Innumerables misterios encierra "La calma", la nueva novela de Sergio Missana: pese a que el autor ha integrado referencias históricas y geográficas que aterrizan ligeramente al lector en el espacio y tiempo del relato, resulta dificil establecer el lugar exacto en que transcurren los hechos.
Recién publicado por Editorial Sudamericana, el libro encierra, además, interrogantes que nunca son respondidas. Es lo que sucede con el nombre del pueblo y el periodo exactos en que se ambienta la historia, protagonizada por un enigmático hombre —llamado Samuel Webb— dispuesto a cumplir con un misterioso deber.
Agónico, el forastero llega un día de comienzos del siglo veinte a un caserío en decadencia ubicado en algún punto perdido del Cono Sur donde es atendido y acogido por los lugareños, quienes, por órdenes de la policía, deben retener al visitante, sin saber exactamente de qué lo acusa la autoridad.
"Todas la incógnitas que se producen y persisten son deliberadas, aunque hay elementos que dejan claro que la novela transcurre en el sur de América Latina, probablemente en Chile. Nadie podría pensar que es África o Asia. Quise trabajar con esa ambigüedad, que tiene muchos
antecedentes literarios", comenta Missana, también autor de las novelas "El invasor" (1997) y "Movimiento falso" (2000), y del ensayo "La máquina de pensar de Borges" (2003).
—Una gran incógnita es la procedencia y naturaleza del protagonista.
—Él tiene una tarea que es misteriosa al comienzo, pero que luego se comprende claramente. Es un extranjero, un marginal, cuyo destino está asociado, históricamente, a la paranoia que generaron los bandoleros americanos que
escaparon a la Patagonia.
—¿La figura del bandolero es la que te pareció interesante, literariamente?
—Más bien me interesaba jugar con el tema de la identidad, porque no se sabía bien quiénes eran estos bandoleros, que cambiaban su identidad para que no los alcanzara el brazo de la ley. Hay un conexión con personajes de mis novelas anteriores, que son seres que se encuentran en límites geográficos, en situaciones de frontera, en espacios donde se rompen los límites y se erosiona la ley.
—¿Por eso la autoridad está representada en "La calma" por personajes tan precarios?
—Claro, la autoridad no funciona mucho y es paranoica, algo que afecta a todo el mundo cuando una amenaza se encarna en cierto tipo de personajes. El de esta novela no es un indígena, no es un bandolero ni un anarquista, pero tampoco está en el lugar ni el momento adecuados: cae mal y eso genera a su alrededor un conflicto amplificado. Tal vez no amerita la tragedia que desencadena su presencia.
Adolescente patiperro
La historia de "La calma", que es también una historia de travesías y aventuras, es narrada por el anciano Boro, personaje que tenía doce años cuando a su pueblo llegó Samuel Webb y quien, después de establecer una relación de confianza con él, sigue al protagonista en un viaje que éste emprende hacia el extremo sur para cumplir con su misión.
"Los habitantes del caserío se acostumbran al recién llegado, porque es tan excéntrica la gente que ha pasado por ahí que a él no lo consideran más raro que a otros. Muchos enganchan con el extranjero, incluido el narrador, quien se deja arrastrar por este hombre porque en él ve la posibilidad de salir de ahí, de romper con su destino", comenta el autor.
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dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Sergio Missana desglosa las interrogantes de "La calma", su nueva novela
Editorial Sudamericana, 2005, 157 páginas
Por Jazmín Lolas
Publicado en Las Últimas Noticias, 24 de mayo 2005