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La No muerte nos revive en Clemens Altgård.
Cinosargo, 2017. Traducción de Omar Pérez Santiago
Por Sergio Badilla Castillo
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En este libro del poeta sueco Clemens Altgård con su pasado iniciático en la ahora, ya mítica Pandilla Malmö, el escaldo vuelve a la cordura de retornar a la edificación poética con este libro que tiene un título, que más parece una advertencia, que un lema de encabezamiento de una obra: Odöd, No muerto.
Obra que surge después de un largo, donde el hastío o quizás el spleen de fin de siglo, abatió al poeta, al rebelde que se ensoñaba con el espíritu impetuoso del punk en su silencio nórdico, pero el volcán estaba pletórico de magma y así surgieron estos textos de Odöd, en cuyas entrañas la poesía perdura más afanosa en la tensión entre el lenguaje hablado y escrito.
Y así cuando leemos estos versos de Altgård: “uno parece oír la voz del poeta, como si nunca hubiese bajado del escenario”, señala, a este respecto, la crítico literaria sueca Boel Schenlær, porque muchas personas se inquirían, con interés, durante veinte años, preguntándose cuando Clemens Altgård lanzaría una nueva colección de poemas.
Un dolor subyacente pareciera sacudir al poeta en esta visión que podría resultar pesimista, desde sus inicios, porque está tratando con la muerte desde una no muerte, pero es una figura alegórica que se enlaza desde Aufklärung germánico, pasando por el romanticismo de Goethe, Schiller, Novalis, Hölderling, y por sus contemporáneos nórdicos como Kierkegaard y posteriormente los modernistas Elmer Diktonius, Edith Södergran y Karin Boye. En todos ellos, filósofos y poetas, está presente el rastreo de la muerte, como una actitud alegórica de vida o de no- muerte y es justamente, ese desafío que recoge, como evento de retorno, Clemens Altgård.
Por eso este libro es una alabanza o un agradecimiento a la vida que transfiere al poeta a la superficie de la creación poética con una vigencia total.
Con una figuración suspicaz, imaginaría paradójica e inflexiones de palabras, Altgård genera una nueva poética. Con interrogaciones y cuestionamientos el poeta marca importantes acontecimientos en esta textura El dolor aparece como una consonancia implícita. "No Muerto" es un momento de tregua, una percepción concreta que probablemente puede subrayar la propia experiencia del lector en ciernes.
No sentirse vivo, es en la No muerte una especie de estado persistente, pasivo del abandono. Cuándo todo decae, todo se corrompe. ¿Qué es lo queda entonces? ¿Cuál es el filamento que nos recuerda aquello que fue vida?
En la página 35 en el poema Siempre el poeta escribe: “Cómo todo se invierte y un sentimiento viene en puntillas como una araña. Sensación en todos los nervios. Como si Newton, el viejo de la manzana, siempre hubiese estado muy equivocado”.
Un crítico sueco expresa que Altgård no quiere pagar el precio de un anuncio de despedida, como Maiakovski, porque su poética busca un renacer desde las sombras, encontrar el camino de la metáfora, de la imagen restituida hacia la vida, con un dejo implícito de posteridad o acaso inmortalidad.
Así en la página 32 el rapsoda se abre camino en la parábola y expresa: “Las líneas escritas difícilmente pueden borrarse, no, están allí como un ejército de hormigas que se ha petrificado en su formación”
De esta forma este libro es un agasajo o una retribución a la esencia de la existencia, porque traba la muerte desde una no muerte.
En la página 37 en el poema No, nos dice, desde la trinchera consonante “Por ejemplo, nos hallamos el uno al otro. No Muertos que escriben desde la angustia adormecida”
Pero aun así subsiste, la idea del peligro de la conjetura que le hace temer que no todo aquello que se festeja o que le permite expresar su
regocijo es inocuo, tal como queda explicitado en el poema Espiga;
“Hay corrientes entre las lenguas del breve sol y los prados humeantes allí en el medio de las palabras. Sí, son auténticas cantarelas en la cesta (pero quien sabe a ciencia cierta si no están embrujadas)”.
Sin lugar a dudas, esta obra del poeta sueco que nos convoca esta noche, tan distante de su universo escandinavo, pero tan cerca de la expresión más íntima de la vida que está expresada en las páginas trascendentes de este No-muero, es un libro necesario para adentrarse en la poesía de culto de Suecia.
Y termino con unos versos de Clemens Altgård, del poema Jardines colgantes que concluye con una agudeza: “Una garrapata adherida al corazón de dios. Un dios antiguo por lo demás, desgastado y muy cansado. ¿Quién lo eliminará? Ya no hay más ningún tiempo libre”.