Proyecto Patrimonio - 2016 | index | Santiago Azar | Francisco Véjar | Autores |
Inocencia, ironía y dolor
El imperio de la inocencia. Santiago Azar. Pequeño Dios Editores, Santiago, 2013, 73 páginas
Por Francisco Véjar
Revista de Libros. Domingo 23 de Febrero de 2014
.. .. .. .. ..
El imperio de la inocencia es un nuevo libro de Santiago Azar (1976), que reúne ocho años de escritura poética. Nos encontramos aquí ante una bitácora de viajes y regresos a su adolescencia, signada por el hechizo de la poesía. En esta obra se despliega también un collage de imágenes, pertenecientes a su álbum familiar y generacional. En el poema que da el título a este volumen, Azar escribe: "Nosotros éramos un puñado de muchachos en días oscuros. (..)/ Ansiábamos la llegada del cartero como un enviado de Dios./ Allí venían las noticias sobre un país que no conocíamos./ Yo me seguía aferrando a la bicicleta que reparaba mi abuelo/ como si pedaleando le hiciéramos cosquillas a la realidad./ Sin embargo, afuera todo era como un gran túnel de fuego negro". He aquí las remembranzas vividas por el autor en la década del ochenta.
Y al hablar de influencias, se declara devoto de Nicanor Parra y en términos de lenguaje se siente afín al volumen Versos de salón, que Parra publicó en 1962. A ratos aquello es plausible en este poemario. Leemos en el texto "Sobre la naturaleza del oficio o arte poética para analfabetos": "Los poemas no nos necesitan, una vez creados están más vivos que yo./ Gozan de buena o mala salud según corresponda/ y perduran de acuerdo a sus propios huesos./ Nosotros estamos de sobra./ El recitado es un oficio cansado y vetusto (...)/ Sin embargo, debemos estar claros que la escritura es un ejercicio./ Entrar y salir del paraíso al infierno, sin estacionar./ Se debe ser honesto con el sentimiento del huracán".
No por ello el autor de El imperio de la inocencia deja de tener una voz propia, tamizada por diversas lecturas y vivencias. En el capítulo "Collages de mis muertos" hallamos un texto conmovedor, dedicado a su sobrina. Allí apunta: "Inés, me duele./ No me vengas con este perdido golpe a mi corazón (...) Yo te quiero bajar de esa inmunda amarra a tu cuello./ Hacerte respirar como en los edificios de la infancia (...) Yo me quedo en medio de este mundo/ interrogándolo sin que me dé respuestas".
Con este libro, Azar nos permite explorar la risa y las lágrimas de una generación que es necesario oír.