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Nueva propuesta de Soledad Fariña
Por Elizabeth Neira
El Mercurio, Miércoles 31 de Octubre de 2001
Con "Albricia" (1988), su segundo libro, Soledad Fariña inscribió su nombre en un indómito y selecto grupo de mujeres. Aquel que en plena década de los 80 se atrevió a reivindicar, a través de una escritura de corte experimental, la sexualidad femenina y todas las libertades que de ahí se desprenden.
Entonces, el discurso de género -en la voz de poetas como Elvira Hernández, Carmen Berenguer o la narradora Diamela Eltit- tenía una fuerte vertiente política, homologando liberación de la mujer con liberación democrática.
Los tiempos cambiaron y la poesía de Soledad Fariña también. Su propuesta se volvió más sólida y singular, dejando atrás lo que pudo emparentarla con grupos o estéticas determinados:
"En los 80, las mujeres hicimos muchas cosas. Ahora, la poesía se ha vuelto más consistente, no sólo en mí sino que en todas las que desde entonces estamos escribiendo. Esas primeras incursiones experimentales - que en mi caso fueron impulsadas en gran parte por Juan Luis Martínez- han sido muy útiles para llegar a las creaciones actuales", afirma la literata.
"Narciso y los árboles" (Editorial Cuarto Propio) reúne la producción de los últimos cinco años, donde la autora conserva algunos de sus temas, pero, sobre todo, perfecciona su capacidad de hacer poesía de imágenes, con una tendencia muy cercana al Surrealismo.
Según Soledad Fariña, la temática femenina continúa vigente en estos poemas, pero de una manera diferente, más decantada:
"Si antes mi obra se centró en el cuerpo de la mujer, en la relación erótica con la madre, este libro tiene que ver con una interioridad más oscura. Muchas veces, mientras escribía, me asustaba de lo que iba saliendo, de las zonas en que me estaba metiendo".
"En el sentido de la introspección, el hablante es un narciso, un ser ensimismado en algún aspecto de su interioridad".
En el terreno de las imágenes, la creadora se vale de la descripción de los árboles que Leonardo da Vinci hace en su célebre "Tratado de la pintura" para subrayar la visualidad de su poesía:
"Este libro gira alrededor de la imagen del árbol que desde hace mucho tiempo me sigue".
"Este árbol es más ramas que tronco o raíces; tiene un alboroto en la cabeza, de pájaros que cantan y hojas. Es como si yo fuera él y los pájaros estuvieran en mi cabeza haciendo un permanente escándalo".