TU SUPER NATURALEZA
Villorrios de un hiperespacio atemporal
Presentación de Supernaturaleza de Sergio Alfsen
Por Mauricio Torres Paredes
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Para acercarse a la poesía de Sergio Alfsen, una de las cosas importantes, es creer que conocemos el silencio. Ese silencio que no altera la comunicación, que si bien toma pausa de voz y de ruido, creemos que sobrevive en la capacidad de pensar sin la cabeza. 2015 del siglo XXI de la era cristiana ¿Quién hoy no piensa con la cabeza? Sino la de sí mismo, la de la familia, la del poder, la de la información.
Atosigados, rellenos, colmados de bulla y sin sentido nos movemos por las ciudades occidentales en la imaginada ciencia ficción de una era añeja, sonámbulos en esa condición de casi despiertos, obligados a meternos ruido por sí mismos como manera de rechazar aquel que se nos quiere obligar a escuchar. Este nuevo dios “engullidor de almas, engolfador. Animos, animas, manadas de almas engullidas con aullantes chillidos llorones, en torbellino, torbellineando, se quejan”.
No hay espacio para el silencio, no hay área en nosotros que se nos permita espiritualizar, aquel ángulo de donde nació la poesía, aquel pliegue en el que nos encontremos con sí mismo. Ese lugar que hace o trata de posibilitarnos nuestra naturaleza, aquella que hemos buscado por milenios, aquella que hemos interrumpido en el miedo a encontrarla. Aquella es a quien la poesía le habla, un cúmulo de palabras y transgresiones, de resistencias, imaginarios y subversiones que puede llegar a ser un mantra exterior, que posiblemente no nos tendría acá hablando de lo que ya sabemos.
Como bien dice, Leopold Bloom en el Ulises de Joyce, “Pero supone que dijeras algo así como: Martha, siete por nueve menos x igual a treinta y cinco mil. Sería un fracaso. Es por causa de los sonidos, eso es lo que pasa”.
Al leer Supernaturaleza, el silencio estaría dado por el balbuceo que te lleva a leer la palabra en el mismo momento que se la piensa, seguida por otra palabra más complicada aún, que, una tras otra van generando ese imaginario poético de conexión interior que llamamos espiritualidad, aquella que hoy por hoy le confiamos tan poco porque nos intimida pensar que nos encontraremos con nosotros mismos. Como bien dice Diego Maquieira, no se quiere leer, porque tememos sentirnos solos.
Es así como sabemos y entendemos que la poesía siempre tiene algo que decir, pretendiéndose ser acallada con cliches tan bajos, como esos juicios castigadores que se le dan a aquella o aquel que hace un comentario barnizado de metáforas, o quien con alguna que otra apreciación se aleja de los sentidos racionales impuestos desde la cuna. Lo que existe en estos momentos es lo que llama Octavio Paz “oírse llorar en medio de la sordera universal”
En la búsqueda de nuestra naturaleza la poesía entrega la vida necesaria para consumar la otredad, saber de diversidades, de galaxias y semillas que otros nos pueden llegar a enseñar.
“Define órgano de huracanes, grial pedazo destéreas interperies y respirarsel sordecedor dilate yazgan. Aves de ánima la migración semántica entre la cimbra cardinal de los cardos en la brizna, la fija elongación del horizonte lácteo como huincha de espuma fuera la pausa” Nos dice el poeta Sergio Alfsen.
SuperNaturaleza, es tú naturaleza en búsqueda de la otredad a través de la poesía escrita y por escribir, es la intentona palabra en explosiones mágicas, espirituales y catárticas que nos esperanza a que busquemos en el silencio, todo aquello que nos debemos.
