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        Una geografía del dolor
          Antología del chileno   Zurita en Lima 
  
          Por Andrea Cabel
          El Comercio. Lunes 2 de julio de 2007
         
         
        No nos hemos perdido
  Raúl Zurita / Mauricio Medo-compilador.
  Edición   postal de la colección Cartografías / Poesía.
          Serie Documenta   001.
          Tranvías Editores / Ediciones Ajos y Zafiros. Lima, 2007.
        
          A través de Maurizio Medo -compilador-  ingresamos al universo de No nos   hemos perdido, última entrega del poeta chileno Raúl Zurita. Esta obra surge de   una selección de textos de La vida nueva y Los países muertos. El libro, hecho   completamente a mano, a modo epistolar, y con un interesante diseño, nos obliga   a plantearnos una lectura del arte desde el arte mismo. Así, la primera de las   tres partes, "Canto a su amor desaparecido" (Desiertos), es un reto a los oídos   del lector. Por su lenguaje recargado, de sintaxis forzada, crea posibilidades   lingüísticas y estéticas complejas y de gran musicalidad. El discurso es el de   una voz comprometida con la vida y con la realidad de su tiempo: los   desaparecidos, la violencia y la muerte. "Maldición, dijo el teniente, vamos a   colorear un poco. / Murió mi chica, murió mi chico, desaparecieron / todos". Los   desaparecidos pueblan esta primera parte de tres poemas, llamados igualmente,   "Desiertos de amor".  
          
          En la segunda parte "Cataratas de mar", nos acercamos   a la arquitectura que nos deja la historia y la naturaleza, los paisajes como   cicatrices y reivindicaciones de un pueblo. Latinoamérica con sus dos océanos y   los Andes, los ríos, precipicios, espinas, y todas las cataratas: las del   juicio, la piedad y el consuelo. Es la naturaleza que nos habla del hombre y nos   muestra cómo el amor en él está vivo, en tanto se recree la relación de este con   las cosas. Así, nos dicen las Cataratas: "...Sosteniendo por un minuto más los   rasgados retazos / de las costas de los acantilados cuando fueron / nuestras   mismas heridas los precipicios abiertos allí / delante límpidas besándose las   costuras.".  Luego, la dimensión americana aparece íntimamente relacionada con   lo que el poeta considera la chispa de la Divina comedia -obra que lo inspira y   cuestiona vital y poéticamente-. El "cruce de miradas" es esa luz entre el   infierno, el purgatorio y la rosa de cielo, desde la cual resurge el tema de la   otredad. Dante y Beatriz, personajes reales y míticos, se miran por un instante   y luego se distancian, quedándose con el recuerdo del momento, con ese rostro   humano tan parecido al de Dios. 
          
          Vemos pues, cómo el poeta explora diversos   espacios, tradiciones y ámbitos discursivos haciendo de ellos una dialéctica   entre humanidad y naturaleza. Así, entre la tradición que retoma, está también   la bíblica, ".los pies del Pacífico se rompían cortándose en/los astillados   vidrios y eran las llagas de Cristo/ las heridas.". Es importante la mención a   Dios, puesto que está relacionada directamente con la mención al dolor, a la   vida, al amor y a los paisajes que rondan las voces de los que desaparecieron y   de los que aún siguen en pie, sin dejarse en el camino. Así, ".Son los ríos que   se aman gritamos mirando el espejismo/que alzaban las heridas piernas del mar   allí donde/el Pacífico se va doblando hasta caer sobre los / maderos de estos   abismos y somos nosotros los que / caemos rotos crucificados igual que un   INRI.".
          
          Finalmente, "No nos hemos perdido". Última parte del libro en la que   los brazos y las piernas inician la lectura, ellos ".están rojos con mi / sangre   y las quemaduras surcan mi piel / Dime: ¿me atreví acaso a decirte que sufría?".   Seguidamente llegan tres poemas llamados "Sí". Tres veces afirmando un amor en   el que la voz poética es un indio cazador de estrellas que nos dice "Sí mi Dios,   sí amor. Sí sólo tú me escucharas. Yo / soy un buen muchacho, yo no soy malo, y   / todavía puedo abrazar a mi amor con todas mis / fuerzas.soy un hombre   enamorado y usted / conoce lo vasto de mi necesidad.". Esta misma voz nos lleva   al último poema, texto que reitera la idea de lucha y naturaleza, de amor y   esperanza. El amor lo vence todo -nos dice, incluso, la ruina y el naufragio.   Sobre él nacen las batallas por llegar al infinito, las luces intermitentes de   las estrellas perdidas, las cenizas de los cuerpos que se fueron. El amor   entonces, no es el cadáver, sino la eternidad de los que renacieron del miedo.