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        Tomas  Tranströmer. Placas de la poesía. 
          Traducción  de Omar Pérez-Santiago. Editorial Los Perros Románticos.
        Soledad  Fariña
          
          
        
        
          
          
        
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          Agradezco  doblemente la oportunidad de presentar este libro del poeta Tomas Tranströmer,  traducido por el poeta chileno Omar Pérez Santiago.
          Doblemente  porque, por un lado, me ha permitido conocer más profundamente a este  gran poeta sueco y por otro, recordar la  lengua con la que hablé y escribí durante 5 años, y que ha permanecido latente  durante tanto tiempo. 
          “Cosmos,  árboles como robles o como símbolos que podrían ser araucarias, tormentas,  lluvias, la hierba que se oye respirar, bosques sombríos”, 
escribe Omar en la  nota introductoria, acercando el lenguaje poético de Tranströmer  a la cosmogonía originaria del pueblo  mapuche.  Al escuchar la expresión bosque sombrío no puedo sino volver a  experimentar la marca indeleble de esa presencia: imagen y sonido Skogen, unido al silencio que esa  palabra evoca. La poesía de Tranströmer ha sido y es señalada por Omar  como   una poesía silenciosa, tal  vez mística  y cuyo intento profundo es verse a sí mismo tal y como uno es. 
          Sin  embargo, lo que  más llama la atención de  esta introducción es el sistema que ha creado Omar para abordar la poesía,  partiendo de la convicción de que todo lenguaje poético es herencia de uno  anterior “y está en diálogo con la cultura circundante”. Al quehacer poético  llama Omar “Placas poéticas”.
          “Los  poetas viven y desarrollan la imaginación y la creatividad en un mundo  indivisible e intercomunicado (…) Nada existe en aislamiento” “Las influencias  viajan por redes neuronales vitales y siempre activas, viajan geográficamente y  viajan en el tiempo; construyen   corrientes interconectadas. Así se conforman las placas poéticas,  mezclando lenguas y tradiciones”. 
          De  esta manera, podemos ver que el punto de vista del traductor en torno a la  poesía de Tranströmer es lo que llamaríamos “poesía en relación”.
          Los  diez poemas que componen esta muestra tratan, seguramente,  los aspectos más cercanos a la experiencia y  lenguaje del propio poeta-traductor: los sombríos meses de invierno donde solo  el cuerpo amado  da fuego y vida. El  árbol –traducido como araucaria- que ordeña vida de la lluvia. El alto y viejo  árbol que aparece en la tormenta como  un  alce petrificado. La alegría de la nieve recién caída sobre la ciudad. El  llamado de la hierba memoriosa en verano. La herencia ineludible: el bosque sombrío  donde vivos y muertos cambiarán de rol. El espléndido verso  de las verdades, “Dos verdades se acercan.  Una viene de adentro, la otra de afuera, y ahí donde se cruzan uno tiene la  ocasión de verse a sí mismo”. Y nuevamente los árboles “Afuera del pueblo el  camino se alarga entre los árboles del bosque. Y los árboles los árboles en  silencio entre ellos”. Árboles, silencio, bosque, esa es la imagen del poeta  Tranströmer que prima en esta selección, y   es la imagen que yo guardo de la Suecia profunda. 
          Pero  siendo la de Transtromer  una poesía en  relación, el traductor nos regala una visión de la poesía sueca y danesa  modernas, donde, para mí,  
destaca el  fuego y la intensidad de Karin Boye, poeta que desplegó su intensidad en  Estocolmo a inicios del siglo XX y que   junto a Mesterton y Riwkin  fundó  la revista Spektrum. Ellos se encargaron de traducir a Eliot, a Rimbaud, a los  surrealistas. El entrañable poema de Karin Boye (Visst det gör ont när knoppar brister, Sí, duele cuando los tallos brotan. ¿Por qué sino la primavera  vacila?) dice tanto de ella como su intensa vida.
          Poemas  y notas sobre sus contemporáneos  -Lars  Forsell, Lasse Söderberg, Sun Axelsson, Dag Hammarsköld, Göran Palm-  y la conexión danesa -el joven Michael  Strunge, Jen Fink-jensen, Lucas Moodysson, de la Pandilla de Malmö- enriquecen  esta traducción. 
            Además  de establecer un importante vínculo con Dylan Thomas, Saint John Perse y Eliot,  es interesante la relación que nos presenta Omar de Tranströmer  con la poesía latinoamericana, a través de  sus encuentros y anécdotas.
          Volviendo  al inicio, agradezco una vez más a Omar  Pérez-Santiago  el habernos abierto la  puerta a esta delicada y profunda poesía, donde se encuentra el clima, el  nervio y el tono profundo de una Suecia lejana, casi desconocida y que, a la  vez, tan profundamente arraigada llevamos   quienes fuimos acogidos  allí  en  los años duros de lejanía y añoranza.  La experiencia más profunda de vivir en otra tierra tal vez es inefable, pero  una vez más la poesía cumple su rol, si es que alguna vez tuvo uno,   en poemas como
          
            
              
                  Minnena ser mig  
              En  junimorgon da det är för tidigt
                att vakna  men för sent att somna om.
                Jag maste  ut i grönskan som är fillsatt
                av minnen,  och det följer mig med blicken.
                De syns  inte, det smälter helt ihop
                med  backgrunden , perfekta kameleonter.
                De är sa  nära att jag hör dem andas
                fast  fagelsangen är bedövande.
              Los recuerdos me miran
              Una mañana  de junio ya es muy temprano
                para  despertar, pero tarde para dormir de nuevo.
                Debo ir a  la hierba que está llena 
                de  recuerdos que me siguen con la mirada
                No se ven,  se mezclan completamente 
                con el  fondo, camaleones perfectos.
                Tan cerca  que los escucho respirar
                a pesar de  que el canto de los mirlos  es estridente
               
            
          
          FILSA 24 Octubre 2015.