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ZURITA, de Raúl Zurita. Ediciones Universidad Diego Portales, 2011. Santiago de Chile, 748 págs.

La obra del Paraíso

Juan de Marsilio
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UN LIBRO GRANDE: casi setecientas cincuenta páginas de poesía. En la tapa, la foto en claroscuro del autor y un título: Zurita. Quien no conozca al poeta podría considerarlo soberbia, vanidad. Aquel que, más enterado, recuerde que ha escrito textos sobre el Desierto de Atacama o el cielo de Nueva York, pensará en una sostenida megalomanía. Si ha leído a Zurita, estará preparado para enfrentarse con el delirio -el poeta se refiere a los textos como "estas demencias"- pero más aún con la profundidad, el dolor y la grandeza.

CONÓCETE A TI MISMO. El año pasado, entrevistado por Chiara Bolognese (Anales de Literatura chilena, 12/2010, Nº 14) y anunciando este libro, justificaba así el título: "Se llama así no porque crea que yo o lo que sea mi vida tenga algo de especial, al contrario, sino porque es mi dato básico, el hecho básico de estar vivo, si puedes llegar al fondo de ese dato concreto que es tu vida, sin autocompasión ni falsa solidaridad, estarás posiblemente vislumbrando el fondo de todas las vidas; los seres humanos no somos mucho más que distintas metáforas de lo mismo y todos, más o menos, somos semejantes en nuestras angustias y miedos, en nuestra necesidad de amor, en nuestra perplejidad frente a la muerte." Al modo de Dante, hace cuestión personal del universo entero, pero a través de una rigurosa y despiadada autoindagación, poblando al mismo tiempo la propia voz de infinidad de otras voces prójimas. Un proyecto serio, en una época que el autor considera banal: "El silencio con que son recibidos hoy los grandes poemas que continúan escribiéndose, es un silencio infinitamente elocuente del tiempo que nos tocó vivir: el tiempo de la agonía del lenguaje y su sustitución por el inmenso ruido omnipresente de la publicidad."

El HOMBRE Y SU CIRCUNSTANCIA. "Yo trabajo en la obra del Paraíso, pero como uno más en el recorrido de su vida. Y trabajar con la vida es trabajar con la corrección sistemática de la propia experiencia asumida como un borrador de la experiencia que será, de la vida que alguna vez será. Es un proyecto de construcción de un nuevo sentido y de una forma social de experiencia." Lo que antecede es parte de "¿Qué es el paraíso?" uno de los textos iniciales del libro, y muestra la huella de haber vivido con esperanza el gobierno de Allende. Pero este libro también canta la derrota, la dictadura y sus horrores y luego un país que ya no sueña con asaltar ni construir el Paraíso. Por eso cierra el texto este paréntesis que lo define: "(Fragmento encontrado entre tus ruinas)".

A la cabeza del texto, se pregunta a las gentes de Hiroshima, a los trabajadores chilenos y a las naciones de la Tierra qué es el Paraíso. Así, lo doloroso personal y nacional es, desde el arranque, ocasión de decir lo universal. Este libro está escrito en un presente inmediato pero también como si las cosas que cuenta -es poesía que se vuelve un poco novela y un mucho historia- hubiesen ocurrido también hace millones de años (ese es el sentido de la cita de Thomas Mann, "Hondo es el pozo del tiempo", que precede el cuerpo del libro y se repite, retraducida y resignificada, a lo largo del texto). Esto, emparienta a Zurita con el Canto General, de Neruda. Pero el lenguaje de este poeta es más cercano al de Vicente Huidobro, aunque se pueda reconocer en la enunciación de las visiones de este libro -amén de acentos bíblicos y dantescos- algunas resonancias de Walt Whitman, que también influyera en Neruda. Eso sí, en este largo poema, la esperanza -que está, aunque bajo asedio- no es enfática ni desbordante.

EL POETA Y SUS MUERTOS. Este es un libro de dolor y desgarro (sus tres secciones son: "Tu rota tarde", "Tu rota noche" y "Tu roto amanecer", en alusión a la tarde del 10 de setiembre de 1973, la noche entre el 10 y el 11 y la mañana del 11 de setiembre). Es un libro de muertos recordados, si no con culpa de haber sobrevivido -que Zurita la ha sentido y expresado no sólo en su poesía- sí con el deber de dar testimonio. Esto se ve en el rescate de los Sueños, de Kurosawa, en especial aquel en que una compañía de fantasmas se reporta ante su comandante, que ha sobrevivido y regresa, derrotado, a casa. Pero también, en esta interpelación: "Mis hijos están desaparecidos y mis restos son pasto de aves carroñeras y fieras. Tú que lo sabes Zurita ¿te dije alguna vez que sufría?". Queda la perturbadora sensación de que le han matado más cosas al sobreviviente que a los caídos. Así, por ejemplo, en la dedicatoria "in memoriam" de "Al amanecer", se homenajea, entre otros difuntos, a "los ríos de Chile", "Jehová", "América" y "otros sueños".

A tono con lo que comunica, el lenguaje es apocalíptico -se muestra al Pacífico o a la Cordillera precipitándose, incluso al Océano sepultando las montañas- y está modulado en prosa rítmica (eco whitmaniano), aunque hay también textos en verso libre, poemas visuales y fotos de los acantilados costeros del norte de Chile, usadas con fuerte expresividad.

EXTENUAR AL LECTOR. Ha escrito Álvaro Bisama (Revista Qué Pasa, 14/7/2011) que "como pocos libros chilenos, Zurita es capaz de extenuar al lector, de dejarlo en la intemperie de su propio desconsuelo". Si bien esto es más cierto y más doloroso para el lector chileno, y sobre todo para el que hubiera vivido el antes, durante y después de la experiencia de la Unidad Popular, la dolorida confesión personal, las constantes alusiones a otros desastres y horrores, junto y el ya mencionado tono apocalíptico, abruman al lector sensible de cualquier parte y de cualquier lugar (y más si, siendo uruguayo y maduro, tuviese heridas y pérdidas similares por las que llorar). El libro tiene que abrumar: no abrumarse ante el recuento de tanto horror sería no tener entrañas, hacerse cómplice espiritual y pasivo -por indiferencia- de los autores de crímenes que, en tanto tienen aún secuelas en proceso -se las asuma o se las ignore- se están perpetrando ahora.

Los títulos de los apartados de la sección final ("Tu roto amanecer"), impresos, casi al cierre del libro, sobre fotos de los acantilados del norte chileno y vueltos poema, resumen este anonadamiento: "Verás un mar de piedras/ Verás margaritas en el mar/ Verás un Dios de hambre/ Verás el hambre /Verás un país de sed/ Verás cumbres/ Verás el mar en las cumbres/ Verás esfumados ríos/ Verás amores en fuga/ Verás montañas en fuga/ Verás imborrables erratas/ Verás el alba/ Verás soldados en el alba/ Verás auroras como sangre/ Verás borradas flores/ Verás flotas alejándose/ Verás las nieves del fin/ Verás ciudades de agua/ Verás cielos en fuga/ Verás que se va/ Verás no ver/ Y llorarás".

 

ZURITA, de Raúl Zurita. Ediciones Universidad Diego Portales, 2011. Santiago de Chile, 748 págs. Aún sin distribución en Uruguay.


 

 

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Santiago de Chile, 748 págs.
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