Roberto Bolaño y Bruno Montané:
Poetas y hacedores de "revistas 'chilenas' en las orillas del mediterráneo”[*]
Por Soledad Bianchi Publicado en "Revistas y redes en la conformación del campo intelectual latinoamericano" Ivette Lozoya López — César Zamorano Díaz (Editores)
Ariadna Ediciones. Santiago de Chile, noviembre 2021
Desde sus inicios como escritor, una de las pasiones de Roberto Bolaño fueron las revistas. Le gustaba participar en ellas, pero, muy especialmente, le interesaba fundarlas. Fue así como, entre fines de la década del 70 y mediados de la siguiente, desde Barcelona, junto a su amigo, el poeta Bruno Montané, hicieron tres, por lo menos, de breve tiraje y duración: Rimbaud, vuelve a casa; Regreso a la Antártida y Berthe Trépat, la única que superó el número inicial. Mostrando otra de sus facetas literarias, una de las menos conocidas, Bolaño hace evidente su curiosidad y entusiasmo por este tipo de publicaciones en numerosas noticias, detalles y anécdotas que relata en la correspondencia que mantuvimos desde 1979, cuando yo le solicité que enviara algunos de sus escritos a Araucaria, periódico trimestral del exilio chileno.
Estimado Roberto: te escribo a nombre de Araucaria —revista chilena que espero ya habrá pasado por tus manos— para pedirte colaboraciones. Yo he leído poemas escritos por ti y Bruno Montané en Casa de las Américas y en algunas antologías y te pediría si puedes mandar algunos escritos [...].
Además, quisiera que tú te pudieras contactar con otros poetas, con distintos escritores —especialmente chilenos— y decirles de nuestro interés. Me interesan fundamentalmente: Bruno Montané y Alejandro Lazo. Te pediría, por favor, que cuando me contestes me envíes sus direcciones (si las tienes) y me menciones otros nombres posibles.
Son fragmentos de la primera carta que le escribí a Roberto Bolaño, el 17 de agosto de 1979, ésa que inició una fluida correspondencia de cerca de 50 misivas, que se prolongó hasta 1997; sin embargo, su frecuencia comenzó a ralear hacia 1985.
Fue en una revista donde, por primera vez, encontré poemas de Roberto Bolaño y de Bruno Montané, escritos a dúo. Y, como puede leerse más arriba, fue por —y para— otra revista que contacté a Bolaño, solicitándole textos y que, además, hiciera de intermediario ante su amigo, Montané, para lo mismo.
No hay dudas que, para nuestro acercamiento, la mención a estas dos revistas no era casual ya que Casa de las Américas, de Cuba, continuaba siendo un valioso referente cultural, una especie de centro o eje, unión y lugar de encuentro donde, junto a autores ya canónicos y de la tradición, podían encontrarse novedades y primicias literarias y artísticas de todo el continente. Además, la solidaridad cubana que siguió al Golpe cívico-militar fue intensísima, casi infinita. Por su lado, Araucaria fue una publicación cultural, que había comenzado a aparecer el primer trimestre de 1978 y, aunque siendo del Partido Comunista de Chile, ní en sus colaboraciones ni en sus colaboradores se restringía a esta militancia (esta apertura, más visible en las artes que en los artículos dedicados a la política fue, creo, uno de los factores primordiales para transformarla en una de las principales del exilio). Como Volodia Teitelboim, su Director, residía en Moscú; su Consejo de Redacción (al que yo pertenecí hasta el Nº16, del último trimestre de 1981) funcionaba en París, y era impresa en Madrid, por esta dispersión —que no fue obstáculo para el trabajo ni para que se prolongara por 48 números, hasta 1989—, siempre he pensado Araucaria como un resumen o, tal vez, una metáfora de la diáspora.
Yo me relacioné con Bolaño —y muchos literatos— pues, de cierta manera, sin formalidades ni nombramientos, me había hecho cargo de la sección "Textos" que acogía escritos literarios: cuentos, poemas, testimonios. En sus cartas, él me habló mucho de las revistas que ideaba, siempre junto a su amigo Bruno Montané. Por esta razón, y por mi intercambio epistolar actual con Montané, a raíz del presente trabajo, consideré que mi punto de mira debía ampliarse, centrándose no sólo en el autor de Los detectives salvajes sino en esa dupla, tan creativa y ejecutora que no se paralizaba ni con las pequeñas ni con las grandes dificultades, fueran individuales o que atañeran a proyectos colectivos.
De este modo, me centraré sólo en las revistas nominadas por Bolaño, y mis miradas fluctuarán entre las publicaciones comunes y los dichos de cada uno en sus correspondencias conmigo y, también, enfocaré su participación como colaboradores —con textos o como integrantes de Consejos de Redacción— en impresos que no fundaron ellos o, en otros, que no imaginaron solos.
Correspondencia Infra: vocera de los Infrarrealistas, desde México
En Correspondencia Infra —cuyo título completo se continúa con el añadido de: Revista menstrual del movimiento infrarrealista—, en cuyo número 1, de octubre-noviembre de 1977, México, aparecen colaboraciones de ambos, es destacable, además, que Roberto Bolaño firme con su nombre, en 1976, a sus 23 años, cuando todavía residía en esa capital latinoamericana, el extenso y valioso: "Déjenlo todo, nuevamente. primer manifiesto del movimiento infrarrealista" (sobre el que ya hay bastante bibliografía).
En el fragmento 10 de los 20 o 21 que lo componen, informa: “Nos antecede Hora Zero [sic] / ((Cría zambos y te pisarán los callos))”, y es su reconocimiento a esta vanguardia anterior a ellos, vanguardistas infrarrealistas. Es su modo de saludarlos en el “Primer Manifiesto”, donde no hay alusión directa a revistas, mas —desde esta reverencia—, como en un rebote, podemos ligar con un aviso previo que acompaña la página con direcciones (“Correspondencia Infrarrealista / dirigirla a:”), preliminar a la del Sumario, y que anuncia, dentro de un rectángulo: “salió HORA ZERO”: y así, con muy pocas palabras, se pregona un nuevo ejemplar del escrito-portavoz del grupo peruano del mismo apelativo. Ambos jóvenes chilenos también participaron en éste y así se evidencia, algo más tarde, en Rimbaud, vuelve a casa: con casi total certeza, la primera publicación periódica gestionada en exclusiva por Bolaño y por Montané. Por lo demás, la frase de esta denominación —“¡Rimbaud, vuelve a casa!”- también integra “Déjenlo todo, nuevamente” como un llamado perentorio, y entre signos de exclamación, al poeta francés para: ”Subvertir la realidad cotidiana de la poesía actual” (8).
No deja de ser curioso, a mi entender, que la proclama de un conjunto sea suscrita sólo por uno de sus miembros. Podría suponerse, claro, que los demás estaban de acuerdo y consideraron innecesario agregar sus nombres, pero... pero es Bolaño quien asume, individualmente, esta "paternidad". No obstante, “Agua de riñón”, el artículo que la sigue y que tiene, asimismo, tono de programa, y que podría considerarse complementario del primero, lleva la rúbrica: “Movimiento Infrarrealista” y, aunque no se sabe si tras su redacción estuvo todo el conglomerado de México, quizá fue una manera sosegada de resolver una pugna autorial. Acaso algo similar podría pensarse del último texto —breve y sin firma— de Correspondencia Infra que, en su inicio, menciona al “Movimiento Infra” y aclara y aconseja a supuestos lectores y participantes.
¿Será una casualidad que la página se complete con la alusión a otro “movimiento”? Claro que ya no es literario sino científico, pero acogido por las artes visuales porque bajo esas explicaciones del “Movimiento Infra” se reproduce la pintura “El movimiento perpetuo”, de René Magritte, de 1935.
Y, desde el presente, puede notarse otro dato singular pues, después de “Agua de riñón”, sigue un largo poema de Mario Santiago dedicado a Roberto Bolaño, entre otros-. Se llama: “'Consejos de un discípulo de Marx a un fanático de Heidegger'” (así, entre comillas), rótulo que nos remite, de inmediato, a: Consejos de un discipulo de Morrison a un fanático de Joyce, la primera novela del chileno escrita, posteriormente, a cuatro (¿0 dos?) manos, con Antoni García Porta (práctica que Bolaño conocía bien por haberla ejercido, en varias ocasiones, al elaborar poemas a dúo, junto a Bruno Montané).
Sobre Correspondencia Infra, Montané comenta —en el mensaje que me dirigió el 1 de octubre del 2018—: fue “la única revista infrarrealista. [Sin embargo] También hubo una primera y anterior, que era una plaquette (quizá la mejor, para mí la más importante), ...Pájaro de calor (financiada por Juan Cervera, un joven periodista español... [residente en México))”. Este folleto, localizado en: México-Lora del Río (municipio de la provincia de Sevilla), apareció en 1976 en “Ediciones Asunción Sanchís”, y es casí una antología de “ocho poetas infrarrealistas”, como precisa el subtítulo. Entre ellos, por supuesto, están: Bolaño y Montané, con varios poemas individuales, cada uno.[1]
Sabemos que rara vez los nombres son fortuitos. Menos los de una revista O los de un grupo literario. Tampoco “infrarrealista”, del “Movimiento Infrarrealista”; tampoco el apócope, “infra”, de la revista Correspondencia Infra.
“Déjenlo todo, nuevamente. primer manifiesto del movimiento infrarrealista” se inicia con una larga cita anónima, y Bolaño entrega sólo una clave para llegar a concluir el nombre del autor (que no se da nunca): “Escritores soviéticos de ciencia ficción...” (5): como ha señalado Patricia Espinosa y otros críticos, se trata de Georgij I. Gurevich y su cuento «La infra del dragón», publicado en 1959. Y para el término “infrarrealista”, se dice que fue empleado por el dadaísta y surrealista Philippe Soupault y, según mencionó Bolaño, por el pintor Roberto Matta, quien, por lo demás, prefería reconocerse como “realista del sur”, y no como surrealista. Como tanto Soupault como Matta terminaron siendo expulsados u optaron por marginarse del colectivo surrealista (sobrerealista o super-realista, como se le llama, a veces, para evitar la mala comprensión pues, en español, el prefijo “su” o “sub” significa “bajo”, es decir, justo lo contrario de lo que expresa en francés). Es evidente que ninguno de estos dos artistas inventó ese vocablo, mas cada uno, de modo individual, se habría valido de él para diferenciarse, de modo radical, de André Breton y su conglomerado, oponiéndosele.
Y aún se puede seguir con otro indicio, radicalmente bolañiano: “De la infrarrealidad venimos, ¿a dónde vamos?”, apunta el último verso del poema “IX” que, a su vez, cierra Reinventar el amor, su primer libro publicado:
Se trata, pues, de un [sic] poema, aunque hay quienes han visto 9, escrito en México D.F. en octubre de 1975. De alguna manera es un poema de despedidas formales. Adios [sic] a formas y tótems que yo utilizaba en el momento de construir un texto. Dato curioso: el nombre que luego se le dio al movimiento infrarrealista, viene tomado del último verso. Para mi vergüenza. Para mi sempiterna ternura. (El énfasis es mío)
me dice en parte de su dedicatoria, firmada en Barcelona noviembre 1979.
Y parece ser en ese vaivén entre la vergüenza y la ternura (sentimiento, éste, enfatizado por Rimbaud; asimismo, por Bolaño, con mucha frecuencia, y para las situaciones más diversas) que puede haberse escondido esta circunstancia pues resulta desacostumbrado —y hasta extraño— que este escritor que jamás posó de modesto y que fue tan consciente y sabedor de sus dichos y tan memorioso de las opiniones ajenas sobre él y sus quehaceres, no haya vuelto a recordar o no quisiera hacer público este acierto.
Ha colaborado con la revista Plural [sic: no subrayado] y codirigió la revista Correspondencia Infrarrealista [sic]. Fue uno de los fundadores, en 1975, del Movimiento Infrarrealista, que agrupó a algunos poetas y pintores mexicanos de vanguardia, de este grupo fue expulsado como en cinco ocasiones, una de ellas después de haber él previamente expulsado a todos los componentes menos uno (él mismo, por supuesto).
Tal vez fue ese vaivén entre la vergüenza y la ternura que, con el paso de los años, lo hizo olvidar ese reconocimiento. Al silenciarlo, Bolaño elegía entregar una imagen suya más lúdica y mordaz que rabiosa; una visión de sí mismo menos competitiva y más despreocupada, juvenil y cercana a la que delinea en su primera carta, del 3 de septiembre de 1979 (¡hace exactas cuatro décadas!), en lo que, con humor, calificaba de “ridiculum vitae”.
Colaboradores (en) periódicos
Desde esa primera carta y, por lo menos, en cada una de las cinco suyas que iniciaron nuestra correspondencia, Bolaño menciona revistas donde colaboró y me anuncia sus envíos, (de)mostrando, así, la importancia que le concedía a este tipo de publicaciones, útiles como “tarjetas de presentación”, después de considerarlas, probablemente, como laboratorio de prueba de sus escritos.
Te envío, junto con esta carta, un total de 13 poemas y la fotocopia de un conversatorio que J[orge]. A[lejandro]. Boccanera y yo sostuvimos a finales de 1976 en México y que fue publicado en la revista Plural [sic = sin subrayar], en mayo de 1977, cuando yo vagaba como fellah por los sumideros de Europa. Con algunas de mis afirmaciones ya no estoy de acuerdo, pero creo que aún da una idea de lo que pienso de la joven poesía latinoamericana. (El conversatorio se reprodujo en el suplemento cultural de un periódico limeño en septiembre de 1977.) [...] Espero que te llegaran los textos de Bruno (fragmentos de “Cuando llegue el atardecer seré un salvaje para siempre”), así como Rimbaud, vuelve a casa [sic] y la revista Operador [sic] y una carta mía que los acompañaba [del 17 de septiembre de 1979].[2]
“La nueva poesía latinoamericana. ¿Crisis o renacimiento?”, se titula ese diálogo, publicado en la revista mexicana Plural, en su segunda época —iniciada con la salida de Octavio Paz, su antiguo Director: blanco frecuente del desprecio de los Infrarrealistas, Bolaño, incluido. Antes, en 1976, habían aparecido, allí, dos artículos suyos sobre el Estridentismo, movimiento de vanguardia mexicano de la década del 20, y sus seguidores.[3]
Es un poema suyo que Bolaño da a conocer en Operador, publicación española, de Sevilla, de la que Montané da algunas pistas, en su carta del 1 de octubre de 2018:
la editaba [...] Felipe Boso que no recuerdo cómo contactó a Roberto. Quizá haya sido a través de Carlos Edmundo de Ory [ojo a la correspondencia entre Roberto y De Ory, muy abundante]. No sé cuántos números editó Boso, quizá como mínimo dos. [...] Era una revista editada en imprenta, con más medios que nuestra B[erthe] T[répat], aunque también modesta. [...] No teníamos nada que ver con su edición. Roberto publicó sólo una vez en ella: "Resplandor en la mejilla". (Operador, n.º 2 [de agosto de 1978])[4]
Y en una carta cercana al 12 de noviembre de 1979, Bolaño indica haberme enviado, asimismo, “"Blanco de Gas" [sic= sin subrayar], revista catalana con un largo fragmento de un poema aún más largo de Bruno.” Y es, justamente, Montané quien —hoy— aporta antecedentes y me cuenta que sus tres organizadores fueron los poetas Carmelo Sancho y Víctor Esteban y el historietista e ilustrador Ricard Castells, quien realizó la portada. “El dibujo del gánster es mío, un collage dibujado. También había ilustraciones de Steva Terrades, véase Entre paréntesis”[5] — me escribe—. Y, por este correo del 18 de septiembre del 2019, me entera de una novedad, imposible de conocer para un lector cualquiera: una “primicia” muy posterior a 1978, cuando él fue publicado:
Sancho inspira, en buena parte, el personaje Enrique Martín, del cuento homónimo de Llamadas telefónicas[...][6] En el cuento [fechado en 1996], la revista Blanco de gas se llama Soga blanca [...] Cuenta la (triste) historia de Carmelo Sancho[...]. [El apelativo] Fue una ocurrencia de Castell y Esteban, creo. Roberto lo parafraseó con el cruel Soga blanca (sobre todo teniendo en cuenta que Carmelo Sancho-Enrique Martín se ahorcó. Relee el cuento, da información del contexto (con las ironías, la compasión y la dureza típicas de Roberto[...]).
Tanto en Plural como en Operador y Blanco de Gas, Bolaño y/o Montané se limitaron a entregar colaboraciones que fueron publicadas entre 1976 y 1978. Si bien existen otras revistas, como Correspondencia Infra, donde —como se vio— participaron con mayor intensidad y énfasis al pertenecer a sus Consejos de Redacción. Además de esa publicación mexicana, de 1976, sé que Bolaño formó parte del Comité de Le prosa, revista de escritura literaria (“sí, has leído bien”, me dice, para despejar la ambigüedad del artículo masculino), que apareció en México, en 1980, dirigida por el poeta Orlando Guillén. Más tarde, en 1982, preocupado, el escritor chileno advierte en su carta del 15 abril: “Le Prosa agoniza, o al menos eso supongo al ver a Orlando Guillén deambulando por Barcelona y sin ánimos de volver a México”.[7]
En 1982, en España, Trilce, una revista de poesía, aparecida en Chile en 1964, comenzaba su segunda época con el Nº17: “Acerca de Omar Lara y “Trilce”: sale la revista en abril [de 1982]. Omar me escribió, hemos acordado vernos en Madrid, me dijo que estoy en el Consejo de Redacción, que ya hablaríamos”, relata en carta de ¿enero de 1982?
“Realmente me interesa el asunto de Trilce [sic].”, afirma, el 4 de marzo de 1982, desde Gerona, pero ese 16 de mayo, en Rosas, su entusiasmo decae: “En cuanto a Trilce, veo bastante oscuras mis posibilidades de colaboración. Dice Omar que me publicará un poema en el segundo número, pero publicar unos poemas no es ninguna colaboración. Ya veremos”.
Si en Trilce 18 (julio 1982) aparecen escritos tanto de Bolaño como de Montané, resulta inusitado que, a pesar de la promesa de su Director, Bolaño sea omitido como integrante del Consejo de Redacción en los dos primeros números (de un total de 4), ¿habrá sido, realmente incorporado, con posterioridad? Pero más que para destacar este “descuido”, he citado extensamente a Bolaño pues quisiera recalcar cómo se relaciona con ese tipo de publicación tan especial que son las revistas, su “trato” hacia ellas y con ellas, su modo de acercárseles, imaginarlas y entenderlas. Nótese, por ejemplo, que aparecer mencionado como integrante de un Consejo de Redacción lo motiva a compartir e intervenir trascendiendo la simple formalidad de la figuración o el (supuesto) honor que, muchas veces, en esas instancias, desemboca en ser espectador inactivo. Nótese, asimismo, su crítica por el temor al ocaso (de)terminante de un espacio de escritura pues la ausencia geográfica de su Director sería, para él, sinónimo de abandono y falta de cuidado. Como se percibe, para Roberto Bolaño, estos impresos requieren dedicación, trabajo, compromiso personal... y más deberes. Esta simpatía por las publicaciones literarias periódicas y su manera de comprenderlas son algunas de las causas que lo movieron a integrarlas y, también, y muy en especial, a concebirlas y concretarlas en y con la “camaradería cotidiana”,[8] la constante y leal amistad y colaboración de Bruno Montané, engarzando experiencias e intereses con un inagotable empeño para exhibir y comunicar trabajos propios y ajenos, tradicionales y de relevo, todo con la seriedad con que ambos, Bolaño y Montané, practican la actividad literaria: por lo tanto, con la seriedad que, en sus vidas y en sus literaturas, alcanzan leer y escribir.
(H)ojeando "revistas 'chilenas' en las orillas del mediterráneo"
Rimbaud, vuelve a casa, Regreso a la Antártida, y Berthe Trépat fueron las revistas ideadas y publicadas por Roberto Bolaño y Bruno Montané entre fines de la década del 70 y casi la mitad de la siguiente. Ellos las imaginaron y fueron sus creadores y fundadores, además de gestionarlas, promoverlas y, en su mayoría, hasta... imprimirlas.
Desde hoy y, a pesar de ser “tan frágiles y precarias” (son palabras de Montané) y de su modestia, pareciera que, en estas publicaciones, no hubiera nada al azar. Comencemos por orden cronológico.
Rimbaud, vuelve a casa
El joven Rimbaud, desde un dibujo en blanco y negro, enmarcado entre dos líneas muy próximas, nos mira, vestido con chaqueta a rayas y un lacito, en lugar de corbata. El joven Rimbaud —que abandonó la escritura a los 26 o 27 años— ocupa buena parte de la portada de esta revista de papel amarilloso y áspero, de papel periódico, posiblemente (según mis recuerdos pues hoy sólo conservo una fotocopia). Desde la parte posterior de su cuello y bajo una línea recta que podría corresponder al horizonte-, un fondo negro: hacia abajo, se diría que un mar negro. En contraste, el blanco de arriba no sólo está ocupado por la cabeza del poeta francés: su pelo es atravesado por especies de nubes que interrumpen, también, una suerte de sol negro o luna llena negra, ubicados —si se le mira a la cara— a su derecha, mientras a su izquierda y desde la mitad del enmarcado superior, un avión de combate desciende —¿voluntaria o accidentalmente?— dejando una estela, similar a un relámpago, dando una idea de velocidad: no puede olvidarse su importancia, para Rimbaud, y su “L'éclair” [“El relámpago”], de Una temporada en el infierno, así como el alcance de las nubes, para Baudelaire. Un espacio separa esa parte inferior de la superior que, enmarcada con una sola línea, encierra el título: “Rimbaud, vuelve a casa”: ruego, llamado o exigencia es esta apelación al poeta francés.[9]
“La revolución proletaria y el renegado Kautsky — (Poemas)”: esta frase, que ocupa ese espacio entre los dos enmarcados, y completa el nombre de la revista uniendo (al parecer) literatura y política, ¡y nada menos que con el título de un libro de Lenin!: ¿será un deseo o es un chiste?, ¿será una ironía por cierto lenguaje político muy estereotipado, formulaico y poco dúctil, muy propio de esos años, por lo demás? Y hay otra aparente antítesis pues el añadido final -"(Poemas)"- acompaña las palabras del líder ruso: ¿serán poemas políticos los que trae esta revista”, podríamos preguntarnos los lectores.
No hay más antecedentes en la portada. No se dan fechas de edición, que no aparecen nunca, pero como debe ser posterior a la única fecha mencionada, la del primer texto: “noviembre de 1977”, puede deducirse que es de fines de ese año-inicios del siguiente y, aunque sin certeza total, Montané lo confirma en su carta del 1 de octubre del 2018:
La Rvac fue una revista que hice yo solo (y que también pagué de mi bolsillo), aunque Roberto propuso los poemas de Darío Galicia [mexicano] (muy buen poeta, al que habría que reeditar). Roberto insistió en no aparecer. Se imprimió en los talleres del Diario de Mallorca a través del contacto de Steva Terrades, pintor mallorquín [...]. Creo que el tiraje se hizo en enero de 1978 (1.000 ejemplares).[10]
La publicación consta de 17 páginas de 28.5 x 20.2 cms, sin numerar, y se abre con un texto en prosa, de sonoro título: "Rasgar el tambor, la placenta (carta al Movimiento Hora Zero del Perú)", firmado por Bolaño y Montané, y sólo redactado por ellos dos (me aclara el primero en carta cercana al 12 de noviembre 1979), mientras Mario Santiago, Alvaro Montané, Claudio Bolzman, Inma Marcos y otros, especifican que: "También se adhieren a este manifiesto", un texto muy político —en lenguaje (hasta con términos marxistas) y significado—, que solidariza con el grupo poético peruano, y que toma como punto de partida la “Contrarrevolución” para evidenciar la situación de los artistas jóvenes firmantes (no todos poetas ni todos latinoamericanos) y las consecuentes características de sus producciones.
No analizaré este escrito que, por lo demás, entrega antecedentes fundamentales para entender sus poéticas y la de Bolaño y Montané, muy en especial, pero no quiero dejar de destacar dos o tres aseveraciones: la postura respecto a la tradición: literaria, sin duda, mas, también, personal y de la familia, en una primera lectura literal: “[la Contrarrevolución] nos ha dejado huérfanos en más de un sentido. Bien, ahora podemos elegir a nuestros padres”, se dice. Esta actitud y conectar con el “rasgar [...]la placenta”, parte del nombre de este texto, pareciera casi una obviedad. Como sabemos, Bolaño no escatimó declarar sus preferencias de autores, de obras, de lecturas, y tampoco temió, más tarde, irlas variando (lo que es muy entendible), pero llegó, en ocasiones —parricida que fue—, a “decapitar” y abominar, de modo explícito, de algunos de sus antiguos admirados, mientras él se construía un nuevo canon (y lo hizo sin guardarse palabras ni, a veces, acusaciones, no siempre fundadas).
No obstante, después, los adherentes ligan tradición “con el deber de la Revolución”, en la que se reconocen y, asimismo, reconocen antecedentes: “Una tradición que se remonta, que zigzaguea, que salta y brinca VIVA, desde Martí hasta Roque Dalton, desde Alfonsina Storni hasta Violeta Parra. Nervios fosforescentes en la noche”. Y se reconocen, también, y saludan la actividad y opiniones de “Hora Zero”, enfatizando y sintiéndose coincidentes en “la ofensiva por una nueva poesía”.
“Nos convertimos en poetas porque si no nos moríamos”, se había anunciado bastante al inicio, y esta frase tan dramática (y tan bolañiana, creo, por la emoción y la vehemencia) da cuenta de otra elección que ha permitido que estos jóvenes sobrevivieran a la Contrarrevolución que no sólo ha reprimido sino “también ha destruido los sueños, los épicos amores de barrio, las utopías”.
Y, con posterioridad, a una enumeración de disconformidades con una serie de conductas (supuestamente) ajenas, iniciadas por el término “Contra”, se finaliza con una auto-crítica “Contra nuestra propia ceguera”, y firman: “Roberto Bolaño y Bruno Montané”, y ocho afiliados que se les unen, “en Barcelona-Rosa de Fuego, noviembre de 1977".
Sin embargo, y a pesar de la cercanía expresada en esa declaración, Bolaño me explica en esa carta:
ahora estamos completamente desvinculados del Movimiento Hora Zero [...] También puedes quitar [en una antología que yo preparaba] los nombres de las personas que al final y entre paréntesis se adherían al manifiesto. Son compañeros chilenos, mexicanos y españoles que en ese momento apoyaban la revista pero que nada tuvieron que ver con la redacción del manifiesto, cuya responsabilidad sólo cargamos Bruno y yo. // Del Mov.[imiento] Hora Zero nos hemos excluido porque sin consultarnos incluyeron nuestras firmas al pie de un largo manifiesto plagado de estupideces literarias, amén de panfletario, torpe y su poqueque reaccionario. Nos vinimos a enterar sólo cuando tuvieron la gentileza de enviarnos el folleto, aparecido en Lima en 1978.
Salvo las dos páginas finales de la revista, el resto se dedica a textos de Darío Galicia (1953), Inma Marcos (1957), con primacía de un largo poema de Bruno Montané (1957). Los tres son presentados al final, bajo un párrafo que envía “Un saludo a los amigos”. Llaman, especialmente, la atención las descripciones de los dos primeros por ser tan actuales al enfocar asuntos de género: el homosexualismo de Galicia, explícitamente dicho, y trabajado en sus poemas, y el feminismo de Marcos. Por su parte, Montané “desde 1974 vagabundea por América (y desde 1976 por Europa)”.
Con dibujos se cierra la publicación, tal como se había abierto con ellos. Al final van acompañados por una larga cita de “V.I.Lenin” sobre Kautsky. Bajo ella, y también enmarcada, se reproduce “La guerra (Cabalgata de la discordia)” (1894), una pintura posterior a La Comuna de París, de Henri Rousseau, el Aduanero, con un caballo negro desbocado, que pisa cadáveres. En la tercera parte, y final, de esa misma página, Rimbaud (el mismo de la portada, pero en formato más pequeño) comparte con Carlos Marx y ambos nos observan de frente, si bien pareciera que el filósofo estuviera algo más atrás que aquel muchacho, a quien Neruda percibió como “un pobre y espléndido poeta, el más atroz de los desesperados”.[11] A sus espaldas, una mesa con un tablero de ajedrez encima. ¿Guiños?: al surrealismo porque André Breton fue quien advirtió ese hermoso vínculo: “Transformar el mundo”, dijo Marx; “cambiar la vida”, dijo Rimbaud: estas dos consignas son, para nosotros, sólo una”, señaló el líder de los surrealistas al término de su “Discurso en el Congreso de Escritores”, en junio de 1935, en París.[12] ¿Y el ajedrez? ¡El ajedrez, que a Marcel Duchamp le hizo abandonar el arte...! Y el ajedrez lleva al juego. Y el juego, tan importante como actitud. (Y que Bolaño fuera un fanático de los juegos de guerra (wargames) le enseñó, también, de narrativa, de movimientos, de estructuras). El juego, tan importante como modo de aproximación para incorporarlo a textos (no sólo literarios ni únicamente como temática); tan importante para comprender la vida y el arte. Por su parte, en la actualidad, Montané reconoce en una conversación personal: “me inspiré” en el poema “Café de noche”, del cubano Luis Rogelio Nogueras, “para la escena de la contraportada”.
No obstante, y a pesar de la imaginación, el empeño, las propuestas y la dedicación de Roberto Bolaño y Bruno Montané, ejecutores de Rimbaud, vuelve a casa, la revista no superó el primer número.
¿Cuál otro Nº de Rimbaud quieres [me dice Roberto Bolaño, alrededor del 12 noviembre 1979]? Bien. Lo tomaremos como un acicate para sacar [sic] otros.
[...]Ah, con Bruno sacaremos de nuevo Rimbaud vuelve a casa [sic= sin subrayar y sin coma], ámbar y spunk, textos y dibujos, proposiciones graciosas y desesperadas; por supuesto, contamos contigo. ¡Y esta vez la revista no morirá en el primer número! ¡Hemos encontrado la fórmula! (No te la digo ahora porque te daría risa y ésta es una carta seria.) Pero saldrá y tendrá regularidad. (¿invierno de 1983?)
Pero estos entusiastas literatos no pudieron recuperar Rimbaud, vuelve a casa. No obstante, se impuso la porfía y la vocación de escritores y, de cierta manera, el nombre de la publicación permaneció, aunque, también, de modo “frágil”, como veremos.
¿Qué puede significar este título? Supongo que puede tener que ver con un espacio lejano y misterioso, de cierto modo, por el mito de la Antigüedad que refería a la “Terra Australis Ignota”: “la Tierra Desconocida del Sur”. Mientras, Montané clarifica: “Un chiste de Roberto: regresar a un lugar distante, ignoto, y donde quizá nunca has estado.[13] Poética de la utopía situacional, o algo así[...]. Y, además, en vez de regresar a Chile, mejor a la Antártida [emoticones de risa)”.
La portada reproduce un mapa de la Antártida (“Antártica”, se dice, habitualmente, en Chile), rayado en su parte inferior, borrando totalmente unas zonas, como ocultando algo: agregando misterio a esa área, ya bastante ignorada. Por su lado, la contraportada da una información importante al repetir la portada de Rimbaud, vuelve a casa para anunciar que la revista actual fue publicada por “Rimbaud vuelve a casa Press” (ahora, sin coma), en “Febrero 1983”, cinco años después de la anterior. La ausencia de coma en el nombre de la Editorial cambia el tono de la frase pues, en este caso, es una simple constatación y no tiene nada del imperioso reclamo o de la solicitud del título anterior.
Regreso a la Antártida se abre con un epígrafe muy breve: “ámbar y spunk”, dice, repitiendo las mismas palabras que usaba Bolaño en su carta de 1983. No hay más pistas, autor no se menciona, pero, quizá, la imagen de la última página, que reproduce un auto-retrato de Rimbaud, de 1883,[14] sea una respuesta pues éstas son palabras usadas por él en “Devoción”, de Iluminaciones (1886). Incluso, aquí, en esta revista, se conserva la mezcla de idiomas, presente en esta frase de la breve prosa que es “Devoción”: “(son coeur ambre et spunk)”, lo mismo en las traducciones, donde nunca hallé el equivalente español: coraje o agallas; semen o esperma: para respetar al poeta, tal vez; por temor a quitarle fuerza y cierta incógnita, quizá. En general, la mayoría de las interpretaciones de este fragmento de enunciado apuntan a su dificultad y a un posible erotismo. Y al considerarlo epígrafe de esta revista, y sin que yo pretenda un contacto lineal ni directo, admito no percibir mayor relación con los textos o dibujos que lo siguen, salvo de un modo muy general y muy lateralmente; acaso, porque deberíamos aplicar esa “Advertencia” dada por Bolaño, quien en su antología: Muchachos desnudos bajo el arcoíris de fuego. Once jóvenes poetas latinoamericanos, aconseja: “Este libro debe leerse / de frente y de perfil / que los lectores parezcan / platillos voladores” (y no es la única vez que utiliza esta fórmula).[15] Los seis colaboradores, poetas y artistas visuales —todos chilenos, residentes en Cataluña— son: Alberto Gallero (Santiago, 1944), Álvaro Montané (Valparaíso, 1954), Bruno Montané (Valpo., 1957), Macarena Infante (Stgo, 1955), Roberto Bolaño (Stgo., 1953) y Luis Hermosilla (Valdivia, 1953).
Nuevamente, esta publicación periódica no pasó de la primera edición. Sin embargo, la editorial Rimbaud vuelve a casa, Press —“(nominación totalmente robertiana de aquella época)”, según Montané— continuó su actividad y, pocos meses después, en julio del mismo 1983, apareció Berthe Trépat.
Berthe Trépat
A diferencia de las revistas anteriores, superó la “fatídica” barrera del número inicial y, simultáneamente, postrero: por desgracia tan común entre los impresos recién fundados. Así, al Nº1 de Berthe Trépat, de julio de 1983, lo siguió el de noviembre de 1983, cerrando el ciclo Berthe Trépat Nº 3, de febrero de 1985.
La primera portada reproduce un plano de parte del Casco Antiguo de Barcelona: Parque de la Ciudadela, Pujadas, Palacio de Justicia. La reproducción difusa de un edificio o de una casa, en el medio de la página y como en zoom, interrumpe la nitidez del mapa. Se repite, entonces, el gusto por la cartografía, si bien, en Regreso a la Antártida, la zona enfocada era mucho mayor y desde la distancia. (Bruno Montané puntualiza: “La foto distorsionada y velada que aparece sobre el trozo de mapa es una tipo polaroid que encontré cerca del parque de la Ciudadela” [20 febrero 2020)]).
Aunque menos evidente, el apelativo Berthe Trépat resulta tan literario como la mención al poeta de Rimbaud, vuelve a casa. Se distinguen, sin embargo, por la desemejanza entre un personaje y una persona, entre una ficción y una existencia real pues Berthe Trépat existe en el capítulo 23, de Rayuela, de Julio Cortázar, y esta preferencia puede comprenderse, también, como un homenaje al escritor argentino, que Bolaño admiraba. En la novela, Berthe Trépat —cuyo apellido significa: muerte—, es una mujer mayor, que da un concierto de piano en la nada reconocida y secundaria Salle de Géographie, parisina. A medida que ella toca y se va completando el programa musical, el poco público que hay abandona el lugar, dejando a la fracasada intérprete y compositora casi sola y en una patética situación de abandono y rechazo, que ella se niega a reconocer ante el protagonista de la novela, Horacio Oliveira, quien, absurdamente, sin conocerla y sin explicarse su propia actitud de lástima y solidaridad, después de la audición, la acompaña, por las calles de un París lluvioso y nocturno.
Creo que cualquiera de los títulos de estas publicaciones, tanto Rimbaud, vuelve a casa como Regreso a la Antártida o Berthe Trépat, puede ser el germen de un potencial relato, y que en estos nombres —muy distintos a los habituales de las revistas, breves y mnemotécnicos, por lo general— se percibe el talento de un narrador.
Los numerosos comentarios y reflexiones sobre Berthe Trépat que hace Bolaño, en su correspondencia, resultan una novedad si se compara con su actitud previa frente a los impresos anteriores: por su atención y cuidados actuales podemos seguir el proceso completo del despliegue del periódico: desde el entusiasmo con que comenzaron a concebirlo y lo que se proponían al editarlo, su “aparición”, los preparativos de cada “eslabón” de la serie (que sólo llegó a tres ediciones) hasta un cierto desapego que culmina en desinterés y la decisión de terminarlo... ¡para reemplazarlo por otro! Al parecer, la primera mención es del 14 de abril de 1983:
Querida Soledad // Espero que pronto, en estos días, comencemos a armar el primer número de Berthe Trépat [sic], nuestra revista, y me gustaría que nos enviaras algo, ¿tal vez una especie de introducción, ¿unas cuantas líneas sobre lo que tú crees que es la poesía chilena actual?, ¿un resumen crítico del encuentro de Rotterdam [el Primer Encuentro de Poesía Chilena en Rotterdam se efectuó el 1, 2 y 3 de abril de 1983]? [...] Claro, podríamos regalarlos en Barcelona (la revista es gratuita), pero ya que el tiraje es testimonial (60, 70, 100 ejemplares) queremos que por lo menos llegue a gente de alguna manera interesada o comprometida o atenta a ese testimonio.
Y su afinidad y la importancia que le concede es tal que toda la carta, por entero, de principio a fin, está centrada en la nueva revista. Y es tal su inquietud que la menciona en ocho cartas seguidas, de las diez en que la cita. Y planea, en una misiva no-fechada, anterior a la impresión: “-Esperamos que entre el 1 y el 2 número [sic] no transcurran más de dos meses e incluso ni un mes |...]. El 50% del contenido de cada número será de autores chilenos, eso como mínimo [...]. Volviendo al asunto: esperamos algún texto tuyo para el 2º número y materiales chilenos, ya sea en forma de poemas y textos, o dibujos”. No obstante la seriedad y el compromiso ante el flamante proyecto, Bolaño no pierde el humor:
Queridísima Soledad, antes que nada gracias por el giro [de dinero] —[me comenta, tal vez en 1984]-; la pobre Berthe casi se ha puesto a llorar, le emociona que desde su ciudad natal intenten hacer más llevadero su exilio. Si usted supiera lo dura que es Barcelona, me ha dicho. Y también: exprésele mi agradecimiento a esa dama sudamericana. Así están las cosas.
Acogiendo la invitación de Bolaño, yo escribí una breve “Introducción imprescindible a Berthe Trépat” que, con tachaduras de palabras, mudó hasta volverse: “Divagación prescindible sobre Berthe Trépat”, que se planteaba el sentido de “sacar” una revista en el exilio, haciendo asociaciones (bastante) libres a partir, sobre todo, de capítulos de Rayuela, en especial del 23, y abogaba por una apertura cultural y artística, nutriéndose de todo y desde donde fuera, con un tono muy lejano a una proclama: “Antecedente inicial: divagación y no manifiesto (¿pero si fuera fiesta?). Más sugerencia que programa. Atisbo y brote, nunca fundamento”.
Hay rasgos que se repiten en las revistas: aunque hay mexicanos y españoles (con primacía de catalanes), la mayoría de sus colaboradores son chilenos, residentes en Chile y en el extranjero; varios viven en Cataluña y varios, asimismo, ya habían participado en publicaciones cercanas a Bolaño y Montané. En todas, también, se une literatura (poesía, mayormente) y artes visuales; incluso, en el primer número —de 47 páginas dactilografiadas— se anuncia como “ilustrador” a Bruno Montané, quien participa con collages, y no como poeta, a diferencia de las dos entregas posteriores, de 55 y 47 páginas, respectivamente:
“El tamaño era de medio DinA4, plegado por la mitad, fotocopiado”. “Sí, [los tres números] tuvieron el mismo tamaño: 21 x 14,4 cm. Se trataba de una cuestión práctica. Hacer una revista al costo más barato posible, en caso contrario no habría habido revista porque apenas teníamos dinero. De hecho, hicimos muy poco tiraje de cada una; ninguna pasó de los cien ejemplares (y ya exagero, jejé) [...]”. “El número 3 lo ilustró Macarena Infante y se distribuyó mucho más tarde, y menos que los dos primeros números. (cartas del 1 agosto, 30 septiembre y 1 de octubre 2018)
En abril de 1985, en respuesta a mi pedido, Bolaño me prevenía: “Berthe 3, agotado por completo, lo que no es tan raro si se tiene en cuenta su tiraje: 20 ejemplares o menos”.
Además de los organizadores, entre muchos participantes de las 3 tiradas, están: Guillermo Núñez (con su escrito: “Valdivia y Lautaro unidos, jamás serán vencidos”), y los poetas chilenos: Waldo Rojas (desde Francia, con su hermoso “Cifrado en la Villa Adriana”), Antonio Arévalo (desde Italia), Mauricio Electorat y Alberto Gallero, Ricardo Cuadros (desde Holanda) y Jorge Etcheverry, uno de los editores de las canadienses “Ediciones Cordillera”, y los artistas plásticos: Álvaro Montané y Macarena Infante (desde Barcelona). También, los mexicanos: Mario Santiago y Jorge Mancera (de quien se informa: “Publicó “La Pezuña de la cabra” en esta colección”, aludiendo a su libro, editado por “Rimbaud vuelve a casa, Press””);[16] la española Inma Marcos; el escritor catalán Antoní García Porta (quien ya había finalizado de escribir su narración, con Bolaño, que el 16 de mayo de 1982 me anunciaba: “Trabajo en una novela, terminada, escrita a dos manos con Antoní García Porta, un catalán. La novela se llama “Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce” y es de serie negra”). Y desde Chile: Claudio Bertoni, Cristián Warnken, Rodrigo Lira (ya fallecido, entonces) y, muy especialmente: Diego Maquieira y Enrique Lihn, con producciones en dos números, cada uno.
En muchas de sus misivas, Bolaño expresó su simpatía y admiración por la escritura de Diego Maquieira, a quien consideraba una de las principales voces de la poesía chilena joven: “Bruno [Montané], Zurita, Millán y Maquieira están marcando los pasos, cada uno por su lado. Pero, juntos, ¡qué gran poesía!”, registra en carta de abril de 1985. Lo demuestra, también, el modo como lo presentan al final de las revistas 2 y 3, donde a algunos de los colaboradores se les hace comparecer de manera cómica: “Es uno de los padres putativos de la línea delirante. (¡Te queremos, Diego!)” (número 2, 54). Allí, con posterioridad a sus poemas “La Tirana VI, X y XXII”, aparece “Iceberg”, de Bolaño: a mi entender, muy cercano en su expresión a los de Maquieira, tanto que podría pensarse como un homenaje o un guiño a quien —como se asegura en la última publicación: “En Barcelona lo esperamos con los brazos abiertos” (número 3, 46).
De Lihn, uno de los poetas mayores que siempre asombró a Bolaño, y con quien tuvo alguna correspondencia, se publican poemas inéditos en el ejemplar inicial y la muy importante “Carta a los poetas en Rotterdam”, escrita, ad hoc, para el “Primer Encuentro de Poesía Chilena en Rotterdam” (ya mencionado). Creyendo que lo podían censurar (lo que jamás hubiera sucedido), y basándose en el texto de la Convocatoria, que discute y rebate en muchas ocasiones, el escritor elabora un documento serio y profundo, y muy polémico, con el que no siempre concuerdo, respecto a la literatura, la cultura, y su relación con la política de la izquierda. Conservando su habitual actitud de distanciamiento, Lihn no se confunde con la contingencia del Chile de Pinochet, su brutalidad y múltiples represiones, y reflexiona con la inteligencia, que se le conoce, sobre ser escritor, escribir, la poesía e, incluso, da algunas pinceladas para mostrar algo del panorama poético de ese momento y algunas de las obras y poetas que le interesan y sus tácticas. A pesar del tiempo transcurrido y del cambio de la situación política de entonces, hay muchas afirmaciones de esta comunicación que todavía están vigentes y que, incluso, podrían ser puntos de partida para nuevos debates. Habría, por lo tanto, que dedicarle mucho más espacio, pero sólo me limitaré a repetir unas pocas de sus penetrantes frases: “o bien la poesía es una forma del espíritu crítico y de la lucidez o sería preferible que no fuera nada” (7) señala. O aludiendo a la pertenencia y la memoria, indica:
Yo diría, más bien, que uno pertenece —si de eso se trata— al país, la región o la localidad en que nace a la vi-/ da y a la muerte de su propia memoria, antes que a la memoria colectiva y voluntaria. De los malestares que puedan surgir de la condición de emigrante —no del todo distintos a los de la simple condición humana— puede alimentarse, por cierto, una literatura, un arte y una poesía espléndidos, si se da el caso: las historias de la literatura pueden corroborarlo. Mi impresión es la de que, en último término, no hay literatura del bienestar y de la perfecta armonía del individuo consigo mismo y con el mundo; que no hay literatura que no delate una carencia, en el sujeto, y la compense; los signos en la literatura son también síntomas o son sólo cháchara edificante. (9-10)
Podría seguir, como dije, con las perspicaces visiones e imágenes que Lihn trabaja en su Carta que, de acuerdo a la Presentación de los autores, realizada en Berthe Trépat 1: “dividió el Primer Encuentro de Poesía Chilena celebrado en Rotterdam entre encolerizados y divertidos, avergonzados y aterrados, depende” (54).
Más de un año transcurre entre las dos últimas revistas. No se conoce razón ni es, sin duda, un problema entre sus organizadores porque, desde el presente, Montané clarifica:
Te recuerdo que el "tipógrafo", maquetador e impresor fui yo. Con esto quiero decir que era yo quien solucionaba todos los aspectos técnicos de las revistas (tengo las maquetas de la BT e incluso los fotolitos de RVaC). Roberto no tenía esas habilidades manuales. De hecho, sólo escribía a máquina —o computadora— con un solo dedo; aunque, como le decía a Carmen, su última compañera y pareja, por la rapidez con que escribía el dedo no se veía ("A que no lo ves". Una extraña habilidad. // Dejo claro que Roberto era el editor principal (elegía el material, tenía los contactos, o la plaquette de donde sacaba los poemas de Maquieira; el contacto, ya casi mítico, con Enrique Lihn...) y yo era el "factótum material", por decirlo así. Los poemas de Lihn que se publicaron en el primer número de la BT n.º 1, [...] me parece aún estaban inéditos. (2 de octubre del 2018)
Más de un año transcurre entre las dos últimas revistas. ¿Será posible que este retardo canse a sus gestores? En carta del 24 junio de 1985, Bolaño me advierte:
Berthe Trépat 3 es la despedida. Sólo hay poemas y la mitad bastante malos. Con Bruno hemos decidido sacar otra revista que se llamará 3 Rublos, 70 Kopecs, o 5 Rublos y 29 Kopecs, o Lee Harvey Oswald, ya lo hablaremos”.
¡Todavía no ha terminado Berthe Trépat y ya están planificando otra publicación! La importancia que Bolaño y Montané le concedían es primordial, y así lo demostraron con la “confección” de revistas sucesivas: ¿sitio de reunión, taller de ensayo de los nuevos escritos, suerte de vitrina para mostrarlos? Sin duda, estos son factores que los motivaron, mas una vez que yo le compartí mi interés de fundar —y editar— una, Bolaño se entusiasma, se explaya y los explica en detalle:
En cuanto a lo que me dices de sacar tú una revista, qué quieres que te diga. Sería lo ideal. Un lugar donde se concentrara la literatura y el ensayo que escriben los jóvenes y también los un poco mayores, como Teillier o Alcalde, y que sirviera para dar una visión del cuerpo entero que es la literatura chilena, y que sirviera también para que ese cuerpo ejecutara piruetas, corriera, se meditara a sí mismo y a su tiempo. Creo que una revista, por más pequeña que esta fuera, si estuviera bien hecha y bien distribuida, cumpliría un enorme papel en el contexto de nuestra literatura actual. Serviría no sólo para dar salida a los textos de los nuevos escritores (lo cual, aunque con su importancia, no me parece esencial; al menos, no lo más esencial) sino, sobre todo, para que éstos, los escritores, y sus posibles lectores, tan dispersos como ellos, pudieran tener una plataforma desde la cual ir mirando crecer y moverse aquello que puede llegar a ser la lit.[eratura] chilena, que obviamente no muere ni con Neruda ni con Parra el 73. Una revista que cumpliera el papel de lente, de mirador (con todo lo que esto implica de combatividad, de crítica, de rigor, de audacia, de experimentalismo, de radicalidad [sic], de pulmón), desde el cual ver y leer el movimiento, la dialéctica, pues, ya sería digna de bastantes alabanzas. Por supuesto, cuentas con todo mi apoyo. La idea es muy buena y cuanto antes se ponga en práctica, mejor. Supongo que el mayor obstáculo sería el de su financiación. Díme cómo lo piensas solucionar. En fin, como decía más arriba, creo que aunque tuviera pocas páginas la rev.[ista] ya estaría bien. Solucionado el problema de la plata para sacarla, el resto viene solito. (Cuéntame cómo le piensas poner, número de páginas, periodicidad, consejo de redacción.) // A Bruno últimamente no lo he visto, pero por supuesto puedes contar con su apoyo a la idea de la revista. (carta de antes de primera quincena de junio 1980)
Estas largas consideraciones no sólo ponen en claro su dominio e inclinación por este tipo de publicaciones periódicas sino que, al mismo tiempo, justifican el detenimiento con que he enfocado el quehacer y las opiniones de Roberto Bolaño y Bruno Montané para realizar lo que, hoy, Montané llama una “invocación al frágil pasado de unos modestísimos escritores haciendo revistas "chilenas" en las orillas del Mediterráneo”.
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Notas
[*] "... ¿lo que preparas, es una charla, un artículo, una invocación al frágil pasado de unos modestísimos escritores haciendo revistas "chilenas" en las orillas del Mediterráneo?", me pregunta Bruno Montané en un correo-electrónico del 2 de octubre del 2018.
[1] Curiosamente, esta publicación lleva el nº 2, y así está citada en: Roberto Bolaño: Poesía Reunida (638). Asimismo, en la —ahí reproducida— portada de Pájaro de calor, donde aparece “II” en romanos (“Documentos del archivo de Roberto Bolaño sobre su poesía”, op.cit., s.p.). Numerosos otros antecedentes pueden encontrarse en: Bolaño infra 1975-1977. Los años que inspiraron “Los detectives salvajes”, de Montserrat Madariaga Cato.
[2] Mensaje posterior al 18 de septiembre de 1979.
[3] Bolaño, Roberto y Boccanera, Jorge: "La nueva poesía latinoamericana ¿Crisis o renacimiento?”, en: Plural 68 (1977), pp. 41-49. Roberto, Bolaño: "El estridentismo", en Plural 61 (1976), pp. 48-50; "Tres estridentistas en 1976: Arqueles Vela, Maples Arce, List Arzubide", en Plural 62 (1976); pp. 48-60.
[4] Felipe Boso (1924-1983) es el seudónimo utilizado por el poeta español Felipe Segundo Fernández Alonso. “La publicación de la correspondencia de Felipe Boso [Mi jaula es una celda. Editorial La Bahía (2018)] permite reconstruir la historia interior de la poesía experimental [española] en los años setenta”, reconoce, admirado, Ángel L. Prieto de Paula, en: “Desdecirse, deslenguarse” (Babelia [Madrid, 8 octubre 2018]. Carlos Edmundo de Ory (1923-2010) fue un poeta, ensayista, epigramista y traductor español, principal representante del postismo e hijo del poeta modernista Eduardo de Ory. // “En 1951 se inició una nueva etapa en su poesía con la publicación del manifiesto introrrealista”. El otro volumen de esta revista es: Operador. Revista de Literatura nº 1: “Oleaje a Carlos Edmundo de Ory” (Sevilla, abril 1978).
[5] “Sara y Steva”, en: Entre Paréntesis. Ensayos, artículos y discursos (1998-2003). Edición: Ignacio Echevarría. 7.a ed., Barcelona, Anagrama, 2013, 142-143. (1.a ed: 2004).
[7] (Recientemente, Montané señaló: “Guillén sigue vivo en Barcelona y, además de escribir largos poemas que edita en Le Prosa (ya convertida en editorial), traduce a poetas catalanes” [16 de febrero de 2020]).
[8] “He aprendido poesía, también, y camaradería cotidiana, de Bruno Montané, quien llegó a mi casa en México cuando tenía 17 años y yo 21, y de allí en adelante cuántas aventuras, recitales, préstamos, S.O.S., conversaciones en el fondo de la Gillette”, revela Bolaño en “Acerca de mi (sagrada) familia” “(“Barcelona, noviembre 1979”, la poética que precede su poesía, en: Entre la luvia y el arcoíris (Antología de jóvenes poetas chilenos), de Soledad Bianchi. Barcelona-Rotterdam, Instituto para el Nuevo Chile, 1983, 165-166.
[9] (El 16 de febrero del 2020, Bruno Montané recordaba: “El dibujo de la portada está copiado de una foto de Rimbaud muy joven. La idea del avión que cae en picada se me ocurrió, supongo, como efecto dinámico contrastado con el estatismo de la imagen del joven Rimbaud)” (16 febrero 2020).
[10] Steva Terrades había sido mencionado, por Montané, a propósito de Blanco de Gas. Ver: Nota 6.
[11] Pablo Neruda: “La poesía no habrá cantado en vano”. [Discurso a la entrega del Premio Nobel de Literatura. 1971: Suecia, 21 de octubre de 1971], en: Para nacer he nacido. Barcelona, Seix-Barral, 1978, p.435.
[12] André Breton: “Discours au Congrès des Écrivains”, en: Position politique du surréalisme. Paris, Denöel/Gonthier, 1971, p.95. (La traducción es mía). [La 1.a ed.de este libro es de 1935].
[13] Soy yo la que destaca. El mensaje de Montané es del 24 de septiembre de 2019.
[14] Ver: “Figura 11”, en: “El registro fotográfico de Arthur Rimbaud”, de Ana Paula Sánchez-Cardona, en: Revista Laboratorio. Literatura & Experimentación # 5 (Santiago, UDP, primavera 2011).
[15]Muchachos desnudos bajo el arcoíris de fuego. Once jóvenes poetas latinoamericanos. Antologados por Roberto Bolaño. México D.F., Editorial Extemporáneos, 1979, s.p. En “Un saludo a los amigos” que -como indiqué- casi clausura Rimbaud, vuelve a casa, se avisa: “La poesía la hacemos todos. Que los lectores también parezcan platillos voladores”. Y en “Acerca de mi (sagrada) familia” revela: “He aprendido que aunque el desamor sea torrencial uno debe amar. Amar de frente y de perfil. Como un platillo volador [...] ” (Ver: Nota 8).
[16] Con posterioridad a Berthe Trépat 3, en mayo de 1985, Rimbaud, vuelve a casa, Press [sic] editó la última publicación de este sello: el poemario El maletín de Stevenson, de Bruno Montané.
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Bibliografía
—Bianchi, Soledad. Entre la lluvia y el arcoíris (Antología de jóvenes poetas chilenos). Barcelona-Rotterdam: Instituto para el Nuevo Chile, 1983.
—Bolaño, Roberto. Poesía Reunida. Barcelona: Alfaguara, 2018 .
. . . . . . "El estridentismo". Plural 61 (1976), 48-50.
. . . . . ."Tres estridentistas en 1976: Arqueles Vela, Maples Arce, List Arzubide". Plural 62 (1976); 48-60.
. . . . . .“Enrique Martín”. Llamadas Telefónicas. Cuentos Completos. Santiago, Alfaguara, 2018, 52-65.
. . . . . .Muchachos desnudos bajo el arcoíris de fuego. Once jóvenes poetas latinoamericanos. México D.F.: Editorial Extemporáneos, 1979
—Bolaño, Roberto y Boccanera, Jorge: "La nueva poesía latinoamericana ¿Crisis o renacimiento?”. Plural 68 (1977), 41-49.
—Breton, André. “Discours au Congrés des Écrivains”. Position politique du surréalisme. Paris, Denóel/Gonthier, 1971.
—Echevarría, Ignacio (Ed.). “Sara y Steva”. Entre Paréntesis. Ensayos, artículos y discursos (1998-2003). Barcelona: Anagrama, 2013, 142-143. (1.a ed: 2004).
—Madariaga Caro, Montserrat. Bolaño infra 1975-1977. Los años que inspiraron “Los detectives salvajes”. Santiago: RIL Editores, 2010.
—Neruda, Pablo. “La poesía no habrá cantado en vano”. [Discurso a la entrega del Premio Nobel de Literatura. 1971: Suecia, 21 de octubre de 1971]. Para nacer he nacido. Barcelona: Seix-Barral, 1978.
—Sánchez-Cardona, Ana Paula. “El registro fotográfico de Arthur Rimbaud”. Revista Laboratorio 5 (2011), 1-22
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com
Roberto Bolaño y Bruno Montané:
Poetas y hacedores de "revistas 'chilenas' en las orillas del mediterráneo”
Por Soledad Bianchi
Publicado en "Revistas y redes en la conformación del campo intelectual latinoamericano"
Ivette Lozoya López — César Zamorano Díaz. Editores
Ariadna Ediciones. Santiago de Chile, noviembre 2021