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Juan Luis Martínez y el lenguaje de las ciencias: el diálogo de los discursos
Por Sergio Ojeda Barías
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Marchese y Forradellas (1991), definen conceptualmente discurso como el área de comunicación superiores al enunciado o frase, que es donde puso su atención Ferdinand de Saussure, la superación de este postulado se fundamenta en la idea de Emile Benveniste de que la frase es la unidad del discurso (conjunto de enunciados) sobrecodificados por reglas transfrásticas de encadenamiento.
En lo pertinente a la literatura el discurso sería el acto de la enunciación en el que se puede manifestar: a) La patencia (manifestación o visibilidad) del sujeto en el enunciado; b) La relación entre locutor e interlocutor; c) La actitud del sujeto en lo que toca a su enunciado, la distancia que establece entre sí mismo y el mundo por mediación del enunciado.
Para Yuri Lotman, se puede hablar de discurso literario cuando la literatura se vale de una lengua no coincidente con la común. Esta lengua, según el pensador ruso, está formada por signos y reglas peculiares que parten de la iconicidad, de la motivación del signo literario. Todo esto lleva a que el discurso de la literatura esté absolutamente semantizado, todos los elementos que la conforman (fonológicos y morfosintácticos) interactúan con el plano del contenido, con lo cual se activa el sentido global del texto.
Vista esta definición es preciso indagar en la presencia de estos sentidos articuladores en La nueva novela de Juan Luis Martínez, por medio de los dispositivos que conforman la estructura formal que recibe los fragmentos de otras discursividades (datos) y los transforma.
La presencia del lenguaje científico en la escritura de Martínez aparece como un ejemplo de cómo la escritura a partir de fragmentos interdiscursivos se subordinan a la propia especificidad del género. No existe, por tanto, la pretensión efectista que buscan el estado de conmoción o atención del receptor del mensaje. Para Juan Luis Martínez, más bien es relevante crear un territorio de diálogo entre los discursos, donde las estructuras y reglas de cada uno de ellos sean puestos al servicio de la palabra poética y por tanto muten de su significado inicial, sin perder las características propias de su retórica; este sitio fronterizo entre los discursos, posee características rizomáticas que dan cuenta de una textualidad heteroglósica.
Respecto de este fenómeno, Iván Carrasco (2002) argumenta que estos procesos de movilidad e indeterminación del sistema literario, se producen por el énfasis dado a los mecanismos de interdisciplinariedad e interculturalidad de origen no literario.
Estos mecanismos conducen a la “apertura y fragmentación de los modos canónicos de acreditación literaria” (2002). La afirmación de Carrasco fija su mirada en la pérdida de estabilidad a las que han sido sometidos los géneros en la literatura contemporánea, fenómeno que ha motivado escrituras híbridas que se interrelacionan con discursos tradicionalmente no literarios.
En el caso de América Latina, Carrasco (2002) manifiesta que este fenómeno se ha tornado más complejo y multifacético, encontrando valiosos antecedentes en la escritura colonial. En ese contexto y debido a la necesidad de adoptar modelos hispanos y europeos, se produjeron contactos con contenidos indígenas (asuntos históricos, míticos, costumbres, ritos, personajes) y naturales (paisajes, fenómenos cósmicos, etc.), el resultado de esta simbiosis fue la generación de textos heterogéneos, híbridos, interculturales, interétnicos, como las memorias del Inca Garcilaso de la Vega y de Huamán Poma, la variedad genérica y los cruces textuales de Sor Juana Inés de la Cruz y los yaravíes de Mariano Melgar.
A esto se debe agregar que la presencia de las escrituras indígenas o etnoculturales en la neovanguardia de América Latina no tiene un fin ornamental ni intelectual, pues la etnoliteratura integra a poetas que dan cuenta de la discursividad de las culturas originales y sus cosmogonías.
En un breve recorrido por Latinoamérica se constata que las escrituras de Ernesto Cardenal, Antonio Cisneros, Raúl Zurita y Juan Luis Martínez, entre otros, han incluido el discurso de disciplinas no literarias (lenguaje científico, de la historia, de la sicología, la comunicación social, de la física, de la lógica y de la antropología) con fines literarios.
El sumario de La nueva novela es un primer dato acerca de la presencia de discursividades extraliterarias, se observa allí que las secciones III, IV y V llevan el nombre de temas no literarios: “III Tareas de aritmética, IV El espacio y el tiempo y V La zoología”, esta señal, a lo menos, establece una textualidad que se desplazará entre las ciencias naturales y la ciencias exactas (física y matemáticas), por cierto logra crear un foco de atención y se constituye el primer sistema de referencias interdisciplinarias del libro.
La lectura que hace Martínez del principio de antagonismo desarrollado por el lógico rumano Sthéphane Lupasco le otorga una serie de herramientas que después vuelca en sus textos. Conviene recordar que, a esas alturas, la física cuántica había revelado que la materia y la energía, de las que la física clásica había dado una definición no-contradictoria, procedían, la una y la otra, de una entidad del orden del acontecimiento contradictorio en sí misma.
Basado en este descubrimiento, Lupasco formula los postulados centrales de la lógica de la contradicción, donde las contradicciones no sólo son abstracciones filosóficas o científicas, sino sistemas constitutivos de la realidad.
Lo que quiere señalar, es que todo sistema se basa en antagonismos, por tanto, la vida y sus manifestaciones anímicas forman parte de lo que Einstein había denominado materia es igual a energía. Un ejemplo de este fenómeno es la atracción y la repulsión de los planetas.
El hombre se encuentra en el sector bio-físico, es decir que no sólo es cultura, historia o clase social, sino también, ontológicamente un objeto sometido a las determinaciones del universo porque de acuerdo a las teorías mencionadas ha surgido con fuerza la hipótesis de que la vida es una forma de autoorganización de la materia. Por esto, el conocimiento de la vida humana no excluye los saberes físico-matemáticos. (Rivadeneira 2009 s/n).
Visto así, el dispositivo dialógico que elabora el discurso martiniano se asemeja a una manera de comprender y reflexionar acerca del sentido de lo humano y en esa concatenación de interdiscursividades el principio de contradicción, que no niega ni afirma, se despliega como un sistema en perpetua inestabilidad[1]. Por esto la textualidad de La nueva novela propende a un territorio escritural caótico, cuyo dinamismo tiende a llevar al desfiguramiento de fronteras entre los discursos a los que echa mano. La complejidad de los textos remite una y otra vez a esta lógica de la contradicción, pues para Lupasco si existe un sistema debe existir inmediatamente contradicción. Y este antagonismo es el que preserva la existencia de los sistemas.
En la sección: “V Zoología” en la página 76 en el texto “LA PROBABLE E IMPROBABLE DESAPARCIÓN DE UN GATO POR EXTRAVÍO DE SU PROPIA PORCELANA”, Juan Luis Martínez pone a prueba gran parte de estos postulados:
El texto expone a través de las contradicciones un diálogo entre la materia (porcelana) y la forma (gato), ambas se suponen atrapadas en la sospecha de que una contiene a la otra. El gato de porcelana, objeto decorativo en la repisa de una habitación, permanece en estado de constante vigilia respecto de su propia materialidad: “Ubicado sobre la repisa de la habitación / el gato no tiene ni ha tenido otra tarea que vigilar día y noche su propia porcelana…”. Instalado este diálogo la materialidad del gato es una camisa de fuerza que lo atrapa, y que le impone un sentido que no es otro que vigilarse a sí mismo en su propia materia. Esa corporeidad que ha diseñado otro y ese sentido cosifican su devenir, alguien diseño el objeto y alguien lo ubicó como objeto estético-decorativo. Se aplica claramente el principio de potenciación y actualización, y, este a su vez, se enmarca en un territorio que cada vez se va ensanchando más (la repisa, el gato, la habitación y la porcelana).
LA PROBABLE E IMPROBABLE DESAPARICIÓN DE UN
GATO POR EXTRAVIO DE SU PROPIA PORCELANA
a R.I.*
Ubicado sobre la repisa de la habitación
el gato no tiene ni ha tenido otra tarea
que vigilar día y noche su propia porcelana.
El gato supone que su imagen fue atrapada
y no le importa si por Neurosis o Esquizofrenia
observado desde la porcelana el mundo sólo sea
una Pequeña Cosmogonía de representaciones malignas
y el Sentido de la Vida se encuentre reducido ahora
a vigilar día y noche la propia porcelana.
(La nueva novela 76).
Para Lupasco es requisito sine qua non que, en los acontecimientos energéticos, la actualización y potencialización confluyan en un proceso en que uno de ellos es actual, con energía no dinámica, y el otro es potencial. La porcelana y el gato en el texto son arrastrados por estos principios, por este motivo en la segunda parte de la escritura la porcelana ingresa nueva información al sistema para mantener su inestabilidad: “Pero la porcelana piensa lo que el gato no piensa / y cree que pudiendo haber atrapado también en ella / la imagen de una Vírgen o un Buddha / fue ella atrapada por la forma del gato…”.
Esta causalidad del antagonismo, al decir de Lupasco, deviene en las potenciaciones y actualizaciones diversas que materia y forma han conformado en el horizonte discursivo del texto. Porcelana y gato se requieren y se potencian, en la contradicción no se niegan, se firman en la constante contradicción de sus potenciales formas, ya sea un Buddha o una Vírgen. La vigilancia que hace uno del otro es relevante, pues a menor descuido se actualizará y potenciará el sistema con lo cual la porcelana y el gato pueden desparecer: “Y es así como gato y porcelana / se vigilan el uno al otro desde hace mucho tiempo / sabiendo que bastaría las distracción más mínima / para que desaparecieran habitación, repisa, gato y porcelana.” De esta manera se cierra el texto y el principio de contradicción sitúa en un plano de discusión que cruza los postulados discursivos de La nueva novela, esto es la trasmisión del mensaje poético, con dispositivos no poéticos.
. . . . . . . . . . . . . A través de su gato
la porcelana observa y vigila también
el inmaculado color blanco de sí misma,
sabiendo que para él ese color es el símbolo pavoroso
de infinitas reencarnaciones futuras.
. . . . . . . . . . . . . Pero la porcelana piensa lo que el gato no piensa
y cree que pudiendo haber atrapado también en ella
la imagen de una Virgen o la imagen de un Buddha
fue ella atrapada por la forma de un gato. (Ibíd.).
En el caso del discurso de la física existe un esmero radical por dilucidar una variedad extensa de temas y leyes fundamentales para la comprensión del comportamiento de la naturaleza, del universo e, incluso, del tejido mismo de la realidad. Clifford A. Pickover en El libro de la física (2011) sostiene que más allá del descubrimiento de las leyes de la naturaleza, los físicos han indagado en conceptos profundos y alucinantes, jamás imaginados por los seres humanos, los temas de la relatividad o de la mecánica cuántica, la teoría de cuerdas o el Big Bang, que aparecen como tesoros de la acumulación del conocimiento humano y han estructurado una nueva manera de leer el universo y la realidad. Muchas de estas teorías, en el plano teórico, surgieron a partir de metáforas o imágenes que luego fueron sometidas a la comprobación rigurosa del ejercicio matemático.
En nuestro pequeño rincón del universo, ya hemos logrado construir ordenadores capaces de simular comportamientos similares a los de la vida valiéndonos de programas informáticos y reglas matemáticas. Tal vez algún día creemos seres pensantes que vivan en entornos profusamente simulados, en ecosistemas tan complejos y vibrantes como los bosques tropicales de Madagascar. Tal vez consigamos simular la propia realidad… (Pickover 2011 12-13).
La exploración de lo imaginario y la fantasía de las cosas posibles de descifrar relacionan a la poesía con las ciencias, aunque muchos de esto avances, en el plano de las investigaciones físico-matemáticas, Martínez no los alcanzó a conocer, es indudable que sus textos recogen estas preocupaciones, estas esperanzas y estas realidades imaginadas, que pueden ser posibles o no posibles.
Martínez establece una nueva frontera entre los lenguajes de la poesía y las ciencias, trata de alejarse de la idea de la existencia de un armazón epistemológico de gran densidad, pues, en conclusión, el deseo que dinamiza al autor tiene una estrecha cercanía con la reflexión tipo ontológico acerca de la poesía, el lenguaje y la realidad.
Más bien lo que se propone es un diálogo de estos dos mundos, poesía y ciencia, con el fin de proponer preguntas contradictorias e irónicas respecto de esa realidad tan efímera que en La nueva novela se representa inestable, ambigua, contradictoria y amenazada por la desaparición. Diversos fragmentos ratifican este postulado:
Dado que va ocurrir no sé qué ni cuándo, ¿qué providencias toma
. . . . . . . . . . . . . usted?
Dado que a un plazo de cincuenta años lograremos comunicarnos con
seres extraterrestres, proponemos la siguiente solución:
. . . . . . . . . . . . . Dados A y B
. . . . . . . . . . . . . CONSTRUYASE UN ALFABETO”
. . . . . . . . . . . . . (La nueva novela 15).
Una estrella fugaz cae en su mirada. ¿Qué hace usted? (23).
“Encuentre en qué estriba el vicio de construcción del
siguiente silogismo:
. . . . . . . . . . . . . Mortal era Sócrates.
. . . . . . . . . . . . . Ahora bien, yo soy parisiense.
. . . . . . . . . . . . . Luego, todos los pájaros cantan”. (22).
Cuando usted habla del infinito, ¿hasta cuántos kilómetros puede hacer
. . . . . . . . . . . . . sin cansarse? (12).
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NOTAS
[1] Lupasco se confronta por una parte contra la lógica aristotélica del principio de identidad, de la no contradicción y del tercer excluido, que niega el movimiento; y también a la respuesta que había diseñado Hegel con los principios de la dialéctica del cambio de cantidad en calidad, la negación de la negación, y la interpenetración de los contrarios. Para Lupasco, los fenómenos no son posibles si no pasan de un estado de potencialización al de actualización. No hay energías constitutivamente estáticas.