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"Albricia". Poesía de Soledad Fariña. Santiago, Ediciones Archivo, 1988
Albricia, un viaje hacia la lengua

Por Raquel Olea
Número Quebrado. - Nº. 2 (dic. 1989) p. 35


Albricia (don, regalo), el segundo libro de poemas de Soledad Fariña, arma un cuerpo escritural que se constituye a partir de veintitres poemas, fragmentos de una -o múltiples- unidades de sentido. Recuerdo la frase de Lacan: "Basta con escuchar poesía para que se haga escuchar en ella una polifonía y para que todo discurso muestre alinearse sobre los varios pentagramas de una partitura".(*)

Es por ello que no pretendo -no podría- crear los múltiples sentidos de este texto poético; sólo quisiera dar algunas señas de mi lectura, las que, quizás, puedan servir de clave inicial para una posible apertura del texto.

Un epígrafe de Gabriela Mistral que abre la lectura, refiere a un comportamiento vigilante, de espera y preñez en lo nocturnal, antes del alba. El segundo epígrafe, escrito del Popol-Vuh, apunta al consejo, celebrando ya en el alba de la vida, "cómo se haría la germinación". Estas do citas podrían organizar una lectura simbólica del conjunto de poemas, porque, como aguien ha dicho, el epígrafe es aquello que sobra y que falta en un texto; sin embargo, el discurso poético de Albricia, señalado por imágenes de preñez e interrogaciones, resuelve su propuesta en el motivo del viaje.

La propia Soledad Fariña ha hablado de su poesía como de "un viaje por la lengua"; yo quisiera agregar que, más aún, su escritura es un viaje hacia la lengua, hacia ese músculo rosado y blando, donde por un triple mecanismo biológico, mecánico y psíquico convergen la idea y la pulsión para hacerse significante. Allí, en la lengua, está el fin y el comienzo de esta escritura poética. Allí acuden las pulsiones, desde espacios psíquicos y físicos; fundidas en su condición gestatoria; desde el centro, hacia la lengua y hacia afuera; desde la lengua hacia lo acuoso de las secreciones internas que desde allí se transforman en ruidos, sonidos, palabras. "Me aferro a mis moluscos Penetro las papilas/ Adentro más adentro llego hasta el estertor" expresa el primer poema. Otros poemas reiteran estas imágenes: "Nadie entra en esta esfera Apretada/ me sumo Zumo líquidos que irrigan/ mis conductos Pero las fosas husmean" (...) "Surge zumo que estruja la memoria/ aconchada en la ciénaga".

Intento de recorrer el origen biogenésico del lenguaje, desde el fonema a la palabra, desde el grafema al significante, la poesía de Soledad fariña, a medio camino entre el habla y lo escrito, se origina en las cavidades del propio cuerpo.

En lo lingual, en la lengua que se pliega y ensancha, así como se despliega el sistema de signos que conforma la lengua, allí en el cruce de oralidad y escritura, en el juego de los significados se fundamenta esta escritura y allí elabora sus posibles sentidos e indagaciones. "Qué sintaxis, qué paisajes que mis ojos no vieron", interroga la hablante de un poema que busca sus orígenes en la historia de la lengua y de la literatura.

La pregunta "¿qué lengua qué esencia?" cruza todo el texto e interroga tanto el lenguaje como el sistema de representaciones que la cultura patriarcal ha hegemonizado; la lengua que recorre otra lengua, la lengua cercada, la lengua penetrada y "tu lengua mi lengua", despliega su bisemia en este viaje al adentro de la sujeto que escribe como al interior del lenguaje y la cultura. Poesía de búsqueda y apertura a la construcción de otro posible sistema de signos y símbolos, los significantes no anticipan sus sentidos sino que despliegan otras dimensiones que se expanden y amplían tal como la lengua que articula sus proposiciones.

Pero, aunque la lengua constituye el significante más recurrido como gestor último de lenguaje y significado, también "por las fosas penetran aletillas", "mi pesada aridez se vuelca hacia su oreja", "mi hábito en su cuenca sopla eses pozo negro", "Intento abrir el ritmo de mi abdomen", es el decir del cuerpo que despliega su potencia escritural y se hace lenguaje poético. Escritura de la transmigración y de las transformaciones, de la voz a la palabra escrita, de lo lingual al lenguaje, de los orígenes a las interrogaciones futuras, la poesía de Soledad Fariña propone la construcción de un narcisismo femenino en que la palabra se satisface en su autogestación, como la sujeto que escribe se complace en la comprensión y autocontemplación de su cuerpo como productor de otro lenguaje, como gestor de otros nombres. Esa es, a mi modo de leer, una de las claves de la escritura de Soledad Fariña, porque el lenguaje que aparece aquí ya vaciado, desarticulado en lo contenidos que el sistema patriarcal de signos ha universalizado, inicia el viaje hacia otra lengua, significante metonímico de un cuerpo femenino y su habla.

En la segunda sección del texto, el cuerpo que escribe representa, en la fusión con otro cuerpo femenino; el reconocimiento del origen en el cuerpo materno; en él surge la respuesta a la pregunta "¿qué lengua, qué esencia?": "Me refugia tu valva / su envoltura caliente/ la fisura en tu ovada estrechándome lenta / tus hebras encubriéndome en ondulada parda/ Desde el abrazo ciego ahueco la nostalgia: Soy cápsula leñosa/ SOY LA SEMILLA OSCURA APENAS DELINEADA".

 

(*) Jacques Lacan, Lectura estructuralista de Feud. México, Siglo XXI, 1971. p.189




 

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Albricia, un viaje hacia la lengua.
"Albricia". Poesía de Soledad Fariña. Santiago, Ediciones Archivo, 1988.
Por Raquel Olea.
Número Quebrado. - Nº. 2 (dic. 1989) p. 35