Proyecto Patrimonio - 2014 | index | Rodolfo Ybarra  | Autores |
         
         
         
         
         
         
        
        
        
        
         
        CAFÉ TEST PARASOMNIA
            Entrevista a Rodolfo Ybarra
            
            Por Efraín  Altamirano
        
        
        
        
        
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        - Defínete poéticamente.
          - Preferiría  definirme dentro de alguna ciencia exacta o dentro de “la razón de  oportunidades” o razón de momios. Poéticamente, solo puedo decir que mi materia  subyugada en forma de pensamiento ha generado la posibilidad y/o habilidad de  la escritura o construcción (homo faber),  pues soy en tanto leo y escribo o produzco información, discursos teoréticos,  argumentos, ideas, etc.; y, en última instancia, el logos griego sostiene mi creatura. Y digo todo esto entendiendo que  la poesía está incapacitada de “definir” nada, pues la belleza solo se  (de)muestra, solo se enseña a quien pueda apreciarla. De ahí que puedo dejar un  verso, el mismo que será antagónico a una definición: “Yo es otro” (Rimbaud) que además soy lo que voy dejando de ser o lo que siendo no deja  de ser otro: o sea,“soy el que soy” (Hermes Trimegisto). La belleza no  reside en la explicación o en la tautología, la belleza es más un caso de ataraxia, de obnubilación, un impacto de  los sentidos. Ya Aristóteles había dicho que la poesía cuenta lo que va a  suceder, mientras que la historia cuenta lo que sucedió. La poesía trata con  emociones, sentimientos, estados de la mente, el alma, el espíritu; pedirle que  nos entregue un concepto es casi un despropósito. 
         Me  puedo definir en función de los metafísicos o del materialismo dialéctico, o en  función de la lógica o de las matemáticas, del trivio o del cuadrivio. Una  definición poética tendría que ser necesariamente un verso, un poema, una expresión  con lenguaje purificado; la  licuefacción de un pensamiento que no siempre dirá lo que tiene que decir,  porque hay un largo trayecto entre la idea y la vocalización o expresión última  que acaba o empieza en el papel (Wittgenstein). Una “definición” poética solo  será un artilugio, un movimiento de prestidigitador o saltimbanqui cuando no  una performance o un movimiento de  minué, pues la tendencia a lo metafórico lo aleja del uso estricto y funcional  de la palabra (Jakobson).
        - ¿Tus influencias poéticas?
        - El  espectro poético, en mi caso, puede llegar a ser muy amplio, en tonalidades que  van desde el ultravioleta hasta el infrarrojo. Desde los poetas rusos zaristas  hasta los revolucionarios estalinistas. Desde los expresionistas alemanes hasta  los infrarrealistas mexicanos. Desde los nadaístas colombianos hasta los  herméticos italianos. Desde los prebarrocos hasta los neobarrocos (o “neorrabiosos”)  o los poetas posmodernos; cuando no de los poetas-árbol, globales, generales, fluorescentes  y ramificados a los poetas-semilla, particulares, periféricos y minimalistas. [Algo  así como una poesía al estilo Georgi Plejánov y su rechazo al “arte por el  arte”, un arte que dice para qué o por qué sirve, contrariamente al arte  planteado por Walter Benjamin o Theodor Adorno en los conceptos de arte (poesía), de vanguardia como  especificación productiva de una sociedad altamente tecnificada y que no tiene  porqué expresar su condición material, pues, en el fondo, se convierte en la  negación de la negación o la negación de las cosas].
         Y, cómo  no, huelga decir, las influencias se irradian desde mis contemporáneos o  generacionales hasta los griegos y romanos. Ahora, si me piden nombres, puedo  dejarme llevar por el exceso blakeano, así, a vuelo de pájaro: Sófocles,  Homero, Horacio, Petrarca, Dante Alighieri, Virgilio, Safo, Píndaro, John  Milton, Góngora y Argote, Francisco de Quevedo Villegas, Ramón de Campoamor, Esquilo, William Wordsworth, Edgar Allan Poe, Walt Whitman, Bertolt  Brecht, Verlaine, Conde de Lautréamont, Roque de Vergallo, Robert Browning, Allen  Ginsberg, Ferllinghetti, Kenneth Patchen, Gregory Corso, Norman O. Brown, William  Butler Yeats, Emely Dickinson, Jacques Roubaud, Roberto Juarroz, Martín Adán, Sylvia  Plath, Robert Duncan, Robert Creeley, Wallace Stevens, Charles Simic, Robert  Lowell, James Tate, Marianne Moor, Borís Pasternak, Joyce Mansour, Alberto  Hidalgo, Nicanor A. de la Fuente, Enrique Bustamente y Ballivián, Jotamario  Arbeláez, André Breton, Philippe Soupault, Jacques Prévert, Mario Santiago  Papasquiaro, José Martí, Rubén Darío, Jorge Luis Borges, Néstor Perlongher, Gamaliel  Churata, Tomas Tranströmer, etc., etc.
        - ¿La poesía es catarsis?
          - El  psicoanálisis reemplazó al exorcismo cristiano. La catharsis burguesa no puede reemplazar el espíritu creador, el  trabajo y esfuerzo del poeta que empuña la pluma como si fuera un apero o un  arma steampunk de combate. La poesía  como catarsis fue un “exabrupto” y parte del esplín de las sociedades de los  siglos XVIII y XIX, que se arrastró con las Revoluciones industriales hasta el  siglo XX. En este escenario, donde el poeta se droga y se alcoholiza, para  olvidar sus problemas y para expectorar a sus demonios traduciéndolos en escritos o viviendo en ebriedad  permanente como reto a uno sociedad en la cual no podría integrarse y que  carecía (carece) de belleza −algo que explica mejor Marshall Berman en su Todo lo sólido se desvanece en el aire−,  por lo tanto, mejor fingir una realidad, endosar permanentemente un mundo y  crear otro. Total, ¿no se dice que el Apocalipsis de Juan fue escrito en la isla de Patmos, donde crece un conocido hongo  alucinógeno? −mejor explicado en los viajes en Yagé, pesticidas, LSD y cocaína de  William Burroughs y su Naked lunch, o  por los poetas que visitaban el Barrio Chino de Lima para fumar opio; incluso Vallejo  pasó por esa experiencia−. Ergo, ante una realidad cruel y dura, la belleza se  eriza y produce poemas que sintonizan con el descensus ad inferos o con la fealdad, como oposición a la  perfección, en su definición más heterodoxa, planteada por Voltaire en su Diccionario filosófico y citada en la Historia de la fealdad, de Umberto Eco:  “Preguntad a un sapo qué es la belleza, el ideal de lo bello, lo to kalòn. Os responderá que la belleza  la encarna la hembra de su especie, con sus hermosos ojos redondos que resaltan  de su pequeña cabeza, boca ancha y aplastada, vientre amarillo y dorso oscuro.  Preguntad a un negro de Guinea: para él la belleza consiste en la piel negra y  aceitosa, los ojos hundidos, la nariz chata. Preguntádselo al diablo: os dirá  que la belleza consiste en un par de cuernos, cuatro garras, y una cola”. 
         Pregúntenle  a un poeta de a pie qué es la belleza y responderá: trabajo, constancia,  esfuerzo.
        - ¿Recomienda un poemario?
          - Espero que lean mi mamotreto El estereoscopio 500, con más de seiscientas páginas de (im)pura poesía,  el mismo que no es una recopilación o una antología y que sigue la tesis de  Macedonio Fernández en torno a la fragmentariedad del texto (¡¿novela?!) y la idea del museo en movimiento. Reconozco  que recomendar este “poemario-novela-galería” me convierte en “ególatra”, “autopromocionador”  y “autobombero” –“Lo sublime egoístico” diría Keats–, pero, quizás, es por la  escasa publicidad que tuvo por parte de los seudocríticos, guachimanes y cuidadores  de vacas de la literatura, hecho que quisiera compensar de alguna manera. De  paso, ajustar los pernos en torno a la pésima crítica literaria que, como el  sulfato volátil, hiede en los hocicos de nuestros periódicos y revistillas para  recoger los desechos de las mascotas, lugar en donde a veces muchos poetas y  escritorzuelos cantan victoria. No es mi caso y espero estar al margen de esta  lacra que ensombrece la poesía y la literatura en nuestro país, acostumbrado a  generar ídolos de barro y supuestos “creadores” que se revuelcan en el lodazal  de los aplausos fingidos, los voceríos pregrabados o las reseñas y el golpeteo  de hombro hecho por los “amigos” o los convenidos y afranelados de la literatura. Hay que decirlo en voz alta: salvo  honrosas excepciones, los críticos literarios en el Perú están muertos.
         - ¿Qué es primero: el poema o el título? 
          - Todo es válido, como en el Kamasutra o The golden book  of sex o los principios herméticos: como  es arriba es abajo. A veces sucede el título y se desarrolla el cuerpo  poético, crece el estro creador dentro de esa placenta que es la escritura  (Sloterdijk dixit). En otras situaciones,  suele ser al revés y se escribe sin norte hasta que el mismo camino te muestra  la luz. Esta segunda forma es, como se percibe, más platónica, idealismo puro,  tanteando en la oscuridad, de donde a veces no salimos. En todo caso, lo  primero es la idea, el pulso, la respiración, ciertos criterios ya planteados  por Charles Olson en su otrora “verso proyectivo”. Pero el poeta no se detiene  ni por el primer verso ni por el título, porque uno crea primero en la mente,  dentro del sistema parasimpático, el mismo que controla nuestro sistema  vegetativo, y, por tanto, también en sueños, en situaciones “alfa”, uno está garabateando, imaginando, dando batalla en el campo de Agramante, ese lugar de confusión, donde se lucha por el estatus perfecto de la palabra. Por ello, podemos decir que lo primero es  el poeta, él crea el universo y, como el “Antonio”, de César Moro, él es el Sol,  él es Dios.
        - ¿Proyecto poético? 
          - Trabajo en paralelo varios proyectos. A veces desestimo  alguno o, por cuestiones tangenciales o de simetría, cercanía ofamiliaridad, fusiono uno que otro  trabajo. Esto, por cierto, se da en un margen de tiempo bastante largo: pueden  ser meses o años. Los textos son seres vivos, también maduran, envejecen y  mueren; y, contraviniendo toda norma biológica, en muchos casos, vuelven a la  vida como Frankenstein, el Golem o los muertos vivientes de George A. Romero.
            
  Quiero apuntar que también se ha dado el caso de que  puedo escribir un libro sin parar en dos o tres semanas y tener el material,  corregido incluso, para su publicación. No me ciño a reglas o formas, y, cuando  veo que me estoy repitiendo en la forma o en el fondo, entonces dejo todo ahí y  me embarco en otro trabajo. Seguro, la pretensión es uno de mis “males”, vicios o taras (del árabe tár[a]h, ‘descarte’), pero lo asumo ya que esto genera y regenera  mi escritura, pues no estoy buscando un nicho desde el cual escribir fluidamente, un lugar de comodidad y/o confort falogocentrista para emitir,  radiar poesía o alguna modalidad para enfrentar la página en blanco o para que  me reconozcan los posibles lectores: “Ah, estos versos, indefectiblemente, son  del señor Ybarra, porque él escribe así o asá, su prosa es barroca, etc., etc.”.  Eso me aburre sobremanera, hace que la creatio se vuelva previsible. Por tanto, creo y destruyo. Destruyo y creo. Hago y  rehago. Incendio mi comodidad en beneficio de la duda no siempre cartesiana. Al  final, el “producto” es fulminado en la publicación y, luego, por supuesto, me  desentiendo de todo para empezar otra vez desde cero o quizás desde más atrás,  como si recién empezara a escribir. Para mí, es muy importante este proceso,  porque así es como considero que debe ser el camino creativo. Una vez que has  hecho el grabado rompes la matriz original, una vez que el crimen es cometido se debe borrar toda huella o rasgo que nos delate.  No tiene que quedar nada en absoluto. La poesía tiene que correr ese riesgo. La  poesía tiene que ser riesgo, peligro y contingencia constante y permanente.
        - Frase poética 
          - Hace unos años, en una entrevista a Slavoj Žižek, este  respondió: “Hay una poesía que actúa como fundamento de las patrias y sin la  cual no podríamos entender el odio [...] Necesitamos controlar a la poesía,  tras cada limpieza étnica hay un poeta”. Seguro hay mucho que decir o  interpretar sobre esta macabra elucubración, pero, si revisamos a Platón, nos  damos cuenta de que este no incluía a los poetas en su República, quizás por  esa relación entre poeta y profeta o por las manías o locuras propias del creador, teniendo en cuenta que en Grecia  la manía designaba al espíritu  inquieto y el desenfreno o el exceso por la vida y las artes. Por ello, por un  sentido o por el otro, en el plano político, efectivamente, muchos poetas estuvieron  detrás de movimientos fascistas o encumbrados detrás del poder real,  escribiendo los discursos (Chocano, por citar solo a uno, o los poetas que  apoyaron a Velasco Alvarado; u Orellana con Fujimori, si queremos un referente  más de estos tiempos), o diseñando planes quinquenales (Maiakovski). Poetas  fascistas ha habido a granel: Marinetti veía en el fascismo el futuro del mundo  dentro del condottiero mussoliniano, ni  qué decir de Gottfried Benn o Louis Ferdinand Céline. En España, Pío Baroja, el  genial Azorín; y hasta Leopoldo Panero, padre, fue fascista profranquista, quien,  según su hijo Juan Luis Panero, se volvió de ultraderecha por miedo a la muerte  y por alcohólico.
            
  En la actualidad, el auge del capitalismo ha absorbido a  cientos, por no decir a miles de poetas que trabajan como “creativos” o  “agentes de publicidad” dentro de las empresas, maquilas y demás fajas de  transmisión del neoliberalismo draconiano. La poesía, de esta manera, es también  el refugio de los débiles, de los que no quieren hacerse problemas con su creatio y la endosan al mejor postor. Por  ello, por ejemplo, la Coca-Cola contrata a poetas para que les hagan sus  eslogans; lo mismo hacen los que fabrican ropa o electrodomésticos o los que  embanderan la industria de aparatos tecnológicos. La poesía ayuda a vender  productos, ayuda a girar el molino de carne que es este sistema putrefacto.  Quizás por eso, Žižek pide que se controle a la poesía, lo que habría que  especificar es que ese control y  rechazo deben darse sobre la poesía que le sirve genuflexamente a la máquina,  sino tendría que repetirse el trasvase de un gran parte del expresionismo  alemán o el surrealismo francés en el fascismo y aceptar que la historia es  cíclica o como el ouróboros: siempre se muerde la cola.
        - ¿Musa-inspiración?
          - No creo en musas ni en esperar el momento adecuado para  ser asaltado por la idea, la imagen o la magia. Considero que solo el trabajo  constante puede hacer que la obra aparezca, se concrete. No existen varitas  mágicas. Existe lectura y relectura, análisis, investigación, aprendizaje,  etc., el mismo que se verá reflejado cuando empecemos a escribir. No existe  “inspiración”, existe expiración, sudor, hiperhidrosis, exudación de  pensamientos, lucha constante y dialéctica, e instinto: por eso Voltaire le  decía a Diderot: “Todo lo que hace el genio es efecto del instinto”, y Lord  Byron apuntaba: “La necesidad de escribir hierve en mí como tortura de la que  es preciso que me liberte”. Entonces, no queda otra opción que sentarse a  escribir y dejarse de vainas.
        - Pecado
        - En la India, los védicos le llaman “apegos”. Y cada apego  es como una roca sobre el hombro que hay que cargar en el mundo del samsara,  mundo del pecado y la perdición, la rueda donde se van puliendo las virtudes.  No creo en cucufaterías, pero tampoco  me llama la atención el desbarrancamiento moral o la profanación de lo que  conocemos como “valores”. En todo caso, el pecado es un invento de la Iglesia, de  los sumos pontífices en contubernio con los Estados; ellos dictan las normas,  ellos ponen las pautas. El castigo es el Infierno y el lago de azufre hirviente,  en el que supuestamente pasará la eternidad todo aquel que haya osado desafiar  las tablas de Moisés dentro del Pentateuco o reniegue de la fe impuesta a látigos de cilicio. Quizás los simbolistas  franceses lo entendieron en la forma iconoclasta y anticlerical y, por ello,  idolatraron al demonio, como hace Baudelaire. Pero el demonio es también un  reflejo de los miedos y una exacerbación de los ánimos intelectuales.  Acordémonos de que la palabra griega daimon significa ‘conocimiento’.
        - Poemas propios.
          - Comparto tres posibilidades:
        
        
          MUJER  TÓXICO
          Ella viene por las noches con sus negros alfileres y desata un caos de  serpientes
            Hinca frazadas y cortinas creyendo encontrarme detrás de ellas
            Arremete con violencia, muerde cables y enchufes tratando de asustarme redimirme
            Y así entre las olas de una oscura percepción electrocuta mis cabellos
            Saquea mi cuerpo, reflota en mis ojos el hilacho de su imagen
            Y como toda perra muerde los nervios de mi sexo
            Acumulando entre sus manos la poca hierba de mi amor
            Penetra también en mi ombligo con sus óxidas agujas va trazando la acupuntura de la muerte
            Mientras gotas de sangre salpican en el lienzo de su cuerpo y la noche es  carne para dos.
          Ella cree ver en mis labios la puerta de su salvación
            Y penetra en mí con su lengua de dos puntas jalando de mi lengua hacia  adentro
            Arrastrándome por el desierto de su pecho donde sus fantasmas esperan
            Para tirar de mis miembros hasta despedazarme.
          Ella me crucifica sobre la cama, corta la yugular del desenfreno
            Las arterias del caos y la vena convexa del silencio
            El estruendo de su llanto me pierde pero ella siempre encuentra la llave de  la locura
            Coge mis cabellos y me arrastra por la noche
            La Luna ríe en una esquina de la casa y ella la escupe con su saliva  verdosa y transparente.
          La sangre coagulada en el piso refleja vagamente su sonrisa de trapo
            Su mirada eléctrica y sus dientes de animal rabioso
            Pero ella en realidad es un gallinazo comiendo de su animal muerto
            Picoteando con sus agujas las vísceras de su hombre
            Y nada se podrá hacer hasta que alguien haya vencido
            Porque dos en este mundo son muchos para dormir en una misma esquina
            Ella lo sabe y sabe también que aunque yo no la ame
            Siempre estaré dispuesto a la muerte de los pájaros
            La extinción de la saliva, la extinción de los pelos y el corazón.
          (Del libro inédito Montaje  de los cuerpos).
           
           
          CERO
          Intríngulis de los pasos detenidos. Desalabanza
            del matalascallando. Prolífico estéril de la existencia mórbida
            como prolapso que me obstruye.
            Metesillas/sacamuertos de la escena no comprendida. La escena
            que está por ocurrir y pugna.
            Neurotomías nescientes que me apartan del personaje central.
            Molusco reencarnado que ya no se mueve sobre la cama
            y solo espera la inyección liberadora.
            Coz en la mandíbula espirituosa.
            Coz en el pecho enrejado. Lúgubre. Luxado, usado como jaula
            de alimañas míticas.
            Crápula de soles inexistentes porque habito sin luz este lar.
            Estantigua del ser no volitivo dado de alta. Curación por lo similar.
            Curación o curetaje que no calma  la hemorragia
            el sangrado hemofílico.
            Estoy detrás de ti intentando los ojos de tu nuca.
            Observa mis decadencias.
            Palpa mis bajorrelieves cómo me hundo en mis olvidos.
            Lagunas mentales donde me ahogo neurasténico.
            Este soy yo señores: elegíaco con mis mucílagos
            brotándome por todas partes.
            Arrancándome los cabellos, concusionado de todos los golpes
            que me descifran.
          (Del libro Por la  boca, muertos).
           
           
          CONSTRUCCIÓN DEL  MINOTAURO
           I
           Me he buscado occiso bajo los escombros de la  tarde
            este día en que no espero a nadie
            este día desprendido de su orilla
            como un barco en el vaivén de las olas
            sin puerto, sin espera
            y solo he hallado una sombra que se niega a sí misma
            acompañarme.
            
            Paso los días contando estrellas,
            moldeando el aire inexacto entre mis dedos inexactos;
            de esta forma pago mis culpas,
            no sé si este cielo se repite
            al otro lado del abismo,
            entre el paso que doy y el paso que dejo atrás
            volteando la esquina.
            Solo quisiera encontrar un pedazo de vidrio
            y despacio como cualquier loco
            desfigurarme el rostro.
           II
           En días azules enfrento el destino
            golpeo con mis alas las pupilas del ocaso;
            el día se abre como canéfora mitológica
            y entro en ella ángel Minotauro.
           El Sol sucumbirá en mis brazos, la Luna, los  planetas;
            con una cadena protegeré lo que es mío:
            dolor-náusea-soledad
            mientras cuerpos atormentados se azotan contra la noche
            y el mañana nos arroja al hijo muerto de su vientre.
           Arriba muere el dios blanco con su corazón  acuchillado
            muere el edificio lagarto, la urbe ácida, el hombre hostil
            al fondo la ciudad es una cáscara de plátano en la que
            resbala la muerte.
           III
           Oscurece.
            A medias tintas distingo calles fragmentadas
            donde la noche es la horrible cara de un fantasma que no
            quiero contemplar;
            los carros pasan arrastrando una pesada sombra de escarabajo,
            los ángeles recién perfumados por el smog caminan ensayando
            una mueca de pavo real
            Y expectoran una moneda de diez centavos.
           La polución de los días me persigue, arrastra,  acosa, avienta,
            y no encuentro puerta o ventana que me acerque a la luz,
            no encuentro el camino que me lleve a una casa con hijos, con
            jardines,
            con paredes blancas en las cuales colgar un cuadro de colores.
           Siempre he disimulado mi tristeza, la forma de  estar así, solo
            Como un cactus creciendo en el desierto.
            Mi alegría se reduce al último color de la escala cromática,
            a ese color que se proyecta en las crayolas de mis ojos,
            y que aún no logran plasmar esa mirada.
           IV
           No reconozco los recovecos del odio
            Pero mis ojos desorbitados arden en los candelabros de la noche,
            mi cadáver adormecido tropieza en lugares oscuros, silenciosos
            como reflujos de arena en el desierto,
            y solo una luz guía mis pasos,
            solo un sonido resuena a lo lejos y me devuelve la calma.
           Estoy harto de observar el ojo imposible del  mañana;
            el olor a pólvora me ahoga y obliga a testimoniar rostros
            quebrados por el espanto.
            Los días pasan como balas,
            el invierno es una enorme mancha en mi camisa que ningún azul
            Brasso puede limpiar.
           La sombra que fluye de una cañería arrastra un  pedazo de noche
            y en cada fragmento logro distinguir los gritos de un loco
            con la mirada de Vulcano que ha incendiado su sonrisa.
            Nuevamente la náusea se apodera de mi frente y como en un sueño
            una flor asoma por mi boca.
           V
           Abro las ventanas de la noche,
            afuera encontraré un corazón de dos cabezas
            envuelto con papel periódico,
            solo un latido bastará para levantar el polvo del polvo,
            el agua del agua que es mi líquida forma de amar
            lo que aún es amago en lo amargo,
            solo un latido bastará para impulsar mis labios
            sobre las olas de un mar sabio denso,
            mar sabio denso, que es mi propia sombra que no reconozco
            mi espejo distorsionado donde recobro la mirada,
            esa luz estéril volátil como yo mismo:
  ángel Minotauro, triste ángel Minotauro, estúpido ángel Minotauro
            cuando caen fetos de los techos
            y el silencio invade las calles y levanta su bandera.
           Un corazón de dos cabezas ha dejado de latir.
            Un cadáver con los brazos en cruz se hace polvo
            Y se eleva con el viento.
           VI
           No sé qué quieren de mí estas noches góticas con  avisos
            de muerte recién pintados
            mis ojos ciegos giran como planetas
            y en un salto de araña logro eludir las maquinaciones
            ciegas de la náusea
            mis días transcurren simples y tristes como raros pájaros
            migratorios
            y no hay señal de vida a mil kilómetros a la redonda
            todos están muertos.
            Camino a tientas con mis párpados pesados y enormes como
            Caterpillar
            mis pasos devuelven el eco de héroes y bandidos cuyo suicidio
            no sirvió para nada
            mi rabia muerde el lomo sanguinolento de la tarde
            sombras temerosas cruzan las esquinas y se esconden en los
            parapetos-soledad.
           El chirrido de un carro enerva mis alas
            y detrás del parabrisas alguien gira el tambor de su revólver.
            El reloj detenido de una iglesia gira innumerables veces sus
            manecillas
            y estalla sobre alambres de púas y fáculas de Luna.
           VII
           Cansado de pudrirme en el sereno
            volando de rama en rama sobre casas derruidas
            invento un universo de cucarachas, moscas y polillas
  —hórridas criaturas en el jardín de la memoria—
            prefiero los colores de la tarde, pero es mejor un bestiario
            que una sórdida belleza.
            Un viejo camina y pisa mi universo
            Pude ser el dios de los insectos, pero ahora no soy nada
            o quizá un Minotauro alado buscando su camino.
            
            Encontraré a dios en una de mis borracheras
            lo bañaré en gasolina
            cortaré sus largas barbas de pelos hirsutos
            y prenderé fuego a todo mi pasado
            entre sombras y pedazos de insectos
            nublando mi visión del paraíso.
           VIII
           Sobre farallones de edificios maldigo los  tentáculos del día
            espanto con mis alas los horrores de la vida, plúmbago color
            en el desamor;
            quienquiera llegar a la luz tiene que vencer a su propia sombra
            construir como Diógenes un camino de fuegos.
            
            Mis alas sucumben ante el vértigo y solo queda  cerrar los ojos
            para no ver,
            cerrar los ojos y desaparecer, tocar el cielo plúmbeo
            Narcisa mirada en el espejo de  los párpados
            y ahí afuera el cíclope, el monstruo de los tiempos derribando
            espacios.
            
            Quisiera ser esa nube que arrastra el viento a  lo lejos,
            volar de comarca en comarca este mundo derruido
            regar con mis orines su cuerpo carcomido.
            
            No se engañen lluvia ácida caerá. 
           IX
           Persigo sombras amorfas que surgen de los  desagües
            acuchillo siluetas de rojas sirenas que desafiaron el olor
            de los basurales
            el eructo de los ángeles me incomoda y trato de encontrar
            un lugar donde inventarme
            mis pasos retumban en las paredes descarachadas de los salones subterráneos
            mi angustia no tiene otra forma de expresarse
            soy el sucio arcángel, el que nunca perfumó sus ropas con los
            olores del parnaso
            el que nunca escuchó los sabios consejos de los rapsodas.
            
            La felicidad es la línea de un autobús que no  pasa a esta hora.
            
            Desde el obelisco se observa el suicidio de las  estatuas,
            la muerte de los puertos, la decapitación de las orillas.
            
            El océano es un enorme monstruo que nos observa  con su ojo
            de espanto.
           X
           Un perro acompaña mi soledad o la soledad es el  perro mismo
            una prolongación de mi sombra disipada por la luz
            sin saberlo camino en dirección contraria a los astros
            y solo encuentro un puñado de cosas por las cuales reír
            un puñado de cosas por las cuales contar mi historia.
            
            Debería preguntar por ese que escapa de mí
            ese aquel ladrón de mi compañía
            ladrón de este tiempo, báscula de mis caminos,
            relámpago sin cielo.
            El paraíso sigue siendo la gris morada
            donde todos fuman el mismo cigarro
            el mismo humo que nos borrará el color de los ojos.
            
            Un perro ladra y cae por toboganes de locura
            toneladas de angustia lo sepultan.
            Sombras de ángel desaparecen entre destellos y  aullidos
            de dolor.
           XI
           Sostengo un incendio entre los brazos
            dos velas encendidas para caminar resucitado este día
            con la posibilidad de ser la sombra que proyecto y que no
            reconozco
            mientras la Luna me pudre los recuerdos y algo crece en los
            ojos
            como manos tratando de dibujar una puerta
            una estúpida puerta para huir con el rabo entre las piernas
            ocultando mi cobardía, mi desamor amando lo inevitable,
            la lucha del ser contra el no ser
            porque a mí mismo me tengo miedo
            y aunque lo niegue yo soy todos:
            un grito en la garganta del ocaso
            una voz de todos desprendida.
           XII
           A lo lejos
            un hombre herido me mira desde una estera
            lo ayudo a ponerse de pie y me abraza desconfiado
            el dolor se contagia como un virus y no soy inmune
            todo se enferma a mi alrededor
            y caen cuerpos derrotados por la angustia
  —púrpura caída de miradas convexas—
            trato de avanzar y me siguen los recuerdos
            la vida se cierra en esquizofrenia y paranoia
            alguien tiene que sacrificarse
            dar la vida para la vida
            efluvio-coraza-Minotauro
           Subo a un edificio y pretendo la caída
            abajo nadie solo sombras esperan
            abrazarme.
           XIII
           Parado frente al mar una ola amenaza,
            presiento una feroz tempestad
            el frío del cuerpo no es comparable al frío del alma
            pero estoy solo y nadie me abriga
            ni siquiera las gaviotas que dibujan remolinos de fuego
            en las mayólicas del cielo
            de pronto descubro que esta piedra es mi planeta y yo su
  único habitante
            miro mi rostro reflejado en el agua
            y una mano de angustia me coge del cuello
            toda mi vida corre en una pantalla y me detengo triste
            solitario
            en el mismo instante en el que traspuse la puerta fallida.
           El cielo rojo como un coral cae sobre mi cabeza.
           Dentro de mil años todo será escombros
            ya no existirán las aves, ni el agua
            la muerte habrá roto las cadenas
            reinará con su corona de mil espinas.
           XIV
           Amarrado a una estaca silencio los ruidos del  tormento
            mis ojos retornan a mi rostro
            pero a mi diestra la rabia es ciega,
            la cornamenta del sueño se quiebra y los ángeles que asoman
            no tienen alas para remontar una utopía.
            Mi cuello no soporta el peso de la angustia
            seguro, de mi cuerpo acéfalo brotarán alas de ángel Minotauro o
            impertérritas nubes de plomo.
           “Resurrección” es una palabra que no me gusta
   pero encaja en la oración del hipócrita.
           Inexorable es el regreso al origen de la  especie.
            Un río de aguas negras cruza a través de mis labios y en la
            oquedad de mi lengua
            una frase se torna incompleta
            una parábola enseña el camino de la luz
            una blasfemia enseña la trocha deleznable
            arriba, la Luna gótica no parirá más misterios esta noche
            solo las almas y los perros aullarán el sacrificio del
            Minotauro
           XV
           La noche me trae retazos de cuerpos que rodaron
            en oscuros manicomios
            parcho mi cuerpo con pedazos de otros que no conozco
            y a los que nunca se les prenderá una vela
            camino fragmentado reconstruyendo la mirada en losetas
            que se quiebran
            mientras lobos de vidrio intentan engañarme
            y cuásares de tiempo borran los vestigios.
           Las sábilas crecen detrás de las puertas
            los esqueletos vivientes llaman poderosamente:
  “Pagarán el daño que causaron,
            llorarán con lágrimas de sangre y no estarán más”,
            y no serán más los hombres, la carne vestida en la hoja
            donde el miedo se alza y pierde su fe en los helmintos.
           XVI
           El sereno de los días
            trae un intenso frío que congela humus en los ojos
            dos miradas que se cruzan son dos miradas que se apagan.
           Todos se buscan y nadie se encuentra
            un laberinto para el ángel Minotauro es una calle con millones
            de caminos
            lugares donde la risa ha perdido todos los dientes
            ciudades donde es posible morir sin que nadie se dé cuenta.
           Estoy muerto y mis alas resucitan dando golpes  en la acera
            espasmos de dolor me castigan
            pero mi cuerpo logra elevarse
            cuando verdugos de dolor muestran sus panoplias
            y formas calcáreas entumecen mis alas.
           Lágrimas son pedazos de hielo cayendo en el
            sereno.
           XVII
           Amanece
            todo vuelve a mí en forma de piedra
            y tengo que abrir la celda a mi alma enjaulada
            limpiar de una vez por todas las alcantarillas de mi pecho
            despejar el estrecho espacio donde habito.
           Un lugar para las flores es todo lo que quiero
            olvidarme que existo, que soy un gusano más que se retuerce
            sin poder avanzar,
            olvidarme que los días traen noches con Lunas marrones,
            noches con los ojos abiertos y una lágrima de sal.
           A veces entiendo que es preferible el olvido
            al recuerdo constante y doloroso
            al recuerdo de los pies sobre el cemento y una llaga
            en la espalda sin alas.
           XVIII
           Pájaros metálicos surcan el firmamento
            rasgan el cielo en tiras y rafias de neón.
           Rescato a un niño de su propia trampa
            soy tan pequeño ante el dolor
            tan miserable ante la angustia
            que piojos y moscas podrían matarme
            herido ayudo y soporto el látigo de gárgolas.
           Espacio y tiempo son coordenadas que nunca
            podré descifrar.
           La tierra abre su boca y me traga con un bostezo
  ¿Qué hago aquí dios de la mirada atroz?
  ¿Sobreviviré al genocidio de los tiempos?
            Mis alas se agitan cuando caigo al centro del universo.
            Miles de cabezas claman horrorizadas en los sótanos
            del sueño.
           XIX
           Camino cien cuadras y descubro dos ojos como  lenguas
            que lamen mi espectro
            debería emprender el vuelo o morir boca arriba
            quemándome en el día.
           Existo mientras muero y caigo por ventanas de  edificios
            dos alas cortadas suavizan los temblores
            ya no hay tiempo para el arrepentimiento
            una terrible furia se apodera de mi cuerpo
            y me escondo antes de perder el conocimiento
            perros y coyotes atenazan los cabellos del Sol
  —tenue iluminación en el velorio de los tiempos—
            desde aquí callo y observo
            cómo un arcoíris se hunde en el océano
            y obtusos planetas se precipitan al vacío
            mientras vahídos de agonía son notas musicales
            en el pentagrama del silencio.
           XX
           Alas de ángel Minotauro es lo único en la acera  solitaria
            mañana será un fósil más,
            una osamenta para hombres utópicos
            porque la muerte será solo grotescos gestos de muerte
            Torcidos rostros enderezando al silencio.
           Aquí ya nada tiene sentido y escapo del remolino
            mi sombra recorta la silueta de un arcángel
            y lo extraño.
           Una bola de fuego incinera el firmamento.
            El mundo arde, el cielo escupe lava
            la muerte sobre un caballo decapita al ángelus
            es el final,
            gallinazos escoltan al Minotauro
            el Sol parpadea en el horizonte.
           XXI
           Otro laberinto me espera con signos de espirales
            puedo cruzar las calles, volar sobre cordones eléctricos o quedarme para  siempre detenido en los arenales.
            Poco importa el acto heroico de los días
            solo avanzar con las alas adulteradas
            caminar cientos de cuadras, miles de espacios cotejando a la nada
            reptando-dando botes-gimiendo-aullando
            preguntando por el lugar inexistente de la felicidad y el rostro dibujado
            en la arena
            el rostro del sin rostro el que solo tiene la nuca de la duda.
           Este mundo solo tiene un camino llamado angustia
            un derrotero endosado por la náusea y la soledad
            una vía rápida hacia el fin de los principios
            y aunque no quiera avanzo tras la procesión que no he convocado:
            el funeral de ángel Minotauro que soy o que dejo de ser
            cuando aprendo a ser humano.
           (De Construcción  del Minotauro, 2006).
        
         
        - Ubicación:
- Habito  el no-lugar, este puede ser cualquier azotea, cualquier esquina, cualquier  calle (“La poesía es algo que anda en la calle”, decía Federico García Lorca).  Mientras tanto, en mi página del Facebook, aparece Chernobyl como ciudad de  residencia, un espacio más del cataclismo nuclear jamás imaginado por Le  Corbusier ni por futuristas del hábitat humano. Como buen peruano, puedo decir que habitamos el infierno.
        También  pueden leerme o escribirme aquí: 
        
          
            
              http://rodolfoybarra.blogspot.com/
              https://www.facebook.com/rodolfo.ybarra.7 
              http://www.limagris.com/category/columnistas/columna-pirata/
              rodolfoybarra@hotmail.com
            
          
        
         
          *Biodata.
          RODOLFO YBARRA (Lima-Perú)
          Ha estudiado Matemática Pura, Física, Electrónica y Comunicaciones.
          Ha delinquido en poesía acometiendo los siguientes  atentados:
          -La túnika de Ankou.  Edición de autor (1989).
          -Sinfonía del kaos.  Ediciones Humo Bajo el Agua (1993).
          -Vómitos.  Editorial Mantaro (1998).
          -Por la boca, muertos.  Editorial Duodeno (2002).
          -Ruptura de heje.  Editorial Caparazón (2006).
          -Carne humana.  Editorial VL (2006).
          -Construcción del  Minotauro. Editorial Zignos (2006).
          En el plano teórico, ha publicado un panfleto de  agitación y propaganda, titulado “Las armas del escritor”, de más de dos mil  páginas, del cual nace el primer tomo: primer atentado.
          En novela, ha publicado Matagente (2012), Secreto de  Estado (2012) y El secreto de la geisha (2012).
          En video, ha registrado La decadencia de Lima (1998), de 1 h 45 min; Retrovisor; Omnívoro, etc.
          En música, aparte de haber compuesto más de cien temas  musicales y tres óperas, ha participado −desde inicios de la década de 1990− en  la campaña de “Terrorismo Musical” con la banda Distorsión Ácida y apoyado a  otras como Melchor Malo, África Caníbal, Ácido, Plátano Contaminado, Cirko  Terror, etc.
          Ha dirigido también un programa de televisión cuasi  clandestino en canal 27 UHF bajo el nombre Degeneración, programa político-cultural que se emitía los sábados de 1997 y 1998 y que acabó  por culpa del déspota, tirano y execrable Fujimori, quien secuestró ilegalmente  la antena de Chorrillos.
          En radio, coprodujo Nuestra  Época, que se emitió por Radio Santa Rosa.
          Ha editado la revista Vía  Expresa, El Moscón Rojo y el  fanzine Ácido, corrosivo literario  producido en tándem con el inefable Carlos Rengifo.
          Como diseñador vintage,  cyberpunk y steampunk ha intervenido  trajes de Giorgio Armani y recibido la aprobación de varios periódicos y revistas  de modas y de actualidad, entre los que se encuentran las revistas Facto y Gestión, así como el diario El  Comercio, etc.
          La falta de acceso a las editoriales lo ha obligado a  participar en oscuros concursos literarios, habiendo ganado algunos y perdido otros.  Ha sido tres veces finalista (con otros tantos libros) en el Premio Copé de  Poesía. Ha ocupado el segundo puesto en el concurso nacional de poesía Premio  José Watanabe Varas. Asimismo, ha ganado el Premio Nacional de Poesía 500 VL,  organizado por la Municipalidad de Lima, con el libro Carne humana, etc.
          Ha dado cientos de recitales en universidades públicas y  privadas, en institutos, casas culturales, sindicatos y pueblos jóvenes, así  como también en instituciones penitenciarias, en las que ha colaborado en  talleres artístico-literarios.
          Ha dictado las conferencias “Una Teoría para la  Contracultura” en la Asociación Cultural Peruano-Británico de Miraflores.
          En el campo tecnológico-científico, ha mejorado la  Eolípila de Herón, constituyéndola en una máquina compleja que podría ayudar a  producir electricidad a bajo precio; así también ha diseñado su propia “Máquina  del Orgón”, con base en los estudios inconclusos de Wilhelm Reich, y que,  eventualmente, podría detener y curar enfermedades terminales.
          Sus textos se encuentran desperdigados en un sinnúmero de  antologías y muestras, entre las que se encuentran: La generación de los noventa, editada por la Biblioteca Nacional del  Perú; Antología Premio Copé, por  Ediciones Petroperú; Revista Aedosmil;  Revista Homúnculos; Encuentro de  escritores nuevos, por la Universidad Científica del Sur; Antología poética 51 poetas; Revista Camión de Ruta; Revista K’ollana; Polis Lima, por la Editorial Zeta, etc.
          En la web, circulan decenas de páginas bajo sus créditos,  muchas de las cuales no son su “creación heroica”.
          Actualmente, colabora esporádicamente en varias revistas  y fanzines, y tiene una página de libros: “Librorum Prohibitorum” en la revista Dosis.
          Su obra ha cruzado el Pacífico y ha sido invitado como  miembro de número por el Colegio Patafísico de Francia.
         
         
        parasomnia.peru@gmail.com 
          e.frain@hotmail.com