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Apuntes sobre “Purgatorio”, de Raúl Zurita

Por Andrés Urzúa de la Sotta


Algunas consideraciones introductorias

Iniciaremos el recorrido del ensayo confesando que el uso de la primera persona plural se ha escogido debido a que pensamos que dentro de cualquier individuo conviven, no sin tensión, diversas, disímiles e incluso contradictorias voces, las que no intentaremos suprimir ni domesticar en el curso del mismo.

En este sentido, es probable que se adviertan algunas paradojas en el discurrir del texto, las que esperamos que más allá de invalidarlo tiendan a fortalecerlo o al menos ampliarlo, sobre todo en la medida que permitan diversificar las perspectivas, prismas o puntos de vista.

Ahora bien, respecto a la profundización del estudio de la obra “Purgatorio” y en menoscabo del mismo, diremos que no somos lo suficientemente comprometidos como para acercarnos a su cabal comprensión, puesto que, a diferencia del autor que tiempo antes de engendrar el libro se quemó la mejilla con un fierro candente para encarnar el dolor, nosotros ni siquiera apagaremos un fósforo con las yemas de los dedos humedecidas.

Así, asumimos el deambular ingrávido por la superficie del análisis, mas esperamos arrojar ciertas luces sobre el texto y su contexto histórico, social y/o político.


Previa a la gestación de “Purgatorio”

Con el fin de aterrizar en la historia, nos internaremos en la situación que circunda al Zurita de los años previos a la publicación de “Purgatorio”. De esta manera, citaremos algunas sombras que el mismo autor perfila en una entrevista concedida al periodista Andrés Piña en el año 1990, la que fue publicada en el libro “Conversaciones con la Poesía Chilena”. En ella, se vislumbra el testimonio de un hombre derruido en los albores del golpe militar, el cual esbozaremos con sus propias declaraciones, y en orden inverso al curso temporal de los acontecimientos, de la siguiente manera:

  • A mediados del 75 me quemé la cara en el baño de mi casa”.

  • Nos distribuyeron en dos barcos de la Compañía Sudamericana de Vapores, el Maipo y el Lebu (…) nos metieron en unos bodegones (…) eran lugares bastante amplios, donde caben unas doscientas personas, pero nosotros éramos ochocientos, todos apretujados, en un hacinamiento que nos impedía incluso movernos (…) nos soltaron al anochecer, luego de tres semanas, cuando quedaba una hora para el toque de queda”.

  • Cuando me subieron al barco, me volvieron a preguntar por la carpeta, pero ahí el interrogador llamó a otro fulano para que investigara mis papeles. Este tipo los miró y dijo <ah, sí, son poemas estas huevadas>, y me tiró la carpeta al mar. Ahí yo sentí que el mundo se me quebraba de verdad".

  • Nos llevaron a la Escuela de Ingeniería Naval, que está en Salinas (…) nos dieron una feroz pateadura”.

  • Me subieron a unos camiones junto a otras personas”.

  • Me divorcié poco antes del golpe y aquello marcó una especie de derrumbe”.


    Purgatorio”

El caso de “Purgatorio”, como el de gran parte de la producción literaria de la época, es indisoluble del contexto histórico en el cual se incubó. Más aún, nos parece imposible situarlo fuera de la biografía del autor y del horror que lo rodea. En este sentido, nos adherimos a la idea de que el libro, publicado en 1979, es un gesto radical por encarnar el dolor, tanto personal como colectivo.

Argüimos, entonces, que el hecho de incluir una foto en el texto donde se visualiza la cicatriz dejada por el fierro ardiente en su mejilla, además de los encefalogramas y el informe psiquiátrico que alimentan el delirio del tono del libro, extreman la desesperación en el intento de Zurita por transformar el poemario en una herida profusa e irreversible. Las palabras del crítico literario Álvaro Bisama, especulamos, corroboran nuestra moción:

  • Purgatorio es, de un modo casi insoportable, eso: el martirologio de un artista al que no lo queda otra opción que mostrarse como un cuerpo herido”.

  • Especie de tratado sobre la locura como escape o consecuencia del horror circundante, en Purgatorio Zurita exhibe las señales de la disolución de una identidad que bien puede ser la del Chile de aquel entonces.

  • Purgatorio puede ser una más de las manifestaciones del desastre cultural que significó la violencia militar en el país”.

En relación con aquello, transcribimos y descomponemos brevemente el poema que abre “Purgatorio”, titulado “Domingo en la mañana”:

Me amanezco
Se ha roto una columna

Soy una santa digo

Pese a que cualquier análisis de textos, y en especial de poesía, nos parece sumamente relativo, intentaremos pensar el sentido del poema ligado a las connotaciones de las palabras más que a las dislocaciones en el uso del lenguaje. En este sentido, más allá del delirio en el travestismo propio del hablante lírico del último verso, lo que nos llama la atención es el segundo: Se ha roto una columna.

Pues bien, nos parece que el verso mencionado refiere a dos roturas simultáneas: la de la espina dorsal del cuerpo y/o la de un pilar, sostén o base social. La rotura del corpus social, entonces, deriva en el quiebre corporal, en el dolor físico y en el delirio.


Esbozos para una especie de conclusión

No sólo “Purgatorio” deber ser leído desde la biografía de Zurita y del contexto histórico circundante, sino gran parte de lo que realiza, le sucede y publica después de su ópera prima. Los poemas escritos en el cielo y publicados en “Anteparaíso”, su famosa masturbación en público frente a un cuadro, el amoniaco que se echó en los ojos para experimentar la ceguera, el bombardeo de panfletos desde avionetas en Santiago, e incluso, tal vez, la enfermedad de Parkinson que lo aqueja en la actualidad.

Al respecto el poeta nos dirá que arte y vida son indisolubles, que sus acciones de arte son gestos que pretenden intervenir el espacio urbano para cuestionar las condiciones de vida del Chile dictatorial, que “la ciudad es un museo, los ciudadanos son artistas y la vida una obra de arte factible de ser corregida”, como rezaba el (CADA), del cual Zurita formaba parte esencial en aquella época. Nos repetirá, en definitiva, las palabras de la contratapa de la primera edición de “Purgatorio”: “Y ahora, Zurita, que rapado y quemado te hace el arte”.


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Bibliografía

  • Purgatorio, de Raúl Zurita. Santiago de Chile, Ediciones Universidad Diego Portales, 2007.

  • Conversaciones con la poesía chilena, de Andrés Piña. Santiago de Chile, Ediciones Universidad Diego Portales, 2007.

  • Cien libros chilenos, de Álvaro Bisama. Santiago de Chile, Ediciones B, 2008.

  • Página web www.memoriachilena.cl


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Purgatorio en www.memoriachilena.cl (archivo pdf = 6.4 Kb)

 

 

 

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