Sergio Parra

 
 

 

Sergio Parra o la búsqueda de un decir

 

Sergio Parra: Poemas de Paco Bazán.
Santiago, Mosquito Editores,
1993. 75 pp. (la Estocada Sorpresiva).

por Soledad Bianchi

 

A través de personajes: "Paco Bazán", ahora, y antes, "La Manoseada", Sergio Parra (San Rosendo, 1964) ha elaborado y construido mundo(s) poético(s) que se van completando en y por una suma, una adición de características que se encuentran y entregan poema a poema hasta establecer un espacio delineado y visible, quizá cercano al narrativo por lo identificable y por la precisión de datos.

Universos complejos, fuertemente marcados por otros universos, en especial: el de la literatura y el de los medios de comunicación de masas. Así, mientras La Manoseada (1987), a pesar de su fuerza, todavía (me) resulta demasiado deudora de un tono travestido que había señalado Diego Maquieira con La Tirana, siento que en Poemas De Paco Bazan hay una escritura más personal, lo que podría parecer contradictorio porque creo considerar este libro casi como un diálogo con cierta cultura norteamericana, afín a Charles Bukowski y a los llamados "minimalistas", en especial: Raymond Carver.

Si pensamos, entonces, Poemas de Paco Bazán como este apóstrofe, entre otras pistas podremos seguirlo en las menciones numerosas que, como huellas, Sergio ha querido dejar voluntariamente como para mostrar sus preferencias, como para evidenciar que ese ambiente de sus poemas, su temple, y la relación del poeta (Sergio Parra/Paco Bazán) con el mundo, ya está y puede encontrarse, asimismo, en algunos autores y obras que lo preceden y que, quizá, el mejor modo de expresar ese medio sea acudiendo a ellos, leyéndolos y "re-escribiéndolos".

Entre los nombres de escritores, personajes, recorridos por New York o por el New York Times, se inmiscuyen otras lecturas y trayectos: Rimbaud, Artaud, Charleville, Recoleta o Sergio Parra, "teñido" el todo por una sordidez que los aproxima. Nada de localismos, entonces, a pesar que pueden reconocerse alusiones locales: ¡No corra, alcohólicos, escépticos, desencantados y "reventados" hay en todas partes!, podría ser la frase sintetizadora de este libro. Sin embargo, si bien creo que uno de los mayores logros de Sergio Parra es su capacidad para crear ambientes (imagino, ¿por qué no?, a este Parra-joven escribiendo cuentos, aprovechando esa capacidad narrativa que ya apunté), y entendiendo que él quiso romper el límite del restringido espacio chilensis, y sospechando que entendió hacer ficción como una estrategia escritural pero, asimismo, para evitar una posible lectura facilona, incapaz de despegar sus textos de su biografía.

COTIDIANEIDAD DEL OFICIO

Advirtiendo lo anterior, de todos modos, me pregunto si esas atmósferas espesas, sórdidas, aburridas y sucias, no resultan todavía demasiado yanquis, librescas o/y cinematográficas, tal vez por ese tamiz que quiso poner Parra, seguramente por muchas más razones que las supuestas por mí. De nuevo me contradigo, y especulo que, claro, eso es lo que él quería pues al mismo tiempo de re-mirar y recrear cierto territorio etílico "nacional", al establecer una distancia, estos poemas exigen ser contemplados como literatura, impidiendo obvias identificaciones mediante un procedimiento de mezclas, semejante al que Tomás Harris ha compuesto y usado en ss obras para fundar un espacio que en su fusión y confusión podría resumirse con el único apelativo de Cipango, título de su publicación más reciente. Por ora parte, Paco Bazán me evoca, también el trabajo de Egor Mardones, otro poeta del sur, todavía incomprensiblemente inédito, y las contigüidades podrían establecerse no sólo porque ambos libros son unidades y no una recopilación de poemas individuales, sino por imbricar y fundir de modo explícito literatura y un producto cultural de Estados Unidos: en el caso de Mardones, el cine y el video que le sirven para componer un mundo poderoso e inquietante, tal vez más singular que el de Parra. Estos textos de Bazán se sitúan en la ciudad, y sus personajes, sus situaciones, y ese yo que las expresa y se expresa sin certezas, aburrido, sabiendo que no es feliz, ”sin pensar nada extraordinario”, son inseparables de ella.

Esta "ciudad de perdedores", de crímenes, sangre, amores pasajeros y bebida tenaz, no obstante sus calles con nombres, sus lugares es, también , un vacío, como ese "inmenso vacío" que engarza inicio y fin de esta obra que en ningún momento ni en nigúno de sus aspectos se propone trascender la inimportancia generalizada de una cotidianeidad del ocio. Es indudable que Sergio Parra sabe transmitirlas y, quizás, desconcierte porque aún parecemos estar demasiado habituados a poetas de voces grandilocuentes, que se presentan como únicas, salvadoras y guías. Yo percibo Poemas de Paco Bazán como un nuevo paso de Sergio Parra en la búsqueda de un decir (poético) propio, aparte de interesarme que su autor no haya temido arriesgarse, evitando repetir un camino ya conocido, actitud no tan frecuente en estos tiempos en que la sociedad de consumo impone tonos, temas, fórmulas y hasta tamaño a esa mercancía con formato de libro.

 

en revista Simpson 7, volumen 5
primer semestre de 1994


 
 

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