Lobos del ártico es una antología de la obra poética de Sergio Badilla Castillo. Poeta perteneciente a la diáspora de jóvenes idealistas expulsados al exilio tras el Golpe de Estado de 1973. Poeta inserto en otras lenguas y otros mundos, distanciado del habla cotidiana, ansioso de retomarla.
El título de la antología estremece: Lobos del ártico. La figura del lobo proyecta en el imaginario ideas y figuras refractarias, contradictorias. Los lobos son animales solitarios, no hay duda. Es acaso la primera imagen que asalta, pero también integra la manada y aúllan y reclaman bajo la luna sus nostalgias. En este caso: en medio de los hielos del ártico. En medio de la nada, en medio del exilio, podría interpretarse. El sentimiento de soledad se perfila como el leiv motiv del poemario. La soledad humana, la soledad extremada más allá del desarraigo propio del exiliado.
La poesía no tiene leyes para quien lee, pero las tiene para quien la escribe. Para el lector son palabras engarzadas, ajustadas a un sonido, a una emoción desatada; para el poeta son mucho más que eso: es la esencia de su vida. Es la búsqueda eterna del ser de las cosas y de sí mismo en las palabras. Badilla las busca y rebusca en este poemario hasta encontrarlas.
Sergio Infante prologa Lobos del ártico y denomina al poeta Badilla el viajero incansable. Sus versos acompañan sus viajes infatigables, se mueven bajo sus pies de un lugar a otro siempre buscando, nunca satisfecho, abierto a la aventura, a pesar de la nostalgia que marcan sus pasos.
La poesía de Badilla enfrenta dos saberes: oriente y occidente. Son dos mundos que se tocan pero no se aman. “Aquí logró arraigarse un cedro de la India/ tal vez como siervo consternado/ escarbando la huella de la ruina / Viajó desde la frontera hasta Ojai / donde Russel dialoga con Krishnamurti…” Amplía su mirada a los secretos de otros mundos: “Me arrebato de aromas orientales, distingo la mirra y accedo/ al frenesí de los bálsamos levantinos…”
Sin embargo, hay desolación constante en los versos de este viajero incansable: “Somos gente de paso en una ciudad privada/ por eso simulo otra circunstancia / con una armadura frágil de parásito o de escarabajo…” “La realidad es apariencia y simulacro/ disfraz y hechicería/ una farsa en la escena del sentido y la razón.”
El exilio, el desarraigo, la distancia y el desamor agudizan la nostalgia del poemario. “Busco a un hijo que se extravió en su memoria / y dejó de llamarme padre / aunque la sangre es ligadura y las / distancias separan en la inmensidad de la estepa…” El poeta expresa su desconcierto existencial: “No sé qué día es hoy exactamente. / ¿Será el de mi vida o el de mi muerte?...” La presencia de la amada acompaña al poeta peregrino: “Tu estás ahí sentada en ese barco / que cruza un pequeño golfo en el Egeo / y miras el mar y te sonríes / a través del borde que da a babor….”
La poesía de Sergio Badilla da un pincelazo global a la historia humana, siempre desde el exilio ártico, emboscada por la nostalgia. No descansa. “Después de este largo viaje/ mientras el movimiento de mi cuerpo / se lacta de energía/ una lágrima vacua corre por mis pómulos / y desfallece aparentemente en el suelo…”
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«Lobos del ártico», del poeta Sergio Badilla Castillo. Mago Editores, 2018, 322 págs. Por Miguel de Loyola