Diez lugares comunes sobre las librerías
Por Sergio Parra
La Tercera. Suplemento Cultura. Sábado 26 de Abril de 2008.
1. La poesía no se vende. Falso. Poesía se vende bastante, eso siempre me ha sorprendido. En Metales pesados hay una variedad importante de poesía chilena, latinoamericana y universal. Tampoco es cierto eso de que sólo los poetas leen poesía. Los mejores compradores de libros de poesía suelen ser abogados, historiadores o médicos. Tengo, de hecho, cinco o seis clientes fijos que vienen una vez al mes y se gastan sus buenos pesos en poesía.
2. Los escritores son los mejores compradores de libros. Falso. Los escritores comentan por obligación. En Chile el gremio de los escritores no lee a sus propios pares. En el mejor de los casos leen notas de prensa y se limitan a hacer circular esos comentarios. Muchos escritores no tienen una opinión propia sobre lo que se está escribiendo en Chile. No sólo no tienen opinión sobre lo que se está escribiendo en Chile, tampoco sobre lo que se escribe en Latinoamérica.
3. La gente prefiere libros baratos, aunque sean de menor calidad. No necesariamente. Hay algunos que sólo compran tapa dura, a pesar del precio. Los lectores más bien prefieren libros de buena calidad. Algunos, incluso, se niegan a comprar pocket o tapa blanda. Por ejemplo, La carretera de Cormac McCarthy: todavía me siguen preguntando cuando voy a traerlo en tapa dura y el de edición rústica que está disponible ni lo miran.
4. Es importante la opinión de los críticos. Depende del público, hay personas para las cuales el crítico se ha transformado en su guía literario, no obstante, el lector ya formado tiene la libertad de elegir de acuerdo a su juicio. Muchos desconfían de los medios de comunicación, creen que todo está manipulado, y los críticos no están exentos de esa desconfianza.
5. Los libros de ensayo no se venden. Depende del caso. El libro que más he vendido es Chile actual: anatomía de un mito, de Tomás Moulian. Entonces trabajaba vendiendo libros de Lom. Recuerdo que salí a mostrar el libro a las librerías y en veinticuatro horas se produjo una reacción increíble: mándame diez, veinte, cincuenta, cien, doscientos. Fue una locura, durante semanas estuvimos despachando y despachando. Realmente impresionante. Después de ese hito, el ensayo ha vuelto al público profesional universitario.
6. Las transnacionales hacen lo que pueden. Falso. Hacen menos de lo que pueden. No entienden que hay un mercado pequeño pero importante de librerías especializadas. Es angustioso saber que una novela ya salió en España pero sólo llegará por la vía tradicional dentro de seis u ocho meses. Me interesa esa vía porque los libros llegan a mejor precio. Pero hay que esperar demasiado y a veces no llegan nunca.
7. Hay una crisis de lectores. Sí y no. Ya no existe esa clase media ilustrada que leía, pero a la librería vienen muchos jóvenes. Algunos no manejan efectivo, pero tienen sus medios: abonan por los libros, por ejemplo. Uno sabe inmediatamente cuando un joven tiene un destino de lector, por eso les damos las facilidades para que el libro se encuentre con ese lector.
8. El marketing es imprescindible. No siempre. Lo verdaderamente importante es el boca a boca, al menos para los libros que yo vendo. A veces vendo muchos ejemplares de libros que no han tenido ninguna promoción. El lector confía en el librero, con el que luego puede mantener un diálogo directo y honesto sobre el libro que compró.
9. Los ladrones de libros son el gran problema de los libreros. No lo sé, no creo. Yo, en su momento, fui un gran ladrón de libros. Me consideraba el mejor. Llegué a robar once libros en una sola pasada. Ahora ya no puedo, aunque ganas no me faltan. Dos o tres veces me he dejado robar. He visto el deseo dibujado en la cara del ladrón-lector. Y he preferido mirar para el lado.
10. No es lo mismo ser vendedor de libros que ser librero. Verdadero. Un librero se va formando, como cualquier profesional. De a poco descubres cuáles son los libros claves, los que no pueden faltar. El vendedor sólo quiere vender. El librero es más bien un curador: busca una línea que lo identifique, un cierto punto de vista.