El poeta se pregunta: “¿Se puede develar la intimidad de la culpa/ explorar los recodos del desconsuelo/ navegar incólume por el imperio de la pena/ leer las mareas del amor y del hambre/ remontar los cursos altos de la aflicción?”.
Traductor de Robert Lowell y autor de tres poemarios, Sergio Coddou publicó Umbra, un libro delgado y profuso en imágenes, de gran densidad y rico en atmósferas, cargado de preguntas, melancolía, desparpajo e ironías. El autor de Lyrics, título de su primer libro, presenta acá cantos de despedida, salmos, sermones y baladas en torno a la derrota, “lo estéril de la lucha”, “canciones tristes al centro de mi hoguera”, pero sin condescendencia y más bien animado de furor, de “pulsión iconoclasta” y pólvora.
“Inventamos comparsas de un apocalipsis en sordina/ avanzamos al desigual dictado de traposas melodías/ untuosos sortilegios que agasajan el ánimo/ con el fugaz ropaje del amor y de la risa/ bullen en la compleja alquimia que enciende este fuego/ para incinerar el detritus del futuro/ cuando una gaita lejana flota sobre nuestras copas/ y modera el calor de la llama que nos consume”, escribe en Balada irlandesa.
Umbra se asoma a las sombras del día y de la noche, a las penumbras y al ocaso cotidiano, y a menudo arropado de humor, cuando no de mordacidad. En uno de sus largos sermones exhorta a incinerar “las barricadas de la norma” y desenmascarar “la retórica previsible del profeta”. Allí escribe, como mandamientos: “rompe filas en la columna de hedonistas que abdican del delirio”, “machaca los cojines dispensables de la compostura”, “tacha las consignas que heredamos de sus guerras”, “imita los mantras de aves que se alejan”, “derriba los muros de la cárcel que inventan los otros”. Y agrega: “Ahora/ tócate una/ mira a la cámara, sonríe”.
Sergio Coddou escribe con los ojos abiertos, con conciencia de su oficio y de sus materiales. Cultiva la autodestrucción, como dice Alejandro Zambra en la contraportada, y también el arte del agravio. Desprecia “los chistes prescriptivos de los firuletes apelmazados” y “la estrafalaria procesión de mequetrefes en busca de otro Gólgota”, aquellos “mesías de la ruina con levitas de diseño” y “una iglesia que no salva pero engorda”. La virtud del hablante en la poética del injuria logra líneas memorables en Emético, un texto punitivo feroz y ejemplar: “sin necesidad de que nadie me lo cuente/ te he visto sacudiendo la mofleta en el festival de papadas/ azotando el bombo en el carnaval de gusanos/ blablableando necedades que cuelgan de tu jeta como gargajos ondulantes/ sermones embebidos en la bilis de los fanáticos/ marinados en la infalibilidad de tu cretinismo”.
El poeta puede ser sarcástico (“divisé una cucaracha con chaqueta de tweed/ y beatle negro/ que sacó a ventilar su melena cobriza/ por las frondosas arboledas de mi barrio”) y con el mismo entusiasmo reírse de sí mismo (“expresé una opinión ingeniosa/ que refrendaba ideas sensatas/ vestidas con las ostentosas pieles del arte./ No convencí a nadie, por supuesto”).
Aun con su armadura y sus puñales, estos poemas no son inmunes a las pérdidas: asoman aquí también las heridas emocionales y las derrotas del amor. “¿Voy a morir aquí/ tendido en el pasto seco/ arriba de esta alfombra barata/, sobre el parquet sin vitrificar/ será esta sábana transpirada mi último abrigo/ me iré así con esta camisa ridícula/ sin lavarme los dientes/ sin despedirme de ti?”.
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Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com "Umbra" de Sergio Coddou.
(Editorial Aparte, 2022).
Por Andrés Gómez.
Publicado en La Tercera, 14 de enero de 2023