Antonio Skármeta
El Baile
de la Victoria: Un thriller ¿a la chilena?
por Miguel de
Loyola
La
fantasía y el "Entusiasmo" se dan cita en esta novela
de Antonio Skármeta, ganadora del codiciado Premio Planeta
2003. La novela nos enfrenta a una historia verosímil y a unos
personajes chilenos, manejados por la hábil pluma de un escritor
con oficio suficiente para enredarnos en la telaraña de su
alegre imaginación. Una obra para leer de principio a fin.
Con motivo de una amnistía, el maestro Vergara Grey y el joven
Angel Santiago, consiguen la libertad. Juntos recorrerán un
periplo por la ciudad de Santiago de Chile de connotaciones policiales
y amorosas, hasta culminar con la libertad definitiva de ambos. El
ingenio de Skármeta para darle vida a estos extraños
personajes, dotándolos de las características peculiares
de los hombres de nuestra raza, es digno de atención. La mirada
positiva del escritor, carente del pesimismo y decadentismo que caracteriza
a nuestros narradores en general, dialoga con los primeros cuentos
de juventud del escritor, con aquellos que lo consagraron en la época
de los 70 como una promesa narrativa a toda prueba. Así, resulta
inevitable, por momentos, la relación de esta novela con sus
primeros cuentos. Con Match ball, por la forma de tratar la
relación amorosa entre Angel y Victoria, a A las Arenas,
por los diálogos abiertos mientras los personajes caminan por
la ciudad, con el El ciclista del San Cristóbal , por
lo temerario y alegre que es el personaje Angel Santiago para enfrentar
la vida, protagonista adolescente de la El Baile de la Victoria.
Aunque sorprende por momentos la inocencia de los mismos, exentos
en su mayoría de maldad, avaricia, codicia, sed de venganza
y otros ingredientes perversos del alma común de los mortales,
reconocemos en ellos las características propias de la novelística
de Skármetiana, donde impera el optimismo y la alegría
de vivir del hombre normal, cualquiera sea su situación o circunstancia.
Es probable que en El baile de la Victoria estemos frente a
un thriller, pero habría que destacar que se trata de
un thriller "a la chilena", por los usos y costumbres
que encarnan los personajes, por los lugares de la ciudad de Santiago
que recrea y describe, por el ladinismo propio del huaso chileno injerto
en la comicidad del pensamiento y de las situaciones descritas, por
lo que comen, por esos dulces chilenos tradicionales en nuestra cultura,
nominados con nombres propios. La novela nos lleva también
por los laberintos de la ciudad de Santiago destacando algunos sitios
puntuales con poesía y elegancia narrativa que no es precisamente
una cualidad propia del thriller. Vemos acaso por primera vez
en una novela chilena La Fuente Alemana descrita en toda su magnitud
de obra artística, al punto que nos despierta deseos de volver
a visitarla. El Parque Forestal, el museo de Bellas Artes, el Hipódromo,
la Biblioteca Nacional. Los guiños a la realidad contingente
del país, como la cesantía que asola a los hogares chilenos,
la eterna crisis asiática, la incertidumbre política,
los convenios de comercio con USA. También referencias irónicas
a la prensa nacional, ilustran la comicidad propia del chileno. Así
dirá diario La Quinta por La Cuarta, El Mercado por El Mercurio,
etc. Alusiones descritas sin el resentimiento que nos caracteriza
a la hora de la crítica y el sarcasmo, sino miradas desde la
perspectiva del adolescente que habita el corazón de los personajes
de Skármeta, donde el sueño y la esperanza de un mundo
mejor pervive a pesar de lo trágica que puedan ser las circunstancias.
El joven Angel Santiago ha sido condenado a cinco años de presidio
por el supuesto robo de un caballo. Con lo que se está cuestionando
el absurdo accionar de la Justicia frente a otros delitos de mayor
cuantía cuya pena es equivalente.
En El baile de la Victoria, vemos desplegada la ingeniería
de la composición de la novela, al estilo de los novelistas
españoles del momento, tales como Arturo Pérez Reverte,
Javier Marías y otros, donde el ingrediente esencial es la
entretención como atributo fundamental de la novela, asunto
que suelen olvidar algunos autores en aras de una supuesta "trascendencia
de la novela" que las más de las veces no es tal.
También me parece oportuno destacar algunas reflexiones de
los protagonistas, referidas a ciertas cuestiones de cultura general.
La forma de definir algunas tendencias de la pintura, me parecen dignas
de destacar por la simplicidad con que son definidas, para un fácil
entendimiento del lector. En ese sentido, la novela contiene un grado
importante de comunicación pedagógica, definiendo términos
que requieren una aclaración interactiva entre el texto y el
lector.
El final, acaso una de las cuestiones más difíciles
de resolver, tal vez sea demasiado apresurado, porque el interés
por la historia daba para más. Con todo, El baile de la
Victoria es una novela para celebrar.
El Quisco, diciembre del 2003