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Presentación
Ráfagas semiautomáticas para escribir una canción de amor, de Sebastián Alvarado
(La Maceta Ediciones 2018)

Por Hernán Contreras R.




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En “Cartas a un joven poeta”, Rilke escribe:

“No hay más que un solo remedio: adéntrese en sí mismo. Escudriñe hasta descubrir el móvil que le impele a escribir. Averigüe si ese móvil extiende sus raíces en lo más hondo de su alma. Y, procediendo a su propia confesión, inquiera y reconozca si tendría que morirse en cuanto ya no le fuere permitido escribir”.

Tal intensidad en la escritura es la que expresa Sebastián Alvarado en sus poemas: Logra escribir a su propio sufrimiento para vivir su propio infierno y valerse del mismo. Así, pareciera que Alvarado asemeja el mecanismo de una metralleta con el de su escritura, el automatismo de lo visceral:

“tengo fiebre, observo cómo es parida desde una nube una virgen negra que desea mecerme entre sus brazos, tengo fiebre y alguien me grita que despierte, que es hora de seguir transitando, de seguir haciéndolo mientras se quiebra una Alameda congelada junto a mi pasado…”

En estos versos se deja entrever un estado de semiconciencia, imágenes salidas de sueños que el autor, en versos posteriores, mezcla con figuras y símbolos de mundos pasados, pero claro está, los versos de Alvarado no se quedan ahí toda vez que sí hay conciencia, o más bien, una seminconciencia, una escritura semiautomática con un procedimiento y una intención clara:

“quiero emular los suspiros de los nómadas, quiero nomadizar la quietud de las imágenes, quiero hacerlas vivir conmigo, a través de mis palabras, a través de mí”.

En estos poemas vemos la necesidad de un sufrimiento, de un amor, un anhelo por los mismos versos que escribe, que parecieran posicionarse como un aspecto imprescindible en las representaciones del poeta. La muerte, ráfagas, disparos, verborragia hemorrágica, heridas en la piel, todo como una necesidad para poder vivir en su infierno, donde la escritura es el éxtasis para sobrevivir a lo que el mismo hablante anhela.

“mis manos al escribir me encadenan a nubes que se espesan, admiro la cordillera en el invierno, dicen que la lluvia es la que permite la primacía de aquellos colores, no dejes que se vayan aquellos colores, quiero que se incrusten como alas en mis manos, quiero que se incrusten como estacas al final de mis brazos abiertos…”

En las heridas a veces imploradas, provocadas por las balas que el mismo poeta llama a que hieran su cuerpo, el poema, la canción de amor, es la necesidad y la cura que por instantes logra detener la sangre. Desde esta intensidad y desde el tópico del amor, es imposible no recordar a Alejandra Pizarnik:

“Pero mis brazos insisten en abrazar al mundo
porque aún no les enseñaron
que ya es demasiado tarde”.

En el amor, Alvarado alude a un pasado helénico, a una mitología de diosas a las que llama con sus palabras, a un amor que pareciera no poder percibir, como si ese amor y esa canción fueran parte de un mito de otros tiempos, imposibles de abrazar. Pero como en los versos de Pizarnik, insiste en su odisea.

“nado impostado en un mito, me desnudo para nadar en la nada, me desnudo frente a Afrodita, la que se introduce en mi cerebro a través de mi nariz, la que me impulsa para que penetre en un mar inexistente, para que me ahogue en un mar inexistente, para que me haga parte de la inmensidad de lo que no existe”.

El hablante, después del intento por sostener el amor y el mito con sus propias manos, después de adentrarse en lo más profundo de sus sueños y pensamientos, afirma:

ahora escribo
para alejar a los rostros
que no dejan de atormentarme
con el mío.

Así revela el motivo de sus ráfagas, el significado de la canción de amor, el porqué escribe y, estoy seguro, el porqué seguirá escribiendo.


Santiago, noviembre de 2018.

 

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HERNÁN CONTRERAS R.  (Santiago de Chile, 1990). 

Miembro cofundador de Trizadura Ediciones. Encargado de portadas, redes y distribución en Viuda Negra Ediciones, y locutor en Radio PseudoFM. Organizador de la Feria del Libro del Barrio San Isidro.

Durante el año 2017 fue seleccionado para integrar la antología poética Pánico y Locura en Santiago publicada por Editorial Santiago-Ander en 2018. Es autor de la plaquette Proyecciones (La Maceta Ediciones, 2018) y del poemario Trayecto hacia algunos días (Filacteria Ediciones, 2018), obra que obtuvo una mención honrosa en el concurso internacional de poesía “Rostros” 2018, convocado por el Grupo Rostros, Colombia.



 

 

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Ráfagas semiautomáticas para escribir una canción de amor, de Sebastián Alvarado.
Por Hernán Contreras R.