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Una novela de destinos
El Día de los Muertos, Sergio Missana, FCE, 2007, 351 pags.
Por Carlos Fuentes
La Tercera Cultura. Sábado 19 de enero de 2008
El mexicano Carlos Fuentes, célebre autor de La Muerte de Artemio Cruz, presentó en México el último libro del chileno
Sergio Missana, El Día de los Muertos, la historia de un grupo de jóvenes en la víspera del golpe de 1973
El Día de los Muertos, la novela del escritor chileno Sergio Missana (Santiago, 1966), se divide en dos partes. La primera, Soldados, ocurre en Chile la víspera del golpe militar de 1973. Los protagonistas son Esteban (el narrador) y un grupo radical que incluye, entre otros, a Roberto, el cabecilla y a Elena, el alma. Roberto es dueño de un humor cruel que usa para imponer el orden y colocar a cada uno en su sitio. Percibe las debilidades ajenas. Se burla de los demás. Pero deja lo mejor de sí mismo en la conversación: posee el genio efímero de las veladas. En cambio, Elena -quieta, sólida, enigmática- resume el pulso del grupo. Le da propósito, tareas.
Esteban se acerca al grupo porque desea a Valentina, aunque también por el deseo de ser aceptado. Su postura ante el grupo es ambivalente. Teme la violencia. Le agrada el caos. Desea, con voluptuosidad, que el caos se intensifique, se desencadene. Se sabe un intruso, pero le gusta el amparo del clan. Se cree "progresista", pero "desconectado de la pasión". Al mismo tiempo, es de derecha "no por convencimiento sino por omisión". Sabe que le está vedada "la pureza de la convicción".
El grupo, entretanto, "se nutre de sí mismo". Sus miembros temen separarse. Temen perder lo que les une. Necesitan un entramado que los estructure y resguarde. Entre ellos, Valentina es dueña de un "aura de desasosiego". Esteban la ve complicada, confusa y acaso, desdichada. Sus relaciones con los hombres son fantasmales, proliferantes, "meros escorzos". ¿Quién es él, Esteban, ante Valentina? ¿Le basta tenerla ante él, estudiar su semblante, sin decir palabra? ¿O es ella simple objeto de su codicia, parte de un afán desmedido de obtención?
Valentina mira a Esteban con rabia, lástima, desprecio, impaciencia. Esteban se harta. Se ha vuelto sospechoso para todos. Se echa a correr. Al día siguiente, el golpe militar derroca al gobierno legítimo de Salvador Allende.
Treinta años más tarde, un narrador objetivo sustituye a Esteban. Partículas en Suspensión se llama esta segunda parte. El sitio es el exilio. Más bien dicho, los exilios. Los protagonistas son Gaspar, un chileno ambulante o ambulatorio y Matilde, hijastra de Esteban. Esteban reaparece: es una caricatura de sí mismo. Está gordo. Declama. Parece un político demagogo o un predicador de televisión. Habla con un tono de indignación profética. Y Valentina, acompañada de su hija Karen, vive en constante peregrinación mística al Katmandú del espíritu.
Matilde, la hijastra de Esteban, es una joven que "se mueve entre enigmas". No transa. No se adapta al interlocutor. Pedir un café le sale mal. Su entonación es equívoca, sus pausas, inexactas. Quiere llevar las cosas a su propio territorio. Gaspar entrevé en ella un elemento de dignidad, de orgullo,
de tesón, pero no sabe asociarlo con nada. Al cabo, descubre que Matilde "tenía una visión, si no más compleja o más profunda, sí más adelantada". A ella le importa la acción, no los sentimientos o la fe, "que de todas maneras van a cambiar y olvidarse", sino los actos y sus consecuencias.
Como en la relación anterior (Esteban-Valentina), ésta (Gaspar-Matilde) queda en suspenso. Sólo que ésta conduce a aquella mediante una espléndida "vuelta de tuerca" de Missana. Gaspar lee el diario escrito por Esteban el 4 de septiembre de 1973. Es decir, descubre la novela anterior a la que él mismo (Gaspar) protagoniza. Se convierte, de actor, en lector de la novela que ya conocemos, pero él no. Es un nuevo triunfo de la tradición de La Mancha. Como en el Quijote, el protagonista se transforma en lector, y gracias a ello, conoce los destinos de los jóvenes actores de un día de la historia de Chile: el 4 de septiembre de 1973.
Alfonso, Roberto, Soledad, Nicolás, Teresa, Francisca, Paulina, Fernando, Daniela, Elena. El exilio. La ley de fuga. La tortura. Los cadáveres abandonados. La supervivencia.
El libro de Sergio Missana aparece entonces como una novela, no de fatalidades, sino de destinos. ¿Y qué es el destino sino lo que nos está reservado, lo que sólo sabemos al morir? O al leer novelas como ésta, que nos pre-figuran. Gran carrera y grandes libros le deseo a este notable escritor chileno.
Sergio Missana
nació en 1966. Estudió periodismo en la Universidad de Chile y cursó un doctorado en literatura latinoamericana en la Universidad de Stanford. Es autor de las novelas El Invasor (1977), Movimiento Falso (2000) y La Calma (2005), y del ensayo La Máquina de Pensar de Borges (2003). Fue finalista del Premio Rómulo Gallegos 2001.