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Sergio Madrid Siefeld

Por Ernesto González Barnert

 

Sergio Madrid Siefeld (Iquique, 1967) Nos ha dado al oído una poesía remada del propio sentir y razonar, clara, estampada de esa Atenas que es para nosotros Valparaíso (en contraposición a la Esparta Santiago). Consciente de que escribir es resaltar la ola sin perder noción del mar, de que escribir hoy en día es también un dar cuenta de nuestra conciencia personal. Evidentemente en retroceso. Negada, asechada, golpeada por el ruido de fondo, la distracción y los asuntos de interés público, la uniformidad y nivelación hacia abajo del democratismo imperante. Convengamos en la imagen de un Faro a la hora de resumir su poesía -estos libros que dispongo en orden sobre mi mesa de trabajo-, luz de un reflexivo y perceptivo transcurrir, luz de un intestino quehacer y apreciar. Un faro que nos abriga y recuerda en la intemperie que la poesía es un vivir a la altura de lo extraordinario.

Actual ocupación: Hago clases en el Instituto de Arte de la PUCV

Como definirías tu poesía: No sabría definirla sino como un intento de vivir y/o sobrevivir, de libertad y liberación.

Tu poesía es mezcla de: Razón, porfía y todo tipo de sinrazones.

Tú poesía busca comunicar: ¿Comunicar? Más bien, desenmascarar una época y desenmascararse en ella.

Cuál es tu peor defecto como escritor: La pereza.

Háblanos de tus inicios en la poesía: Mis inicios se remontan a mediados de los ’80 en la Librería Altazor en Viña del Mar, centro de todo tipo de contactos literarios, lo mismo que la camaradería.
Cuáles son tus influencias: Un eje de influencia son los poetas malditos, el Dadá y el surrealismo; otro eje lo conforman los que yo llamo los poetas elegiacos, tales como Hölderlin, Leopardi, Pessoa, Pound, Kavafis y Cernuda; un tercer eje lo conforman la poesía anglosajona de Yeats, Eliot y Auden; un cuarto eje está conformado por un doble sentimiento de rebelión y esperanza, que abarca autores muy diversos como Marx, Debord, los Beats, Led Zeppelin, etc.; agregaría un quinto eje de influencia más reciente, artistas espaciales como Robert Smithson, Richard Long y Matta-Clark, lo mismo que el C.A.D.A y las Yeguas del Apocalipsis (por su hombría).

Cuáles son tus influencias cotidianas: Mis compañeros de trabajo, como Alfonso Iommi, Bruno Cuneo, Virgilio Rodríguez, Guillermo González, Enrique Morales y Francisco Cruz. Otro tipo de influencias son la velocidad de la bicicleta, el viento en el rostro, mi perro (que no es solo mío) y mi mujer.

Tu mejor poema es: Fraternidad (¿?).

Tu peor poema: Juegos Olímpicos (¿?).

Tu mejor libro es: Elegía Para Antes de Levantarse (¿?)

La poesía en Chile es: La institución más importante.

La poesía en Chile no es: Leída.

A la literatura Chilena le sobra: Literatura y farándula.

A la literatura Chilena le falta: Poesía.

Las bibliotecas son: Algunas son oscuras y triviales como los museos, los cines y los cementerios; otras, son luminosas y desordenadas como el taller de un escultor.

El último libro que leíste es: Karl Marx o El Espíritu del Mundo, de Jacques Attali.

El mejor poeta chileno muerto es: Juan Luís Martínez.

El mejor poeta chileno vivo es: Diego Maquieira.

Los diez libros que recomiendas son:La Nueva Novela, de Juan Luís Martínez; La Iliada, de Homero; Iluminaciones, de Rimbaud; Spleen de París, de Charles Baudelaire; La Realidad y El Deseo, de Luis Cernuda; La Sociedad del Espectáculo, de Guy Debord; Walkscapes, de Francesco Careri; Arcano XVII, de André Breton; Otro Tiempo, de Auden; y las Obras Completas de Mafalda.

Quién debería ganar el próximo Premio Nacional de Literatura: En rigor, da lo mismo.

A que le temes: A las alturas y a los piélagos.

Haz un retrato del mapa literario de Valparaíso:
Las calles del centro se podrían llamar Juan Cameron, Ennio Moltedo, Guillermo Rivera o Pablo Araya; Ciertos callejones con escalera y farol podrían llevar los nombres de Claudio Faúndez, Ximena Rivera, Carlos León Jr., Carlos Henrickson y el Diantre; uno de los dos mercados podría llamarse Enrique Moro; todos los cementerios se podrían reunir bajo el nombre de Arturo Rojas; el Cerro Alegre debía tomar el nombre de Claudio Bertoni; el Cerro Los Placeres se puede llamar Virgilio Rodríguez; hay muchos otros cuyos nombres calzan con cada uno de los ascensores, ya sea que bajen o suban; el Faro Puntángeles tendría el nombre de Juan Luís Martínez; la Biblioteca Severin se cambia a Ismael Gavilán; le asignaremos el nombre de Sergio Muñoz al Muelle Barón y el de Gonzalo Gálvez a la Casa Central de la PUCV. Pienso que el nombre de Marcelo Novoa le vendría bien al ex edificio de Correos de Chile. El horizonte de Valparaíso llevaría el nombre de Gregorio Paredes. Y me gustaría que un barco, o en su defecto un bote, llevara mi nombre.

 

 

ANGST EN TRAJE VERANIEGO

no creía en la frontera de las cosas
que en otro tiempo fueron infinitas
ni que ahí empezaría la depresión del verano
ni en la necesidad de enganchar la mano
a la rama de otro cuerpo

la conversación amable de los hijos
la posible enfermedad de un abuelo, los
recuerdos de una finca llena de aventuras
confundidas con las charcas del olvido
y el porvenir

lo hicieron tal vez dudar

no sabe decir si el verano es sólo ese sol
y este ocio
no sabe decir la columna que sostiene su casa
ni nombrar el gato que en la ventana lame la refracción
de la luz

—nada nueva es la luz, su perfil de belleza es viejo
como empedrada calle de un viejo puerto
por donde pasaron los primeros burros de carga

no tiene el diezmo que el universo cobra
ni el trigo que en la cocina la mujer transforma en milagro
no hay dinero posible
ni gran ingeniero
para pagar o vender
el ocio de este verano

 


TODAS LAS CALLES LLEGAN A CASA

subo la calle, el empedrado antiguo
renueva la fluencia de las cosas cotidianas
por donde llevé de la mano a una novia
cuyo rostro olvidé, o me morí de deseo
por la más bella muchacha de la cuadra

oh viejos amigos, cómo quisiera llegar a casa
y hallarlos reunidos alrededor de la asadera
oh antiguas novias, de ser el príncipe que pudiera
arrobarlas en el pequeño palacio del amor
donde los jardines fueron traídos de Ecbatana

en vano he buscado sobre la vieja vereda
las cosas que sobrevivieron al tiempo
en vano he supuesto una novedad pasajera
pues solo como un badajo sin sonido
atesoré heridas y murallas
                                        que me fui haciendo

oh antiguas novias, qué no daría
por la mano que acariciaba mi cabello
por la mirada encantadora y el cuerpo desnudo
oh viejos amigos, si pudiera confesar la devoción
por la palabra embriagada que cautiva el Universo

subo la calle y finalmente la casa
en silencio respeta mis ambages
la casa se abre para que entre
en ella mi escombro. Ya no maldigo
las vicisitudes de la vida

llego con la serenidad de un gato veraniego

 


DAFNE

Antes que el laurel existiese, antes que tú misma te volvieras laurel, la mano de un hombre estrechaba el Universo a través de un cuerpo de mujer, y las constelaciones se reflejaban en todos los océanos de la sangre y todos los ríos corrían de la montaña al mar. Antes que tú misma fueras este árbol imposible, las ramas silvestres se movían ante el viento del amor. Las ventanas que daban a los parques se abrían en verano y se cerraban en invierno de la misma manera con que una mujer y un hombre desplegaban las naves de la noche. Y todo barco zarpaba por la piel del otro sin peligro de lo ignoto. Ya que rompiste las cadenas de oro que reúnen a los astros con los dioses y que exiliaste a los dioses hacia un Olimpo destruido, y que dejaste solas a las estrellas y sin abrigo a los animales del campo, no tengo más sortilegio que estas palabras.

            Si hubieras sido mi hija por lo menos, te hubiese amado en la distancia acompañado, me hubieras amado como se ama a un roble en la selva peligrosa. Y tal vez desnuda me hubieras seducido y yo, valga decirlo, no me hubiera negado. Sin temor al pecado de los hombres, te hubiera poseído en el abrazo de los planetas. Si hubieras sido mi madre por lo menos, contaría contigo incluso en las horas de la angustia y la traición, y me hubiera sentido pequeño ante la inmensidad del aire que da vida a las plantas, a los ríos, a los animales y a los pensamientos, y te hubiese poseído con todas mis garras para no ser expulsado del paraíso. Si hubieras sido por lo menos mi hermana, las sábanas filiales se mancharían del oro de los cuerpos, de la plata de las caricias, del hierro del oprobio, pero juntos.

            Contigo perdí no sólo los ojos que continuaban mi sueño, sino todo el beso universal. Los vínculos cayeron sobre la loza de los palacios. Entonces con mis palabras ineptas te he transformado en este arbusto, en este árbol, en esta rama. Hoy que no tengo reino ni patria, ni madre ni hija ni hermana, me declaro príncipe del desierto, sólo para lucir en mi cabeza la belleza de tus hojas.


LA GENERACIÓN ESCINDIDA

nos olvidarán después de todo, pero supimos vivir
fuera de este gran negocio de la cultura
corrompidos por el licor, la cocaína, la marihuana
mas no por el dinero, no por la fama, no
por el arribismo empresarial

nos olvidarán, es cierto, pero sólo se fracasa en la realización

eso ya lo sabíamos, cuando remontados
en una época que no nos amaba, bajo un régimen
con el cual no hubiéramos bailado por vergüenza
poníamos sobre el papel un ritmo, una imagen
que nos salvaguardara de parras y nerudas

sólo nuestras amadas no nos olvidarán

sabíamos que en el futuro inmediato no nos querrían
porque los triunfantes aman a sus loadores
y ninguno de nosotros hubiera puesto una guinda
en el falso pastel de una nueva inauguración de Chile
cuando sólo inauguraban nuestra soledad

es cierto que ahora ruedan nuestras cabezas

como chivos expiados en la noche de la historia
nuestro beso al universo no llegó a ser una luz espectacular
ni pedimos indulgencia a quienes no podremos perdonar
declarados enemigos secretos del día venidero
cuando el alba sin aura inaugure nuestro olvido


EL CADÁVER QUE ANDA

Me reconozco muerto, soy un cadáver que camina, y aunque me resulto del todo estúpido, me reconozco muerto, como un cadáver que anda.

Y les digo, he hecho todos los esfuerzos por resucitar. Me mató el siglo. Tal vez me maté yo mismo. No hay diferencia.

El suicidio ya no es atractivo, pues sólo se está muerto en la época.

ya no es interesante
ni el matrimonio ni la muerte
sólo el amor (mi única alegría)
lo demás no es mi alegría
no es tampoco un dolor
una desidia, eso sí, el mal
del siglo, no el siglo de manos
el siglo de garras, pero
no estoy enfermo, gozo de buena salud
me muevo hacia la longevidad
en una época en que respirar
no es completamente gratis
¡henos aquí a todos felices!
la historia nos acercó al Santo Grial
y bebemos de su aroma en la distancia
nunca estuvimos mejor ¡Nuestros
niveles de enajenación
armonizan el abismo!
y toda la escisión del amor y el trabajo
parece un contrapunto musical
en la sinfonía de la historia
           
la historia navega
condenada al naufragio, una isla
¿y no era eso la utopía? Una isla
un oasis en el desierto histórico
una isla suspendida en el tiempo
una quimera y una acción, los barcos
no anduvieron más, su velocidad
se igualó al reposo, la historia no avanza
sino hacia sí misma, y revienta
como los Imperios colosales
en la última frontera que queda
por defender ¡estamos a salvo!
ha caído un hálito de ángel
llegamos a la fiesta de la resolución
a la gran orgía de los finales
gozamos de buena salud, tenemos
Cruz Roja, instituciones libres, y cosas
a más no querer, televisores, radios
música reproducida al alcance de todos
para todos los gustos, y solos, tal como
queríamos cuando éramos niños
solos, como sapos oteando las moscas

¿acaso no vale la pena
ser un cadáver que anda
y sentir ante el sol la diferencia
y ante las estrellas la diferencia?
estoy perfectamente bien, gozo
de buena salud, mi querido Estanislao
no necesitamos de ningún siquiatra
¡estamos más sanos que varios!
el barco de la historia reventó
y sobre él no venía ningún héroe
cruzaba los riscos sin capitán avezado
tanteando las costas como un ciego
en medio del tránsito, y el desierto
parecía florecer ante los ojos
de los viajeros, como si las estrellas
en la concavidad se burlaran
y el propio océano
hubiera levantado una franquicia
supimos valernos de nuestras desgracias
convirtiendo lo peor de nosotros mismos
—mezquindad, usura, guerra—
                                                 en abundancia

 

 

 

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