Proyecto Patrimonio - 2020 | index | Sergio Guerra |
Jaime Pinos | Autores |






 




Utilidad de la ceniza
Sobre «Fiebre» de Sergio Guerra

Por Jaime Pinos


.. .. .. .. ..

La vida está en estado febril. Escribo esto en los tiempos de la fiebre. Transcurren los días demarcando la estricta línea divisoria que separa dos zonas excluyentes, segregadas. Por un lado los sanos. Por otro los enfermos. La fiebre sube. La fiebre baja. Esos son los hechos esenciales. Lo que apunta las cabezas, al menos por ahora, no son armas sino termómetros. Asimismo corren, febrilmente, las páginas de este libro. Comparecen sus personajes, se urden sus historias a ritmo acelerado. La trama se va fraguando en la mente del lector a alta temperatura. Su relato se expande en distintas direcciones, se extiende sobre el terreno como una hoguera. Se despliega siguiendo la sintaxis delirante de los sueños que vienen de ese fuego interior. Fiebre.

“Karla dijo, haciendo alusión a una conversación que sostuvo con Ximena Rivera a principios del 90, que el parámetro de equilibrio de la vida humana se sostiene a una temperatura de 37°C. Una desviación de dicha sensación térmica distorsiona la conciencia y acelera las pulsaciones. A cada grado de elevación le corresponde una aceleración cardíaca de entre 10 a 15 palpitaciones más por minuto. En un acceso febril las dimensiones espacio temporales se doblan sobre sí, se despliegan como un arabesco móvil” (52). Este libro parece haber sido escrito y exige ser leído con mucho más de 37°C. Más allá del parámetro de equilibrio, siguiendo la figura mutante del arabesco. Karla habla, en la ficción o en la realidad, con la poeta Ximena Rivera y descubre lo que define la poética del libro. Su búsqueda de la ignición. Su afán de hacerse combustible y encenderse: “Lo sagrado es la placenta del poema. Si esa placenta padece fiebre el poema será incendiario. El poema frío deviene conceptual o neoclásico, rigidez del canon o la métrica […]. Con la fiebre se distorsiona la consciencia, moviéndola de su temperatura precisa. El poema se incendia al afectarse su templanza poética. Las graduaciones son diversas. A los 38°C se comienza a escribir poesía política; a los 39°C se declama a gritos dicha poesía; a los 40°C la poesía se prende en llamas (52-53)”.

Prender en llamas la poesía es la consigna de la comunidad secreta de los escritores piromanistas. Este libro relata cómo el protagonista se va internando poco a poco en su mundo incandescente. Recoge ciertas escenas de sus vidas, reales o imaginarias; dibuja sus perfiles difusamente. Describe sus ritos y ceremonias en  el ruedo junto al fuego: “En el centro del recinto se levantaba una enorme columna de fuego que iluminaba a un grupo de personajes a su alrededor, pero con la distancia no podía distinguir si se trataba de motoqueros, travestis o abuelitas tomando el té. Me acerqué aún más, sigilosamente. Cinco personas con el rostro cubierto dirigían la acción. Escribían frenéticamente poemas que iban leyendo en sincronía y coordinados en una secuencia coral. Les observaba con la boca abierta. Mi sorpresa fue aún mayor cuando les vi lanzar al fuego central sus poemas recién escritos y declamados. En una especie de posesión, los lanzaban al fuego, en cuyo interior se apilaban cientos de libros (6)”.

Desde luego, la práctica y el ideario del piromanismo definen un linaje de escritores, una tradición de literatura combustible. En su centro estaría Kafka y la instrucción, incumplida por su amigo Brod, de quemar toda su obra. La labor piromanista sería, precisamente, reponer en funcionamiento lo que el piromanismo llama la Máquina Kafka. Retomar su poética. Otorgarle al padre Kafka, aunque sea retrospectivamente, su deseo de ver la obra completa consumirse: “Su deseo debía ser cumplido. Su deseo de desaparecer junto a su obra, de inmolar las páginas, el tiempo enfrentado al lenguaje (40)”.

Se dice a sí mismo el protagonista: “Consideré entonces si acaso el piromanismo no sería tan sólo una ilusión a la cual nos aferrábamos, en un intento de evitar que nuestra vida se volviese gris. Como las palomas grises, como la ciudad gris, como el polvillo que inunda el aire gris, como el cuello de miles de niños que serán asfixiados por una corbata. Como una realidad despojada de poesía. Como una poesía despojada de realidad (37)”.

Seguramente, esta reflexión encierra la esencia del piromanismo literario y del sentido alegórico desplegado en este libro. En momentos donde el fuego destructor amenaza con arrasarlo todo, en estos días dominados por la fiebre, la literatura debe quemarse también. Pero quemarse para evitar que nuestra vida se vuelva gris. Para evitar que la poesía se apague, que la realidad se extinga. Fuego contra fuego. La tarea de la poesía es siempre ayudar a que la vida renazca entre las cenizas. Aprender a usarlas para reparar y reconstruir. Como dicen esos versos de Jorge Boccanera: “Hay que incendiar a la poesía/y cantar luego/ con las cenizas útiles”.


Valparaíso, junio de 2020



 

 

Proyecto Patrimonio Año 2020
A Página Principal
| A Archivo Sergio Guerra | A Archivo Jaime Pinos | A Archivo de Autores |

www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza.
e-mail: letras.s5.com@gmail.com
Utilidad de la ceniza
Sobre «Fiebre» de Sergio Guerra
Por Jaime Pinos