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Una antología poética de Sergio Badilla Castillo
"El año del reptil", Mago Editores, 2016
Por Eddie Morales Piña
Publicado en http://www.casablancahoy.cl/ 27 de agosto de 2016
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La lectura sosegada y atenta de una antología poética de Sergio Badilla Castillo nos ha deparado una agradable sorpresa; el ejercicio de lectura de la obra nos ha llevado a la conclusión de que estamos frente a un escritor que sobresale entre la constelación de poetas de las últimas generaciones chilenas. Efectivamente,“El año del reptil”, publicado en 2016, es una antología que reúne poemas del autor escritos entre 1990 y 2015. Badilla Castillo nació en Valparaíso en 1947, pero ha sido un trashumante no por propia vocación, sino que esta condición vitalista es consecuencia del exilio que comenzó a experimentar a partir de 1974. Este rasgo de su existencia será uno de los constituyentes claves de su poética.
La portada de la obra en comento tiene un retrato del autor realizado por Manuel Gutiérrez; en este paratexto, Badilla Castillo aparece sonriente y se vislumbran sus característicos anteojos –por no decir, quevedos o simplemente lentes. En la solapilla, una fotografía del poeta con su característica sonrisa se nos vuelve a presentar. El título del poemario está en el margen superior del texto en letras mayúsculas de color negro: El año del reptil, seguido del subtítulo que nos indica que estamos frente a una antología. Inmediatamente aparece el nombre de Sergio Badilla Castillo en letras de tonalidad violeta. La contraportada en color negro y letras blancas da cuenta en cuatro condensados párrafos de quién es el poeta y cuál es el objetivo de la antología poética.
El nombre del libro que cobija a una significativa muestra poética del quehacer creativo de Badilla Castillo –cinco lustros- nos trae resonancias del horóscopo chino. Es sabido que en aquella cultura el transcurrir de los años se va significado con una presencia de un ejemplar zoológico. Pienso, entonces, como lector del poemario que, tal vez, el título tiene que ver con el año del nacimiento del poeta que pudo haber correspondido al año de un reptil. Sin embargo, esta es una mera conjetura al estilo borgiano, y, por tanto, la dejo como una interrogante. La clave del título, por el contrario, está en uno de los más de cien poemas que conforman el texto. Es el poema seis que se denomina “Año del reptil” el que da cuenta del sentido de toda la textualidad badillana castillensis.
Detrás de todo ejercicio escriturario hay una poética. La poética es lo que sostiene desde el punto de vista estético el quehacer y el hacer poéticos mediante el lenguaje, que es puesto en una sintonía diferente a las funciones habituales que tiene en el sistema de la lengua. En consecuencia, cabe preguntarse cuál es el basamento estético que constituye la palabra poética de Badilla Castillo. Generalmente, las poéticas se explicitan; otras veces, son implícitas, pues es el lector quien determina el cimiento sobre el cual el creador poético construye la textualidad. En el caso del autor de esta antología la explicitación de la misma está en la propia escritura del poeta. La poética la ha denominado transrealidad.
En otras palabras, es la realidad fuera de la realidad. Aunque parezca un juego de palabras, se trata de una realidad que ahora podríamos calificar como la virtualidad. Es una realidad que escapa a los cánones espacio-temporales a que estamos habituados. En la transrealidad confluyen situaciones distantes en el tiempo pero que adquieren una nueva temporalidad en el devenir poético. Entre las palabras claves que ponen en la contraportada los editores de esta antología, sostienen que nos enfrentaremos como lectores a una resignificación del mito, o a una remitificación de la realidad mediante la ucronía o destemporalidad.
Los poemas de Badilla Castillo son textos que tienen resonancias estéticas mayores. Una de las claves del poemario está, efectivamente, en el dialogismo discursivo. Efectivamente, en los poemas se van detectando las lecturas de los otros poetas universales que el autor ha conocido en sus textos y con los que dialoga, como los simbolistas franceses Rimbaud, Mallarmé, Baudelaire, Lautremont, o con Huidobro, Pound,Vallejo, De Rokha, Lihn, Teillier, Cardenal, de Melo. La transrealidad se afinca, además, en la trashumancia del poeta. Es una poesía cosmopolita que se universaliza y conjuga el verbo en múltiples resonancias culturales, incluidas las sagas y leyendas nórdicas, que Badilla Castillo conoce bien, porque estuvo avecindado en Suecia largos años. De allí el diálogo también con poetas como Edith Sodergram, Gunnar Ekelof, Tomas Transtromer o Marin Sorescu.
Volvamos al principio, al sentido de título que, como dije, está encapsulado en el poema seis. La transrealidad se nos presenta mediante un juego especular (de speculum, espejo) de la situación poética descrita. El sujeto hablante nos confidencia que “no recuerdo cuántos hijos tuve/ ni cuántos infantes perdí en esa guerra”. Estos versos iniciales sirven, además, de colofón o cierre del poema. ¿De qué guerra se trata? Es fines de mayo, “el año de la lagartija” (era el año del reptil). Unos “pechos sarracenos” lo hacen tropezar mientras un francotirador empuña el fusil y busca su cabeza mientras deambula por Santiago. Un poema ucrónico o atemporal. El hablante no dilucida ante el lector de qué guerra se trata.
En síntesis, la lectura de esta antología de Sergio Badilla Castillo es altamente convocante. Un poeta imprescindible de conocer, leer, recomendar.