecen y mueren; y, contraviniendo toda norma biológica, en muchos casos, vuelven a la vida como Frankenstein, el Golem o los muertos vivientes de George A. Romero.

Quiero apuntar que también se ha dado el caso de que puedo escribir un libro sin parar en dos o tres semanas y tener el material, corregido incluso, para su publicación. No me ciño a reglas o formas, y, cuando veo que me estoy repitiendo en la forma o en el fondo, entonces dejo todo ahí y me embarco en otro trabajo. Seguro, la pretensión es uno de mis “males”, vicios o taras (del árabe tár[a]h, ‘descarte’), pero lo asumo ya que esto genera y regenera mi escritura, pues no estoy buscando un nicho desde el cual escribir fluidamente, un lugar de comodidad y/o confort falogocentrista para emitir, radiar poesía o alguna modalidad para enfrentar la página en blanco o para que me reconozcan los posibles lectores: “Ah, estos versos, indefectiblemente, son del señor Ybarra, porque él escribe así o asá, su prosa es barroca, etc., etc.”. Eso me aburre sobremanera, hace que la creatio se vuelva previsible. Por tanto, creo y destruyo. Destruyo y creo. Hago y rehago. Incendio mi comodidad en beneficio de la duda no siempre cartesiana. Al final, el “producto” es fulminado en la publicación y, luego, por supuesto, me desentiendo de todo para empezar otra vez desde cero o quizás desde más atrás, como si recién empezara a escribir. Para mí, es muy importante este proceso, porque así es como considero que debe ser el camino creativo. Una vez que has hecho el grabado rompes la matriz original, una vez que el crimen es cometido se debe borrar toda huella o rasgo que nos delate. No tiene que quedar nada en absoluto. La poesía tiene que correr ese riesgo. La poesía tiene que ser riesgo, peligro y contingencia constante y permanente.

- Frase poética
- Hace unos años, en una entrevista a Slavoj Žižek, este respondió: “Hay una poesía que actúa como fundamento de las patrias y sin la cual no podríamos entender el odio [...] Necesitamos controlar a la poesía, tras cada limpieza étnica hay un poeta”. Seguro hay mucho que decir o interpretar sobre esta macabra elucubración, pero, si revisamos a Platón, nos damos cuenta de que este no incluía a los poetas en su República, quizás por esa relación entre poeta y profeta o por las manías o locuras propias del creador, teniendo en cuenta que en Grecia la manía designaba al espíritu inquieto y el desenfreno o el exceso por la vida y las artes. Por ello, por un sentido o por el otro, en el plano político, efectivamente, muchos poetas estuvieron detrás de movimientos fascistas o encumbrados detrás del poder real, escribiendo los discursos (Chocano, por citar solo a uno, o los poetas que apoyaron a Velasco Alvarado; u Orellana con Fujimori, si queremos un referente más de estos tiempos), o diseñando planes quinquenales (Maiakovski). Poetas fascistas ha habido a granel: Marinetti veía en el fascismo el futuro del mundo dentro del condottiero mussoliniano, ni qué decir de Gottfried Benn o Louis Ferdinand Céline. En España, Pío Baroja, el genial Azorín; y hasta Leopoldo Panero, padre, fue fascista profranquista, quien, según su hijo Juan Luis Panero, se volvió de ultraderecha por miedo a la muerte y por alcohólico.

En la actualidad, el auge del capitalismo ha absorbido a cientos, por no decir a miles de poetas que trabajan como “creativos” o “agentes de publicidad” dentro de las empresas, maquilas y demás fajas de transmisión del neoliberalismo draconiano. La poesía, de esta manera, es también el refugio de los débiles, de los que no quieren hacerse problemas con su creatio y la endosan al mejor postor. Por ello, por ejemplo, la Coca-Cola contrata a poetas para que les hagan sus eslogans; lo mismo hacen los que fabrican ropa o electrodomésticos o los que embanderan la industria de aparatos tecnológicos. La poesía ayuda a vender productos, ayuda a girar el molino de carne que es este sistema putrefacto. Quizás por eso, Žižek pide que se controle a la poesía, lo que habría que especificar es que ese control y rechazo deben darse sobre la poesía que le sirve genuflexamente a la máquina, sino tendría que repetirse el trasvase de un gran parte del expresionismo alemán o el surrealismo francés en el fascismo y aceptar que la historia es cíclica o como el ouróboros: siempre se muerde la cola.

- ¿Musa-inspiración?
- No creo en musas ni en esperar el momento adecuado para ser asaltado por la idea, la imagen o la magia. Considero que solo el trabajo constante puede hacer que la obra aparezca, se concrete. No existen varitas mágicas. Existe lectura y relectura, análisis, investigación, aprendizaje, etc., el mismo que se verá reflejado cuando empecemos a escribir. No existe “inspiración”, existe expiración, sudor, hiperhidrosis, exudación de pensamientos, lucha constante y dialéctica, e instinto: por eso Voltaire le decía a Diderot: “Todo lo que hace el genio es efecto del instinto”, y Lord Byron apuntaba: “La necesidad de escribir hierve en mí como tortura de la que es preciso que me liberte”. Entonces, no queda otra opción que sentarse a escribir y dejarse de vainas.

- Pecado
-
En la India, los védicos le llaman “apegos”. Y cada apego es como una roca sobre el hombro que hay que cargar en el mundo del samsara, mundo del pecado y la perdición, la rueda donde se van puliendo las virtudes. No creo en cucufaterías, pero tampoco me llama la atención el desbarrancamiento moral o la profanación de lo que conocemos como “valores”. En todo caso, el pecado es un invento de la Iglesia, de los sumos pontífices en contubernio con los Estados; ellos dictan las normas, ellos ponen las pautas. El castigo es el Infierno y el lago de azufre hirviente, en el que supuestamente pasará la eternidad todo aquel que haya osado desafiar las tablas de Moisés dentro del Pentateuco o reniegue de la fe impuesta a látigos de cilicio. Quizás los simbolistas franceses lo entendieron en la forma iconoclasta y anticlerical y, por ello, idolatraron al demonio, como hace Baudelaire. Pero el demonio es también un reflejo de los miedos y una exacerbación de los ánimos intelectuales. Acordémonos de que la palabra griega daimon significa ‘conocimiento’.

- Poemas propios.
- Comparto tres posibilidades:

MUJER TÓXICO

Ella viene por las noches con sus negros alfileres y desata un caos de serpientes
Hinca frazadas y cortinas creyendo encontrarme detrás de ellas
Arremete con violencia, muerde cables y enchufes tratando de asustarme redimirme
Y así entre las olas de una oscura percepción electrocuta mis cabellos
Saquea mi cuerpo, reflota en mis ojos el hilacho de su imagen
Y como toda perra muerde los nervios de mi sexo
Acumulando entre sus manos la poca hierba de mi amor
Penetra también en mi ombligo con sus óxidas agujas va trazando la acupuntura de la muerte
Mientras gotas de sangre salpican en el lienzo de su cuerpo y la noche es carne para dos.

Ella cree ver en mis labios la puerta de su salvación
Y penetra en mí con su lengua de dos puntas jalando de mi lengua hacia adentro
Arrastrándome por el desierto de su pecho donde sus fantasmas esperan
Para tirar de mis miembros hasta despedazarme.

Ella me crucifica sobre la cama, corta la yugular del desenfreno
Las arterias del caos y la vena convexa del silencio
El estruendo de su llanto me pierde pero ella siempre encuentra la llave de la locura
Coge mis cabellos y me arrastra por la noche
La Luna ríe en una esquina de la casa y ella la escupe con su saliva verdosa y transparente.

La sangre coagulada en el piso refleja vagamente su sonrisa de trapo
Su mirada eléctrica y sus dientes de animal rabioso
Pero ella en realidad es un gallinazo comiendo de su animal muerto
Picoteando con sus agujas las vísceras de su hombre
Y nada se podrá hacer hasta que alguien haya vencido
Porque dos en este mundo son muchos para dormir en una misma esquina
Ella lo sabe y sabe también que aunque yo no la ame
Siempre estaré dispuesto a la muerte de los pájaros
La extinción de la saliva, la extinción de los pelos y el corazón.

(Del libro inédito Montaje de los cuerpos).

 

 

CERO

Intríngulis de los pasos detenidos. Desalabanza
del matalascallando. Prolífico estéril de la existencia mórbida
como prolapso que me obstruye.
Metesillas/sacamuertos de la escena no comprendida. La escena
que está por ocurrir y pugna.
Neurotomías nescientes que me apartan del personaje central.
Molusco reencarnado que ya no se mueve sobre la cama
y solo espera la inyección liberadora.
Coz en la mandíbula espirituosa.
Coz en el pecho enrejado. Lúgubre. Luxado, usado como jaula
de alimañas míticas.
Crápula de soles inexistentes porque habito sin luz este lar.
Estantigua del ser no volitivo dado de alta. Curación por lo similar.
Curación o curetaje que no calma la hemorragia
el sangrado hemofílico.
Estoy detrás de ti intentando los ojos de tu nuca.
Observa mis decadencias.
Palpa mis bajorrelieves cómo me hundo en mis olvidos.
Lagunas mentales donde me ahogo neurasténico.
Este soy yo señores: elegíaco con mis mucílagos
brotándome por todas partes.
Arrancándome los cabellos, concusionado de todos los golpes
que me descifran.

(Del libro Por la boca, muertos).

 

 

CONSTRUCCIÓN DEL MINOTAURO

I

Me he buscado occiso bajo los escombros de la tarde
este día en que no espero a nadie
este día desprendido de su orilla
como un barco en el vaivén de las olas
sin puerto, sin espera
y solo he hallado una sombra que se niega a sí misma
acompañarme.

Paso los días contando estrellas,
moldeando el aire inexacto entre mis dedos inexactos;
de esta forma pago mis culpas,
no sé si este cielo se repite
al otro lado del abismo,
entre el paso que doy y el paso que dejo atrás
volteando la esquina.
Solo quisiera encontrar un pedazo de vidrio
y despacio como cualquier loco
desfigurarme el rostro.

II

En días azules enfrento el destino
golpeo con mis alas las pupilas del ocaso;
el día se abre como canéfora mitológica
y entro en ella ángel Minotauro.

El Sol sucumbirá en mis brazos, la Luna, los planetas;
con una cadena protegeré lo que es mío:
dolor-náusea-soledad
mientras cuerpos atormentados se azotan contra la noche
y el mañana nos arroja al hijo muerto de su vientre.

Arriba muere el dios blanco con su corazón acuchillado
muere el edificio lagarto, la urbe ácida, el hombre hostil
al fondo la ciudad es una cáscara de plátano en la que
resbala la muerte.

III

Oscurece.
A medias tintas distingo calles fragmentadas
donde la noche es la horrible cara de un fantasma que no
quiero contemplar;
los carros pasan arrastrando una pesada sombra de escarabajo,
los ángeles recién perfumados por el smog caminan ensayando
una mueca de pavo real
Y expectoran una moneda de diez centavos.

La polución de los días me persigue, arrastra, acosa, avienta,
y no encuentro puerta o ventana que me acerque a la luz,
no encuentro el camino que me lleve a una casa con hijos, con
jardines,
con paredes blancas en las cuales colgar un cuadro de colores.

Siempre he disimulado mi tristeza, la forma de estar así, solo
Como un cactus creciendo en el desierto.
Mi alegría se reduce al último color de la escala cromática,
a ese color que se proyecta en las crayolas de mis ojos,
y que aún no logran plasmar esa mirada.

IV

No reconozco los recovecos del odio
Pero mis ojos desorbitados arden en los candelabros de la noche,
mi cadáver adormecido tropieza en lugares oscuros, silenciosos
como reflujos de arena en el desierto,
y solo una luz guía mis pasos,
solo un sonido resuena a lo lejos y me devuelve la calma.

Estoy harto de observar el ojo imposible del mañana;
el olor a pólvora me ahoga y obliga a testimoniar rostros
quebrados por el espanto.
Los días pasan como balas,
el invierno es una enorme mancha en mi camisa que ningún azul
Brasso puede limpiar.

La sombra que fluye de una cañería arrastra un pedazo de noche
y en cada fragmento logro distinguir los gritos de un loco
con la mirada de Vulcano que ha incendiado su sonrisa.
Nuevamente la náusea se apodera de mi frente y como en un sueño
una flor asoma por mi boca.

V

Abro las ventanas de la noche,
afuera encontraré un corazón de dos cabezas
envuelto con papel periódico,
solo un latido bastará para levantar el polvo del polvo,
el agua del agua que es mi líquida forma de amar
lo que aún es amago en lo amargo,
solo un latido bastará para impulsar mis labios
sobre las olas de un mar sabio denso,
mar sabio denso, que es mi propia sombra que no reconozco
mi espejo distorsionado donde recobro la mirada,
esa luz estéril volátil como yo mismo:
ángel Minotauro, triste ángel Minotauro, estúpido ángel Minotauro
cuando caen fetos de los techos
y el silencio invade las calles y levanta su bandera.

Un corazón de dos cabezas ha dejado de latir.
Un cadáver con los brazos en cruz se hace polvo
Y se eleva con el viento.

VI

No sé qué quieren de mí estas noches góticas con avisos
de muerte recién pintados
mis ojos ciegos giran como planetas
y en un salto de araña logro eludir las maquinaciones
ciegas de la náusea
mis días transcurren simples y tristes como raros pájaros
migratorios
y no hay señal de vida a mil kilómetros a la redonda
todos están muertos.
Camino a tientas con mis párpados pesados y enormes como
Caterpillar
mis pasos devuelven el eco de héroes y bandidos cuyo suicidio
no sirvió para nada
mi rabia muerde el lomo sanguinolento de la tarde
sombras temerosas cruzan las esquinas y se esconden en los
parapetos-soledad.

El chirrido de un carro enerva mis alas
y detrás del parabrisas alguien gira el tambor de su revólver.
El reloj detenido de una iglesia gira innumerables veces sus
manecillas
y estalla sobre alambres de púas y fáculas de Luna.

VII

Cansado de pudrirme en el sereno
volando de rama en rama sobre casas derruidas
invento un universo de cucarachas, moscas y polillas
—hórridas criaturas en el jardín de la memoria—
prefiero los colores de la tarde, pero es mejor un bestiario
que una sórdida belleza.
Un viejo camina y pisa mi universo
Pude ser el dios de los insectos, pero ahora no soy nada
o quizá un Minotauro alado buscando su camino.

Encontraré a dios en una de mis borracheras
lo bañaré en gasolina
cortaré sus largas barbas de pelos hirsutos
y prenderé fuego a todo mi pasado
entre sombras y pedazos de insectos
nublando mi visión del paraíso.

VIII

Sobre farallones de edificios maldigo los tentáculos del día
espanto con mis alas los horrores de la vida, plúmbago color
en el desamor;
quienquiera llegar a la luz tiene que vencer a su propia sombra
construir como Diógenes un camino de fuegos.

Mis alas sucumben ante el vértigo y solo queda cerrar los ojos
para no ver,
cerrar los ojos y desaparecer, tocar el cielo plúmbeo
Narcisa mirada en el espejo de los párpados
y ahí afuera el cíclope, el monstruo de los tiempos derribando
espacios.

Quisiera ser esa nube que arrastra el viento a lo lejos,
volar de comarca en comarca este mundo derruido
regar con mis orines su cuerpo carcomido.

No se engañen lluvia ácida caerá. 

IX

Persigo sombras amorfas que surgen de los desagües
acuchillo siluetas de rojas sirenas que desafiaron el olor
de los basurales
el eructo de los ángeles me incomoda y trato de encontrar
un lugar donde inventarme
mis pasos retumban en las paredes descarachadas de los salones subterráneos
mi angustia no tiene otra forma de expresarse
soy el sucio arcángel, el que nunca perfumó sus ropas con los
olores del parnaso
el que nunca escuchó los sabios consejos de los rapsodas.

La felicidad es la línea de un autobús que no pasa a esta hora.

Desde el obelisco se observa el suicidio de las estatuas,
la muerte de los puertos, la decapitación de las orillas.

El océano es un enorme monstruo que nos observa con su ojo
de espanto.

X

Un perro acompaña mi soledad o la soledad es el perro mismo
una prolongación de mi sombra disipada por la luz
sin saberlo camino en dirección contraria a los astros
y solo encuentro un puñado de cosas por las cuales reír
un puñado de cosas por las cuales contar mi historia.

Debería preguntar por ese que escapa de mí
ese aquel ladrón de mi compañía
ladrón de este tiempo, báscula de mis caminos,
relámpago sin cielo.
El paraíso sigue siendo la gris morada
donde todos fuman el mismo cigarro
el mismo humo que nos borrará el color de los ojos.

Un perro ladra y cae por toboganes de locura
toneladas de angustia lo sepultan.
Sombras de ángel desaparecen entre destellos y aullidos
de dolor.

XI

Sostengo un incendio entre los brazos
dos velas encendidas para caminar resucitado este día
con la posibilidad de ser la sombra que proyecto y que no
reconozco
mientras la Luna me pudre los recuerdos y algo crece en los
ojos
como manos tratando de dibujar una puerta
una estúpida puerta para huir con el rabo entre las piernas
ocultando mi cobardía, mi desamor amando lo inevitable,
la lucha del ser contra el no ser
porque a mí mismo me tengo miedo
y aunque lo niegue yo soy todos:
un grito en la garganta del ocaso
una voz de todos desprendida.

XII

A lo lejos
un hombre herido me mira desde una estera
lo ayudo a ponerse de pie y me abraza desconfiado
el dolor se contagia como un virus y no soy inmune
todo se enferma a mi alrededor
y caen cuerpos derrotados por la angustia
—púrpura caída de miradas convexas—
trato de avanzar y me siguen los recuerdos
la vida se cierra en esquizofrenia y paranoia
alguien tiene que sacrificarse
dar la vida para la vida
efluvio-coraza-Minotauro

Subo a un edificio y pretendo la caída
abajo nadie solo sombras esperan
abrazarme.

XIII

Parado frente al mar una ola amenaza,
presiento una feroz tempestad
el frío del cuerpo no es comparable al frío del alma
pero estoy solo y nadie me abriga
ni siquiera las gaviotas que dibujan remolinos de fuego
en las mayólicas del cielo
de pronto descubro que esta piedra es mi planeta y yo su
único habitante
miro mi rostro reflejado en el agua
y una mano de angustia me coge del cuello
toda mi vida corre en una pantalla y me detengo triste
solitario
en el mismo instante en el que traspuse la puerta fallida.

El cielo rojo como un coral cae sobre mi cabeza.

Dentro de mil años todo será escombros
ya no existirán las aves, ni el agua
la muerte habrá roto las cadenas
reinará con su corona de mil espinas.

XIV

Amarrado a una estaca silencio los ruidos del tormento
mis ojos retornan a mi rostro
pero a mi diestra la rabia es ciega,
la cornamenta del sueño se quiebra y los ángeles que asoman
no tienen alas para remontar una utopía.
Mi cuello no soporta el peso de la angustia
seguro, de mi cuerpo acéfalo brotarán alas de ángel Minotauro o
impertérritas nubes de plomo.

“Resurrección” es una palabra que no me gusta
 pero encaja en la oración del hipócrita.

Inexorable es el regreso al origen de la especie.
Un río de aguas negras cruza a través de mis labios y en la
oquedad de mi lengua
una frase se torna incompleta
una parábola enseña el camino de la luz
una blasfemia enseña la trocha deleznable
arriba, la Luna gótica no parirá más misterios esta noche
solo las almas y los perros aullarán el sacrificio del
Minotauro

XV

La noche me trae retazos de cuerpos que rodaron
en oscuros manicomios
parcho mi cuerpo con pedazos de otros que no conozco
y a los que nunca se les prenderá una vela
camino fragmentado reconstruyendo la mirada en losetas
que se quiebran
mientras lobos de vidrio intentan engañarme
y cuásares de tiempo borran los vestigios.

Las sábilas crecen detrás de las puertas
los esqueletos vivientes llaman poderosamente:
“Pagarán el daño que causaron,
llorarán con lágrimas de sangre y no estarán más”,
y no serán más los hombres, la carne vestida en la hoja
donde el miedo se alza y pierde su fe en los helmintos.

XVI

El sereno de los días
trae un intenso frío que congela humus en los ojos
dos miradas que se cruzan son dos miradas que se apagan.

Todos se buscan y nadie se encuentra
un laberinto para el ángel Minotauro es una calle con millones
de caminos
lugares donde la risa ha perdido todos los dientes
ciudades donde es posible morir sin que nadie se dé cuenta.

Estoy muerto y mis alas resucitan dando golpes en la acera
espasmos de dolor me castigan
pero mi cuerpo logra elevarse
cuando verdugos de dolor muestran sus panoplias
y formas calcáreas entumecen mis alas.

Lágrimas son pedazos de hielo cayendo en el
sereno.

XVII

Amanece
todo vuelve a mí en forma de piedra
y tengo que abrir la celda a mi alma enjaulada
limpiar de una vez por todas las alcantarillas de mi pecho
despejar el estrecho espacio donde habito.

Un lugar para las flores es todo lo que quiero
olvidarme que existo, que soy un gusano más que se retuerce
sin poder avanzar,
olvidarme que los días traen noches con Lunas marrones,
noches con los ojos abiertos y una lágrima de sal.

A veces entiendo que es preferible el olvido
al recuerdo constante y doloroso
al recuerdo de los pies sobre el cemento y una llaga
en la espalda sin alas.

XVIII

Pájaros metálicos surcan el firmamento
rasgan el cielo en tiras y rafias de neón.

Rescato a un niño de su propia trampa
soy tan pequeño ante el dolor
tan miserable ante la angustia
que piojos y moscas podrían matarme
herido ayudo y soporto el látigo de gárgolas.

Espacio y tiempo son coordenadas que nunca
podré descifrar.

La tierra abre su boca y me traga con un bostezo
¿Qué hago aquí dios de la mirada atroz?
¿Sobreviviré al genocidio de los tiempos?
Mis alas se agitan cuando caigo al centro del universo.
Miles de cabezas claman horrorizadas en los sótanos
del sueño.

XIX

Camino cien cuadras y descubro dos ojos como lenguas
que lamen mi espectro
debería emprender el vuelo o morir boca arriba
quemándome en el día.

Existo mientras muero y caigo por ventanas de edificios
dos alas cortadas suavizan los temblores
ya no hay tiempo para el arrepentimiento
una terrible furia se apodera de mi cuerpo
y me escondo antes de perder el conocimiento
perros y coyotes atenazan los cabellos del Sol
—tenue iluminación en el velorio de los tiempos—
desde aquí callo y observo
cómo un arcoíris se hunde en el océano
y obtusos planetas se precipitan al vacío
mientras vahídos de agonía son notas musicales
en el pentagrama del silencio.

XX

Alas de ángel Minotauro es lo único en la acera solitaria
mañana será un fósil más,
una osamenta para hombres utópicos
porque la muerte será solo grotescos gestos de muerte
Torcidos rostros enderezando al silencio.

Aquí ya nada tiene sentido y escapo del remolino
mi sombra recorta la silueta de un arcángel
y lo extraño.

Una bola de fuego incinera el firmamento.
El mundo arde, el cielo escupe lava
la muerte sobre un caballo decapita al ángelus
es el final,
gallinazos escoltan al Minotauro
el Sol parpadea en el horizonte.

XXI

Otro laberinto me espera con signos de espirales
puedo cruzar las calles, volar sobre cordones eléctricos o quedarme para siempre detenido en los arenales.
Poco importa el acto heroico de los días
solo avanzar con las alas adulteradas
caminar cientos de cuadras, miles de espacios cotejando a la nada
reptando-dando botes-gimiendo-aullando
preguntando por el lugar inexistente de la felicidad y el rostro dibujado
en la arena
el rostro del sin rostro el que solo tiene la nuca de la duda.

Este mundo solo tiene un camino llamado angustia
un derrotero endosado por la náusea y la soledad
una vía rápida hacia el fin de los principios
y aunque no quiera avanzo tras la procesión que no he convocado:
el funeral de ángel Minotauro que soy o que dejo de ser
cuando aprendo a ser humano.

(De Construcción del Minotauro, 2006).

 

- Ubicación:
- Habito el no-lugar, este puede ser cualquier azotea, cualquier esquina, cualquier calle (“La poesía es algo que anda en la calle”, decía Federico García Lorca). Mientras tanto, en mi página del Facebook, aparece Chernobyl como ciudad de residencia, un espacio más del cataclismo nuclear jamás imaginado por Le Corbusier ni por futuristas del hábitat humano. Como buen peruano, puedo decir que habitamos el infierno.

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*Biodata.
RODOLFO YBARRA (Lima-Perú)
Ha estudiado Matemática Pura, Física, Electrónica y Comunicaciones.
Ha delinquido en poesía acometiendo los siguientes atentados:
-La túnika de Ankou. Edición de autor (1989).
-Sinfonía del kaos. Ediciones Humo Bajo el Agua (1993).
-Vómitos. Editorial Mantaro (1998).
-Por la boca, muertos. Editorial Duodeno (2002).
-Ruptura de heje. Editorial Caparazón (2006).
-Carne humana. Editorial VL (2006).
-Construcción del Minotauro. Editorial Zignos (2006).
En el plano teórico, ha publicado un panfleto de agitación y propaganda, titulado “Las armas del escritor”, de más de dos mil páginas, del cual nace el primer tomo: primer atentado.
En novela, ha publicado Matagente (2012), Secreto de Estado (2012) y El secreto de la geisha (2012).
En video, ha registrado La decadencia de Lima (1998), de 1 h 45 min; Retrovisor; Omnívoro, etc.
En música, aparte de haber compuesto más de cien temas musicales y tres óperas, ha participado −desde inicios de la década de 1990− en la campaña de “Terrorismo Musical” con la banda Distorsión Ácida y apoyado a otras como Melchor Malo, África Caníbal, Ácido, Plátano Contaminado, Cirko Terror, etc.
Ha dirigido también un programa de televisión cuasi clandestino en canal 27 UHF bajo el nombre Degeneración, programa político-cultural que se emitía los sábados de 1997 y 1998 y que acabó por culpa del déspota, tirano y execrable Fujimori, quien secuestró ilegalmente la antena de Chorrillos.
En radio, coprodujo Nuestra Época, que se emitió por Radio Santa Rosa.
Ha editado la revista Vía Expresa, El Moscón Rojo y el fanzine Ácido, corrosivo literario producido en tándem con el inefable Carlos Rengifo.
Como diseñador vintage, cyberpunk y steampunk ha intervenido trajes de Giorgio Armani y recibido la aprobación de varios periódicos y revistas de modas y de actualidad, entre los que se encuentran las revistas Facto y Gestión, así como el diario El Comercio, etc.
La falta de acceso a las editoriales lo ha obligado a participar en oscuros concursos literarios, habiendo ganado algunos y perdido otros. Ha sido tres veces finalista (con otros tantos libros) en el Premio Copé de Poesía. Ha ocupado el segundo puesto en el concurso nacional de poesía Premio José Watanabe Varas. Asimismo, ha ganado el Premio Nacional de Poesía 500 VL, organizado por la Municipalidad de Lima, con el libro Carne humana, etc.
Ha dado cientos de recitales en universidades públicas y privadas, en institutos, casas culturales, sindicatos y pueblos jóvenes, así como también en instituciones penitenciarias, en las que ha colaborado en talleres artístico-literarios.
Ha dictado las conferencias “Una Teoría para la Contracultura” en la Asociación Cultural Peruano-Británico de Miraflores.
En el campo tecnológico-científico, ha mejorado la Eolípila de Herón, constituyéndola en una máquina compleja que podría ayudar a producir electricidad a bajo precio; así también ha diseñado su propia “Máquina del Orgón”, con base en los estudios inconclusos de Wilhelm Reich, y que, eventualmente, podría detener y curar enfermedades terminales.
Sus textos se encuentran desperdigados en un sinnúmero de antologías y muestras, entre las que se encuentran: La generación de los noventa, editada por la Biblioteca Nacional del Perú; Antología Premio Copé, por Ediciones Petroperú; Revista Aedosmil; Revista Homúnculos; Encuentro de escritores nuevos, por la Universidad Científica del Sur; Antología poética 51 poetas; Revista Camión de Ruta; Revista K’ollana; Polis Lima, por la Editorial Zeta, etc.
En la web, circulan decenas de páginas bajo sus créditos, muchas de las cuales no son su “creación heroica”.
Actualmente, colabora esporádicamente en varias revistas y fanzines, y tiene una página de libros: “Librorum Prohibitorum” en la revista Dosis.
Su obra ha cruzado el Pacífico y ha sido invitado como miembro de número por el Colegio Patafísico de Francia.

 

 

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